domingo, 20 de abril de 2025

LEYENDO DIA A DIA 1 CORINTIOS (12)

 

11.17 al 34 Orden en las reuniones

Nuestro versículo de apertura enseña que la sustancia de la sección anterior había sido parte de la causa de desórdenes en la asamblea. Pero había otra causa. Las divisiones y los cismas estaban a la vista, aun en su reunión para hacer memoria del Señor.

En aquellos días la reunión comenzaba con un ágape, o convivio, pero éste se estaba degenerando en una orgía de bebida y comida, cuando los ricos traían una abundancia y los pobres se quedaban hambrientos y apenados, vv 21, 22. Esta situación convertía la fiesta sagrada de conmemoración en un acto nada santo. Pablo escribe, entonces, para corregir semejante desorden y promover el buen orden. Les instruye a los santos que la fiesta conmemorativa debe ser:

·         Sujetada. Debe reconocer el señorío de Cristo. Nótese que siete veces se hace mención del Señor. Siendo Señor, debe dominar nuestras reuniones, cosa que frenará la tendencia cismática.

·         Guiada. La conmemoración de los sufrimientos y la muerte debe orientar la reunión. Haciendo memoria de él, nos olvidaremos de nosotros mismos y de nuestras prioridades, vv 24 al 26.

·         Sencilla. La sencillez tan hermosa de la fiesta es evidente en los vv 23 al 25, y puede ser mancillada por las añadiduras inventadas y por la legalidad no autorizada.

·         Expectativa. Se celebra sólo “hasta que Él venga”.

Estas cuatro características tienen como fin quitar el yo de las reuniones de la iglesia.

Con esto en mente, mucha debe nuestra preparación de corazón como también el cuidado en nuestra conducta cuando vamos a la conmemoración colectiva de nuestro Señor, vv 27 al 29. Asistir de otra manera puede acarrear la disciplina suya. ¿Será que a veces puede tomar la forma de una enfermedad o la muerte? v. 30.

Al reunimos para partir el pan, no debemos sólo hacer memoria del Señor reverentemente, sino a la vez respetar a nuestros co-creyentes del gran cuerpo de Cristo, vv 29,33, porque somos “un solo pan”, 10.17. Cuán necesario y prudente es, entonces, juzgarnos a nosotros mismos para que no seamos juzgados del Señor.

Lección: Señor, enséñame cómo conducirme en la casa de Dios. 1 Timoteo 3.15

S.Emery 

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