sábado, 12 de febrero de 2011

Enero 2011

El Verdadero Discipulado.  Por William McDonald.


Introducción.

La senda del verdadero discipulado se halla cuando la persona nace de nuevo. Comienza cuando ocurren los siguientes hechos:
1)   La persona se da cuenta que es pecador perdido, ciego y desnudo delante de Dios.
2)   Reconoce  que no puede salvarse por su buen carácter o por sus obras meritorias
3)   Cree que Jesucristo murió  como substituto en la cruz
4)   Por un acto definido de fe reconoce a Jesucristo como su Señor y único Salvador.
Así es como una persona llega a ser cristiana. Es importante poner este énfasis desde el principio. Hay demasiadas personas que piensan llegar a ser cristianas viviendo una vida cristiana. Es necesario llegar a ser cristiano en primer lugar para luego vivir una vida cristiana.
El discipulado bosquejado en las siguientes páginas siguientes es una vida sobrenatural. Dentro de nosotros mismos no tenemos poder para vivirla. Necesitamos poder de Dios. Es solamente cuando hemos nacido de nuevo que podemos recibir la fuerza para poder vivir como el Señor Jesús enseñó.
No prosiga la lectura de estos capítulos sin formularse estas preguntas: ¿He nacido de nuevo? ¿Soy ya un hijo de Dios por fe en Jesucristo?
Si su respuesta es negativa reciba ahora mismo a Jesucristo como su Salvador y Señor. Enseguida dispóngase a obedecerle en todo lo que Él ha mandado, no importa cual sea el costo.

 Capítulo 1: Las condiciones del discipulado.

         El verdadero cristianismo consiste en una entrega absoluta al Señor Jesucristo. El Salvador no está buscando personas que le dediquen sus tardes libres, sus fines de se-manas o sus años de jubilados. El busca personas dispuestas a darle el primer lugar en su vida. “El busca, y siempre ha sido así, no multitudes que van a la deriva y sin propósito en su senda, sino hombres y mujeres que individual y espontáneamente se consagran a su servicio por haber reconocido que Él necesita personas dispuestas a seguir el sendero de la negación personal por el que Él caminó primero”.
La única respuesta adecuada al sacrificio de Cristo en el Calvario es la rendición incondicional a Él. El amor Divino tan maravilloso no puede ser satisfecho con algo menos que la entrega de nuestra vida, nuestra alma, nuestro todo…
El Señor Jesús planteó exigencias rigurosas a los que iban a ser sus discípulos, demandas que han sido totalmente olvidadas en estos días de vida materialista. Con mucha frecuencia consideramos el cristianismo como un escape del infierno y una garantía del cielo. Aún más, pensamos que tenemos perfecto derecho a disfrutar de lo mejor de esta vida. Sabemos que en la Biblia hay muchos versículos que hablan acerca del discipulado, pero nos parece difícil conciliarlos con nuestras ideas acerca de los que debe ser el cristianismo.
Aceptamos que los soldados entreguen sus vidas por razones patrióticas. No nos extraña que los hombres pongan su vida por ideologías políticas. Pero  que la característica de la vida de un seguidor de Cristo sea “sangre, sudor y llanto”, nos parece remoto y difícil de asimilar. Sin embargo, las palabras del Señor Jesús, son bastante claras. No hay el más mínimo lugar para malinterpretarlas si las aceptamos en su verdadero valor. Estas son las condiciones del discipulado tal como las dio le Salvador del mundo.
1.           Un Amor supremo por Jesucristo.
“Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, y a su madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y aún también su vida, no puede ser mi discípulo (Lucas 14:26).
Esto no quiere decir que debamos tener indisposición  o mala voluntad en nuestro corazón hacia nuestros familiares, sino que nuestro amor a Cristo debe ser tan  denotado que en comparación, todos los demás afectos parezcan odio. En realidad la parte más difícil  de este pasaje es la expresión “y aún su propia vida”. El amor propio es uno de los obstáculos más persistente para el discipulado. Mientras no estemos dispuestos a ofrecer voluntariamente nuestra vida a disposición de Cristo, no estaremos en el lugar donde Él desea que estemos.
2.           Una negación del Yo.
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo…” La negación del Yo no es lo mismo que la abnegación. Esto último significa privarse de algunas comidas, placeres o posesiones. La negación del Yo es una sumisión tan completa al Señorío del Cristo, que el Yo no tiene derechos ni autoridad alguna. Significa que el YO abdica del trono. Henry Martin lo expresa así: “Señor, no permitas que tenga voluntad propia ni considere que mi felicidad depende en lo más mínimo de las cosas que pueden sucederme exteriormente, sino que descansen completamente en tu voluntad.”
3.           Elección deliberada de la cruz.
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz” (Mateo 16:24). Tomar la cruz no se refiere a una enfermedad física o angustia mental, puesto que estas cosas son comunes a todos los hombres. La cruz es una senda escogida deliberadamente. Es “un camino que tal como el mundo lo considera es una deshonra y un reproche”.
La cruz es el emblema de la persecución, la vergüenza y el abuso que el mundo cargará sobre todos aquellos que elijan ir  contra la corriente. Cualquier creyente puede evitar la cruz conformándose a este mundo y a sus caminos.
4.           Una vida invertida en Cristo.
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Para comprender lo que esto significa conviene preguntarse: ¿Cuál fue la principal característica de la vida del Señor Jesús? Fue una vida de obediencia a la voluntad de Dios, una vida de servicio desinteresado a los demás, una vida de paciencia y tolerancia ante los más graves errores. Fue una vida llena de celo y desgaste, templanza, mansedumbre, bondad, fidelidad y devoción. Para ser sus discípulos debemos andar como El anduvo. Debemos mostrar el fruto de nuestra semejanza con Cristo (Juan 15:8).
5.           Un Amor ferviente por todos que pertenecen a Cristo.
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35). Este es el amor que considera a los demás como mejores que uno mismo. Este es el amor que es sufrido y es benigno; no es jactancioso, no se envanece, no es injurioso, no busca lo suyo, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta (1 Corintios 13:4-7). Sin este amor, el discipulado sería un ascetismo frío y legalista. Sería un címbalo que retiñe.
6.           Permanencia continúa en su Palabra.
Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos (Juan 8:31). El verdadero discipulado se caracteriza por la estabilidad. Es fácil empezar bien y lanzarse adelante en un deslumbramiento de gloria. Pero la prueba de la realidad del discipulado es la resistencia hasta el fin. "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios" (Lucas 9:62). La obediencia ocasional a las Escrituras no sirve. Cristo desea que los que le siguen lo hagan obedeciendo en forma constante y continuada.
No permitas, ¡oh Padre! que vuelva atrás,
Mis lágrimas ya mojan las asas de mi arado,
Mis otras herramientas corruptas he dejado;
No permitas, Dios Padre, que vuelva atrás.
7.           Rechazo de todo por seguir a Cristo.
"Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi  discípulo" (Lucas 14:.33). Esta es, tal vez, la menos apreciada de las condiciones de Cristo para el discipulado, y se podría probar que es el texto menos apreciado de la Biblia. Los teólogos y entendidos pueden dar mil razones para probar que el versículo no quiere decir lo que parece decir, pero los discípulos sencillos lo reciben con ardor, aceptando que el Señor Jesús sabía lo que quería decir. ¿Qué quiso decir con renunciar a todo? Significa el abandono de todas las posesiones materiales que no nos sean absolutamente necesarias y que se puedan usar en la extensión del Evangelio.
El que renuncia a todo no se convierte en un despreocupado holgazán. Trabaja arduamente para provee a las necesidades comunes de su familia y de sí mismo. Pero, como el fin de su vida es extender la obra de Cristo, invierte en el trabajo del Señor todo lo que sobrepase sus inmediatas necesidades y deja el futuro en las manos de Dios. Buscando primeramente el reino de Dios y su justicia, él cree que nunca le faltará nada, ni comida, ni vestido. El no puede poner su confianza en dinero ahorrado cuando hay almas que están pereciendo por falta del Evangelio. No quiere malgastar su vida acumulando riquezas que caerán en manos del diablo cuando Cristo regrese por sus santos. Desea obedecer el precepto del Señor en contra del almacenar tesoros en la tierra. Renunciando a todo, ofrece lo que de todos modos puede conservar y que ya ha dejado de amar.
Entonces tenemos que estas son las siete condiciones del Discipulado cristiano. El que esto escribe comprende que al señalarlas se condena a sí mismo como un siervo inútil que es. Pero, ¿se suprimirá la verdad de Dios por la incompetencia de su pueblo? ¿No es verdad que el mensaje es más grande que el mensajero? No es más correcto que Dios permanezca como un ser veraz y todo hombre sea considerado mentiroso? ¿No diremos como aquel anciano, siervo fiel al Señor: “Haz tu voluntad, aun cuando para ello tengas que quebrantarme”?
Cuando hayamos confesado nuestro fracaso pasado, enfrentémonos decididamente lo que Cristo pretende de nosotros y procuremos ser verdadero discípulos de nuestro glorioso Señor.
Maestro mío, llévame hasta tu puerta, para que perfores mi oído, que voluntario te entrego.
Tus prisiones son mi libertad: déjame quedar contigo, para sufrir, soportar y obedecerte.
H.G.C. Moule                                     
(Continuará)



Epístola de Santiago.  Por John Nelson Darby


Introducción

La epístola de Santiago no se dirige a la Iglesia ni se inviste de autoridad apostólica sobre las personas a quienes es enviada. Es una exhortación práctica que reconoce aún a las doce tribus y la conexión que con ellas tienen los cristianos de origen judío, tal como Jonás se dirige a los gentiles, aunque el pueblo judío tuviera ante Dios su carácter de pueblo apartado por Él. De tal manera, el Espíritu de Dios todavía reconoce aquí la relación de Dios con Israel, tal como en el caso de Jonás reconoce relaciones con los gentiles y los inalterables derechos de Dios, sean cuales fueren los privilegios especiales concedidos a la Iglesia o a Israel, respectivamente. Se sabe que, históricamente, los cristianos de origen judío siguieron siendo judíos hasta el final de la historia que de ellos nos ofrece el Nuevo Testamento. Ellos eran, incluso, celosos por la ley, cosa extraña para nosotros, pero que Dios soportó por un tiempo.
La doctrina del cristianismo no es el tema de la epístola de Santiago. Esta carta da a Dios su lugar en la conciencia y con respecto a todo lo que nos rodea. Ciñe así los lomos del cristiano al mostrarle la cercana venida del Señor y la presente disciplina que Él ejerce, ya que la Iglesia de Dios debía comprender esta disciplina y desarrollar una actividad fundada en ella. También el mundo y todo lo que en él exalta y da esplendor es juzgado desde el punto de vista de Dios.
Unas pocas observaciones sobre la posición de los cristianos (esto es, sobre la manera en que esta posición es considerada con respecto a Israel) nos ayudarán a entender esta porción de la Palabra.
Israel conserva aún el carácter de pueblo de Dios. Para la fe de Santiago, la nación aún tiene la relación que Dios le había dado consigo mismo. Santiago se dirige a los cristianos como integrantes de un pueblo cuyos vínculos con Dios todavía no estaban judicialmente rotos; pero de entre ellos solamente los cristianos poseían la fe en el verdadero Mesías, dada por el Espíritu. Tan sólo éstos entre el pueblo, juntamente con el apóstol, reconocían a Jesús como Señor de gloria. Con excepción de los versículos 14 y 15 del capítulo 5, esta epístola no contiene ninguna exhortación que, en su elevación espiritual, vaya más allá de lo que podría ser dicho a un judío piadoso. Ella supone que las personas a las cuales se dirige tienen fe en el Señor Jesús; pero no les llama a aquello que es exclusivamente propio del cristianismo y que depende de los particulares privilegios de éste. Las exhortaciones fluyen de aquella fuente más elevada y exhalan un aire más celestial, pero el efecto que procuran producir son pruebas reales, propias de la religión terrenal; las exhortaciones son las que podrían oírse en la iglesia profesante, vasto cuerpo, semejante a Israel, en medio del cual existen algunos cristianos.
La epístola no se basa, para impartir sus enseñanzas, en las relaciones cristianas de aquí abajo; las reconoce, pero como un hecho particular entre otros que tienen derechos sobre la conciencia del escritor. El autor inspirado supone que aquellos a quienes se dirige mantienen una conocida relación con Dios, de la que no duda, una relación que es de antigua data. Él supone que el cristianismo se ha introducido en medio de aquellos que mantienen tal relación con Él.
Es importante hacer notar cuál es el nivel moral de la vida que nos es presentada en esta epístola. En cuanto captamos la posición en la que ella considera a los creyentes, el discernimiento de la verdad sobre este punto no resulta difícil. Vemos, en efecto, que el nivel moral que la epístola nos muestra es el manifestado por Cristo cuando andaba en medio de Israel, haciendo brillar ante sus discípulos la divina luz y las relaciones con Dios, las que manaban para ellos de Su presencia. Por supuesto que al escribirse la epístola él estaba ausente, pero aquella luz y aquellas relaciones de las cuales hablamos son mantenidas cual medida de responsabilidad, medida que será aplicada en juicio, al regreso del Señor, contra aquellos que no quisieron aceptarla y que no anduvieron de acuerdo con esas relaciones. Hasta ese día los fieles tenían que tener paciencia frente a la opresión que sufrían de parte de los judíos, quienes todavía blasfemaban el santo Nombre por el que eran llamados.
Es lo inverso de la epístola a los Hebreos, en cuanto a la relación de los fieles con el pueblo judío; no moralmente, sino a causa de la proximidad del juicio en la época en que la epístola a los Hebreos fue escrita.
Los principios fundamentales de la posición de la que acabamos de hablar son éstos: la ley, en su espiritualidad y perfección, tal como Cristo la explicó y la resumió; una vida conferida, la que tiene los principios morales de la ley misma, es decir, la vida divina; la revelación del nombre del Padre. Todo esto era verdad en vida del Señor, y era por cierto el terreno en el cual él había colocado a sus discípulos —por escasa que haya sido la comprensión de éstos a ese respecto—, ya que les había dicho que debían ser los testigos de ello después de Su muerte, distinguiendo ese testimonio del que daría el Espíritu Santo.
Tal es Santiago aquí, si se agrega aun la promesa del Señor acerca de su retorno. Es la doctrina de Cristo con respecto al andar en medio de Israel, según la luz y las verdades que él había introducido; y, ya que él todavía estaba ausente, incluye una exhortación a perseverar y tener paciencia en ese andar, aguardando el momento en que él aplique, mediante el juicio que ejecutará sobre los que oprimían a los fieles,  los principios según los cuales éstos andaban.
Aunque el juicio ejecutado sobre Jerusalén haya cambiado la posición del remanente de Israel a este respecto, así y toda la vida de Cristo siempre sigue siendo nuestro modelo, y tenemos que aguardar con paciencia hasta que venga el Señor.
La epístola no se refiere a la asociación del cristiano con Cristo exaltado en lo alto ni, por consiguiente, al pensamiento de que iremos a su encuentro en el aire, como Pablo lo enseñó. Pero lo que ella contiene siempre sigue siendo verdad; y aquel que dice que mora en él (en Cristo) debe andar como él anduvo.
El juicio que debía llegar nos hace comprender la manera en que Santiago habla del mundo, de los ricos que se regocijan en su porción en el mundo y de la posición del remanente creyente, oprimido, en medio de una nación incrédula; comprendemos por qué él comienza por la cuestión de las tribulaciones y habla de ellas tan a menudo, como así también por qué insiste en las pruebas prácticas de la fe. Ve a todo Israel aún en su con-junto; pero algunos habían recibido la fe del Señor de gloria, y se sentían tentados a valorar a los ricos y a los grandes de Israel. Al seguir siendo todos ellos judíos, fácilmente comprendemos el hecho de que, mientras algunos creían y confesaban que Jesús era el Cristo, no obstante, ya que estos cristianos seguían las ordenanzas judías, los meros profesantes podían hacer otro tanto sin que hubiera en ellos el menor cambio vital demostrado por sus obras. Resulta evidente que semejante fe, una fe muerta como ésta, no tiene valor alguno. Eso es precisamente la fe de los que ahora ensalzan las obras: una muerta profesión de la verdad cristiana. Ser engendrado por la Palabra de verdad es algo tan ajeno y extraño para ellos como lo era para los judíos de quienes habla Santiago.
(Continuará.)



Doctrina.
Introducción


En esta sección iniciaremos una serie de estudios referente  a las doctrinas que son propias del cristianismo y que son pilares de nuestra fe.
Para empezar es bueno conocer que significa la  palabra doctrina tal como se usa en el nuevo Testamento. Esta proviene de las palabras griegas “didache” y didaskalia. Ambas derivan de la raíz  “enseñar” y pueden significar tanto como el acto de enseñar lo que se ha recibido u  oído o el contenido de lo que se enseña.
Quedando claro que doctrina significa Enseñar, entonces podemos hacer una definición formal  de la palabra. Entonces, las doctrinas de la Iglesia constituyen un conjunto coherente  de enseñanzas  basadas en forma exclusiva en las Escrituras y en ninguna otra fuente de información. Por tanto, aquí quedan excluidos todo lo que los hombres hayan podido escribir, aunque estos hayan sido los Padres de la Iglesia, discípulos de los mismos apóstoles.
Un verdadero cristiano basa su vida solo en lo que dice la Escrituras. Es su fuente de enseñanza y su guía. En esto nos diferenciamos de la Iglesia católica y otras religiones, que tienen a un mismo nivel de las Escrituras Sagradas, las tradiciones de la Iglesia o escritos post apostólicos. En el caso de religiones más recientes, como son el  Mormonismo, los adventistas y Testigos de Jehová, que tiene escritos de sus “profetas” con un nivel de autoridad que puede sobrepasar a la misma Biblia.
De lo anterior se desprende, que las enseñanzas de ninguna persona que presenten nuevas doctrinas o tergiversen las que tenemos, es fuente para ser considerada como guía, ya que no es bíblica. Es nuestro deber CONTRASTAR cada una de ellas con la PALABRA DE DIOS misma. Es más, el apóstol Pablo, en la epístola a lo Gálatas declara bajo maldición (Gálatas 1:8) a quienes presenten un evangelio distinto al que él predicaba. El canon de las escritura hace mucho tiempo que fue cerrado y desde esa época ningún libro nuevo se ha agregado a la Biblia. Es más, si alguien se levanta como profeta, el tal es falso y mentiroso. Los profetas, en el proceso de conformación del nuevo testamento, eran usados para revelar el mensaje de Dios hacia los hombres. Incluso, había mujeres que eran profetisas, como las hijas de Felipe. Pero esto ya no es así, las escrituras están completas, es decir, toda la revelación de Dios está expresada en la Biblia. Si algo más Dios quisiese haber revelado, entonces la habría inspirado a algunos de los apóstoles para que lo escribiese, y ellos hace tiempo que están en la presencia del Señor.
Como ya hemos dicho, nuestra única fuente de autoridad es la Palabra de Dios y que se encuentra escrita en la Biblia. De hecho, durante la reforma Lutero utilizó como divisa o lema la frase “Sola Scriptura” (locución latina que significa “Solo la Escritura”) debía ser la base para alcanzar el conocimiento  del medio de obtener la salvación del alma del pecador, y de donde sacar las enseñanzas que son base de la fe de los cristianos.
Debemos recalcar que el catolicismo tiene doctrinas similares a las nuestras, pero matizada con el misticismo propio de esa religión y algunas de ellas complementadas y sacadas de los libros deuterocanónicos (ahora conocidos como libros apócrifos).  Nuestra Biblia  posee 66 Libros (entre el Antiguo y Nuevo Testamento) contra los 73 que posee las Biblias Católicas. Aparte queda la iglesia católica ortodoxa, que posee más libros que las Biblias Católicas.
Es tal la importancia de conocer y saber correctamente las doctrinas que podemos utilizar lo que un hermano a dicho: “Sin doctrina no hay iglesia, sin doctrina no hay vida cristiana” (Alonso). Los primeros cristianos tenían perfectamente claro esto, ya  que perseveraban en la doctrina que los apóstoles enseñaban (Hechos 2:42), de modos que vivían en forma coherente y en solo pensamiento, y de ese modo podían  tener comunión unos con otros, partir el pan (Cena del Señor) y estar en constante oración para que la obra prosperase. Pero al los pocos años, algunos se desviaron de la doctrina que los apóstoles enseñaron y que ellos aprendieron del propio Señor Jesucristo. Pablo rogaba a los hermanos de la asamblea en roma que se fijase en aquellos que ponían divisiones y tropiezos en contra de la doctrina (Romanos 16:17). Si seguimos, tenemos que la carta de 1 Tesalonicenses es de enseñanza con respecto a la segunda venida del Señor, ya que había quienes enseñaban que los creyentes que habían muerto ya no tenían esperanza. En cambio, Pablo les enseña dos cosas: que si el Señor  murió y resucitó, los que durmieron los traerá Dios  con Jesús; y enseña acerca de la Segunda venida del Señor, específicamente del rapto de la iglesia (1 Tesalonicenses 4:13-17). Además, en la carta a lo Gálatas, reprende duramente a los destinatarios de la misma por haberse apartado de la doctrina, habiéndose influenciado por judaizantes.
Y, por último, en el atardecer del siglo Primero,  al final de la vida de Juan, se habían introducido ciertas doctrinas gnósticas que estaban minando a la iglesia. Esta es conocida en la actualidad como Docetismo, que viene de la palabra griega que significa “aparecer”. Esta doctrina enseñaba que no había venido el Señor en carne, sino que únicamente tenía la apariencia de hombre. Juan, inspirando por le Espíritu Santo, sale en defensa de la verdadera doctrina, y en calidad de testigo presencial de la enseñanzas del mismo Señor Jesucristo, la defiende y recalca  lo que siempre se había enseñado (ver 1 Juan 2:7). Juan, en su segunda carta, dice claramente que enseñan un doctrina errónea acerca del Señor Jesucristo: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2 Juan 1:9).
Pablo aconsejó a Tito, que hablase siempre de acuerdo a la Sana doctrina (Tito 2:1). Este modo de proceder debe ser nuestro objetivo como cristianos (seguidores de Cristo). Es decir, lo que prediquemos sea conforme a lo que las escrituras enseñan.
Todas las doctrinas que estudiaremos se encuentran en la Escrituras, y ninguna de ellas es desconocida para nosotros, ya que las estudiamos cada día cuando leemos las Escrituras en nuestros devocionales o en las reuniones de predicación del evangelio, de ministerio,  y de oración.
Dicho lo anterior, cabe indicar que el objetivo de este estudio es refrescar los cono-cimientos que ya tenemos sobre las doctrinas fundamentales del cristianismo y si alguna de ellas son desconocidas o poco claras, entonces podamos conocerlas o aclararlas, de modo que nuestro conocimientos sobre ellas sea los más completo posible; y así evitar que nos desviemos de estas.
Las doctrinas que estudiaremos: Bibliología, Teología, La Creación (de la naturaleza, los Ángeles y el Hombre), El Pecado, Cristología, El Espíritu Santo, La Trinidad, La Iglesia, La Gracia y Las cosas futuras
El ejemplo de los creyentes de Berea debemos seguir. Estos no se quedaron solo con lo dicho por Pablo en su predicación, sino que de ellos se dice: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Por lo cual debemos escudriñar cada versículo que se indique y corroborar que este esté usado en forma correcta.


1. BIBLIOLOGIA


Definición
Una definición formal, y la que encontramos en el diccionario, y esta corresponde a: “la ciencia general del libro, o sea, al estudio del libro ya sea aisladamente considerado en sus condiciones materiales, literarias, de antigüedad, de autenticidad y de mérito, ya en colección o formando biblioteca.”
Del punto de vista cristiano, la Bibliología es la doctrina o ciencia  de las Sagradas Escrituras. Esto es el estudio de la Biblia como una unidad, qué actualmente es, cómo llegó a nosotros, porqué algunos libros son incluidos y otros excluidos. Además comprende el estudio de las Escrituras como la única fuente autoritaria de la verdad teológica, y sus provisiones divinas para llegar a una comprensión de ella.
I.              CONSIDERACIONES GENERALES
¿Qué tiene de particular y peculiar?
Este  Libro ha sido Perseguido ha sido perseguido sistemáticamente por ideología humanas contraías a la fe. Vilipendiado por hombres doctos y grandes pensadores de la humanidad. Prohibido  y Quemado por perseguidores, pero por sobre todo por hombres que dicen ser cristianos. Satirizado por hombres inicuos y ateos que buscan desacreditar su contenido con falacias de teoría. Transformado en Papel higiénico por personas inescrupulosa que reciclaban el papel de la Biblia. Se dice que en la segunda Guerra, los soldados a cargo de los prisioneros judío requisaban sus Biblias y las convertían en papel higiénico. Esto se delataba porque en las hojas aun se conservaba las Sagradas Palabras de Dios. Y mal Traducido por hombres que dicen ser cristianos y las manejaron con claros propósitos de dar credibilidad a sus doctrinas erróneas.
         Por otro lado este Libro ha sido Traficado en caso de países que prohibían y prohíben su posesión y lectura. Traducido a prácticamente todos los idiomas y dialectos.
¿Cuál es el tema de la Biblia?
El tema es Cristo. En el Antiguo Testamento. encontramos las  Profecías y Predicciones acerca de él. En NT se encuentran el cumplimiento de las mismas y la revelación de Cristo
En el Antiguo Testamento el Reino de Dios en una forma temporal y provisoria, a través de la nación de Israel. Israel debía ser un ejemplo de lo que Dios quería de toda la sociedad, pero el pecado impidió que esto fuera así. Israel fue una mera sombra del Reino de Dios.
El hombre es pecador  y necesita ser reconciliado con Dios. Por esta razón, Jesús vino a vivir una vida perfecta, a morir en la cruz por nuestros pecados, y a resucitar de entre los muertos.  Jesús nos salvó del pecado y de sus consecuencias, restaurando nuestra relación con Dios y con nuestro prójimo. Cada persona que coloca su fe en Él comienza a participar desde ahora en su Reino. Este es el mensaje central de la Biblia:
Todos los daños causados por el pecado son restaurados en Cristo: “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”. (Colosenses 1:19,20)
¿Qué Contiene?
Contiene la revelación de Dios mismo y todas las doctrinas que la Iglesia posee. En ella también encontramos (1) los Pensamientos de Dios. (2) La condición del Hombre; el Camino de Salvación. (3) El Triste Fin de los Pecadores; la dicha de los creyentes.
Sus doctrinas son Santas, sus preceptos (disposiciones o mandatos) son irresistibles. Sus historias son ciertas, sus decisiones inmutables.
También Contiene Luz para guiarnos (Sal 119:105) cuando se camina por este mundo para llegar a destino que Dios nos ha predestinado.  Alimentos para nutrirnos (Meteos 4:4) para no desfallecer en el peregrinar de la vida.  Y  consuelo para animarnos (Salmo 119:50; He 6:18) cuando se presentan los problemas y estos nos abaten, cuando la vida nos golpea y entristece. El Salmo 23 es por excelencia un  consuelo, nos ha fortalecido y levantado, nos ha guiado por este valle de sombra y muerte.
¿Qué Es?
Este Libro Santo es un mapa de los viajeros, para seguir las pisadas que el Maestros nos ha dejado; Brújula del piloto,  que nos guía a seguir nuestro norte. Luz para no extraviar el camino (Salmo 119:105).  Espada del Soldado, para pelear por la fe (Efesios 6:13). Y Regla de conducta del cristiano.

II.           SUS NOMBRE Y TÍTULOS

Biblia. Del Griego Biblos (Mateo 1:1) y Biblion (Lucas 4:17) en su diminutivo, que significa “Libro”. Se Escribieron en Papiro, Por ende se aplicó a los Libros. Marcos 12:26, Lucas 3:4, 20:42, Hechos 1:20, 7:42
Por su naturaleza No es un Libro, es el “Libro”. Ella Contiene el antiguo y nuevo pacto (Testamento) (Lucas 22:20, 1 Corintios 11:25, 2Cor 3.6, Hebreos 9:15, 12:24). Donde en el Antiguo pacto relata el llamamiento e historia de la nación Hebrea; y el Nuevo Pacto, trata la historia y aplicación de la redención por el Señor Jesucristo.
Otros Nombres
Escritura. (Marcos 12:10, 15:28, Lucas 4:21, Romanos 4:3) y Las Escrituras (Mateos 22:29, Marcos 12:24, Hebreos 17:11, Romanos 1:2). Los términos anteriores indican que son escritos sagrados, y nos habla de su unidad y multiplicidad de Libros. Se usa para referirse a escritos del Antiguo Testamento. (2.Tim.3:16) y se usa para referirse a escritos del Nuevo Testamento (Gal.6:11).
La Palabra de Dios. Su Nombre más significativo y completo con que se puede de-signar a la Biblia (Marcos 7:13, Romanos 10:17, 1ª Tesalonicenses 2:13). Este Nombre es suficiente para justificar la fe del cristiano débil. Le lleva a uno investigarla cuidadosamente. Nos enseña a considerar la Biblia como expresión de sabiduría; como Dios hablando al hombre; Como escuela de aprendizaje con el fin de ser hombres de Dios perfectos

III.          ORIGEN DE LA BIBLIA
 ¿Quiénes la escribieron?
Fueron 36 Personas Inspiradas por el Espíritu Santo y bajo el control total de Dios. (2Pedro 1:21, 2Timoteo 3:16,17). Por Tanto la Biblia contiene la palabra de Dios.
Es la única revelación que Dios ha dado a los hombres. En el último libro advierte severamente que no se añada nada o se quite algo de ella (Apocalipsis 22:18-19)
Composición
El nombre Biblia, como ya dijimos, viene del término Biblos que quiere decir “libros. Este Libro esta conformado por 66 libros, escrito 40 autores en un tiempo aproximado de 1600 años.
Originalmente los escritos bíblicos fueron escritos a mano sobre pieles de animales (pergaminos) o sobre papiros. Cada copia original tenía que hacerse a mano. Por eso las copias eran escasas y sumamente valiosas.

IV.         LA DIVISIÓN DE LA BIBLIA
         La Biblia se encuentra divida en dos grupos de libros, esto son conocidos como Antiguo Testamento  y Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento
El canon del Antiguo Testamento se  completó unos 400 años antes del nacimiento de Cristo. Está formado por 39 libros (La religión católica considera 7 Libros adicionales, los cuales son considerados por el mundo cristiano como apócrifos), que fueron aceptados por la iglesia apostólica (que eran altamente usados por ellos)  y las iglesias protestantes desde los días de la reforma.
El autor de los cinco primero libros, conocido como Pentateucos, es Moisés,  y fueron  compuestos alrededor del 1500 AC. Parece que Esdras, el escriba, los coleccionó en un solo libro (ver Nehemías 8:2-3)
La Primera traducción del Antiguo Testamento fue en el siglo 3 antes de Cristo y fue del  hebreo a griego en Alejandría, Egipto. Fue llamada la Septuaginta (significa setenta) porque fue traducida por setenta eruditos. Cristo a menudo citó esta versión o un texto hebreo similar a ella.  Hay unas 250 citas de los libros del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento y ninguna proviene de los  libros apócrifos, tanto del Señor Jesucristo, como se mencionó y de los apóstoles.
La División actual del Antiguo Testamento, está compuesta por:
        Ley de Moisés:   Conocido por el nombre de Pentateuco y corresponde a los cinco primeros libros de nuestras biblias: Génesis (principios), Éxodo (salida), Número, Deuteronomio (segunda ley). 
        Los profetas. Corresponde a los libros proféticos e históricos, y se pueden dividir en dos grupos: Los profetas primeros y posteriores.
a)           Los Profetas Primeros:
o   Josué, que significa "Jehová es salvación". Escrito por Josué (24:26), sobre el año 1427 a.C.
o   Jueces. Posiblemente escrito por Samuel el último juez. (1060 a.C.)
o   Ruth. Relato de los tiempos de los jueces (1:1). Atribuido a Samuel. Escrito sobre el año 1060 a.C.
o   Samuel (1º y 2º). Autor: Samuel, concluido por alguno de sus discípulos (1.Sam.25:1; 28:3). Año 1000 a.C.
o   Reyes (1º y 2º). Se atribuyen a Jeremías. Año 550 a.C.
b)      Los Profetas Posteriores
        Profetas  Mayores
o   Isaías. 740-680 a.C.
o   Jeremías y Lamentaciones. 598-588 a.C.
o   Ezequiel. 574 a.C.
o   Daniel. 534 a.C.
        Profetas Menores.
o   Oseas. 710 a.C.
o   Joél. 797 a.C.
o   Abdías. 585 a.C.
o   Jonás. 862 a.C.
o   Miqueas. 710 a.C.
o   Nahum. 713 a.C.
o   Habacuc. 626 a.C.
o   Sofonías. 630 a.C.
o   Hageo. 520 a.C.
o   Zacarías. 487 a.C.
o   Malaquías. 397 a.C.
c)      Los Salmos: Compuestos por varios autores en un período de unos 1000 años.
d)      Los otros escritos.
o   Crónicas (1º y 2º).  Atribuido a Esdras y  fecha probable 450 a.C.
o   Esdras.  Autor Esdras y  fecha 450 a.C.
o   Nehemías.  El mismo autor y fecha 430 a.C.
o   Ester. Autor desconocido y  fecha probable 465 a.C.
o   Job.  Autor desconocido, atribuido a Moisés; y  fecha anterior al Pentateuco.
o   Proverbios.  Autor Salomón y  fecha: 1000 a.C.
o   Eclesiastés. Autor Salomón.  Fecha: 997 a.C.
o   Cantar de los Cantares. Autor Salomón. Fecha: 1014 a.C.
Nuevo Testamento
Los Libros que conforman en Nuevo Testamento son 27. Está conformado de la siguiente forma:
        Cuatro Evangelios
        Hechos de los Apóstoles
        Trece Epístolas de Pablo
        Epístola Anónima (Hebreos)
        Epístola de Santiago
        Dos Epístolas de  Pedro
        Tres Epístolas de Juan
        Epístola de Judas
        El Libro del Apocalipsis
Todas ellas fueron escritas en griego por ocho personas distintas, siendo Pablo el que más contribuyó en la formación del nuevo testamento.  Los eruditos piensan que el evangelio de Mateos fue escrito en hebreo, siendo el primer libro en conformarse y estaba destinado a los primero hermanos que formaban la Iglesia y estos eran de judíos.
Todos estos escritos fueron conformados en el siglo I D.C., siendo el último libro en redactarse el del Apocalipsis y es el que cierra el canon de nuestras Biblias.
Continuará.

 
La Biblia - Resumen de Sus 66 Libros Por L.M. Grant


Prólogo


Estos breves compendios de los 66 Libros de la Biblia, aparecieron por primera vez en las páginas de "El Señor está Cerca" - un calendario de meditaciones Bíblicas diarias.
Leslie Grant, en su habitual estilo conciso y llano, ha presentado para nuestra con-sideración los aspectos principales de cada libro de la Biblia. Cualquier persona, los estudiosos de la Biblia o los maestros igualmente, encontrarán que estos compendios les serán muy útiles para obtener una visión en términos generales de las Escrituras. Nuestra oración es que el Espíritu Santo use estos compendios para estimular, a todos los que los leen, a un estudio más completo y profundo de la Santa Palabra de Dios


Génesis


"En el principio creó Dios los cielos y la tierra." (Génesis 1:1)




Génesis significa 'principio'. Trata de la creación y la vida, entregando las semillas de todo lo que es desarrollado después a través de la Biblia entera.  Génesis retrata, de manera hermosa, la simplicidad de la vida temprana en la tierra; pero el comienzo del pecado y de la corrupción también se ven allí junto con el aborrecimiento de Dios y el juicio del mal. Génesis simboliza la obra dadora de vida de Dios comenzada en un alma - nuevo nacimiento - con la promesa del fruto por venir.
El libro gira en torno a las vidas de siete destacados patriarcas:
1.       En Adán se ven lecciones de vida  y  muerte. Él es figura de Cristo, porque él fue la cabeza de una raza; pero, en contraste con Cristo, él fue reclamado por la muerte, mientras que Cristo es una Cabeza Viviente.
2.       Enoc nos enseña acerca del caminar y del traslado. Él caminó con Dios, y "por fe Enoc fue trasladado," (Hebreos 11:5 - VM), un tipo de los santos que serán arrebatados a la venida del Señor.
3.       Noé ilustra las obras y la salvación. Su obra fue una obra de fe, y su salvación fue entrar a un mundo nuevo, un tipo de aquellos creyentes salvados durante la Tribulación para la tierra del milenio.
4.       Abraham nos habla de la fe y la separación. Su altar habla de lo primero, su tienda de lo segundo. Él llegó a ser un peregrino por llamamiento de Dios.
5.       Isaac muestra los principios de la sumisión y la perseverancia, porque, en general, la suya fue una vida obediente y consecuente.
6.       Jacob ilustra la disciplina y la previsión.  Los tratos de Dios son vistos en su vida al asegurar el sometimiento de Jacob y llevándole a la adoración mientras se acercaba la muerte.
7.       José: sufrimiento y exaltación son los temas de su vida. Un precioso ejemplo para la fe en todas las épocas.


 Éxodo


"Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto... y he descendido para librarlos." Éxodo 3:7,8.


Éxodo significa 'salida'. Su gran tema es la liberación. Aquí encontramos a Israel que ha llegado a ser una gran nación, pero en servidumbre de los egipcios, como esclavos. Después de muchos problemas y angustias, y después que Dios envió muchas plagas terribles sobre Egipto, Israel es liberado.
Primero, en el capítulo 12, la sangre del cordero rociada en los postes y dinteles de las casas tipifican nuestra redención de la culpa de nuestros pecados por medio de la sangre de Cristo.
En segundo lugar, la división del Mar Rojo e Israel cruzando a salvo antes de que los egipcios fueran atrapados y ahogados, son un tipo de nuestra redención, por medio del poder de Dios, de la esclavitud del pecado y del mundo, una redención llevada a cabo por medio de la muerte y resurrección de Cristo.
Una segunda sección del libro, comenzando en el capítulo 19, trata de la promulgación de la ley y la construcción del tabernáculo, junto con la institución de un sacerdocio especial en Israel. Mientras los creyentes de hoy no están en ningún sentido bajo la ley, con todo, la promulgación de la ley simboliza la autoridad de Dios siendo establecida entre un pueblo redimido. El sumo sacerdote es un tipo de Cristo, unido con la familia de sacerdotes, quienes tipifican a todos los santos de ahora - la Iglesia de Dios, creyentes-sacerdotes- que adoran a Dios por medio del Espíritu, más bien que en formas carnales. Pero el servicio del tabernáculo también ilustra de manera hermosa la gracia por medio de la cual Dios se ocupa continuamente de Su pueblo, deleitándose en tenerlos cerca de Él sobre la base del sacrificio de Cristo. (Continuará)





 ¿Con Qué Me Presentaré a Jehová? Por  T.H. Lyttle
Miqueas 6:6



Es Muy importante que sepamos la respuesta correcta a una pregunta tan vital como ésta. Al comienzo del capítulo se encuentra esta pregunta, vemos que Dios ha estado reprobando  el pueblo por su pecados y declarando que tiene pleito con ellos. La contestación del pueblo toma la forma de esta interrogación en el versículo 6, “¿Con qué me presentaré a Jehová?” El versículo siguiente lo muestra claramente  que ellos significaron, ¿Qué traeré en ofrenda a Dios por el pecado de mi alma?
Una pregunta semejante surgirá sin duda en el corazón de toda persona cuando Dios por su Espíritu pone nuestros pecados delante de nosotros. Véase como David, quien en el Salmo 51 había sido traído al reconocimiento de su culpa, dice en el vers. 3, “Mi pecado está siempre delante de  mí;” y entonces en el vers. 16 pasa a razonar algo así como los de Miqueas 6, diciendo: “Porque no quieres Tú sacrificio, que yo daría; no quieres holocausto.” ¿Qué pues daré o haré para solucionar la disputa entre Dios y mi alma?
La verdadera respuesta la dio nuestro Señor en Su parábola del Fariseo y el Publicano en Lucas 18. El cuenta de dos que “se presentaron a Dios en oración”, de lo que trajeron y como fueron recibidos. El fariseo trajo su opinión de sí mismo. “Yo no soy como los otros hombres.” También dijo de las cosas que hacía y las que no hacía, “Yo ayuno…yo doy.” Pero en toda su oración no hay confesión de pecado ni ruego por misericordia. Había usado una regla falsa cuando se comparó con sus semejantes; si hubiera usado la medida de la santa ley de Dios no habría tenido de qué jactarse. Pero como él no pidió nada por lo tanto no recibió nada.
El publicano, al contrario sólo trajo su culpa. “Dios, sé propicio a mí pecador”, dijo. Sólo el culpable necesita misericordia, y sólo el culpable la halla.  Además, fue una oración de fe. La Parábola estaba dirigida a unos  a “unos que confiaban de sí como justos;” el publicano no era de esos. Su Súplica “Dios sé propicio”, queriendo decir: “Dios ten misericordia, y “descendió a su casa justificado”.
Lector ¿dónde estás con respecto a este asunto? ¿Piensas llegar delante de Dios con tus propias obras, ayunos, penitencias, ofrendas, u otras cosas como éstas? Nunca te aceptará  Dios de esta manera. ¿No quieres venir como el publicano con nada más que tu pecado, y con ninguna otra súplica sino la de provisión hecha por Dios mismo en el sacrificio del Señor Jesucristo en el Calvario?
(Verdades Bíblicas No. 323-324)



 CÓMO ESTUDIAR LAS ESCRITURAS por C. H. Mackintosh
(Extracto de una carta)



A nadie le resulta fácil prescribir a otros su propio método de estudio de las Escrituras. Las infinitas profundidades de la Palabra, así como las glorias morales de la Persona de Cristo, se revelan únicamente a la fe y según las necesidades. Esto simplifica notablemente la cuestión. No es talento ni capacidad intelectual lo que necesitamos, sino la natural sencillez de un niño. El Autor de las santas Escrituras es quien debe abrir nuestro entendimiento a fin de que podamos recibir sus preciosas enseñanzas. Y seguramente lo hará, si tan sólo esperamos en él con todo nuestro corazón.
Mas nunca debemos perder de vista el hecho fundamental de que nuestro conocimiento se incrementará en la medida que pongamos en práctica lo que sabemos. De nada aprovechará sentarse cual ratón de biblioteca a estudiar la Biblia. Podemos llenar nuestro intelecto de conocimientos bíblicos, saber al dedillo las doctrinas de la Biblia y la letra de la Escritura sin una jota de unción o de poder espiritual. Debemos acudir a las Escrituras de la misma manera que un hombre sediento acude a una fuente; del mismo modo que un hombre hambriento va en busca de comida; de la misma forma que un navegante acude a su mapa. Debemos recurrir a las Escrituras por cuanto sin ellas no podemos hacer absolutamente nada. Acudimos a ellas no solamente para estudiarlas, sino para alimentarnos. Los instintos de la nueva naturaleza nos conducen naturalmente a la Palabra de Dios, así como el niño recién nacido desea la leche que lo hará crecer. El nuevo hombre crece cuando se alimenta de la Palabra.
De ahí la gran importancia práctica de este asunto relativo a cómo estudiar las Escrituras. Está íntimamente relacionado con nuestra condición moral y espiritual, con nuestro andar diario, con nuestros hábitos y con nuestra conducta. Dios nos ha dado su Palabra para formar nuestro carácter, gobernar nuestra conducta y dirigir nuestros caminos. Por esta razón, si la Palabra de Dios no ejerce una influencia formativa y un poder gobernante sobre nosotros, es el colmo de la insensatez pensar en acumular una gran cantidad de conocimientos bíblicos en la cabeza. Esto sólo nos infla –nos envanece– y nos engaña. Es algo muy peligroso manejar verdades sin sentirlas; ello fomenta fría indiferencia, liviandad de espíritu y endurecimiento de la conciencia, algo horroroso para santos de formal piedad. No hay nada que nos empuje más hacia las garras del enemigo que un cúmulo de conocimiento intelectual de la verdad sin una conciencia sensible, un corazón sincero y una mente recta. La mera profesión de la verdad sin que ésta haga mella en la conciencia ni se manifieste en la vida constituye uno de los mayores peligros de nuestros días. Es muchísimo mejor conocer poco en forma real y efectiva que acumular gran cantidad de verdades que yacen impotentes en la región del entendimiento sin ejercer ninguna influencia formativa en la vida. Prefiero con mucho hallarme honestamente en romanos 7 que ficticiamente en el capítulo 8. En el primer caso, estoy seguro de proceder a derechas; mientras que, en el segundo, ¡quién sabe qué será de mí!
En cuanto a su pregunta concerniente al uso de escritos humanos que nos ayuden a estudiar las Escrituras, se requiere mucha cautela. El Señor, sin duda, puede hacer uso –y, de hecho, lo hace– de los escritos de sus siervos, de la misma forma en que se vale de su ministerio oral, para nuestra instrucción y edificación. A la verdad, es maravilloso subrayar la rica gracia del Señor y sus tiernos cuidados para con su amado pueblo, al cual no dejó sin alimento en el presente estado resquebrajado y dividido de la Iglesia, sino que le proveyó del ministerio escrito por Sus siervos.
Pero, lo repetimos, se requiere gran cautela y diligente dependencia del Señor para no abusar de este don tan precioso; en otras palabras, a fin de que no seamos llevados a «vivir de prestado». Si verdaderamente dependemos de Dios, él nos dará lo conveniente; pondrá en nuestras manos el libro adecuado; nos alimentará con los medios apropiados. Es, pues, de él de quien lo recibimos; y lo hacemos en comunión con él. De esta manera, lo que Dios nos dé será refrescante, vivo, poderoso y formativo; hablará al corazón y brillará en la vida; creceremos en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡Precioso crecimiento! ¡Ojalá que haya más de él!
Por último, debemos recordar que la santa Escritura es la voz de Dios, y que la Palabra escrita es la transcripción de la Palabra viviente. Solamente por la enseñanza del Espíritu Santo podemos realmente entender la Escritura, y él revela sus profundidades vivientes a la fe y de acuerdo con las necesidades. Nunca olvidemos esto.



 LA ADORACIÓN (fragmento) por C. H. Mackintosh


Es sumamente importante que el lector cristiano comprenda el verdadero carácter de la adoración que Dios busca y le complace. Dios se complace en Cristo; por eso nuestro objetivo siempre ha de ser presentarlo a él delante de Dios. Cristo ha de ser la esencia de nuestra adoración, y lo será en la medida en que seamos guiados por el Espíritu Santo. Lamentablemente, ¡cuán a menudo no es así! Tanto en la asamblea como en privado ¡el tono está bajo y el espíritu apagado y pesado con demasiada frecuencia! Nos ocupamos más en nosotros mismos que en Cristo; y el Espíritu Santo, en vez de tener libertad para hacer su propia obra —es decir, tomar de las cosas de Cristo y mostrárnoslas a nosotros— se ve obligado a hacer que nos ocupemos con nosotros mismos, mediante el juicio de nuestro yo, por cuanto nuestros caminos no han sido rectos.
Debemos deplorar profundamente todo esto. Demanda nuestra seria atención como asamblea y como individuos, tanto en nuestras reuniones públicas como en nuestras devociones privadas. ¿A qué se debe que el tono de nuestras reuniones esté frecuentemente tan bajo? ¿Por qué tanta debilidad, tanta esterilidad y tanta divagación? ¿Por qué los himnos y las oraciones pegan demasiado a menudo tan lejos del verdadero blanco? ¿Por qué es tan poco lo que realmente merece el calificativo de adoración? ¿Por qué hay tan poco entre nosotros que reconforte el corazón de Dios?; tan poco que él tiene que decir: “Mi ofrenda, mi pan con mis ofrendas encendidas en olor grato a mí” (Números 28:2). Estamos ocupados con el yo y con sus circunstancias; con nuestras necesidades; con nuestras debilidades, nuestras pruebas, nuestras dificultades; y dejamos a Dios sin el pan de su ofrenda. En realidad, privamos a Dios de sus derechos y de lo que desea su amante corazón.



Las dos casas.


 Cualquiera,  pues,  que me oye estas palabras,  y las hace,  le compararé a un hombre prudente,  que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia,  y vinieron ríos,  y soplaron vientos,  y golpearon contra aquella casa;  y no cayó,  porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace,  le compararé a un hombre insensato,  que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia,  y vinieron ríos,  y soplaron vientos,  y dieron con ímpetu contra aquella casa;  y cayó,  y fue grande su ruina. Y cuando terminó Jesús estas palabras,  la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad,  y no como los escribas. (Mateo 7:24-29)
Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto,  el cual es Jesucristo.  (1 Corintios 3:11)


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