miércoles, 4 de noviembre de 2015

Pedro: negación y restauración (Parte I)

Cinco pasos en la negación de Pedro
Muchas veces en nuestras vidas llegamos a fallar en diferentes maneras. Es llamativo que la Biblia no esconde las fallas de varios santos, tanto los del Antiguo como los del Nuevo Testamento. Obviamente el Espíritu Santo inspiró a los escritores para que incluyesen estos detalles para así ayudarnos en nuestras vidas diarias.
Pedro fue un hombre muy usado por Dios, pero hubo una experiencia muy oscura y triste en su vida. En el momento de crisis, cuando Cristo estaba siendo juzgado, Pedro llegó a negar a Cristo.
Queremos examinar su negación para ver lo que podemos aprender con el fin de evitar, no solamente el peligro de negar a Cristo, pero también varios otros pecados. Veremos que hubo cinco pasos que le llevaron a negar a Cristo.

1) Su jactancia al compararse con otros
En Mateo 26:33 Pedro le dice al Señor: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré”.
Cristo acababa de decirles a los discípulos: ''Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche”. Pedro se ve a sí mismo como un creyente invencible en comparación con los otros.
Deberíamos evitar este peligro de comparamos con otros creyentes y llegar a la conclusión de que somos más fuertes que ellos. Tristemente Pedro no es el único caso de un creyente que se pone a criticar a otros para que uno se vea mejor. Pedro no es el último creyente que ha dicho: Yo nunca haría tal cosa, aunque otros sí la hagan.

2) Su insistencia en rechazar la advertencia:
En Mateo 26:35 Pedro también le dijo al Señor: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré”. Cristo se había dirigido a Pedro en manera específica y clara: “De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces”. Fue una advertencia muy obvia dirigida a Pedro, pero no la quiso aceptar.  ¿Seremos nosotros así?
Pablo, cuando escribe a los Corintios, da ejemplos del Antiguo Testamento de pecados cometidos a pesar de las muchas bendiciones que Dios les había dado. En 1 Corintios 10:12 Pablo añade: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”. Si somos ciegos al peligro, vamos a caer en la tentación.

3) Su negligencia en la oración:
Dice Mateo 26:40 que Jesús “Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo”. Cristo les había dicho que se quedaran allí velando (Marcos 14:34), mientras iba más adelante para orar, postrado en tierra. Al regresar, Cristo ve que los discípulos no pudieron velar, y los anima: “Velad y orad, para que no entréis en tentación”. (Mateo 26:41)
Tal vez lo que aflige al creyente más que nada en nuestros días es su negligencia en la oración. ¿Será que no pensamos que es importante? ¿Será que no creemos que Dios conteste? Cristo entendía la gran necesidad de orar, ¡cuánto más debemos nosotros!

4) Su dependencia de armas carnales:
En Mateo 26:50 dice que “uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada”. ¿Pensaría Pedro que con dos espadas podrían los discípulos contra la 'mucha gente con espadas y palos' que venía con Judas Iscariote? Cristo sabía del gran poder espiritual que estaba a su entera disposición - “¿no me daría más de doce legiones de ángeles?” (v. 53) Pero Pedro, habiendo fallado en cuanto a la oración, ahora no veía otra opción - su única arma era carnal, no espiritual. Armas carnales no funcionan contra el Enemigo. Necesitamos poder espiritual en nuestras vidas. Cristo había dicho en v.41 “la carne es débil”, y mientras más rápido entendamos esta verdad, mejor. Pablo exhorta a los Efesios: ''Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo”. Cuando llega el día malo ya no hay tiempo - ¡hay que empezar hoy!

5) Su confianza en un lugar de peligro:
En Mateo 26:69 dice que “Pedro estaba sentado fuera en el patio”. No reconocía el peligro de estar en el lugar donde todos eran enemigos de Cristo. Los otros que se estaban calentando alrededor de aquella fogata esperaban ver el fin de Jesús. Es muy cierto que uno tiene que trabajar con puros incrédulos, y es probable que uno esté estudiando en una institución con muy pocos creyentes, pero si al menos reconocemos el peligro, estaremos alertas. El mundo trata de tener influencia en mi vida, pero tendrá mucha más influencia si no tengo la costumbre de reunirme con mis hermanos en la fe lo más que pueda. Pedro, parece ser, no consideró el gran peligro de estar separado de sus hermanos en la fe. El contacto cuidadoso con incrédulos nos da la oportunidad de compartir nuestra fe, pero, como en el caso de Pedro, vemos que negó en vez de declarar lo que él sabía de Cristo.
Mensajero Mexicano números 17 y 18
(Continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario