lunes, 5 de marzo de 2012

Breves Comentarios

Cinco Cosas Poco Usuales
1.      Un Nacimiento Poco Usual
"Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y lla­mará su nombre Emanuel" (Isaías 7:14). El nombre "Emanuel" quiere decir "Dios con nosotros."
2.      Una Vida Poco Usual
"El cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente" (1 Pedro 2:22, 23).
3.      Una Muerte Poco Usual
"Quien llevó el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el ma­dero" (1 Pedro 2:24).
"Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (1 Pedro 3:18).
4.      Un Triunfo Poco Usual
"Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2:9-11).
5.      Una Invitación Poco Usual
 "Venid a mí [dijo Jesús] todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mateo 11:28, 29).

Breves Comentarios

La confianza en Dios es una fuente de…
1.    Fuerza: “Los que confían en Jehová son como el monte Sion, que no se mueve” (Salmo 125:1).
2.    Gozo: “Alégrense todos los que en ti confían” (Salmo 5:11).
3.    Bienaventuranza: “El que confía en Jehová es bienaventurado” (Proverbios 16:20).
4.   Intimidad: “La cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza” (Hebreos 3:6).
5.   Galardón: “No perdáis vuestra confianza, que tiene grande galardón” (Hebreos 10:35).
6.  Bendición: “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová” (Jeremías 17:7).


Breves Comentarios

La Iglesia Verdadera.
1.      Fundador: El Señor Jesucristo — "Sobre esta roca edificaré mi iglesia" {Mateo 16:18).
2.  Fundamento: "Los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo" (Efesios 2:20-22). "Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo" (1 Corintios 3:11).
3.      Estructura: "Vosotros [creyentes] también, como piedras vivas, sois edificados en un templo espiritual" (1 Pedro 2:5, Versión Moderna).
4.      Solidez: "El fundamento de Dios está firme" (2 Timoteo 2:19).
5.  Cabeza: "La iglesia está sujeta a Cristo" (Efesios 5:24). "Cristo es cabeza de la iglesia" (Efesios 5:23).
6.   Miembros: "Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu" (1 Corintios 12:13).
7.      Autoridad: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (2 Timoteo 3:16).
8.  Sacrificio: "Porque con una sola ofrenda [Cristo] hizo perfectos para siempre a los santificados" (Hebreos 10:14).
9.    Adoración: "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4:24).
10. Sacerdote: "Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre" (Hebreos 7:28).
11. Salvación: "De cierto, de cierto os digo [dice Jesús]: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida" (Juan 5:24).
12. Seguridad: "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 8:37-39).
—El Centro de Conversión (Adaptado)

Breves Comentarios

Dios valora las cosas rotas.
            Generalmente cuando una cosa se rompe, su valor disminuye o desaparece del todo. Los platos rotos, botellas rotas, espejos rotos, son generalmente desechados. Aún un golpe en un mueble o una mancha en la ropa reducen significativamente su valor de reventa.
            Pero no es así en el reino espiritual. Dios aprecia las cosas rotas, y en especial a las personas quebrantadas. Es por eso que podemos leer versículos tales como:
·        “Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los contritos de espíritu” (Salmos 34:18).
·        “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás Tú, oh Dios” (Salmos 51:17).
            Dios sabe cómo rechazar el orgullo y la soberbia, pero no puede rechazar a la persona humilde y arrepentida.
·        “Dios resiste al orgulloso pero da gracia al humilde” (Santiago 4:3).
            Hay algo en nuestro quebrantamiento que mueve Su compasión y poder.
            Por lo tanto, parte de su maravilloso propósito para nuestras vidas es que seamos quebrantados. Quebrantados de corazón, de espíritu y de todo nuestro ser (2a Corintios 4:16-18).
Por William Macdonald del librito “Quebrántame Señor”.

Breves Comentarios

¿Qué sentido tiene el velo?
            Cuando las mujeres cristianas llevan un velo adecuado para cubrir su cabeza, es una manera sencilla y divinamente ordenada de expresar visiblemente su actitud interior de sumisión al orden divino de liderazgo o gobierno. Dios, nuestra cabeza, establece al varón como cabeza de la mujer (1 Co. 11:3). De esta manera, las mujeres cubiertas y en silencio (1 Co. 14:34-38; 1 Ti. 2:11-12) expresan su sumisión al liderazgo del varón y también al liderazgo en la asamblea. Así la asamblea demuestra a las huestes angelicales, de manera corporativa, su actitud sumisa a Cristo su Cabeza (1 Co. 11:10; Ef. 3:10). Ellos observan el orden y proceder, no el corazón. Es obvia la contradicción de algunas mujeres que profesan ser creyentes, cuando aparecen en la congregación llevando un velo pero vestidas de ropa masculina (pantalones), o en algunos casos, con velo pero vestidas de manera indecente y provocativa. Otra contradicción es cuando mujeres que profesan ser cristianas no cubren su cabeza, cuando deben saber mejor, porque han sido enseñadas, y en algunos casos lo hacen cuando sus propios maridos ministran la Palabra.
Extracto  de folleto escrito Por Curtis Thigpen


EL CRISTIANO Y LA VIDA SOCIAL

En las Escrituras nunca se reco­mienda la vida de ermitaños. Los que han procurado librarse del mal por encerrarse en un monaste­rio o convento, han sufrido una fuerte desilusión, porque el peor mal se encuentra en el corazón hu­mano. Nuestro Señor vivió en me­dio de la sociedad de su día, en­trando en la casa de varios para participar con muchos otros de la  comida provista. Se retiraba de vez en cuando para tener un tiempo de refrigerio aparte de las multitu­des (Luc. 4:42; 9:10), pero comúnmente se mezclaba con las gentes en su vida diaria. Sin em­bargo, ¿quién tan separado como nuestro Salvador de todo el am­biente alrededor? Así él nos da la pauta para la vida cristiana en el mundo.
      Necesariamente tenemos mucho que ver con los hombres en gene­ral, y no podemos evitarlo, "pues en tal caso os sería menester salir del mundo" (1 Cor. 5:10), y te­nemos que pasar nuestra existen­cia en una atmósfera contaminada por el pecado. No obstante, tene­mos la promesa de poder experi­mentar la protección divina en ta­les circunstancias: "Cuando pasa­res por los ríos, no te anegarán. Cuando pasares por el fuego, no te quemarás" (Isa. 43-2): no seremos alcanzados por el mal que nos ro­dea. El bombero lleva su traje de amianto (asbesto), y no recibe daño de las llamas. El buzo trabaja debajo del agua, teniendo puesta su escafan­dra. En el capítulo 17 de Juan ve­mos un cuadro perfecto del cristia­no en su relación con el mundo de acuerdo con la voluntad de Dios:
(1) Sacados del mundo y dados a Cristo, como don del Padre a su Hijo (v. 6). Son como piedras saca­das de las canteras para formar parte del edificio de la iglesia.
(2) En el versículo 2 Cristo habla co­mo ya fuera del mundo, habien­do cumplido la misión que le fue encomendada por el Padre (v. 4), pero reconoce que sus discípulos todavía están en estas circunstan­cias tan difíciles, y ruega que sean guardados en medio de todos los peligros que les amenazan: no hay sugestión de vida de aislamiento, sino más bien de contacto físico pero de separación espiritual, co­mo el rayo de luz que atraviesa la sala del hospital llena de enfermos infecciosos, sin recibir contamina­ción.
(3) Son objeto de odio de parte del mundo (v. 14), y sabe­mos el por qué: es precisamente por causa de la diferencia esencial que existe entre el creyente y el incrédulo (véase Juan 15:18-25), y forman un testimonio contra la maldad que impera en esta esfera. (Juan 7:7)
(4). En los versículos 14-16 el Señor reitera que no per­tenecen al mundo, como él tam­poco pertenece al mundo, una di­ferencia moral que es fundamental. Su vida es distinta y su punto de vista al fijar el valor de lo que per­tenece al mundo pasajero (1 Juan 2:14-17), es completamente dife­rente del que tiene el hombre na­tural. Ya no se trata de preguntas como ¿Qué mal hay en hacer esto o aquello?, sino de hacerlo todo a gloria de Dios. (1 Cor. 10-31). No se procura andar lo más cerca de las prácticas mundanas, sino de sa­lir "de en medio de ellos, y no to­car lo inmundo", y "yo os recibi­ré". (2 Cor. 6:17). En cuanto a la religión del mundo, oímos la pala­bra: "Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas". (Apoc. 18-4). Y en cuanto a nuestras asociaciones, el apóstol enseña: "Si alguno se lim­piare de estas cosas, será vaso para honra, santificado, y útil para los usos del Señor". (2 Tim. 2:21). En cuanto al matrimonio y empre­sas comerciales, etcétera, viene el mandato claro: "No os juntéis en yugo con los infieles". (2 Cor. 6: 14). No somos del mundo, como Cristo no es del mundo.
(5). Mien­tras estamos aquí somos guarda­dos del mal que existe en el mun­do. (v. 15). "Sabemos que cual­quiera que es nacido de Dios, no peca... el maligno no le toca. Sabe­mos que somos de Dios, y todo el mundo está puesto en maldad". (1 Juan 5:18-19). Los que tienen que ser echados de la iglesia por su mal proceder (1 Cor. 5:5), se en­cuentran en la esfera de Satanás, que gana poder sobre ellos: cosa terriblemente solemne.
(6). Pero, a pesar de este apartamiento del mundo, son enviados al mundo (v. 18) para dar su testimonio en un ambiente adverso. (Juan 15:26, 27 y 16:33). Si bien es cierto que el mundo en general los ha de re­chazar y perseguir, Dios es glorifi­cado por el testimonio dado por el poder del Espíritu.
(7) Los discí­pulos son el medio de hacer creer al mundo que el Padre envió al Hijo. (v. 21). La unidad de los cre­yentes a la que se refiere, no es uniformidad, sino la unión básica entre los nacidos de nuevo. Lo que une a los hijos de Dios es mucho más fuerte que lo que los ha divi­dido.
            "Los que están fuera" es la fra­se que se emplea para describir a los que no son de Dios. En Mar­cos 4:11 los vemos como incapa­ces de entender las parábolas, que forman una clase de criba (harnero) para di­ferenciar entre los oyentes. En 1 Corintios 5:13 vemos que los que están dentro de la iglesia son juz­gados en esa esfera, pero a "los que están fuera", Dios los juzga. Hay que andar en sabiduría de­lante de los tales (Col. 4:5), dan­do un testimonio de una vida bien equilibrada, buena y justa. (1 Tes. 2:10).

Tipos de santificación

La palabra "santificar" significa "poner aparte". Existe toda una familia de palabras —santificar, santo, santificación, santidad, consagrar, consagración, consagrado— que tienen todas el mismo significado básico. Muy a menudo la santificación significa el proceso de separarse de lo común o inmundo para el servicio divino. Pero no siempre. Si se recuerda que santificar significa "poner aparte", se tendrá una definición que se ajusta a todos los casos.
      En el Antiguo Testamento, Dios santificó el séptimo día (Gn. 2:3). Los primogénitos tanto del hombre como de las bestias eran consagrados a Dios (Éx. 13:2). A los sacerdotes se les ordenó que se santificaran al Señor (Éx. 19:22). El tabernáculo y todos sus utensilios fueron santificados (Éx. 40:9).
      En el Nuevo Testamento se utiliza la santificación principalmente con respecto a las personas. No obstante, Jesús dijo que el Templo santifica al oro que hay en él, y que el altar santifica el don que se ofrece sobre él (Mt. 23:17, 19). Pablo enseñaba que cuando damos gracias por muestras alimentos, éstos son santificados (1 Ti. 4:5).
      Con respecto a la santificación de las personas, Dios santificó a Cristo y le envió al mundo (Jn. 10:36); esto es, el Padre puso aparte a Su Hijo para la obra de salvarnos a nosotros de nuestros pecados. Jesús se santificó a Sí mismo (Jn. 17:19); en otras palabras, Él se colocó aparte a Sí mismo a fin de interceder por Su pueblo.
      Existe también un sentido en el que ciertos incrédulos son santificados. "Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido" (1 Co. 7:14). Esto significa que el cónyuge incrédulo es colocado aparte en una situación de privilegio al tener a su cónyuge cristiano orando por su salvación.
      Y hay también un sentido en el que Cristo debería ser santificado por todos los creyentes: "Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones..." (1 P. 3:15). Le santificamos poniéndole a Él aparte como el Señor indiscutible de nuestras vidas.
      Además de lo que antecede, hay también otras cuatro clases importantes de santificación que deberíamos distinguir en nuestro estudio del Nuevo Testamento. Estas reciben el nombre de santificación de pre-conversión, santificación posicional, santificación progresiva, y santificación perfecta.

Santificación de pre-conversión
      Mucho antes de que una persona nazca de nuevo, el Espíritu Santo ha estado obrando en la vida de él, poniéndole aparte del mundo para pertenecer a Cristo. Pablo se dio cuenta de que él había sido puesto aparte antes de nacer (Gá. 1:15). En 2 Tesalonicenses 2:13 el apóstol les recuerda a los tesalonicenses que había tres pasos en la salvación de ellos:
•    Su elección por parte de Dios
•    Su santificación por el Espíritu
•    Su fe en la verdad
      Nótese que esta santificación de ellos tuvo lugar antes de que creyeran y fueran salvos.
      En 1 Pedro 1:2 se encadena de la siguiente manera el orden de los eventos relacionados con la salvación:
•    Elección y destino por Dios el Padre
•    Santificación por el Espíritu
•    Obediencia a Jesucristo
•    Rociamiento con Su sangre
      Dios nos eligió en la eternidad para que le perteneciéramos a Sí mismo. Con el tiempo el Espíritu Santo nos puso aparte para el Señor. Entonces obedecimos el evangelio. Tan pronto como lo hicimos, todo el valor de la sangre derramada de Cristo nos fue aplicado. Pero el punto a señalar aquí es que la santificación de la que nos habla Pedro es del tipo que tiene lugar antes de que una persona nazca de nuevo.

Santificación posicional
      En el momento en que una persona nace de nuevo es santificado posicionalmente. Esto significa que, por lo que respecta a su posición ante Dios, está perfectamente puesto aparte para Dios, separado del mundo, porque él está "en Cristo". De una manera muy real, Cristo es su santificación (1 Co. 1:30).
      Cada verdadero creyente es un santo; ha sido separado para el Señor. Esta es su posición. Así, en 1 Corintios 1:3 se describe a todos los cristianos en la iglesia local de Corinto como "santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos". No siempre se comportaban muy santamente. Toleraban el pecado en la comunión (1 Co. 5:1,2). Iban en juicio unos contra otros (1 Co. 6:1). Tenían maestros que negaban la Resurrección (1 Co. 15:33, 34). Pero también es cierto que ellos, por lo que a su posición se refiere, eran santos: santificados en Cristo Jesús.
      Veamos ahora algunos de los pasajes que tratan de la santificación posicional. En Hechos 20:32, la expresión "todos los santificados" se refiere a todos los creyentes. En Hechos 26:18 el Señor describe a Su pueblo como aquellos "que son santificados mediante la fe en mí” (VM). Los corintios son descritos como habiendo sido "lavados... santificados... justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1 Co. 6:11). Y el autor de Hebreos nos recuerda que "somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecho una vez para siempre" (He. 10:10). "Porque con una sola ofrenda ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados" (He. 10:14).
      La santificación posicional es también indicada a veces por la utilización de la palabra "santo". Así sucede en Colosenses 3:12, donde Pablo se refiere a los cristianos como "santos", refiriéndose a la posición de ellos ante Dios.

Santificación progresiva
      Mientras que hay muchos versículos de las Escrituras que afirman que el cristiano está santificado, hay muchos otros que dicen que debería santificarse. Si dejamos de distinguir los tipos de santificación, podemos confundirnos.
      La santificación progresiva o práctica se refiere a lo que debería realizarse en nuestras vidas diarias. Deberíamos estar viviendo vidas de separación para Dios saliendo del pecado y del mal. Los santos deberían ir santificándose cada vez más.
      En este aspecto de la santificación al que Jesús se refiere en Juan 17:17 cuando oraba por los suyos: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad".
      La cooperación del creyente va envuelta en esto (2 Ti. 2:21). Siempre que se hallan exhortaciones con respecto a la santificación o a la santidad se puede tener la certeza de que el tema es el de la santificación práctica. Así, Pablo apremia a los corintios, "…limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2 Co. 7:1). Y, en la misma línea, escribía Pedro: "...como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir" (1 P. 1:15).
      Una forma particular de santificación práctica se refiere a la separación de la inmoralidad. "Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os abstengáis de la fornicación; que cada uno de vosotros sepa señorearse de su propio cuerpo, en santificación y honra" (1 Ts. 4:3,4, VM).
      ¿Cómo se transforma el cristiano en más santo, más semejante al Señor Jesús? La respuesta la hallamos en 2ª Corintios 3:18: Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
      La santidad práctica proviene de nuestra ocupación con el Señor. Es un principio en la vida que nos vamos asemejando a aquello que adoramos. Cuando más contemplemos a Cristo, tanto más nos volveremos cual Él es. El Espíritu Santo obra esta maravillosa transformación: ¡no de repente, sino de un grado de gloria a otro!
      Este aspecto de la santificación es aún futura para el creyente. Cuando vea al Salvador cara a cara quedará para siempre liberado de todo pecado y contaminación.
            Será moralmente como el Señor Jesús: perfectamente santificado.
      Es sobre esto que leemos en Colosenses 1:22: "En su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él".
      Aquel día la iglesia recibirá su santificación definitiva: "A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha" (Ef. 5:27).
      Otros pasajes describen nuestra perfecta santificación sin mencionar la palabra. Por ejemplo, Juan dice: "... sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Jn. 3:2). Y Judas nos recuerda que nuestro Señor nos presentará "sin mancha delante de su gloria con gran alegría" (Jud. 24).
      Será de gran ayuda en el estudio bíblico distinguir entre estos varios aspectos de la santificación. Siempre que se hallen palabras que traten de la santidad, uno debería de preguntarse: "¿Sucedió esto antes de la conversión? ¿Es esto lo que soy en Cristo? ¿Es esto lo que debería ser yo más y más cada día? ¿O es esto lo que seré cuando sea introducido a la gloriosa presencia del Señor Jesucristo?
Tomado del  Libro “Cuál es la diferencia”, Capítulo 7

Doctrina acerca de Dios (Teología Propia)

Los Atributos de Dios o Las Perfecciones de Dios

Introducción.

            Dios es infinito, Dios es eterno,  por tanto, Dios decidió en su Amor manifestarse al hombre y mostrar sus atributos o cualidades a través de la revelación.
            Se entiende como los atributos de Dios o las Perfecciones de Dios aquellas características propias  e inseparables de Dios, de su personalidad, y que no necesariamente el hombre las posee. Los atributos  no le “añaden” nada a Dios, simplemente revelan su naturaleza.
            Además queremos decir, que algunos  atributos fueron  comunicados al hombre y otras no lo fueron. Dios nos comunicó algunos de sus atributos por que somos hechos a semejanza de Él, aunque por la caída del hombre producto del pecado, aun conserva en algún grado estos atributos. Por ejemplo, el nos “comunica” (comparte)  el Amor; pero no así  su omnipotencia, ya que es un atributo que no puede ser dado, porque es propio de Dios.
            Estos atributos  de Dios, hablan de sus cualidades, cualidades que son expresadas imperfectamente con características antropomórficas, es decir, con palabras y características humanas para que el hombre pueda entender. Por lo tanto, esta forma de expresar no es completa ni puede expresar todo lo que es un Atributo de Dios. Podemos decir que Dios es Santo, pero no podemos llegar a las profundidades de esta  característica, porque para hacerlo tendríamos que ser Dios. Sabemos que el Espíritu Santo conoce todas las cosas de Dios (1 Corintios 2:10-11), por tanto solo Él (y por antonomasia, el Señor Jesucristo, la segunda persona de la santísima Trinidad) puede entender las profundidades de la Santidad de Dios y, obviamente, los otros atributos.
            Existen varias formas  o “mapas” de agrupar cada uno de los atributos de Dios. Cada una de estas agrupaciones son arbitrarias y de acuerdo a lo que piensa el autor. También hay autores que han rehusado agruparlos, por los motivos ya expuestos anteriormente.
            Por lo general, las agrupaciones más comunes son: (a) Atributos no morales (o naturales) y atributos Morales; (b) los absolutos y los relativos; (c) los incomunicables y comunicables; (d) Grandeza y Bondad; (e) Qué es Dios (ónticos), Qué hace Dios (operativos) y Cómo obra Dios (morales).
            En nuestro estudio no seguiremos ninguna clasificación, sino que los detallaremos en orden alfabético. Si el estudiante desea conocer más de los distintos órdenes, puede encontrarlos en diversos libros que detallan y explican las doctrinas.

Atributos

Autonomía de Dios o Existencia Propia (Aseidad)
            Para nosotros conocer a Dios, para intentar atisbar lo que Dios es, dependemos de las revelaciones que El nos ha hecho de Sí mismo, contenidas en la Biblia.
            ¿De dónde hemos extraído la idea de la “aseidad” de Dios? Recordemos el pasaje de Moisés y la zarza ardiente (Ex. 3, 1-14). Al recibir la instrucción de Dios de sacar los israelitas de la esclavitud a que era sometido en Egipto, Moisés le preguntó a Jehová qué respuesta debía dar si le preguntaban por autoridad de quién estaba actuando.
            Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel,  y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros.  Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?,  ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY.  Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová,  el Dios de vuestros padres,  el Dios de Abraham,  Dios de Isaac y Dios de Jacob,  me ha enviado a vosotros.  Este es mi nombre para siempre;  con él se me recordará por todos los siglos (Éxodo 3:13-15).
            Esta idea que aparece desde el comienzo de la Biblia, en el libro del Éxodo, también aparece al final, en el último libro, el Apocalipsis: “Yo soy el Alfa y la Omega,  principio y fin,  dice el Señor,  el que es y que era y que ha de venir,  el Todopoderoso.  (Apocalipsis 1:8)”
            Agustín de Hipona, uno de los Padres de la Iglesia, explica lo que significa la aseidad de Dios así: “Oíd lo que se dijo a Moisés cuando preguntaba el nombre de Dios: Yo soy El que Soy. Mira si alguna otra cosa es: junto a Dios ninguna creatura tiene verdadero ser, pues lo que de verdad es no conoce mudanza alguna. Todo cuanto se muda y fluye y en ningún tiempo cesa de cambiar, eso fue y será, pero no es, porque lo que fue, ya no es; lo que será, todavía no es, y lo que viene para pasar será para no ser. Pero en Dios no hay fue y será, sino únicamente es.”
            Sin embargo, será sólo en el Cielo, cuando contemplemos la esencia de Dios tal como es en sí misma, entonces conoceremos a Dios plenamente, de la misma manera como El desde siempre nos conoce a nosotros. “… cuando él se manifieste,  seremos semejantes a él,  porque le veremos tal como él es” (1 Jn. 3, 2b).
            Podemos decir de la Aseidad o Existencia propia de Dios:
·        La aseidad de Dios significa que el existe absolutamente. (Isaías 48:12-13)
·        La aseidad implica que Dios no puede dejar de ser. La aseidad le hace Todopoderoso (Ap. 21:22) ya que el es la causa que sostiene toda la creación. (Col 3:15-17)
·        El nombre de Jehová es el nombre de Dios para siempre (Éxodo 3:15) y a nadie prestara la gloria de su nombre (Isaías 42:8).
·        El nombre Jehová (YHWH) significa "Yo Soy el que Soy" habla de su existencia absoluta. El Nombre que es dado a Jesucristo (Juan 8:58) Jesús no dijo yo era, sino que dijo Yo Soy. Reconociéndose así como Dios.
            ¿Qué importancia tiene que Nuestro Dios posea esta característica?
a)     Que Dios posea la característica de la aseidad, hace que el sea nuestra única esperanza.  En una ocasión los discípulos le dijeron a Cristo "¿A quien iremos?, tu tienes palabras de vida eterna. Así Jesús dijo que solo deberíamos servir al Señor Nuestro Dios. (Mateo 4:10)
b)     Dios sostiene a su creación (Hebreos 1:3-4). El sostiene el mundo entero (Isaías 66:1-2). El sostiene a los animales y las plantas (Mateo 6:26-30).  El sostiene a sus hijos (Efesios 5:29).
c)     Porque como el Padre tiene vida en sí mismo,  así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo (Juan 5:26).

Amor
            Cuando decimos que Dios es Amor, estamos diciendo, que el Amor es parte de Él. Que es una cualidad natural y propia de Él. El amor de Él es el Amor que es capaz de sacrificarse por el hombre.  Y se expresa de la forma en que Dios permitió que su propio hijo viniese en semejanza de hombre, y que cargase con el pecado que es de exclusiva responsabilidad del hombre, porque no existe otro medio, ya que la justicia divina necesita para quedar satisfecha un sacrificio santo, puro y sin mancha. No existe ningún ser humano, por bueno que fuese que hiciese lo que Dios mandaba, no existe ninguno. De ahí que el Señor viniese a esta tierra a tomar el lugar del hombre y morir por cada uno.
            Su amor no se limita a liberarnos de la condena del pecado, sino que se expresa en que hemos sido adoptados como hijos y coherederos en la glorificación (Romanos 8:17; Efesios 3:6).
            Este atributo fue transmitido al hombre.  Si bien, desde la caída del hombre, ha quedado manchado, pero aun transmite la idea que Dios quiere transmitir al hombre. Pero el hombre lo ha tergiversado, derivando este concepto de amor a algo muy horrendo y despreciable.
            El cristianismo es la única fe (religión) que presenta al Ser Supremo como Amor, por que la base de ella es amor de nuestro Señor Jesucristo al dar su vida por el hombre.
            Algunos versículos para estudiar la idea de que Dios es Amor: 1 Juan 4:8-16; Juan 3:16; 1 Juan 3:16, Juan 16:27; 17:23; Mateos 3:17; 1 Juan 4:9-10

Bondad
            El diccionario define la palabra como la cualidad de bueno, un adjetivo que hace referencia a lo útil, agradable, apetecible, gustoso o divertido. Una persona con bondad, por lo tanto, tiene una inclinación natural a hacer el bien.
            Por lo tanto, si seguimos la definición, Dios, por naturaleza, está inclinado hacer el bien. Este atributo  contempla lo que está dentro de Dios, por tanto, está estrechamente relacionado con su Santidad. Las palabra hebrea “tob” expresa la bondad absoluta; y a palabra “agathos” indica que Dios es “en esencia, absoluta y completamente bueno” (cf. Mt 19:17; Mr 10:18; Lc. 18:19).
            La Bondad se manifiesta  en la benevolencia,  y esta se manifiesta a toda la humanidad, tanto para los creyente como los incrédulos (Mt 5:45; Hch 14:17). También se manifiesta en el Amor, Misericordia y Gracia.
            Si aplicamos este atributo en nuestras vidas,  lo podemos deletrear del siguiente modo: Dios derrama sobre sus hijos su bendición constante y cariñosa. ¿Cuantas veces  en nuestras vidas no hemos vivido de la bondad de Dios?  Nos ha llamó reiteradamente al arrepentimiento, y ella nos acompañó hasta llegar a los pies de la cruz del calvario. ¿Y después? Nos apropiamos de las palabras de Pablo: “El que no escatimó ni a su propio Hijo,  sino que lo entregó por todos nosotros,  ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).
            Para estudio personal, leer los siguientes versículos: Filipenses 2:27; Salmos 6:2-4; Ex 34:6; Sal 36:6; 104:21; 145:16; Mt 6:26; Sal 27:10; Jeremías 8:15; 14:11,19; 17:6, Efesios 3:18-19; 1 Juan 4:10.

Espiritualidad
            Dios es espíritu, fue lo que el Señor Jesucristo  dijo sobre Dios (Juan 4:24) a la mujer samaritana, con el fin de realzar la adoración, que los creyente debían dar a Dios, iba a ser en espíritu. Esto está en manifiesto contraste con la adoración física que se realizaba a través de los sacrificios de animales y otras ofrendas en los templos.
            Dios es Espíritu, y con esto queremos indicar que no tiene límites y no está afectado por temporal y que puede estar en todo lugar, es decir, no está sujeto a ninguna limitación.
            Nunca debemos pensar que Dios  tenga una figura como de hombre, a pesar que se le nombre con género masculino. En la Biblia es presentado con expresiones antropomórficas  como el “ojo”, “brazo”, etc. Dado que Dios está más allá de toda comprensión de nuestra limitada capacidad, estas fueron usadas para que quien leyera y escuchase, comprendiese  lo que Dios quería expresar en su revelación.
            “A Dios nadie le vio jamás” (Juan 1:18a) nos indica el apóstol Juan en su introducción a su evangelio.  Dios nunca se ha manifestado en su verdadera forma, ya que implica la muerte inmediata de la persona (Éxodo 33:20). Moisés sólo pudo ver la “espalda” de Dios cuando solicitó  ver su rostro. Sólo el Señor Jesucristo nos dio a conocer al Padre,  porque Él está con el Padre (Juan 1:18b). Cuando  Felipe pidió que les mostrase al Padre, el Señor mismo indicó que el que le ha visto, ha visto al Padre (Juan 14:8-11).
            Sin embargo encontramos que  Dios se manifestó en la forma que Él quiso mostrarse, de modo que varias personas lo vieron (véase Éxodo 24:10).
            Al decir que Dios es Espíritu, no quiere decir que Él no pueda manifestarse en forma física. Recordemos como se manifestó a Abraham antes de juzgar a Sodoma y Gomorra (Génesis 18). Y que decir de la manifestación del Señor Jesucristo, que siendo Dios, fue semejante a los hombres (Filipenses 2:6-8). Y el Espíritu Santo también se ha manifestado físicamente, ya sea  en forma de paloma (Mateo 3.16) y de lengua de fuego (Hechos 2:3-4).

Eternidad
            Con este atributo queremos indicar que Dios no tiene principio ni fin. No podemos sindicarlo a un espacio temporal, ya que Él habita en una “esfera” en la cual el tiempo no existe. Para Él el tiempo no significa un impedimento para conocer el presente, pasado y futuro.
            La Eternidad de Dios es una consecuencia de su Inmutabilidad. Y esto es así porque cuando hablamos de “eternidad” estamos hablando de “no-tiempo”, no hay sucesión de tiempo, ni medición de duración. El tiempo es en sí mismo “cambio”, medición de movimiento. El tiempo comenzó con la creación del universo cambiante. Dios no cambia, todo lo creado cambia.
            Ahora bien, debido a nuestra inteligencia y lenguaje limitadísimos, tenemos que hablar de pasado, futuro y presente de Dios: decimos, por ejemplo, “Dios siempre fue y siempre será”. O bien, “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre”. Pero, en realidad, estrictamente hablando, en Dios no hay ni pasado ni futuro.
            Para Dios hay sólo un “eterno presente”. Dios simplemente “es”. De allí que al darnos su nombre “Yo Soy”, en seguida nos dice que “Yo Soy” es su nombre “para siempre” (Ex. 3, 14-15).
            Si Dios es Eterno, entonces nunca hubo un momento en que Dios no existiera. También significa que Dios nunca dejará de existir. Dios no tuvo principio, ni tendrá fin.
            Sólo Dios es eterno: sin principio ni fin. De allí que, a pesar de que a veces se diga que el alma es eterna o que los Ángeles son eternos, en realidad es más apropiado hablar de los Ángeles como seres inmortales, mas no eternos, pues inmortal significa que no tendrá fin, pero que sí tuvo principio. Y los             Ángeles son seres creados; no existen desde la eternidad.
            Asimismo, es preferible hablar de nuestra alma inmortal, pues no muere, sino que se separa del cuerpo al morir la persona humana, pero hubo un momento, el de nuestra concepción, en que fue creada por Dios, es decir, en que tuvo un principio.
            Para tener una idea de lo que es la Eternidad de Dios, pensemos que a si alguien se le ocurriera tomar un solo granito de arena y ponerlo en el mar, y hacer ese movimiento sólo cada mil años, llegaría un momento en que se acabaría la arena. Ese tiempo larguísimo que tomaría esta absurda tarea es ¡nada! si la comparamos con la Eternidad de la existencia de Dios.
            El medir nuestro tiempo con reloj de eternidad, nos hace pacientes para esperar el momento del Señor. Dios nos atiende y nos sacia en el momento que más nos conviene, no cuando nosotros creemos que debe ser.            De allí Pedro nos pueda decir: “Delante del Señor, un día es como mil años y mil años son como un día” (2 Pe. 3, 8). Con esto Pedro no nos quiere decir que los días de Dios  tiene un tiempo medible, sino que utiliza un grafismo (hipérbole) para expresar que para Dios el tiempo no importa, Él vive en la eternidad. Pedro pudo decir perfectamente “un día es como un millón de años y un millón de años como un día” y daría la misma idea.
            Otros Textos para estudiar: Génesis 21:33; Deuteronomio 33:27; Salmos 90:2; 102:24-27; 135:13; Isaías 40:28; Habacuc 1:12; Romanos 16:26; Apocalipsis 4:8.
Fidelidad
            Se entiende por fidelidad como  lealtad del uno hacia el otro, así como el mantenerse  siempre en una misma posición  con respecto al otro.  Por ejemplo,  un esposo le es fiel a su esposa por toda la vida, ello condice que jamás hubo un atisbo de infringir el séptimo mandamiento.      
            Dios Es digno de la confianza mas completa, su palabra siempre se cumplirá y podemos descansar en cada una de sus promesas. Aunque nosotros seamos infieles, el permanece fiel.  Sabemos que Él ha cumplido cada una de sus promesas, ya  desde la salida del hombre desde Edén, prometió que de la mujer saldría la simiente que derrotaría a la serpiente que engañó a Eva y Adán. Y esta promesa se cumplió al morir el Señor Jesucristo en la cruz del Calvario y resucitar al tercer día.
            Algunos textos que revisar: Salmos 33:4; 36:5; 40:10; 89:1,8; 119:75,90; Romanos 3:3; 1 Corintios 1:9; 2 Corintios 1:18; 10:13; 1 Tesalonicenses 5:24; 2 Timoteo 2:13; Hebreos 6:18; 10:23; Apocalipsis 15:3; 1 Pedro 4:19

Gracia
            Desde el punto de vista de Dios, la Gracia es un Favor Inmerecido para aquellos que están bajo condenación.
            En el Antiguo Testamento la Gracia se representa por palabras como Chen (que da la idea e condescender un favor, liberación de los enemigos, las aflicciones o la adversidad) y Chesed (que da la idea de manifestarse así mismo, en bondad y amor). En el nuevo testamento tenemos la palabra “charis” indica gozo, placer, delicia, buena voluntad, misericordia y favor.
            Jesucristo es la gracia de Dios personificada,  que nos trajo la verdad de Dios a los hombres que viven aun en tinieblas (Juan 1:17). Reflejando la provisión de  Salvación de Dios (Ro. 3:24; Ef. 1:7; 2:8)
            La Gracia está en contraste directo con la ley que fue dada por medio de Moisés, porque  la ley siempre exige el cumplimiento de esta para obtener el beneficio y el incumplimiento  genera  un castigo por parte de Dios. El pacto antiguo, el de la ley, implica  un compromiso de  dos partes, la de Dios y la de los hombres (Israel), pero el hombre no cumplió su parte. La Gracia es unilateral, es Dios quien garantiza el pacto, por lo cual se responsabiliza del cumplimiento del compromiso adquirido. 
            La Gracia y el Amor son atributos que están a favor del ser humano pecador. La Gracia es proveedora de ese don que permite Alcanzar la Salvación por medio de la Obra del Señor Jesucristo. El Amor proveyó el medio de Salvación, y Gracia la forma de alcanzarla.
            Textos para estudiar: Salmos 6:4; 31:7,16; 57:3; 69:13-16; 143:8; Romanos 1:5, 8,14; 5:2, 15, 17,20; 12:6; Efesios 2:5,8; 3:2; 4:7; Filipenses 1:7

Infinitud
            Dios no tiene límites, es ilimitado; trasciende todos los límites espaciales, y puede estar en todo lugar a la vez; no está sujeto a la naturaleza ni a las limitaciones de los humanos. Por consiguiente, lo que es independiente y auto existente debe ser ilimitado.  Al usar este término no se está diciendo que  Dios es indefinido o imperfecto, sino que la conclusión es  que Dios es infinito y no puede tener limitaciones y carácter definido de la personalidad. Dios no es la vaga idea del “ilimitado”, sino, al contrario, él es totalmente definido.
            Dios es infinito en razón de su carácter inagotable, si es omniperfecto; si no puede equipararse a ninguna perfección de una determinada medida, por más que se acreciente indefinidamente: y si esta perfección puede aumentarse indefinidamente sin ningún inconveniente; es así que todo sucede del modo indicado, luego Dios es infinito en razón de su ser inagotable.
            Podemos corroborar como Dios se muestra como un Dios sin límite. Salomón, en la dedicación del templo, exclamó: “He aquí que los cielos,  los cielos de los cielos,  no te pueden contener” (1 Reyes 8:27).
            La infinitud de Dios nos habla también de que tenemos un Dios con recursos ilimitados para llevar a cabo su obra, es un Dios que por cuyo carácter de No-Finito, es capaz de llevar a cabo cualquier acto de Su Voluntad, de acuerdo a Su Naturaleza Infinita, en relación con su carácter de Dios Omnipotente, Omnisciente, Omnipresente y Perfecto en todos sus atributos.
            En Génesis  18: 14 dice “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” Al hablar de la infinitud de Dios, siempre entra en juego nuestra propia imaginación, queriendo acercarnos un poco a la clara definición de infinitud de Dios, pero se debe de tener en cuenta que aún nuestra propia imaginación no carece de límites, siendo la esencia de Dios Infinita, de una forma tal que va mas allá de lo que nuestra propia existencia pudiera en algún caso imaginar.
            Tal y como las demás Perfecciones Absolutas de Nuestro Dios, la Infinidad es una Perfección Única y Exclusiva de Dios; nadie más que no sea Dios es Infinito, todo ser creado tiene un límite, ya sea en su carácter o existencia, sólo Dios carece de límites.
            Otros textos que estudiar: Hechos 17:24-28; Isaías 66:1; Jeremías 23:23-24

Inmutable (Invariable)
            Por definición, la inmutabilidad es el estado o cualidad de ser aquello que “no es capaz de experimentar cambio, ya sea por aumento o disminución, desarrollo o evolución propia; inalterable; invariable; permanente; como, Dios es inmutable.     
            Este atributo expresa que Dios no cambia (Malaquías 3:6a). Todos los atributos de Dios son perfectos e infinitos, pero todos están en perfecto equilibrio. La inmutabilidad no sólo es aplicada a su esencia, pero también a sus atributos. Su espiritualidad es siempre lo mismo, su omnipresencia lo mismo, y así lo demás. Su propósito también es inmutable; es llamado su "determinación eterna" (Efesios 3:11). Él dice: "Mi consejo permanecerá" (Isaías 46:10). Es dicho de él, en la Escritura, de arrepentirse; pero en el mismo capítulo en donde dos veces se dice que Dios se arrepiente, es también declarado: "No es hombre para que se arrepienta" (1 Samuel 15:29). No podemos suponer que el escritor sagrado intentó palpablemente contradecirse a si mismo en el compás de unos pocos versículos. En acomodación a nuestros modos de hablar, es dicho que Dios se arrepiente cuando afecta tal cambio en su obra como si, en acciones humanas, proceden del arrepentimiento. El arrepentimiento en los hombres, implican dos situaciones que pueden  mezclarse: (a) un “pesar de mente” (remordimiento), y (b) un cambio de obrar.
            Dios es siempre el mismo. Dios siempre ama la virtud y siempre detesta el pecado. Cuando perdona y ama al pecador arrepentido, es el pecador el que cambia, no Dios. Por eso, cuando la Biblia dice, por ejemplo, que Dios se arrepintió de haber creado a los seres humanos, o cuando habla de la ira divina, son términos que el escritor sagrado usa en forma figurativa, “humanizada”, que no deben tomarse en forma literal. Los designios de Dios son estables. Si Dios hace un milagro, no es que está cambiando sus planes, sino que El, desde siempre dispuso las leyes de la naturaleza y desde siempre previó las excepciones que El mismo haría.
            Dios no puede actuar en amor a expensas de su santidad. Ningún atributo se hace propiamente lesionando a  otro.
            Revisemos los siguientes versículos que hablan sobre el atributo que estamos estudiando:
            “Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto,  del Padre de las luces,  en el cual no hay mudanza,  ni sombra de variación” (Santiago 1:17). “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros” (Heb. 6.17-18).
            “En la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos” (Tito 1:2). "Dios no es hombre, para que mienta; Ni hijo de hombre para que se arrepienta: El dijo, ¿y no hará?; Habló, ¿y no lo ejecutará?" (Números 23:19).  "Mas tú eres el mismo, y tus años no se acabarán"(Salmo 102:27); "Porque yo Jehová, no me mudo" (Malaquías 3:6).  "Y como un vestido los envolverás, y serán mudados; empero tú eres el mismo, Y tus años no acabarán...Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos 1:12; 13:8).
            Textos para revisar y estudiar: Job 23:13-14; Salmos 33:11; Isaías 14:24; 46:10; 1 Samuel 15:29; Hebreos 6:17-18, Santiago 1:17.

Justicia
            Un diccionario  define  el término Justicia como la “Virtud que inclina a dar a cada uno lo que le pertenece o lo que le corresponde.”  Una definición entregada por un cristiano, define como “Santidad en acción”;  y además expone que la “justicia es la Santidad  de Dios manifestada en el trato justo con sus criaturas.” Dios es Justo, y bajo esta premisa, podemos estar seguros que puede aplicar justicia,  y, por su Equidad moral, garantiza que la aplica "sin acepción de personas" (Hechos 17:31). En otras palabras, “Dios es completamente correcto y justo en todo su trato con la humanidad; más aún, su justicia es acorde con su ley.”   
            Este atributo es propio de su naturaleza y Él no puede pasar por alto el pecado, por tanto exige un juicio por el pecado. Si vemos que Adán,  que era inexperto en muchas cosas,  no fue perdonado por pecar, sino que fue expulsado de su hogar (véase Génesis 3:14-24). Lo mismo será con los que no han creído al evangelio durante toda la historia, que serán juzgados ante el Gran Trono Blanco. No existe ningún pasaje en la Biblia que indique que va haber un perdón general a la humanidad, basado en que Dios es Amor y que no quiere que ninguno se pierda.
            Es tal su justicia, que siendo el Señor Jesucristo puro y sin mancha, fue juzgado cuando tomó sobre sí el pecado. Ni  Él, que siendo su único hijo, fue perdonado, sino que estuvo en la absoluta soledad por tres horas (Romanos 8:33), en donde Dios juzgo en Él el pecado de todos los que crean en Él y lo acepten como Salvador personal.
            La Justicia de Dios se puede dividir en las siguientes categorías: (a) La justicia rectora de Dios reconoce a Dios como gobernante moral que, cuando impone su ley moral en el mundo, promete recompensar a los obedientes y castigar a los desobedientes (Salmos 99:4; Romanos 1:32). (b) La justicia distributiva de Dios está relacionada con la ejecución de la ley tanto en términos de recompensa como de castigo (Isaías 3:10-11; Romanos2:6; 1 Pedro 1:17); es positiva y negativa. En el lado positivo se llama (c) Justicia remunerativa (un reflejo del amor divino) que otorga recompensa a quien obedece (Deuteronomio 7:9; Salmos 58:11; Romanos 2:7). En el sentido negativo se llama  (d) justicia retributiva, una expresión de la ira divina con la cual Dios castiga al malvado (Génesis 2:17; Deuteronomio 27:26; Romanos 6.23; Gálatas 3:10).  El castigo para quienes hacen lo malo es imparcial, porque reciben la pena justa por su pecado.
            Para todo creyente se ha aplicado la Justicia de Dios, porque por el solo hecho de haber aceptado la obra del Señor Jesucristo como el único medio para alcanzar salvación, Dios los justifica, los declara justo por medio del Señor Jesucristo.
            Un ejemplo patente de la justicia de Dios, es la que encontramos cuando se establezca el Gran Trono Blanco, donde estarán todos los acusados para recibir su sentencia. Para ello, se abren los libros y el libro de la vida (donde están inscritos todos los que han creído en el Señor Jesucristo como Salvador personal). Tal es la justicia de Dios, que la persona es cotejada en el Libro de la Vida, de modo que no exista duda alguna respecto al  dictamen del Juez (Apocalipsis 20:11-15).
            Textos para profundizar en el tema: Génesis 18:25; Salmos 7:1; 11:4-7; 145:17; Isaías 11:3; 45:24-25; 46:13; 54:13; 60:21; 61:10; Amos 3:2; Daniel 9:12-14, Hechos 17:31; Romanos 2:12-16; 3:26; 1 Corintios 11:31-32; 1 Juan 1:9, Hebreos. 6:10, 2 Timoteo. 4:8; 2 Pedro 3:13 Apocalipsis 15:3; 16:7; 20:12-15.

Libertad
            La voluntad de Dios es libre. Su actuar es conforme a la sabiduría, es ejercitada en poder infinito y mantiene los justos propósitos de Dios; pero así todo es libre en el sentido  de que es independiente de todas sus criaturas así como de sus acciones  (Isaías 40:13-14).
            Dios busca el bien más alto en el ejercicio de Su libre voluntad. Porque el hombre que optó revelarse de la soberanía de Dios, inducido por Satanás. Pero Dios desde la eternidad había establecido la forma que el hombre volviese a Dios. En  su libertad  Dios optó  perdonar por gracia al hombre por medio de la obra del Señor Jesucristo (Efesios 2:4-5).
            Así como Dios usó esta libertad a favor del hombre, usó esta misma libertad para no perdonar a los ángeles que cayeron en el día de la rebelión de Satanás y reservarlos para juicio (Judas 1:6; 1 Corintios 6:3; 2 Pedro 2:4).

Misericordia
            Se define misericordia como la “actitud bondadosa de compasión hacia otro, generalmente del ofendido hacia el ofensor o desde el más afortunado hacia el más necesitado”. Otra definición muestra otra faceta de este atributo: “la bondad o amor que Dios muestra a quienes viven en miseria o angustia, sin importar sus merecimientos”.  En otras palabras la misericordia se ejerce con relación al culpable o en aquellos que viven en el pecado. Es lo que lleva a Dios a buscar el bienestar de los pecadores. Estos, siguiendo el camino actual, concurren derechamente a la condenación, la cual es el objetivo de Satanás. Pero el objetivo de Dios es opuesto, lograr la Salvación del hombre sin lesionar ninguno de sus atributos.
            “La misericordia de Dios está libre de obligación y la da de acuerdo a su elección soberana”  (Romanos 9:15-16,18). Pero Dios mostró su misericordia en  su máxima expresión, enviando a su Hijo, y esta no terminaba con el hecho que predicara que el Reino de Dios se había acercado, sino que había de morir en la forma más ignominiosa: crucificado.
            El Señor Jesucristo manifestó la misericordia de Dios sanando a  enfermos, sacando a los demonios de las almas atribuladas. El veía a los hombres como ovejas que no tienen pastor (Mateos 9:36; Marcos 6:34), en peligro constante porque el lobo rapaz se disfrazaba como oveja para devorarlas (Mateos 7:15).  A través de sus doctrinas y parábolas,  enseño la misericordia para que quienes fuesen sus discípulos, pudiesen practicarla, y, además, mostrar, en una forma fácil de entender y recordar, como es la misericordia de Dios con respecto al hombre y como los pastores designados no la poseen ( por ejemplo: Lucas 10:29-37).
            Textos para revisar. Rut 1:8; Salmos 32:5; 52:8; 86:5; 102:13; 103:8-18; 130:7; Isaías 9:13; 54:7; 55:7; Lamentaciones 3:22; Lucas 1:28; Efesios 2:4; Romanos 5:8; 9:18,23; 44:30-32; 15:9; Tito 3:5; 1 Pedro 1:3.
Continuará