domingo, 16 de octubre de 2022

Carta a un joven cristiano: permanecer fiel al Señor

 Mi amado:

Tú conoces en tu corazón el amor que Dios tiene para con nosotros. ¡Qué gracia! Sí, Dios no perdonó a su propio Hijo, antes le entregó por todos nosotros. Y sobre este don inefable, sobre el Señor Jesús, el Hijo unigénito y amado de Dios, fundas tu salvación. Es una roca segura y eterna. Jesucristo se hizo hombre y dio voluntariamente en el juicio y la muerte su vida por ti. Dios lo resucitó y lo ensalzó a su diestra en la gloria, donde es el autor y garante de tu salvación eterna.

Por la fe en la potencia y eficacia de su sangre pre­ciosa, tienes el perdón de tus pecados, porque la Palabra nos lo dice también: "La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1: 7). Y sobre esta base, añade luego: "Os escribo a vosotros, hijitos, por­que vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre" (2: 12). Por esto, Juan podía cantar con los rescatados, y tú puedes unirte ahora a ellos: "Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre... a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén" (Apocalipsis 1: 5-6).

Deseo decirte las mismas palabras que Bernabé recordaba a los nuevos convertidos de la ciudad pagana de Antioquía: "Que con propósito de corazón permane­ciesen fieles al Señor" (Hechos 11: 23). ¡Cuán impor­tante es esto!

Permanece fiel al Señor con todo tu corazón. ¡Desde el primer día de tu conversión mantente fiel, decidido por tu Señor! Ponte a su lado resueltamente. No te avergüences de él en medio de este mundo pobre, impuro, malo, ni te avergüences de su Evangelio. El Señor y Salvador es el creador y poseedor de los cielos y de la tierra, es el juez de los vivos y de los muertos. Tú sabes lo que él hizo por ti. Siendo rico, se hizo pobre; para que con su pobreza fueras enriquecido (2 Corintios 8: 9). Llevó el juicio de tu pecado; dio voluntariamente su vida por ti, para librarte de la muerte y del juicio eterno, para arrancarte del poder de Satanás, y te hizo hijo de Dios y heredero de él. Ya no te perteneces a ti mismo ni al mundo. Ahora eres su propiedad con todo lo que tienes y todo lo que eres. Vive, pues, para aquel que murió por ti (a lo que asimismo Pablo nos exhorta y anima, 2 Corintios 5: 15) y añade a tu fe, según nos lo escribe el apóstol Pedro, la virtud (2 Pedro 1: 5), es decir, la decisión y el coraje.

¡Guárdate de tener un corazón dividido! Un cora­zón dividido es un veneno moral para el cristiano y una abominación para Dios, y aun los hombres no lo respe­tan. Y ahora que Cristo habita por la fe en tu corazón, nunca preguntes: «¿Por qué no puedo hacer esto o aquello? ¡No veo ningún mal!». Al contrario, pregunta: «¿Será esto del agrado de Cristo? ¿Puedo realizarlo con mi Señor? ¿Me acompañará en tal o cual camino?». Si andas fielmente con él, descubrirás con presteza lo que no le es agradable.

Permanece fiel al Señor con todo tu corazón. No te dejes seducir por el mundo, ni ser alejado de su persona. El mundo hace múltiples promesas que no puede man­tener; pero las hace y engaña a muchos. Su sonrisa es la falsedad. Tu corazón es demasiado grande: el mundo no puede llenarlo, pero es demasiado pequeño para reci­bir a Cristo en toda su plenitud, porque él llena los cielos de los cielos.

Permanece fiel al Señor con todo tu corazón. Entonces tu paz vendrá a ser más grande, más segura y tú gozo más puro. Mucho te regocijas de que ya posees el perdón de tus pecados, pero no te apoyes sobre tu gozo; ¡apóyate sobre el Señor! Tu gozo puede vacilar, pero él no cambia jamás. No te digo (¡ay! como muchos cristianos expresan a los recién convertidos): «¡No te alegres demasiado!» o «Tu alegría cesará». No, el gozo de la nueva vida permanece eternamente y se ahonda de año en año, más el del nuevo convertido se asemeja, con frecuencia, a un torrente de la montaña; es bello y su agua fresca, pero brama y echa espuma; al llegar a la llanura se tranquiliza, se ahonda, se torna más fructífero y puede llevar cargas pesadas.

E. Dónges

"El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto" (Lucas 16: 10).

DIAS DE BUENAS NUEVAS


 

Lectura: 2 Reyes 6:24-33; 7:1-20


Texto: “Cuan hermosos son los pies de los que anuncian el Evangelio de la paz, de los que anuncian el Evangelio de los bienes. Isaías 52.7


Enseñanza principal.

La escena de una ciudad, Samaria, sitiado por el ejército sirio, padeciendo hambre a la vista del enemigo, el anuncio del profeta Eliseo de parte de Dios, prediciendo la bendición de la abundancia, la incredulidad del príncipe, el descubrimiento hecho por los cuatro leprosos que después de acercarse y hacer abundante provisión comunicaron la buena nueva a la ciudad, nos proporciona una figura evangélica de fácil aplicación. El mundo se halla bajo el poder del destructor y soporta un sitio prolongado, reina el hambre espiritual, pero Dios anuncia la buena nueva de una amplia provisión; los incrédulos no la reciben y la perderán para siempre, mientras los que prueban bajo el peso de su necesidad hallarán abundante satisfacción y serán los mejores mensajeros para proclamar la salvación obrada por el Señor a los necesitados.

 

Bosquejo:

1) Un mensaje poderoso: 2 reyes 6:24

El enemigo de nuestras almas ha puesto el cerco.

2) Una condición miserable: 2 reyes 6:25-30

Hambre, relajamiento de los afectos, abandono la desesperanza.

3) Una promesa consoladora 2 Reyes 7:1

Solo de Dios puede venir la salvación y la liberación.

4) Una manifestación de incredulidad. 2 Reyes 7:2

El pecado de la incredulidad es una afrenta a Dios

5) Un hallazgo oportuno. 2 Reyes 7:4-8

Aún los más indignos son los primeros en disfrutar la bendición. (Mt 20:16)

6) Un anuncio sorprendente 2 Reyes 7:10

Dios utiliza los instrumentos más pequeños e indignos. (1Cor.1:27-29)

7) Un castigo merecido. 2 reyes 7:17-20

Quien permanece incrédulo al Hijo no verá la vida. (Lucas 14:24)

 

Notas de la Lección.

1)   Las consecuencias del pecado 2 Reyes 6:24-33

La situación dentro de la ciudad reflejaba con exactitud la condición en que se halla el mundo: bajo el cerco diabólico el mundo sufre las consecuencias del pecado:

a)    Hambre: El mundo sufre gran necesidad, hay hambre y sed de justicia. El problema es pavoroso y alcanza a la mujer y al niño más humilde y como también al rey y su corte. Todos sienten un vacío imposible de llenar.

b)    Perversión de valores y afectos: En el cuadro de las dos madres en un macabro pacto de comer el hijo respectivo para saciar el hambre. El mundo es un cuadro macabro también, se han degenerado los afectos, viciado las costumbres, el mismo canibalismo practicado por los salvajes queda eclipsado ante los otros valores que se destruyen día a día en el mundo civilizado (Rom.1.21-32)

c)    Negación de Dios: En vez de atribuir al pecado y al alejamiento de Dios las consecuencias funestas que les tocaba vivir, el rey echa la culpa al profeta y busca su muerte; es así en el día de hoy, en vez de reconocer con un verdadero arrepentimiento sobre el pecado que la culpa es humana, el hombre atribuye la causa de su infortunio y las calamidades que le sobrevienen, a Dios. Sin embargo, es allí donde brilla la misericordia divina que llega siempre a tiempo y cuando el ser humano ha llegado al extremo.

 

2)   El anuncio de los bienes. 2 Reyes.7:1

Solo de Dios puede venir la liberación (Jonás 2:10), esa es la base del mensaje del profeta, para que volvieran los ojos a Dios y esperaran el cumplimiento de la promesa. Este es el secreto de la felicidad para el ser humano; solo ha de recibir de Dios el bien y recibirlo con hacimiento de gracias, como en aquella oportunidad hubo quienes no creyeron que Dios podía hacer grandes cosas y lo expresaron en una frase figurativa: ¿Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, seria esto así? Bueno es cotejar el pasaje en Malaquías 3:10 donde Dios promete abrir ventanas en el cielo y derramar bendiciones hasta que sobreabunde solamente si su pueblo está dispuesto a cumplir con El. Si el pecador se vuelve a Dios, Él está ansioso por demostrar su bondad, su amor y su gracia en las bendiciones necesarias.

 

3)   Una resolución desesperada: 2 Reyes 7:3-5

Se hallaban en una encrucijada; si entraban en la ciudad se hallaban expuestos a morir en ella, si quedaban donde estaban también; de manera que tuvieron que tomar una decisión y salir de su situación desesperada. Hay muchos en esta condición. Es la condición humana por excelencia, inmundos por la lepra del pecado, condenados a estar fuera y lejos, en una situación expectante, pero sin lograr satisfacción ni vida. Se advierte en el lenguaje de su resolución que el problema para ellos era de vida o muerte. (v.4); es así con los pecadores: se hallan en una encrucijada que es vida o muerte, y somos nosotros los que debemos escoger (Deut. 30:14-19). De paso diremos que cuando los cuatro leprosos hallaron la vida y el bien y se convirtieron en los portavoces de la alegre Nueva son en cierto sentido una figura de los cuatro evangelistas que cada uno bajo un cierto aspecto presentan a Cristo y las Buenas Nuevas de su salvación.

 

4)   Un sentimiento de responsabilidad: 2 Reyes.7:9

Es este un versículo pleno de sugestión para nosotros en lo que nos enseña de responsabilidad en cuanto al deber que nos toca cumplir. Analicemos cada palabra.

a)    “Hoy”: Tenemos un mensaje que es de rigurosa actualidad, las buenas nuevas de la salvación siempre tienen un mensaje de fresca unción para el día que nos toca vivir. Hay en este “hoy” una reminiscencia de nuestro Señor en su mensaje inaugural en Nazaret. (Lucas 4:21)

b)    “Es día de buena nueva”: Lo que le da valor al día que vivimos es que hay un mensaje que proclamar y es de “buena nueva”, tal es el carácter del mensaje más glorioso que jamás se ha proclamado a los seres humanos, sin él, cada día sería un día más, gris y sin esperanza, pero lo que lo ha convertido en un día de luz y esperanza es que todavía se proclama bajo la gracia el Mensaje de Salvación, perdón y paz.

c)    “Y nosotros callamos”: Se ve aquí el sentimiento de responsabilidad; es inadmisible que quienes han sido iluminados por la verdad, callen (Hechos 18:9; 2 Cor.4:13-14). Hay un silencio de culpabilidad (Salmo. 51:15), pero quien ha recibido tal gracia no puede callar sino proclamar a todos las mercedes con que el Señor ha colmado la vida (Isaías 6:7-9)

d)    “Si esperamos hasta la mañana”: Hay una urgencia que nos constriñe a entregar el mensaje sin demora; otras cosas pueden esperar o postergarse, pero esta no, aquellos a quienes tenemos que hablar pueden pasar a la eternidad igual que nosotros y no volver a tener ni nosotros ni ellos otra oportunidad; el mundo vive su noche oscura, somos hijos del día y la mañana viene, es ahora que urge entregar el mensaje de vida (1 Tesl.5:4-8; Col. 4.5).

e)    “Vamos pues”: Se ve la decisión espontánea; es una obra grande y requiere decisión (Jueces 4:15; Hechos 9:6). Detrás de cada servicio para el Señor hay un llamado a actuar y hacerlo con decisión; siempre habrá uno más decidido que diga a los demás ejerciendo una santa influencia: “vamos pues.”

 

5)   El castigo sobre el incrédulo: 2 Reyes 7:20

“Y murió “, es la consecuencia inevitable para los incrédulos, la muerte segunda, Hechos 3:17-19: vio, pero no participo de la bendición provista por Dios como el rico de Lucas 16:23. El lago de fuego será la porción de los incrédulos. (Apoc. 21:8)

 

Aplicación

Recordemos a nuestros alumnos la condición del pecador en un mundo sitiado y dominado por el temor de la muerte (Hebreos 2:14-15) hablándoles de aquel que por su muerte y resurrección nos ha traído vida y libertad y nos pregona el Evangelio de los bienes.

 

Indicación para menores

Estoy seguro que ninguno de los niños de la clase conoce lo que significa tener mucha hambre; por eso les será difícil comprender el valor de las Buenas Nuevas de las que habla la lección. En los días del profeta Eliseo vino una terrible miseria en Samaria porque los ejércitos enemigos habiéndola rodeado no permitían ningún intercambio comercial. El mismo rey de Israel comprobó como a tanto había llegado el estado de la necesidad que las personas eran muertas para comer. Todo esto nos lleva a ver la provisión que Dios debía hacer para que no perecieran las personas.

 

Miseria:

Todo alrededor mostraba que solo había miseria, declinación y muerte. Así ocurre con el ser humano que no conoce al Señor; está completamente imposibilitado y solo le espera la muerte eterna. Además, vemos aparecer en la lección de unos leprosos que desahuciados de la vida no hallan en el mundo de Samaria como solucionar su mal ni siquiera en forma temporal. Parece verse en estos a los pecadores que buscan en esta vida la solución para su alma, pero, a medida que el mal avanza, la impotencia humana también crece.

Miremos por unos momentos a estos leprosos. Primero miran la ciudad y su pobreza; luego oyen el mensaje del profeta, pero no esperan su verificación. Estos son como los que oyen el mensaje y antes que llegue su cumplimiento procuran por sus propios medios darle forma y fin. No obstante, la premura de los leprosos de ir al campo enemigo, Dios en su gracia uso este para mostrarles cómo se cumplirían todas sus promesas, por imposibles que parecieran. Los sirios no estaban en sus carpas, pues el Señor les había hecho oír como ruido de gran ejército y habían huido. Entonces llegamos al segundo paso.

 

Comprobación:

Porque vieron lo que nunca les había sido contado (7:5-7) no solo los enemigos dispersos, sino también la provisión de gracia que Dios tenía para ellos en el mismo campo del enemigo. Cuando nosotros miramos a lo que Él nos ofrece también vemos que toda la provisión está a nuestro alcance, porque su infinita gracia ha vencido al enemigo en la Cruz de Cristo y nos ha dado en ella el perdón de los pecados, la paz de nuestros corazones y la vida eterna. Ahora los leprosos no tendrán que mendigar a la puerta de la ciudad, sino solamente tomar lo que ya estaba preparado para ellos por el poder de Dios. Al principio el corazón humano engañoso más que todas las cosas, los llevo a olvidarse de los demás, pero pronto nació en ellos el deseo de comunicar a sus conciudadanos del hallazgo diciéndoles el uno al otro: “hoy es día de buena nueva y nosotros callamos”

 

Manifestación:

Contentos con lo que tenían volvieron a dar las noticias a los demás. Es sugestivo el nombre de “buenas nuevas” porque nosotros también tenemos un mensaje para el mundo que la palabra de Dios le llama “Buenas Nuevas”; mensaje que muestra como el amor de Dios ha sido tan grande que mando al Señor Jesús a morir en la Cruz del Calvario “para que todo aquel que en el cree no se pierda más tenga vida eterna.” Queridos niños, imitemos a los leprosos en apropiarnos de la provisión de Dios y luego llevémosla también a otros para que muchos sean salvos por él.

Revistar el Mentor


Sobre esta Roca, Edificaré mi Iglesia

 

“Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:15-18)

La firmeza y estabilidad de cualquier edificio dependerá de sus fundaciones, estas son de vital importancia puesto que será la encargada de recibir las cargas, los esfuerzos y pesos propios de la construcción, transmitiéndolo hacia el suelo. Requiere de un estudio minucioso del tipo de suelo y su comportamiento. En el plano espiritual, el fundamento que sostiene la iglesia es algo que debe ser capaz de sostener no solo la edificación de la casa de Dios, sino además capaz de soportar todas cargas y esfuerzos con que el enemigo va a tratar de derribarla. Cuando Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos, Pedro respondió “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, a lo que el Señor respondió “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”, aquí en esta respuesta de Pedro, que le fue revelada por Dios, y es el fundamento sólido, firme e inamovible de la iglesia, Pedro respondió: “El Cristo, el Hijo del Dios viviente”, el Cristo es la roca sobre la cual la iglesia esta edificada y nada, absolutamente nada podrá prevalecer contra ella.

Una casa o un edificio es seguro cuando uno sabe que la empresa constructora que lo ha levantado ha realizado un estudio diligente del suelo y ha usado los estándares más exigentes en cuanto a ingeniería y materiales para construirlo, eso da confianza y tranquilidad para vivir allí. La Iglesia, queridos hermanos, si bien es un edificio espiritual, podemos estar completamente seguros que sus fundamentos son de absoluta confianza, pues este fundamento es nada más y nada menos que nuestro amado Señor Jesucristo, no solo por el hecho de ser el Hijo del Dios viviente, sino porque él la compró con su propia sangre preciosa que derramó en la cruz al dar su vida por los culpables. El nivel de calidad para ser edificada es imposible de alcanzar por hombre alguno, pues estos debían cumplir con exigencias colocadas por el creador mismo. Ahora, sabemos por la Biblia que cada uno de los redimidos por la sangre de Jesús, somos piedras vivas, como el mismo apóstol Pedro lo expresa en su primera carta: “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1ª Pedro 2:5) y así como Pablo exhortaba a Timoteo, debemos nosotros también considerar esta exhortación en relación a la iglesia: “Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (1ª Timoteo 3:14-15), cabe por lo tanto una gran responsabilidad a nosotros los creyentes, conducirnos conforme a lo que la iglesia representa para el mundo “columna y baluarte de la verdad”

La iglesia es el testimonio que el Señor ha dejado para transmitir el mensaje maravilloso del evangelio y cada iglesia local es un testimonio en aquel lugar donde un local de reuniones se ha levantado para decirle al pecador que en Jesús hay salvación, hay perdón de pecados y vida eterna, y que todo esto es posible porque quien respalda esta verdad es el Señor, fundamento sólido de nuestra confianza y tranquilidad, ¿qué mejor aval? El Señor nos anime a cada uno de nosotros a comprometer nuestras vidas a su causa, no olvidemos que cada uno de nosotros también estábamos muertos en delitos y pecado y fuimos sacados de este mundo cuando alguien nos predicó el mensaje del evangelio, el cual es poder de Dios para todo aquel que cree. Somos portadores de una noticia que anuncia que en Cristo Jesús hay salvación y vida eterna, y que él desea que otros también puedan encontrar seguridad en esta vida y en la venidera. Y tú querido amigo, si aún no estás descansado en el Señor como tu Salvador, no dejes pasar más tiempo y abre tu corazón y recíbele ya mismo, “Porque dice…He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2ª Corintios 6:2), y podrás enfrentar la eternidad con la seguridad de saber que tienes vida eterna en su nombre, que así sea, amén.




¿Qué es el Evangelio?

 


4 ¾ El pecado


¿Qué es el pecado?

Algunos creen que el pecado comprende apenas los crímenes e injusticias mayores. En cambio, el apóstol Pablo afirma que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”, Romanos 3.23. El pecado no es tan sólo hacer algo que la sociedad no aprueba; es encontrarse falto de la intachable justicia de Dios. Todo ser humano está por naturaleza en esta triste condición.

Santiago ve el germen del pecado en la concupiscencia y malos deseos, como verá en la trágica secuencia que figura en Santiago 1.14,15. Uno va cuesta abajo, dice, empezando por la tentación y terminando con la muerte. Los pensamientos malos, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez son pecados, lo mismo como el adulterio y el homicidio. Todos contaminan al hombre; Marcos 7.21 al 23.

“Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”, Santiago 4.17. Así, la falta de cumplir nuestro deber es pecado. El que hace acepción de personas comete pecado, porque Dios dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, Santiago 2.8,9. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos”, 1 Juan 1.8. El pecado es, entonces, todo movimiento de la voluntad humana contra la voluntad de Dios, sea consciente o inconsciente.

¿Cómo se originó el pecado?

El Diablo, transformado en serpiente, engañó a Eva con astucia en el Edén, 2 Corintios 11.3. Los primeros capítulos del Antiguo Testamen­to relatan mayores detalles. Dicen que los primeros humanos, Adán y Eva, vivían en la inocencia y gloria, con dominio sobre sí mismos y sobre la creación que Dios había encomendado a su custodia.

Dios les dio todo en aquel paraíso. Pero, en su sabiduría divina, retuvo una sola cosa: el conocimiento del bien y del mal. Tal conocimiento fue representado en un árbol, y Dios dijo claramente a Adán que podía gozar de todo en aquel paraíso excepto de dicho árbol. La tal cosa les traería no sólo el conocimiento del mal sino también la participación en él. Adán y Eva desobedecieron. Su actuación fue rebeldía contra Dios, y se convirtieron en pecadores.

¿Qué resultado trae el pecado?

“El pecado entró en el mundo por un hombre [Adán], y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Y, “la paga del pecado es muerte”, Romanos 5.12, 6.23. Adán murió espiritualmente de una vez al pecar; es decir, la amistad que tenía con Dios fue rota, y él fue separado de la presencia divina. Físicamente, él murió muchos años más tarde.

Esta es la regla divina, aun para nosotros. El pecado rompe la comunión entre Dios y el hombre. Trae la miseria. Tarde o temprano, trae la muerte física también.

¿Somos nosotros pecadores?

Adán pecó y toda la raza pecó en él, de manera que existe la raíz del pecado en todo ser humano. Es así aun antes de que uno cometa un acto voluntario de pecado. En Mateo 15.18 al 20 Cristo habla del mal que hay en el corazón del hombre: “Del corazón salen los malos pensamientos…” Pablo escribe en Romanos 3.10 al 12: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno; no hay ni siquiera uno”.

Es cuando Dios nos despierta que le buscamos de verdad; por naturaleza queremos hacer según nuestra voluntad propia.

¿Tenemos nosotros la culpa?

Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no tienta a nadie; Santiago 1.13. No podemos echar la culpa a Dios, ni a Adán. “Por la transgresión de uno [Adán] vino la condenación a todos los hombres; de la misma manera por la justicia de uno [Cristo] vino a todos los hombres la justificación de vida”, Romanos 5.18.

Por medio de su Hijo, el Dios y Padre salva de los resultados del peca­do. Él nos ofrece el perdón y nos libra de la condenación del pecado. Nadie se perderá por ser hijo de Adán, sino por no haber recibido la salvación que Dios provee por medio de Cristo.

La condenación, aclara Juan 3.18,19, es que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malas. Y, valga añadir, fue Jesús, y sólo Él, quien pudo decir: “Yo soy la luz del mundo”, Juan 8.12.

Las armas del soldado de Cristo

 

Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe


“El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”. (Gálatas 5:17)

· El creyente que no tiene lucha es porque ha sido vencido.

· El creyente que no es tentado, es porque es tentación para otros.

· El creyente que no sufre, es porque tiene miedo o contemporiza con el siglo presente.

David no podía quedar insensible ante la afrenta que infligía Goliat al pueblo de Dios. El insulto de aquel filisteo desbordó los nobles sentimientos de David. “¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso para que provoque los escuadrones del Dios viviente?” (1 Samuel 17:26) Las armas del rey Saúl eran nuevas para David, v. 39. El mismo Saúl consideraba ineficaces sus propias armas; y nada decía, ya que Goliat tenía cuarenta días provocando a Israel. No podemos combatir al enemigo con las armas de otro. Cada uno con su habilidad y capacidad que el Señor repartió. El mensaje y la actitud del hermano no es mi mensaje; de otra manera sería imitación, y la única imitación que Dios acepta es la de la piedad. Si no debemos imitar la actitud de los hermanos, ¡cuánto menos las armas, costumbres, modas y vanidades del mundo!

David, pues, ocurrió a sus propias armas originales con las cuales había combatido a enemigos más poderosos que Goliat, v. 34. Él escogió cinco piedras lisas del arroyo; no eran piedras cualesquiera. v. 40. Yo digo que las piedras eran redondas, vivas, antiguas, húmedas. En todo esto tenemos tipo del carácter de nuestro Señor Jesucristo. Redondas, como el “que no tiene principio de días, ni fin de vida”. (Hebreos 7:3, Apocalipsis 1:7) Lisas: La ofrenda de flor de harina fue emblema de su carácter suave, sin aspereza. En Isaías 53:7,9 se ve esta suavidad: Él no abrió su boca para quejarse ni para defenderse, ni para mentir. Húmedas: se ve su carácter tierno, compasivo, sentimental. Se estremeció ante las lágrimas de la viuda de Naín; lloró ante el dolor de sus amigos de Betania; se compungió ante la miseria del leproso, ante el ruego de la mujer cananea. “En toda angustia de ellos él fue angustiado”. (Isaías 63:9)

Se apresuró a recoger la oreja de Malco y restaurarla a su lugar, mandando a Pedro a guardar la espada. Reprendió a los hijos de Zebedeo cuando propusieron pedir fuego del cielo para consumir a los samaritanos. Siendo inocente, fueran atadas sus manos y fue abofeteado por un esclavo, pero se limitó a preguntarle: “¿Por qué me hieres?” En la cruz presiente la ira del cielo contra sus matadores, e interviene: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Él es la Roca viva fundamento de su Iglesia, piedra que desmenuzará a sus enemigos. Es la Roca antigua: “de la Roca que te creó te olvidaste”. (Deuteronomio 32:18)

Pero qué ejemplo tan patente nos dan las armas del rey Ezequías. Ante el insulto de su persona, el desprecio a su pueblo, y la blasfemia contra Dios que profirió Senaquerib rey de Asiria, “el pueblo calló, y no le respondió palabra; porque había mandamiento del rey, el cual había dicho no le respondáis”. (2 Reyes 18:36) Las armas de Ezequías eran su oración y confianza en su Dios. “Tomó Ezequías las cartas (injuriosas) de manos de los embajadores y después que les hubo leído, subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová”. (2 Reyes 19:14,15) Hay que librar estas batallas para que el creyente se despoje de sus propias armas, y llegue a adquirir la experiencia que “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13)

Pablo fue diestro en las armas espirituales, y las pruebas templaron el acero de su carácter de tal modo que hablaba con confianza. “No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado. En palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra”. (2 Corintios 6:3-10)

Contra tres soberanos poderes tiene que enfrentarse el creyente. Son las asechanzas del diablo, las huestes espirituales de maldad y el día malo. (Efesios 6:11,12) Siete armas tiene el creyente a su favor para combatir contra esos poderes.

Las asechanzas del diablo se combaten con el escudo de la fe y la espada del Espíritu. Enseñándonos que nada puede minar nuestra fe en el Señor, y que nada escapa a la penetración de la palabra de Dios, el alma, el Espíritu y todo lo que forma y emana del cuerpo. (Hebreos 4:12)

Las huestes espirituales de maldad se combaten con la verdad por ceñidura de los lomos, sin transigir. (Gálatas 2:5) La justicia como peto para proteger el pecho, pagando “al tributo, tributo; al que, impuesto, impuesto; al que respeto, respeto”. (Romanos 13:7,8) Y “el yelmo de la salvación”. Capacete en la cabeza para resguardarla de las malicias profanas. “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo amable, todo lo de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. (Filipenses 4:8)

“El día malo”: este día merece una reseña especial, porque hay muchos creyentes que piensan que el día malo es algo que está reservado para el futuro. El día malo siempre está en el presente. Abraham, Jacob, David, Pedro, Pablo y miles han experimentado los azotes del día malo. ¿Habéis oído del tremendo choque que tuvo Don Santiago Saword? ¿Estáis informados del dolor agudo que sintió la familia Gil de Nirgua cuando pereció trágicamente su hijo? ¿Habéis oído de un hermano en Estado Lara que perdió su casa y todos sus enseres en un incendio? Todos esos son los efectos del día malo en diferentes maneras, y del cual ninguno de los hijos de Dios estamos exentos.

Dos armas nos quedan para combatir el día malo. “Los pies calzados con el apresto del evangelio de paz (servicio), y la oración que es el arma más poderosa, vv 14-18, que sobrepasa las demás armas, porque penetra los cielos y desarma al mismo Dios, diciéndolo con reverencia.

Entonces reconocemos que estamos librando una lucha con enemigos espirituales poderosos, y lo que se requiere es firmeza en el combate. Sama, hijo de Age, fue uno de los valientes de David. Cuando los filisteos vinieron para pelear, Sama se situó en un pequeño terreno lleno de lentejas. “Entonces Sama se paró en medio de aquel terreno y lo defendió, y mató a los filisteos, y Jehová dio una gran victoria”. “Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe”. (2 Samuel 23:11,12, 1 Juan 5:5)

José Naranjo

Preguntas y Respuestas

 


1.    ¿Dónde se nos ordena lo que la Asamblea debe hacer con un creyente que haya sido hallado culpable de tal pecado que deba lla­mársele «ese perverso»?

àQué debe hacer la Asamblea en este caso está previsto en 1 Co 5.

2.    ¿Qué se le ordena hacer a la Asamblea con «un perverso»?

àSe ordena a la Asamblea a quitar «a ese perverso» de entre ellos (1 Co 5:13).

3.    En 1 Co 5:11 se mencionan distintas clases de pecados morales. ¿Qué otra clase de pecado señala a uno como «perverso»?

àMal de carácter doctrinal, si es de naturaleza fundamental, señala al que lo sustenta como «perverso».

4.    ¿En el Nombre de Quién actúa la Asamblea al poner fuera a «un perverso»?

àAl poner fuera de comunión a «un perverso», la Asamblea actúa en el Nombre del Señor Jesucristo (1 Co 5:4).

5.    ¿Qué autoridad existe para una acción de esa naturaleza?

àLa autoridad que concede la Palabra de Dios.

6.    Si la acción no se ejecuta en justicia, de acuerdo con la Palabra de Dios, ¿la aprobará el Señor?

àSi la acción tomada no reviste la justicia que determina la Palabra de Dios, el Señor no podrá aprobarla, pues «Él es justo» (1 Jn 3:7).

7.    Cada asamblea es la expresión local de todo el Cuerpo, la Asamblea entera en todas partes, de modo que su actuación es la de la Asamblea en todo lugar. Por tanto, si la acción de una asamblea al poner fuera a «un perverso» está de acuerdo con la Palabra de Dios, tiene la aprobación de Él, y lo que es atado en la tierra será atado en el cielo (Mt 18:18). Teniendo en cuenta que esta acción ha sido atada en el cielo y en la tierra, ¿qué actitud debe asumir cualquiera otra asamblea con respecto a ella?

àCualquiera otra asamblea deberá reconocer la acción tomada y tratará a la persona disciplinada como si se tratara de una acción pro­piamente suya.

 

8.    Cuando uno que ha sido puesto fuera de comunión como «perverso» se arrepiente, ¿cómo debe tratarlo la Asamblea?

àCuando uno que ha sido puesto fuera de comunión como «perverso» se arrepiente, la Asamblea debe restituirlo a la comunión cristia­na y confirmar su amor para con él (léase 2 Co 2:5-11).

9.    Si la escritura que reza: «Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo» se aplica cuando un hermano es «quitado de en medio de vosotros» como «perverso», ¿qué escritura se aplicará al ser restituido a la comunión cristiana después de su arrepentimien­to?

à«Todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo» (Mt 18:18).

 

10.  Pedro hizo en cierta ocasión la siguiente pregunta al Señor: ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete veces? ¿Qué respondió el Señor a Pedro?

àJesús le dice: «No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete» (Mt 18:22).

11.  ¿Cuál es el incentivo para los cristianos perdonarse los unos a los otros?

àLos cristianos son exhortados a perdonarse los unos a los otros, porque, aunque ellos no lo merecieran, Dios los ha perdonado en Cristo. Han de ser imitadores de Dios como hijos amados (Ef 4:32; 5:1).

12.  Moisés dio a los hijos de Israel «los diez mandamientos». ¿Qué «mandamiento nuevo» dio el Señor a Sus discípulos?

à«Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros» (Jn 13:34).

13.  ¿En qué conocerán todos que los cristianos son discípulos de Cristo?

à«En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Jn 13:35).

Fred Wurst

LOS DOS ASPECTOS DE LA SANTIFICACIÓN

 


LOS DOS ASPECTOS DE LA SANTIFICACIÓN

 

Dios los ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad. (2 Tesalonicenses 2:13 NBLA)

 


Las Escrituras tienen mucho que decir acerca de la santificación en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, y donde sea que la hallemos; significa fundamentalmente separación o ser puesto aparte. En el Antiguo Testamento, la palabra santificación se utiliza tanto en relación a cosas como a personas, mientras que en el Nuevo Testamento está limitada a estas últimas.

Cuando se aplica a los creyentes, tiene un doble significado—uno primario y uno secundario. Sin embargo, en las mentes de muchas personas el significado secundario ha anulado al primario. Para muchos, la santificación de los creyentes es un proceso por el que somos hechos cada vez más santos y agradables a Dios; pero su significado primario es que, por un acto de Dios, hemos sido apartados para Él mismo. En el sentido primario, todo creyente ha sido apartado para Dios. Esta santificación posicional es un hecho objetivo y absoluto. En el sentido secundario, todo creyente debe ponerse aparte para Dios. Esta santificación práctica y progresiva es una experiencia subjetiva. Y cuando permitimos que la experiencia subjetiva eclipse el hecho objetivo, las cosas se salen de su lugar.

No nos volvemos más santos por alcanzar cierto estándar de santidad práctica. Somos santificados de Dios, y debido a ello, la santidad nos incumbe. Así es como Dios quiere que sea, y es según el principio de la gracia. Somos santificados por la obra de Cristo (He. 10:10) y por el Espíritu Santo (2 Ts. 2:13). También está nuestro lado, con las medidas que debemos tomar para promover la santificación. Debemos «evitar» ciertas cosas, «apartarnos de iniquidad», y «limpiarnos» de los instrumentos de deshonra. Así es como progresa la obra práctica de la santificación. Es la gran obra que el Señor está llevando a cabo con Su Iglesia—“para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra” (Ef. 5:26).

F. B. Hole.

El Señor está cerca, 2022.