miércoles, 1 de junio de 2016

Figuras simbólicas en la Biblia (Parte VI)

VI - Plantas simbólicas

 
La higuera simboliza la santidad o la espiritualidad en el fruto y no en las hojas; o sea, en realidad y no en apariencia. Adán quiso aprovecharse de las hojas, Génesis 3.7. El Señor buscó fruto en la higuera, Mateo 24.32. Fue usada para la curación del cuerpo, Isaías 38.21.


El olivo simboliza la bendición divina. “Yo estoy como olivo verde en la casa de Dios”, Salmo 52.8. “Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa”, Salmo 128.3. A diferencia de otras plantas, Dios reconoce valor en las raíces y las ramas del olivo; véase Romanos 11.

La vid simboliza el fruto para Dios solamente por permanecer en la vid. “Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí”, Juan 15.4. El producto de la vid es el vino “que alegra el corazón del hombre”, Salmo 104.15.
También estas tres matas simbolizan a la nación de Israel: La higuera en su responsabilidad religiosa; “De la higuera aprended la parábola...”, Mateo 24.32. El olivo en su distintivo carácter político; “Olivo verde, hermoso en su fruto y en su parecer, llamó Jehová tu nombre”, Jeremías 11:16. La vid en su deber espiritual; “Tenía mi amado una viña... la había plantado de vides escogidas...”, Isaías 5.1, 2.
El olivo silvestre tipifica a los gentiles que Dios aceptó a falta de un Israel cumplido. “Tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, (o sea, en lugar de las ramas naturales), Romanos 11.17. La vid verdadera, Juan 15.1, es Cristo, a diferencia de Israel infiel.





Mirra era una mata exprimida para saciarse de su perfume dulce. Así Cristo tiene un olor grato a Dios como resultado de haber sido exprimido en la cruz. La iglesia de Esmirna (“mirra”) daba un olor grato como resultado de la persecución recibida y su sufrimiento por Cristo.



El incienso puro señala la fragancia y completa devoción que Cristo llevó ante Dios. “En todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre”, Malaquías 1.11. El incienso está asociado con la oración, tal vez por la relación estrecha que ésta lleva con la adoración. “Suba mi oración delante de ti como el incienso”, Salmo 141.2; “... copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”, Apocalipsis 5.8.
La flor de harina indica la perfecta naturaleza humana en la vida de Cristo. Fue amasada con aceite como figura del Espíritu sobre Él. La flor de harina era de grano superior al de “la harina”—véase que hay distinción en 1 Reyes 4.22.

La acacia representa la perfecta humanidad de Cristo. Es una madera incorruptible, y fue usada en los muebles del tabernáculo, los cuales forrados de oro o de bronce.


El almendro representa la resurrección. Es la primera mata que florece en la primavera. “Veo una vara de almendro... Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra”, Jeremías 1.11, 12.








El arrayán representa el gozo. “... los árboles darán palmadas de aplauso... y crecerá arrayán”, Isaías 55.12.




Espinos y cardos representan la maldición por rechazar la gracia. “Maldita será la tierra... Espinos y cardos te producirá”, Génesis 3.17, 18. Véase Hebreos 6.8.







El cedro es figura de la fuerza, el crecimiento y la gloria humana. “... todos los cedros del Líbano altos y erguidos”, Isaías 2.13.
 






El hisopo es simbólico de la humildad, la fe al alcance de todos, como en Éxodo 12.22, no obstante la debilidad humana. Tenía que ser redimida con sangre, como también el cedro, Levítico 14.4. “Purifícame con hisopo”, Salmo 51.7.

 La hierba representa la gloria de la naturaleza. “La hierba del campo... Dios la viste así”. Es la gloria pasajera del hombre: “Toda carne es como hierba y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae”, 1 Pedro 1.24.
 

El lirio es figura de la hermosura y exaltación. “Considerad los lirios... ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos”, Mateo 6.29.
 



La palmera representa la victoria, rectitud y prosperidad. “... una gran multitud... vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos”, Apocalipsis 7.9. “El justo florecerá como la palmera”, Salmo 92.12.





La levadura representa lo malo. “La levadura de los fariseos, que es la hipocresía”, Lucas 12.1. En lo moral hay levadura de malicia y maldad, 1 Corintios 5.8, y en lo doctrinal hay la de Gálatas 5.9, que es un estorbo para no obedecer la verdad. La levadura se excluía de las ofrendas, excepto aquellas que enseñan que hay mal en el ser humano.
 
El manzano: refrigerio y fragancia. “Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes”, Cantares 2.3. “Manzana de oro... es la palabra dicha como conviene”, Proverbios 25.11.
 



La miel habla de la dulzura que apela al hombre pero no a Dios. Estúdiense Levítico 2.11, Isaías 7.15 y Apocalipsis 10.9.

Pensamiento

La oración hecha sin perdonar es una oración impedida. El que no es capaz de perdonar y pide ser perdonado es un hipócrita que no puede ser restaurado a la comunión con Dios, por pecado sin confesar. Aquel que no es capaz de perdonar, tal vez nunca fue realmente perdonado por Dios.

La Epístola a los Hebreos (Parte I)

Por diversos motivos esta epístola ha sido atribuida a distintos autores, pero la opinión general la acredita a la pluma del apóstol Pablo. En cierta iglesia, cuya localidad no está especificada (ver cap. 13-19, 23), había muchos judíos cristianos que, bajo la presión de una recia persecución y los vilipendios de sus compatriotas, se hallaban tentados a renunciar a su fe cristiana y regresar al judaísmo. A ellos escribió el apóstol a fin de combatir esta tendencia retrógrada, presentándoles un solo argumento, a saber, que el cristianismo era muy superior al judaísmo, por cuanto el antiguo pacto mediado por Moisés había sido superado por un pacto mejor, ministrado por Cristo. El desarrollo del tema está interrumpido de cuando en cuando por un paréntesis, para señalar las graves consecuencias que se acarrearían los que abandonaran las sublimes verdades del evangelio. La superioridad del cristianismo radicaba en el hecho de la SUPERIORIDAD DE CRISTO por cuyo motivo el escritor presentó prueba sobre prueba para demostrar que Él era:
     I.        SUPERIOR A LOS PROFETAS (1:1-3).
    II.        SUPERIOR A LOS ANGELES (1:4-14).
Primer Paréntesis (2.1-4).
  III.        SUPERIOR A LOS ANGELES (Cont.  2:5-18).
  IV.        SUPERIOR A MOISES (3 y 4).
Segundo Paréntesis (3:7-4:16).
   V.        SUPERIOR A AARON (5-1-10)
Tercer Paréntesis (5:11-6:20).
  VI.        SUPERIOR A AARON (Cont. 7-1-28).
VII.        LA SUPERIORIDAD DE LA FE (Cont. 13:1-25).
VIII.        SUPERIOR EN SU MINISTERIO (8:1-10:25).
Cuarto Paréntesis (10:26-39).
  IX.        LA SUPERIORIDAD DE LA FE (11:1-12:14).
Quinto Paréntesis (12:15-29).
I.  CRISTO SUPERIOR A LOS PROFETAS (Cap. 1:1-3).
Estos eran hombres pasajeros con mensajes fragmentarios, por el contra­rio, Cristo era el eterno Hijo de Dios cuyo mensaje completo y final fue res­paldado por el sacrificio de sí mismo y su ascensión a la diestra de Dios.
II.  CRISTO SUPERIOR A LOS ANGELES, COMO DIOS (1:4-14).
Él era Creador (vv. 2, 10-12), Hijo de Dios (v. 5), Objeto de adoración (v. 6), y Rey supremo (vv. 8-9). Los ángeles eran seres creados siervos, adorado­res y súbditos (vv. 6. 7. 13. 14).
Primer Paréntesis (2:1-4).
Amonestación contra la INDIFERENCIA que tiene en poco la palabra de Dios.
III. CRISTO SUPERIOR A LOS AN­GELES COMO HOMBRE (2:5- 18).
Aunque Él era mayor que ellos como Dios, de pura gracia se hizo menor que ellos por su encarnación como Hombre, a fin de "gustar la muerte por todos" (v. 9) y así llegar a ser el Autor de la salvación y el Santificador de los salvos, para luego llevarlos como hijos suyos a la gloria (vv. 10-13). Además, por su muerte llegó a ser el Vencedor de Satanás y el Pontífice de su pueblo (w. 14-18). En virtud de todo esto lo vemos "coronado de gloria y honra" (v. 9). ¿Cuál ángel podría hacer tanto, o alcanzar tanta gloria? (v. 5).
IV.  CRISTO SUPERIOR A MOISES (Cap. 3:1-6).
El escritor llamó a los hermanos santos" a considerar al Apóstol y Pon­tífice, Cristo Jesús. Como Moisés (apóstol o enviado) Cristo era fiel, pero, "de mayor gloria que Moisés era estimado digno", por cuanto era el Constructor y Dueño de su casa (la iglesia) y actuaba como Hijo sobre ella. Moisés había actuado como un mero servidor en la casa de Dios, Israel (cap. 3:3. 6).
Segundo Paréntesis (3:7-4:16).
Amonestación contra la INCREDULIDAD. Los israelitas habían sido llamados a salir de Egipto para entrar en el descanso de Canaán, pero, por el camino provocaron a Dios por su incredulidad y, como consecuencia, perdieron el descanso prometido (3:7-11). Los judíos cristianos fueron exhortados a no dar lugar a la incredulidad, sino a proseguir adelante con fe (3:12-19). El descanso proporcionado por Cristo era mejor que aquél que fue ofrecido por Moisés o Josué (4:8), luego más grande sería su pérdida si no lo alcanzaran (4:9-11). Debían examinarse a la luz de la palabra de Dios., y acudir a su Pontífice, por el socorro necesario para salvarlos del desaliento y para retener su profesión de fe en El (4:12-16).
V.  CRISTO SUPERIOR A AARON (5:1-10).
Un Pontífice según el orden de Aarón debía tener ciertas calificaciones con respecto a su oficio, aptitud y nombramiento 5:1-4). Cristo tenía todas en mayor grado; fue nombrado a un sacerdocio más elevado, era más apto para simpatizar por cuanto había sufrido más y en su oficio era el Autor de la salvación eterna (vv. 5-10).
Tercer Paréntesis (5:11-6:20)
Amonestación contra la INDOLENCIA que predispone al pecado fatal de apostatar. Aquellos judíos cristianos eran tentados a renunciar a la verdad, porque no habían progresado en su conocimiento de la palabra de Dios, y, por ende, en el conocimiento de las glorias y oficios sublimes de Cristo (vv. 11-14). Por eso se les exhortó a ir adelante a la perfección en vista de las terribles consecuencias de no hacerlo (6:1-8), y el apóstol expresó su confianza de que dejarían de ser perezosos para ser imitadores de los que por fe y paciencia heredarían las promesas (vv. 9-12). Tenían una promesa garantizada por Dios para animarles a echar mano de la esperanza propuesta. Esta esperanza era Jesús mismo que había entrado dentro del velo celestial, donde Aarón nunca pudo entrar (vv. 15-20).
VI. CRISTO SUPERIOR A AARON (Cont. 7:1-28).
Habiendo dicho por tercera vez que el sacerdocio de Cristo era eterno, según el orden de Melquisedec (5:6, 10. 6:20), el escritor procedió a demostrar la superioridad de éste al orden de Aarón: a) Melquisedec era un Rey-Sacerdote (7:1-2). Ningún pontífice aarónico podría actuar como rey, pero Cristo era Rey tanto como Pontífice, b) Melquisedec permanecía sacerdote para SIEMPRE; Cristo también vive para siempre (vv. 3. 23-25, 28). c) Aarón y sus descendientes pagaron "en Abraham" diezmos a Melquisedec y recibie­ron su bendición, y "sin contradicción lo que es menos es bendecido de lo que es más". Cristo era "más" (w. 4-10, 24- 20). d) El sacerdocio de Aarón no po­día hacer perfectos a los adoradores, por ende, fue sustituido por un sacerdocio superior prefigurado por Melquisedec y realizado en Cristo quien salva eternamente a los que por Él se allegan a Dios (w. 11-19, 28-28).
Sendas de Vida, 1977

Joab: Capaz y malintencionado

De todos los hombres de valor que rodearan a David, tanto en su exilio como en su reinado, ninguno alcanzó tanta fama y posición como Joab. Su carrera fue accidentada, a veces haciendo pensar que había alcanzado alturas de comprensión comparables solamente con su habilidad de guerrero, y a veces dejando ver las profundidades de pecado a las cuales la naturaleza humana puede caer fácil y precipitadamente.

 

Con David

    Nada se dice de su niñez y crianza, pero sabemos que era sobrino de David, hijo de su hermana Sarvia, 1 Crónicas 2.15, 16, y por esto suponemos que era ávido participante en la causa de su tío desde una temprana edad. Los hombres que se juntaron con David al principio no eran conocidos por mucha cultura ni por falta de motivos ocultos. Leemos en 1 Samuel 22.2 que “se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu”. Es muy probable que el lugar más seguro para Joab y su familia era precisamente el desierto donde David prevalecía, lo más lejos posible de Saúl y sus seguidores.
Así que encontramos al joven Joab viviendo como fugitivo en compañía de rebeldes mercenarios, en parte por lealtad a la familia y en parte por su seguridad propia. No tenemos evidencia de que haya tenido convicción de lo justo de la causa por la cual luchó tenazmente, y ésta es probablemente la razón principal de sus fracasos en la madurez. Casi nació en el estilo de vida que llevaba y no tenía mucho que escoger.
Una situación como ésta no es cosa rara en las asambleas del pueblo de Dios en estos tiempos. El ser criado en un hogar cristiano trae muchas ventajas, pero con ellas la posibilidad de dejarse llevar por las costumbres o aun aceptarlas como inevitables. El resultado es que muchas congregaciones cuentan con miembros que han renacido de verdad pero carecen de convicción de que su permanencia allí reviste algún verdadero valor espiritual. Tal vez esta falta no sea evidente a primera vista, pero en momento de prueba se manifiesta en seguida.
The Harvester, 1965

LA VIDA FRUCTIFERA

JUAN 15: 1 al 8.
En este pasaje se encuentra al Señor Jesús en la compañía selecta de los Suyos, siguiendo su ministerio en el aposento alto. Judas ya había sido descubierto en su carácter verdadero de traidor.
La selección de la vid como una figura del fructificar para Dios es muy instructiva, porque hay rasgos de su cultivación y cuidado que son muy distintos. El Señor quiere dirigir nuestra atención a la vid, los pámpanos, al labrador y su trabajo, y por medio de ellos enseñarnos los principios de llevar mucho fruto para Su gloria,  "Yo soy la vid verdadera", “vosotros sois los pámpanos" (vs. 1,5).
En la esfera natural, la vid es perenne, y es bien sabido que algunas de ellas han alcanzado centenares de años de edad, lo cual aptamente representa al "Yo soy", "Jesucristo el mismo, ayer, hoy, y por siglos"; mientras los pámpanos son anua-les representando así a los creyentes que dan testimonio en su tiempo y generación.  
"Mi Padre es el labrador" (v.1). Él es Aquel a Quien pertenecen la vid y los pámpanos, y debajo dé cuyo cuidado paciente y diestro, el fruto será llevado a la madurez.
"Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará" (v.2a).  El ojo discerniente del labrador puede determinar si el pámpano va 'a llevar fruto o no cuando solo tiene unas pocas pulgadas de largo. Si no va a llevar fruto o lo quita inmediatamente, o lo deja un rato para que llene un vado, el cual de otra manera serla perjudicial al fruto del pámpano vecino. Así nuestro Padre Celestial retiene para Sí este derecho soberano para con los Suyos. (Véase 1 Corintios 11:30).
“Todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto" (v. 2b). Dejada así misma, la rama natural luego tendría vicio al costo del fruto que está en desarrollo. El labrador quita esta tendencia cuando aparezca, por medio del podar o purgar sistemático, para que se dirija la circulación de la savia, con tal que aumente la calidad y el peso del fruto (v. 3). Aquí el Señor les dice a los discípulos que ellos ya habían experimentado algo de este proceso por medio de la Palabra que Él, les había hablado. Seguramente tales escrituras como Gálatas 5:16-21, Efesios 4:17- 32, y Colosenses 3:13 serían los medios que nuestro labrador celestial usaría en nuestras vidas para podarlas de la carne con su exceso frondoso, y llevar a la madurez el fruto nónuplo del Espíritu que trae tanta delicia a su corazón, y contra el cual no hay ley alguna.
"Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mi... porque separados de mi nada podéis hacer" (vs. 4 y 5). Consideremos la imposibilidad entera que un pámpano continuará creciendo y llevando fruto si está cortado de la vid. ¿Cómo podemos nosotros entonces, crecer como cristianos, o andar al agrado de Él si no sacamos constantemente nuestra vitalidad de la Vid verdadera? En la primera epístola de Juan 2:27 se nos dice que mientras seguimos siendo enseñados por el Espíritu Santo que mora en nosotros, permaneceremos en El.
"El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará: y los recogen, y los echan en el fuego, y arden" (v. 6). El punto de la unión entre la vid y el pámpano es muy delicado y quebradizo, especialmente cuando está tierno. Si el pámpano va a poder llevar el peso de un racimo bien desarrollado, el labrador tendrá que sujetarlo por abajo con una pita para sostenerlo mientras éste esté tierno y manejable. A veces una precipitación repentina en el desarrollo de la vid, hace que el pámpano luche contra la supresión, forzando así que se rompa aquel punto de la unión tan delicado, con el resultado que el pámpano ya se queda colgado, marchitado, e inútil.
¿No nos hace recordar esto, del camino que nuestro Padre tiene para con los Suyos? "¿Qué hijo es aquel a quien el Padre no disciplina? ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?” (Hebreos 12:7,9). “Y ahora hijitos, permaneced en Él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en Su venida no nos alejemos de Él avergonzados” (1 Juan 2:28). Sin embargo, si resistimos Su obra en nosotros y dejamos que la carne se haga valer, entonces nuestro testimonio se marchitará y llegará a ser infructífero. ¡Cómo le gusta al incrédulo o mundano recoger tales casos y hacerlos arder con las palabras semejantes a, "si él es un cristiano, entonces no quiero serlo yo!" Como necesitamos tener en cuenta el ejemplo del apóstol en 1 Corintios 9:27 donde dice, “no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado." No se nos olvide de aquellos que se quedaron postrados en el desierto (1 Corintios 10:5)
En el libro de Cantares 2:15 leemos: “Cazadnos las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas: porque nuestras viñas están en cierne”. La ilustración aquí no es la del perjuicio deliberado, sino más bien es la del descuido juguetón, es decir, las zorras cachorras estaban jugando en la viña, haciendo así los estragos entre los pámpanos bajos, que cargaban las uvas tiernas y delicadas. ¿No nos trae a la mente esto, “‘la pequeña locura" de Eclesiastés 10:1? Tal vez hay la necesidad de examinar de nuevo algunas de las "cosas pequeñitas y aparentemente inocentes" que permitimos en nuestras vidas: pueden ellas echar a perder el fruto precioso.
El Contendor por la Fe - Marzo-Abril-1970

La Adoración y el Sacerdocio Cristiano (Parte III)

EL SACERDOCIO CRISTIANO
El tema de la adoración se puede en­tender mejor repasando brevemente la historia del sacerdocio, con lo cual la adoración está conectada inseparablemente. El primer sacerdote mencionado es Melquisedec, pero el oficio de sacerdote ya existía. Con anterioridad al sacerdocio cristiano podemos distinguir (en el Antiguo Testamento) cuatro órdenes:
1.  El Sacerdocio Patriarcal - El orden de la familia: Noé (Gén. 8:20,21); Abraham (Gén. 12:7,8; Isaac, 26:25; 31:54; Jacob, 35:1-3, 7; Job 1:5; 42:8).
2. El sacerdocio Real - El orden de Melquisedec (Gén. 14:18-20) en un tipo singular de Cristo como entronado ahora en el cielo (Heb. 7) y como Sacerdote-Rey sobre el trono de David en la venidera edad milenial (Zacarías 6:12, 13). Un estudio de esto resulta muy provechoso.
3. El Sacerdocio Nacional - El orden mundial (Éxodo 19:5-7) fue ofrecido condicionalmente a Israel como nación escogida, pero fallaron y así perdieron este favor especial (Oseas 4:6). Sin embargo, el propósito de Dios no fue frustrado. Solamente está diferido para un día futuro (Isaías 61:6; Ezequiel 44:15,16). Mientras tanto el sacerdocio cristiano cumple la posición privilegiada (1 Pedro 2:5-9).
4. El Sacerdocio Levítico - El orden Aarónico (Lev. 8) fue limitado a Aarón y su familia. Aún la parentela Levítica estaba excluida (Núm. 16:8-10; compare 2 Crónicas 26:16-21). Por estipulación, el sacerdocio de Cristo es como el de Melquisedec, pero Su servicio sigue el modelo Aarónico. La epístola a los Hebreos demuestra ambos contrastes y similaridades. Asociados con Cristo en el sacerdocio los creyentes encuentran un rico almacén de instrucciones en los tipos detallados que encontramos inscritos acerca de la familia Aarónica. Esto nos trae a:
5. El Sacerdocio Espiritual - El or­den cristiano, 1 Pedro 2:5-9; Ap. 1:6- sacerdotes cuyo destino glorioso está revelado, Ap. 5:8-10 (la adoración ba­sada en la redención); Apoc. 4:10, 11 (la adoración basada en la creación). Apoc. 20:6 se refiere a la edad milenial. El sacerdocio cristiano consiste de to­dos los creyentes verdaderos en este día de gracia (1 Ped. 2:7). Los tales han nacido de nuevo, 1:23; 2:2, y son "piedras vivas" en una casa espiritual, 2:5. Ahora no hay distinción entre los sexos ni entre la juventud y la edad (contraste el orden Levítico); pero la adoración en alta voz (que implica dirigir) en la reunión de la asamblea se limita a los hermanos (1 Cor. 14:34). El Nuevo Testamento no reconoce distinción entre una casta sacerdotal (cle­ro) y el lego. Tal reconocimiento, con el uso de vestimentas características y su reclamo de posición y privilegio especial, violaría enteramente el orden cristiano. La base de la adoración es la redención. Israel no podía adorar en Egipto (Ex. 3:18; 5:1-3), pero una vez fuera, se estableció el sistema de la adoración divina. En el orden típico, los sacerdotes aptos fueron:
(a) Llamados (Ex. 28:1; Heb. 5:1,4; 1 Ped. 2:29);
(b) Limpiados (bañados) (Lev. 8:6; compare Tito 3:5);
(c) Vestidos, Lev. 8:13; Éxodo 28:40 (sus vestimentas daban evidencia de su llamamiento, así como lo debe dar la conducta del creyente), 42;
(d) Consagrados, apartados (santificados) para el servicio y la adoración por (1) la aplicación de la sangre (Lev. 8:24; Heb. 9:13,14); (2) el rociamiento de aceite con sangre (Lev. 8:30; 1 Ped. 1:2). Cada detalle tiene su contraparte espiritual en el sacerdocio cristiano (1 Cor. 6:11). Además era menester que cada sacerdote tuviera "algo que ofrecer” (Heb 8:3). La ofrenda agitada (Lev. 8:25-28), era la porción señalada para Dios, quien daba el resto a Sus sacerdotes. "Para consagrar" en Hebreo es literalmente "llenar las manos". Como pecadores nos aproximamos con manos vacías, no así como adoradores (Deut. 16:16; 26:1-10).

LUGAR
(Véase Juan 4:20,21). El verdadero "lugar de adoración" del creyente es el santuario celestial, no el edificio donde se reúne (Heb. 10:19-25 con 8:1, 2; 9:11,12). Se le llama "dentro del velo" donde Cristo nuestro Gran Sacerdote ahora está corporalmente (Heb. 4:14; 9:24). A la presencia de Dios se entra en espíritu no en cuerpo, por fe y no en forma externa. En Heb. 10:19-22 nótese
(a)  El derecho de entrada - la sangre derramada ("sangre de Jesús").
(b) La vía preparada - el velo roto (no por la vida perfecta de Cristo sobre la tierra, sino por Su muerte, resurrección y ascensión).
(c) El Poderoso Ayudador - el Gran Sacerdote (Líder y Sustentador de un pueblo adorador.)

CONDUCTA
Los sacerdotes Levíticos ministraban descalzos (compare Ex. 3:5); esto demuestra la gran necesidad que existe de tener reverencia al aproximarnos a Dios (Heb. 12:28,29). Los lavamientos, la abstinencia de bebidas fuertes, del luto y de la contaminación con los muertos, se exigían rigurosamente. Todo esto simboliza la santidad práctica, la cual es esencial en aquellos que se aproximan a Dios (Ex. 30:17-21; Lev. 10:9; 21:1). Se requería la perfección tanto física como ceremonial (Lev. 21: 16-24). Los defectos o "deformidades" en la vida de un creyente son una barrera para la adoración aceptable.

FUNCIONES
1. Aspecto hacia Dios - como Sacerdotes "Santos" para presentar nuestras ofrendas a Dios.
(a) El Privilegio de Acceso. El derecho de entrada se concede a todo el sacerdocio cristiano. No se limita en cuanto a tiempos; para la oración (Heb. 4:16); para adorar (Heb. 10:22; compare Efesios 2:13, 18; 3:12). Contraste los sacerdotes aarónicos quienes solamente podían entrar al lugar santo  en el Tabernáculo, pues el lugar santísimo le era excluido aún a Aarón excepto una vez al año según el orden prescrito (Lev. 16:1,2; Heb. 9:6-8).
(b) La Presentación de Ofrendas: Levíticas  eran materiales; cristianas son sacrificios espirituales.
(c) Alabanzas (Heb. 13:15; contraste Oseas 14:2; Salmo 50:14,23; 119:108): no animales de sacrificio, sino labios santificados.
(2) Personas (Rom. 12:1,2); entregando el cuerpo, no en muerte sino en vida, aunque esto incluye la muerte a sí mismo (compare 2 Cor. 5:14,15). En Lev. 16 vemos dos cabras "presentados", una para morir y la otra para vivir, ambos a la disposición de Dios.
(3) Posesiones (Heb. 13:16; Fil. 4:18; 1 Cor. 16:1,2; 2 Cor. 9:7,12). Esto ele­va la ofrenda del creyente a un nivel más alto de una mera colecta caritativa. Dar proporcionalmente es un verdadero servicio sacerdotal.
2. El Aspecto hacia el hombre - como Sacerdotes "Reales" para distribuirlos dones de Dios al hombre.
(a) El Ministerio de la Oración. - Intercesión por los santos (siguiendo el ejemplo de nuestro Gran Sacerdote, Heb. 7:24,25; Rom. 8:34), véase Stg. 5:16; Heb. 13:18; 2 Tes. 3:1; Salmo 141:2. Intercesión por todos los hombres (1 Timoteo 2:1).
(b) El ministerio de la Simpatía. Nuestro Gran Sacerdote dio el ejemplo (Heb. 4:15, 16; 2:18 compare Aarón, Heb. 5:2; Heb. 10:24), "considerémonos los unos a los otros para provocarnos al amor y a las buenas obras. " Con frecuencia se necesita más la ayuda espiritual que la material.
(c) El Ministerio de la Instrucción (1 Ped. 2:9; compare Mal. 2:7).
1. para "anunciar" a Cristo (griego, "para proclamar entera y abiertamente").
2.   para discernir y decidir varios problemas (Lev. 13 y 14; 10:11, contraste Mal. 1:7,8; 13:14; Deut. 17:9).
(d) El Ministerio del Evangelio (Rom. 15:16, del griego, hierourgeo, "para ministrar como un sacerdote", ocurre sólo aquí). El de Pablo era un servicio sacerdotal a los Gentiles.
En cuanto a la provisión bondadosa de Dios para Sus sacerdotes, es instructivo estudiar el significado típico de
(a) las porciones ordenadas (Lev. 8:31,32) y
(b) las cosas prohibidas (Lev. 10: 8-11: nótese las razones que se dan).

Sendas de Luz, 1968

UNA SOLA OFRENDA, VARIOS SACRIFICIOS (Parte VI)

(Levítico 1 a 7)
"A Jesucristo, y a éste crucificado" (1 Corintios 2:2).



2. LA OFRENDA VEGETAL (Levítico 2; 6:14-23)


La sal del pacto
La sal representa ante todo la fuerza preservadora de lo que es divino, el poder santificador que nos mantiene separados de la corrupción. La sal no faltaba en la vida de Cristo. También exhorta a sus discípulos a tener sal en sí mismos. Muy diferente será el ambiente en el que se encuentren dos o tres creyentes que no temen mostrar a Quién pertenecen y dar testimonio en favor del bien y en contra del mal. Mientras estén pre­sentes, no se atreverán a comportarse como cuando están ausentes. "Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno" (Colosenses 4:6).
Pero la sal del pacto nos hace también pensar en la fidelidad que requieren las relaciones que Dios ha establecido con los suyos en la época en que se encuentran. La vida debe ser puesta en armonía con la ofrenda. Es necesario tener el deseo de reflejar a Cristo, y no —a causa de nuestro andar—, contradecir nuestras palabras y nuestras alabanzas respecto a él. Sin duda, siempre sentiremos lo lejos que estamos de la verdadera ofrenda vegetal, pero lo que cuenta es la decisión del corazón. ¿Cómo podemos hablar con bellas frases de toda la devoción de Cristo por los intereses de su Padre, de su obediencia a su voluntad, de sus compasiones y de su bondad, y, un instante más tarde, mostrarnos duros y viles con nuestros hermanos, y buscar exclusivamente nuestros intereses personales? "No harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios" (Levítico 2:13).
¡Que podamos nutrirnos verdaderamente de esta ofrenda vegetal! Se les enseña a los niños los relatos de los evangelios; se les narra los milagros del Señor y las parábolas que pronunció; todo tiene su lugar, pero alimentarse de él en su perfecta vida es otra cosa. Hace falta verlo con los ojos del corazón; hace falta sentir en nuestra propia alma algo de lo que él sintió; hace falta, en alguna medida, ahondar en la comunión de los sufri­mientos del "varón de dolores".