viernes, 30 de mayo de 2025

MUJERES DE FE DEL NUEVO TESTAMENTO (14)

 


María Magdalena

"Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él había dicho estas cosas". (Juan 20.18)

La historia está en Mateo 27.56,61, 28.1, Marcos 15.40,47, 16.1,9, Lucas 8.2, 24.10, Juan 19.25, 20.11,16 y 18.


Entre las fieles mujeres que siguieron al Señor estaba María Magdalena, una mujer cuya historia es un vivo ejemplo de la gracia de Dios. Esta María tenía su hogar en Magdala, un pueblo al noreste del Mar de Galilea. Para distinguirla de las otras Marías es llamada cada vez María Magdalena. Desgraciadamente, el nombre de María Magdalena ha llevado un estigma desde los tiempos bíblicos. Ella ha sido confundida con la mujer pecadora que ungió los pies del Señor (Lucas 7). Pero la Magdalena no fue la mujer pecadora ni la mujer tomada en adulterio ni María de Betania.

Algunos escritores han propagado injustamente que ella era una prostituta, y los artistas han retratado a esta María como una mujer degradada. En modernas obras ficticias como la novela El Código Da Vinci se habla del matrimonio secreto de Jesús con esa mujer y esto es blasfemia. Obviamente la verdad es todo lo contrario. María Magdalena fue una de las más nobles mujeres de la Biblia.

Antes de conocer al Señor, ella sufría de una terrible aflicción; siete demonios habían tomado posesión de ella. No podemos imaginarnos la angustia que sufrió a causa de ellos. Pero Jesucristo los echó fuera, y de allí en adelante ella vivía para su Salvador, y era una de los que acompañaron al Salvador desde Galilea hasta Jerusalén donde fue crucificado.

Soldados crueles rodearon la cruz donde estuvo colgado el Hijo de Dios, pero también estuvieron allí unos pocos de los suyos, el apóstol Juan y cuatro mujeres: su madre María, Salomé, María la mujer de Cleofás y María Magdalena. La terrible angustia del Calvario fue una prueba del amor de estas mujeres que estaban allí de pie, tan cerca que pudieron oír las palabras y ver los sufrimientos del bendito Salvador. Vemos la devoción de María Magdalena y las otras mujeres; aunque los discípulos abandonaron al Señor y huyeron, las mujeres estuvieron cerca.

José de Arimatea pidió el cuerpo de Jesús, lo bajó, lo envolvió en una sábana y lo puso en su sepulcro. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María la madre de Jacobo vieron la sepultura del Señor y la piedra sellada a la entrada. Luego regresaron a donde estaban hospedadas, prepararon ungüentos y especias para la sepultura, y descansaron el día sábado.

Muy temprano el domingo estas dos mujeres fueron con otras al sepulcro llevando las especias aromáticas para su sepultura. Iban diciéndose unas a otras: "¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?" Pero hallaron la piedra removida y vieron que el cuerpo no estaba allí. Las mujeres tuvieron miedo, pero los ángeles les dijeron que Cristo había resucitado como Él lo había profetizado.

María Magdalena corrió en busca de Pedro y Juan para decirles que se habían llevado del sepulcro el cuerpo del Señor. Los dos discípulos vieron el sepulcro vacío y regresaron a su casa.

María Magdalena se quedó parada al lado del sepulcro llorando. Cuando los ángeles le preguntaron por qué lloraba, ella les dijo que alguien se había llevado a su Señor y que no sabía dónde lo habían puesto. Al instante llegó Jesús, pero María pensaba que era el hortelano. Jesús le dijo: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" Cuando Él la llamó por nombre: "María", ella exclamó: "¡Raboni!", que quiere decir Maestro.

María pensaba en Jesús como su gran Maestro, pero ahora tenía una manifestación: El era su Salvador. Después de su resurrección, el contacto con Él tenía que ser espiritual, por fe, y por esta razón Cristo le dijo a María: "No me toques". A María Magdalena le fue dado el privilegio de darles a los discípulos la noticia de la resurrección y contarles lo que Él le había dicho.

María Magdalena, una mujer, fue la primera persona en ver a Cristo resucitado, la primera en oír su voz, la primera en ser enviada por Él y la primera en dar las buenas nuevas a otros. Esta historia muestra el poder de Cristo sobre Satanás y su bondad hacia una mujer desgraciada. Dios otorga privilegios especiales a las personas que muestran su gratitud consagrándose a su servicio.

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