En Romanos 7: 24 Pablo dice:
"¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" Y
luego en 2ª Corintios 12: 2 dice: "Conozco a un hombre en Cristo… ".
Estos dos términos parecen estar en contraste entre sí y nos ocuparemos de
ellos de esta manera. El hombre "miserable" define a una
persona que carece de liberación, y "un hombre en Cristo" es
alguien que conoce la liberación en Cristo.
UN
HOMBRE MISERABLE
El hombre "miserable"
en Romanos 7: 14-25, es un alma nacida de nuevo que todavía no descansa en fe
en la obra consumada de Cristo. Por lo tanto, dicha alma no está en la plena
posición cristiana delante de Dios, ni tiene el Espíritu morando en ella.
(Romanos 8: 9).
En este pasaje el Apóstol describe a un
alma sincera en este estado, alma que intenta mantener la carne bajo control y
vivir una vida santa pero que fracasa miserablemente. (Romanos 7: 18-21). Él tiene
dos naturalezas que están representadas en el "yo" que se deleita en
hacer el bien (versículo 22) y el "yo" que hace el mal (versículo
23); pero carece del poder para hacer "el bien". Cuando un
alma está cargada con el deseo de ser santa, pero se siente impotente se llena
de consternación y desdicha. Aborrece el mal que hace siendo incapaz de
refrenar la carne. Carece de liberación porque busca el poder dentro de sí
mismo.
Mientras está en este estado miserable
una persona hará a menudo el error más destructivo de recurrir a la ley para
liberación. Asumiendo que la ley es la respuesta la persona la pondrá delante
de su alma como una norma para su vida. Si no es la Ley de Moisés, será alguna
norma de santidad autoimpuesta. Pero en cualquier caso ello no es la senda de
la liberación. Como resultado él sólo se hace más miserable a sí mismo. Dios la
proveerá en la Persona de Su Hijo, el Señor Jesucristo, pero primero él debe
aprender la lección de que el poder para la liberación no se encuentra en sí
mismo.
UN
HOMBRE EN CRISTO
Romanos 8: 1 dice: "Ahora pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús". (Romanos
8: 1 – JND, RVA, VM). ([N. del T.] Los que no andan conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu. Esta frase no está en los mejores manuscritos.)
El Apóstol describe aquí la plena
posición cristiana de "un hombre en Cristo". El capítulo explica
el estado cristiano normal de vivir "según el Espíritu" (o
estar "en el Espíritu", como rezan otras versiones de la
Biblia en español) (Romanos 8: 9), y guiado "por el Espíritu".
(Versículo 14). La lucha descrita en el capítulo 7 ha terminado y el creyente
es visto como teniendo una liberación actual del pecado interior, y
esperando una liberación futura de la presencia del pecado que está a su
alrededor, — en la venida del Señor (Romanos 8: 18-23).
La liberación del estado miserable de
Romanos 7 al bienaventurado estado de Romanos 8 no viene hasta que la confianza
en sí mismo y la esperanza en sí mismo de la persona son desbaratadas, y él
busca fuera de sí mismo la liberación de las concupiscencias de su naturaleza
pecaminosa. ¡Nótese que él no dice, “«Miserable de mí! ¿QUÉ me
librará…?» Él dice "¡Miserable de mí! ¿QUIÉN me librará…?"
(Romanos 7: 24). Esto muestra que la liberación no se encuentra en una
filosofía o en un programa de autoayuda sino en una Persona, — el Señor
Jesucristo. Es relevante el hecho de que mientras el hombre lucha con la carne,
como se ve en Romanos 7, el Espíritu de Dios no es mencionado ni una sola vez.
Pero en el momento en que él aparta la mirada de sí mismo hacia un Libertador y
ve su lugar "en Cristo", el Espíritu de Dios es mencionado
muchas veces, tal como se observa en Romanos 8 a partir del versículo 2. El
hombre en Romanos 8 es visto como sellado con el Espíritu y en la posición cristiana
completa y está disfrutando de un estado de paz y liberación.
La segunda epístola a los Corintios,
capítulo 12, versículos 1-3, describe el estado de "un hombre en Cristo"
que conoce la liberación en su alma y disfruta de la comunión con Dios. El hombre miserable se ocupa de sí mismo.
(Romanos 7: 14-24). Yo, me, mi, mis ¡son
mencionados o se sobrentienden unas 28 veces! Pero el hombre en Cristo está tan
completamente ocupado con Cristo y con las cosas celestiales que ha perdido la
noción de sí mismo. Él no era consciente de si acaso ¡estaba en el cuerpo o
fuera de él! La mujer en Lucas 13: 11 es un retrato de una en la condición miserable.
Ella andaba "encorvada", y como resultado todo lo que podía
ver era a sí misma. Pero cuando el Señor la tocó, ella se enderezó y pudo mirar
Su rostro. Consecuentemente, ella ya no se veía a sí misma.
Algunas
consideraciones prácticas
Aunque la lucha en
Romanos 7: 14-25 no es técnicamente una experiencia cristiana, muchos cristianos
la experimentan en una forma modificada. Nosotros decimos modificada porque el
hombre descrito en Romanos 7 es visto como no teniendo el Espíritu Santo, lo
cual es normal para todo verdadero cristiano. La lucha con la carne que los
cristianos experimentan a menudo está más apropiadamente descrita en Gálatas 5:
16-17. Dice, "Andad en el Espíritu, y de ninguna manera cumpliréis el
deseo de la carne. Porque la carne desea contra el Espíritu, y el Espíritu
contra la carne: pues éstos se oponen el uno al otro, para que no hagáis las
cosas que deseáis". (Gálatas 5: 16, 17 – JND). Esto se refiere a un
cristiano que tiene el Espíritu pero no anda "en el Espíritu" (versículo
16). La lucha en Romanos 7 es entre la carne y la nueva naturaleza en un hijo
de Dios, mientras que la lucha en Gálatas 5 es entre la carne y el Espíritu en
un creyente que no anda "en el Espíritu". (Tampoco debemos
relacionar la lucha espiritual de Efesios 6: 10-18 con la de Gálatas 5. Ellas
son diferentes. Efesios 6 describe una lucha que resulta cuando un cristiano
anda en el Espíritu, mientras que Gálatas 5 es una lucha que resulta cuando él
no anda en el Espíritu).
Todos sabemos muy bien
lo que es carecer de poder espiritual y no poder decir no al pecado en nuestras
vidas, aunque tengamos el Espíritu en nosotros. ¿Por qué es esto así? Porque:
Una cosa es tener el Espíritu de Dios en nosotros, y otra cosa muy
distinta es tenerle allí actuando por nosotros de una manera presente y
continua. El aspecto soberano de la liberación es el don del Espíritu, pero el
aspecto responsable de ello es que debemos dejar que el Espíritu nos llene para
que Su poder esté presente para contener la carne.
En Romanos 8: 5-13,
Pablo explica que hay dos dominios, o esferas, en las que una persona puede
vivir: una esfera que pertenece a "la carne" y una esfera que
pertenece al "Espíritu". Él dice: "Los que son de la
carne piensan en las cosas de la carne". (Versículo 5 a). Pensar"
en algo significa 'prestarle atención'. Él no entra en detalles en
cuanto a lo que son estas cosas, pero todos sabemos de qué tipo de cosas la
carne disfruta. Esta es la esfera donde vive el hombre perdido: él no conoce otro
dominio. Pero también es posible que cristianos vivan en esa esfera.
Luego dice: "Los
que son del Espíritu [piensan], en las cosas del Espíritu". (Versículo
5 b). Esta es la esfera en la que Dios quiere que el cristiano viva. Además,
Pablo no nos da detalles específicos en cuanto a cuáles son estas cosas. En
pocas palabras, ellas son aquellas cosas que tienen que ver con los intereses
de Cristo. Sería estudiar las Escrituras, orar, cantar himnos en nuestros
corazones, ir a reuniones bíblicas, llamar o escribir a compañeros cristianos
para animarlos, visitar a personas con una palabra de aliento, compartir el
evangelio, repartir folletos evangelísticos, hacer buenas obras para usos
necesarios, etc.
Lo que el Apóstol
quiere decir aquí es que estas dos esferas son exactamente opuestas entre sí.
Sus intereses son polos opuestos. Una sirve a los intereses del yo y la otra a
los intereses de Cristo. De cada una de ellas sale un ramal que se aleja de la
otra. Uno conduce a lo que es verdaderamente "vida y paz" y el
otro conduce a la "muerte". (Romanos 8: 6).
Luego, en los
versículos 12 y 13, Pablo saca una conclusión edificante (que infunde piedad y virtud),
a saber, "Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el
Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". Lo que él
quiere decir aquí es que nosotros podemos escoger en qué esfera queremos vivir.
Él dice: "Si vivís conforme a la carne, moriréis". Esta es una
palabra solemne. Si escogemos vivir en la esfera de la carne ello nos llevará a
la muerte moral en nuestras vidas. La manera en que Pablo utiliza la muerte
aquí es diferente de la mayoría de los otros lugares en la Biblia. El Apóstol
no está hablando de la muerte física sino de la muerte moral en la vida
del creyente que inevitablemente resulta en fracaso. La muerte, como sabemos,
siempre conlleva la idea de separación. En este versículo dicha palabra se
refiere a una separación o una ruptura en nuestro vínculo de comunión con Dios.
El argumento es aquí sencillo; a saber, si vivimos en la esfera de la carne
podemos esperar que ello va a producir muerte. Pero él dice también, "Si
por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". Esto
significa que si nosotros escogemos vivir en la esfera del Espíritu tendremos
mucho poder para vivir una vida santa para la gloria de Dios. Esto es ser
llenos del Espíritu. (Efesios 5: 18). Significa que si vivimos en la esfera
correcta la carne no podrá consolidarse en nosotros. En Gálatas 5: 16 Pablo
habla de lo mismo, diciendo: "Andad en el Espíritu, y de ninguna manera
cumpliréis el deseo de la carne". (Gálatas 5: 16 – JND).
El motivo por el cual perdemos la batalla contra este enemigo interior es que pasamos demasiado tiempo en la esfera equivocada pensando en las cosas de la carne. Podemos preguntarnos: «¿En cuál de estas dos esferas vivo? ¿Qué es lo que ocupa principalmente mi vida? ¿Son las cosas que pertenecen a los intereses de Cristo, o son las cosas carnales?» Se ha dicho que «si consentimos la carne, estorbaremos al Espíritu.» Por lo tanto, es hora de que empecemos a vivir en la esfera correcta y experimentemos el poder de Dios y la alegría del cristiano vivir en nuestras vidas.
B. ANSTEY
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