domingo, 12 de diciembre de 2021

Al Señor de los clavos

 


Al Señor de los clavos

cuyas manos y pies

fueron horadados

 

Nardos blancos

fueron traspasados

por el ruin clavo

 

Señor de los clavos,

sin mediar palabras

fuistes quebrantado

 

Cordero mudo,

blanco inmaculado

regando tu sangre

cual manto sagrado.

 

A ti Señor de los clavos

esta torpe alma

reconoce tu dolor callado

 

Cristo Santo, puro increado,

al hombre bendijiste

desde el madero en alto

gritando con voz firme

todo ha sido consumado

                             Chloë Χλοη

POTENCIAL DE FUERZAS SOBRE FUERZAS

 Nuestra suficiencia es de Dios


            No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios. (2 Corintios 3:5)


            Un proverbio callejero dice: “La pelea es peleando.” Cualquiera cree que es poca cosa, pero es una lucha que el creyente está librando en la gracia para alcanzar el objetivo, y Pablo nos demuestra en cuatro maneras el desarrollo:

·  Gran esfuerzo: “Pues tú, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.” (2 Timoteo 2:1)

            La idea parece de bajar frutos de un hermoso árbol cargado de deliciosas frutas, empinándose para bajar las más elevadas, pues el árbol no puede ser golpeado, ni tampoco es permitido que los frutos caigan a tierra. (1 Samuel 3:19)

            He aquí un cuadro de esforzarse de la gracia: comunión santa con Dios y frutos limpios para los hombres. La gracia de Dios es superabundante, pero el Señor espera la colaboración nuestra para derramar de su río lleno, abundante bendición que nos capacite para enseñar también a otros. (2 Timoteo 2:2)

·  Conforme a sus fuerzas: “Pues de su grado han dado conforme a sus fuerzas, y aun sobre sus fuerzas.” (2 Corintios 8:3)

            Hubo grande expresión de su amor por medio de su contribución espontánea, pasando por una pobreza extrema y una tribulación terrible. Estos macedonios se dieron primeramente al Señor al saber que “en esto consiste el amor; no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (1 Juan 3:10)

            Los macedonios llegaron a lo profundo de la filosofía “que no se puede amar sin dar,” pues Dios nos amó y nos dio al hijo de su amor. Parece que Pablo fue conmovido por tanta liberalidad de los macedonios y trató de persuadir a que ellos retirasen aquel sacrificio, pero los propósitos de los macedonios eran abnegados y puros: “Pidiéndonos con muchos ruegos que aceptásemos la gracia y la comunicación del servicio para los santos.” (2 Corintios 8:4)

            ¡Cuántos son estrechos en sus propias entrañas! No se disponen a sacrificar algo para el Señor. Han regateado con lo que no es de ellos, es del Señor. Entonces han establecido un hábito en su vida, la ofrenda para el Señor en el primer día de la semana es un real, o un bolívar, o dos bolívares, y más nada dan en pro de la obra de Cristo. Así pueden pasar muchos años sin entender que el Dios de toda gracia es el Dios de todas las cosas. El da todo lo que basta, para toda buena obra. (2 Corintios 9:8)

·  Con todas sus fuerzas: “En trabajos, en fatigas, en muchas vigilias, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez.” (2 Corintios 11:27)

            Pablo consagró todas sus fuerzas físicas, mentales, morales y espirituales a la causa más noble que hay en el mundo. El amor a sus Señor le hizo renunciar en sus capacidades a todo aquello que pudiera darle ganancia según el mundo. Tuvo un desprendimiento de sí para vivir a Cristo y al cuidado de otros. Con todas sus fuerzas se empujaba como el buey, para agradar a Aquel que lo tomó por soldado. (Filipenses 3:7, 2 Timoteo 2:4)

            Los peligros no lo detuvieron, las amenazas no lo acobardaron, la ingratitud de muchos no lo desanimaron. Los sufrimientos templaron mejor el acero de su carácter para hacerlo más útil al Señor y a su pueblo. Su consigna: “De ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo, solamente que acabe mi carrera con gozo y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.” (Hechos 20:24)

· Sobre sus fuerzas: “Porque hermanos no queremos que ignoréis de nuestra tribulación que nos fue hecha en Asia: que sobre manera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas de tal manera que tuvimos en duda de la vida.” (2 Corintios 1:8)

            La tribulación excedió a la capacidad humana, una carga doble a su peso. Estaban seguros de morir. Dios permite estas extremidades en algunos de sus hijos para que dependan exclusivamente de Él. En el problema que se vea el hijo de Dios, por más intrincado que sea, siempre hay lecciones de consuelos para que podamos consolar a otros.

            Jeremías fue herido y puesto en el cepo por Pashur sacerdote. El profeta de Dios estaba en gran aflicción. (Jeremías 20:7-10) Con todo eso el Señor estaba con su siervo, animándole y consolándole: “Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.” (Jeremías 20:11)

            Arrimémonos pues, más a Él, y nos dará de su caudal para hacernos vencedores. (Romanos 8:31-37)

José Naranjo

GUARDANDO LA PUERTA DEL HORMIGUERO

Las hormigas como puertas vivientes

Hay unas insólitas hormigas que viven dentro de las ramitas de un árbol. Estas hormigas no tienen un nombre común, porque la mayor parte de la gente nunca las ha visto, pero los científicos las llaman «colobopsis».

Su hormiguero contiene una reina, algunas obreras y cinco o seis soldados. Los soldados tienen unas cabezas que parecen algo semejante a un tapón. Sus cabezas son casi cuadradas y parecen un trozo de madera o de caucho que se podría usar para tapar un agujero. Estos soldados usan sus grandes cabezas como una puerta. Llenan el agujero de la entrada con la cabeza y ninguna hormiga puede entrar ni salir del nido hasta que el soldado saca la cabeza.

[…]

Esta «puerta viviente» mantiene su cabeza en el agujero de en­trada en todo momento. Las hormigas de otros hormigueros y los enemigos no pueden entrar. Sólo hay UN CAMINO para entrar en el hormiguero, y éste es por medio de la «puerta viviente». Una obrera llama a la cabeza del soldado de una manera determinada cuando vuelve con comida para el nido. El soldado se echa hacia atrás y deja que entre la hormiga. Tan pronto como la hormiga ha pasado, la puerta vuelve a quedar cerrada.

Cristo como la Puerta viviente

[…] Una puerta es la vía por la que la gente entra o sale de un edificio.

El Señor Jesús dijo que Él es como la puerta del redil, Juan 10:7, 9. También dijo que Él es el Pastor de las ovejas. El redil es un lugar donde el pastor guarda sus ovejas. La gente es muy semejante a las ovejas, 1 Pedro 2:25, y muchos versículos en la Biblia emplean la palabra oveja refiriéndose a las personas, Mateo 9:36. Las per­sonas y las ovejas gustan de seguir a alguien que las conduzca. Cuando una oveja hace algo, las otras quieren también hacerlo.

Las ovejas perdidas están en gran peligro. No pueden cuidarse a sí mismas. Pierden peso y enferman, y no se pueden defender de las fieras. Algunas ovejas pertenecen a pastores que no cuidan de ellas; también pueden debilitarse y enfermar porque no se las alimenta bien. Pero un buen pastor cuida diariamente de sus ove­jas: las alimenta, conduce y protege.

El Señor Jesús es el Pastor en quien podemos confiar. El cuidó tanto a las ovejas perdidas que dio su vida por ellas, Juan 10:11. Lo hizo para que las ovejas perdidas pudieran llegar a ser suyas y pudieran vivir en su redil. Esto significa que, por la muerte de Jesús, Él abrió un camino a la presencia de Dios, Hebreos 10:19, 20, y este camino es «el único camino», Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5.

Todos los que entran por la puerta pertenecen al Buen Pastor y pueden gozar de su presencia. Las ovejas pertenecen ahora a alguien que realmente se cuida de ellas. Pero éste es sólo el co­mienzo. Durante la vida de las ovejas, el Pastor las llama con ternura, las conduce y camina delante de ellas, Juan 10:3,4. Las ali­menta y provee para todas sus más profundas necesidades.

Las hormigas enseñan sabiduría

Las hormigas nos enseñan lo importante que es entrar por la puerta. Sólo hay una manera de entrar al hormiguero: a través del guarda, que es la «puerta viviente». Sólo los que entran por aquella puerta pueden gozar del calor y de la protección del hormiguero. Sólo Cristo es la puerta para entrar a la presencia de Dios en el cielo. La hormiga guardiana sabe qué hormigas pertenecen al hor­miguero y el Buen Pastor sabe qué ovejas le pertenecen, Juan 10:14, 27. Él les da vida eterna a sus ovejas, y promete que nadie podrá arrebatárselas, Juan 10:28.

Adela de Letkeman, Las asombrosas hormigas, Capítulo 24

HARINA, ACEITE Y VINO

 El sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos ... Su ofrenda será dos décimas de efa de flor de harina amasada con aceite, ofrenda encendida a Jehová en olor gratísimo; y su libación será de vino, la cuarta parte de un hin.  Levítico 23.11 al 13


Una doctrina tripartita

La doctrina bíblica consta de tres partes mayores: la devocional, la profética y la práctica. La parte devocional trata de las glorias del Dios Omnipotente, de nuestro Señor Jesucristo en su persona, su encarnación, su vida terrenal, su obra trascendental en la Cruz, sus atributos como Esposo de la Iglesia, y su manifestación futura como Rey de reyes y Señor de señores. Hay también la parte profética; la “palabra más segura”, como dice Pedro. Las profecías de la Biblia constituyen el comprobante indiscutible de la inspiración de las Sagradas Escrituras e infunden esperanza para el creyente, cual firme ancla del alma. La parte práctica es la que debe gobernar todo nuestro comportamiento y el desarrollo de la vida espiritual.

Cristo el cordero de la Pascua

Cuando Dios ordenó a los israelitas comer el cordero asado de la pascua, El especificó la cabeza, los pies y las entrañas. “Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas”, Éxodo 12.9.

            La cabeza nos indica la inteligencia espiritual y nuestra responsabilidad de ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría e inteligencia espiritual; Colosenses 1.9. Abarca el aspecto profético de la doctrina. Los pies se relacionan con el andar y el estilo de vida del creyente. “Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas”, 1 Pedro 2.21.

            Las entrañas son la parte de más adentro, y pueden ser aplicadas a la devoción y ocupación con las excelencias de nuestro amado Salvador. En Filipenses 1.8 el apóstol habla del “entrañable amor de Jesucristo”. Aquí tenemos la fuente cristalina de la verdadera adoración.

            Tengamos ahora, pues, una meditación devocional acerca de Cristo, tomada de la lista de las siete fiestas anuales que encontramos en Levítico capítulo 23.

El ser tripartito

En todas las ofrendas de animales y aves bajo las ordenanzas levíticas vemos tipos de nuestro Señor en su sacrificio supremo, pero ningún tipo es perfecto; la víctima era inmolada y moría casi instantáneamente. En cambio, nuestro Señor padeció durante seis horas largas. Los animales sufrían tan sólo en lo físico, mientras nuestro Señor sufrió en espíritu, alma y cuerpo:

Ø  Mi alma está muy triste, hasta la muerte, Mateo 26.38

Ø  Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, Lucas 23.46.

Ø  Di mi cuerpo a los heridores, Isaías 50.6

 

            En la flor de harina, el aceite de olivas y el vino de la uva podemos ver tres aspectos de los sufrimientos de nuestro Señor.

La harina

Se trata de una “ofrenda encendida”. Encontramos al Salvador molido entre la piedra inferior, la ira del hombre, y la superior, la justa ira de Dios. El proceso duró hasta que el grano fue pulverizado por completo. Los soldados atormentaron a Cristo hasta cansarse, y entonces se sentaron a contemplarle con un gusto infernal. De su parte, Dios cual juez no perdonó a su propio Hijo. No hubo misericordia para él, para que la abundancia de su misericordia pudiese llegar a nosotros.

            El pan de vida que Él nos ha traído fue de “flor de harina”. Fueron horadadas por los soldados en su malicia aquellas manos de Cristo que nunca se mancharon de impurezas y siempre se ocuparon de traer bendición y consuelo a sus criaturas. Fueron traspasados con grandes clavos los pies que siempre anduvieron en sendas de justicia y en diligencias a favor de la humanidad. El pie es muy susceptible al dolor, pero el Señor no se quejó, sino oró a su Padre: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”, Lucas 23.34. Fue cumplida la palabra: “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”, Romanos 5.20.

El aceite

Se obtiene el aceite por machucar la oliva. Getsemaní quiere decir “prensa de aceite”, y es en ese sitio que contemplamos las profundas angustias del Salvador. El sudó “como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”, Lucas 22.44. Si la anticipación del Calvario fue tan terrible, cuánto más la realidad de lo que El soportó en la cruz.

El vino

El vino es figura de la sangre, “mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada”, Mateo 26.28. Podemos pensar en la vid cargada de racimos de uvas hermosas, cortados y tirados al lagar, para que los hombres pisoteasen las uvas sin misericordia.

            ¡Qué humillación la de Cristo, “gusano, y no hombre!” Por aquella violencia de los hombres salió el vino para hacer alegre el corazón. Todo el gozo de la salvación que nosotros disfrutamos ha venido mediante la humillación y los padecimientos que el eterno Hijo de Dios experimentó en el Calvario.

Santiago Saword

NUESTRO INCOMPARABLE SEÑOR (12)

 

X — El ensalzamiento de Cristo

por J.B. Watson

Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Salmo 110.1

            Indiscutiblemente David es el autor de este pronunciamiento profético. Indiscutiblemente, decimos, para todo aquel que se somete a la autoridad de Cristo. El no sólo especificó que David fue el escritor y el Espíritu Santo el inspirador, sino que basó su pregunta a sus opositores sobre esta premisa doble y les confundió con el argumento que dedujo de la misma; Mateo 22.41 al 45.

            El texto en el Salmo consiste en tres miembros o divisiones:

  • el señalamiento por David de Cristo como Señor: Jehová dijo a mi Señor
  • el ensalzamiento por Dios de Cristo: Siéntate a mi diestra
  • el propósito divino para el futuro: tus enemigos por estrado de tus pies

            En el Nuevo Testamento se emplea esta profecía de maneras diversas y llamativas, y proponemos verlas ahora.

Como señalado por David

Jehová dijo a mi Señor ...

            Es Cristo mismo quien expone el pasaje. Habiendo respondido al interrogatorio de sus opositores, les plantea una pregunta que a primera vista parece elemental: “¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?” Mateo 22.42. Todo muchacho judío tenía la respuesta; parecía casi un insulto pedir a esos fariseos sabios que contestaran una pregunta tan sencilla. Pero ellos respondieron: “De David”.

            El Señor vuelve a preguntar: “¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor?” Haciéndolo en Espíritu, no habría posibilidad de equivocación. David había dicho: “Dijo el Señor a mi Señor…” Ahora, “Si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?”

            Aquí sí había un dilema para los doctores: el Mesías sería hijo de David y Señor de David a la vez. Hijo es un título que conlleva ideas de sucesión y subordinación; Señor es un título que se reserva generalmente en las escrituras sagradas para Dios mismo, y siempre comunica pensamientos elevados de prioridad y superioridad.

            ¿Cómo podrían aplicarse simultáneamente ambos títulos a Aquel que vendría? Un descendente de David, pero anterior a David; un vástago del linaje de David, pero con el nombre de Señor, ¡muy por encima de la cabeza de aquella genealogía! Aquellos hombres no tenían respuesta para ese acertijo. Se quedaron quietos y nunca más le preguntaban al profeta de Nazaret.

            Es que, con todo su orgullo por el conocimiento que tenían, ellos no conocían a Jesús el Mesías, ni las palabras de los profetas que se leían todos los días de reposo; Hechos 13.27. Estaban tan satisfechos consigo mismo que nunca entró en sus pensamientos la posibilidad de esperar humildemente un alumbramiento de Dios sobre escrituras tan misteriosos como, por ejemplo, los capítulos 18 y 32 del Génesis. En el primero de éstos un visitante es llamado un varón en el versículo 2 y Jehová en el 13: en el otro capítulo es “un varón” en el 24 y “Dios” en el 30.

            Tampoco indagaron aquellos hombres sobre el sentido de las palabras de Isaías: “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado”, 9.6; ni las de Miqueas, “Saldrá el que será Señor en Israel, y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”, 5.2.

            Si ellos hubieran asumido una actitud diferente, para andar humildemente con su Dios, quizás les hubiera sido revelado que el Mesías que esperaban se vestiría de legítima humanidad cual hijo de David y a la vez tendría derecho a sentarse donde sólo la Deidad puede estar, sobre el trono de aquel que ha dicho: “Yo Jehová ... a otro no daré mi gloria”, Isaías 42.8.

Cristo ensalzado por Dios

Siéntate a mi diestra ...

            Son ricas aquellas citas y referencias a estas palabras que encontramos en el Nuevo Testamento. Veamos siete.

(a) Se usan como prueba de la deidad de Cristo. Él pregunta a los hebreos: “¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estado de tus pies?” 1.13. Es la piedra angular del argumento del primer capítulo de la Epístola.

            En Hebreos 1 se cita dos versículos de Salmos, el 2.7 y el 89.26, para mostrar que Dios se dirige a Cristo como Hijo. Se cita Salmo 97.7 (o quizás es más bien Deuteronomio 32.43) para mostrar que Dios manda a los ángeles que adoren a Cristo. Se cita Salmo 45.6 para mostrar que Dios mismo se dirige al Hijo como Dios. Se cita Salmo 102.25 para mostrar que los poderes y atributos de Cristo incluyen la creación y la inmutabilidad. Y finalmente se corona la serie con la profecía ya citada como testimonio de que Cristo es Dios porque ocupa un lugar al cual la criatura jamás podrá ser ascendido.

(b) El descenso del Espíritu Santo es un indicio seguro del ensalzamiento de Cristo. “Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor, Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”.

El dador del Espíritu Santo es el Cristo sentado sobre el trono, según consta su propia palabra: “Si me fuere, os lo enviaré”, refiriéndose al Consolador, el Espíritu; Juan 16.7. El Espíritu no pudo ser dado hasta que un Cristo glorificado hubiese ocupado su puesto en las alturas, Juan 16.7, 7.39, pero desde ese momento en adelante, toda iniciativa de gracia y poder que se ve en la vida y el servicio de los creyentes en Cristo sobre la tierra es prueba de un Señor que reina sentado en el puesto de poder supremo.

            Él “ha derramado esto que vosotros veis y oís”, Hechos 2.33.

(c) Este ensalzamiento da testimonio a que el sacrificio por el pecado es definitivo, suficiente y eficaz.

            “Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, [el Hijo] se sentó a la diestra de la Majestad de Dios en las alturas”, Hebreos 1.3. “Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”, Hebreos 10.12.

La ofrenda del Calvario ha realizado gloriosamente su objetivo, ha tratado el pecado de una manera que trae gloria a Dios, ha respondido a todo aquel que confía en esa ofrenda. La declaración jurada de todo esto existe en el hecho que el que se ofreció ha recibido a su vez el lugar del más exaltado favor y del esplendor de la presencia divina.

(d) El ensalzamiento de Cristo es la garantía que su pueblo será defendido y guardado a salvo.

            “Tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra de la Majestad en los cielos”, Hebreos 8.1. “Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”, Romanos 8.34.

            Es maravillosa que los intereses de su pueblo sean el interés suyo en el alto lugar de su ensalzamiento. Si Él ocupa un trono de poder real, es también un sacerdote, uniendo estos dos oficios en sí por el bien de los que todavía está acosados por debilidad en su andar de fe en este mundo aquí abajo. Él está allí por ellos, y siempre está allí. Las fuerzas y habilidades suyas no disminuyen; para todas las generaciones sucesivas que se acercan a Dios por medio de él, hay disponible el poder de Uno que es el mismo ayer, y hoy, y por la eternidad.

 

Allá en la gloria, delante del gran trono,

Jesús mi abogado intercede por mí.

Mi causa en sus manos siempre prevalece;

también abogado será Él para ti.

 

(e) El ensalzamiento de Cristo es la revelación de la posición del creyente ante Dios.

            “... para que sepáis ... la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales”, Efesios 1.19,20.

            La suprema manifestación de la aplicación de la fuerza infinita de Dios fue la resurrección de Cristo y su ascensión a la diestra del centro de poder. El trozo citado pone de manifiesto que al hacerle esto a Cristo, Dios lo hizo también a nosotros que estamos “en Cristo”. Yacíamos en delitos y pecados, pero Dios nos dio vida en un Cristo revivificado, levantándonos en asociación con él en resurrección y colocándonos al lado suyo en su exaltación en gloria. Este modo de ver divino es verídico, no obstante, las apariencias del momento. Está destinado a quedar manifiesto históricamente una vez que se realice el consejo eterno de Aquel que invoque la aplicación de lo que es, pero no parecía ser.

 

Cristo, en la magnífica altura sentado,

esperas el día glorioso, anhelado,

en el que seráte este mundo sujeto,

y el plan de tu Padre hallaráse completo.

G.M.J. Lear

 

Ven pronto para conducir tu Iglesia de este suelo,

para ocupar su eterno hogar contigo allí en el cielo.

A. Jenkins

(f) El Cristo entronado constituye un magnífico imán para los afectos del creyente.

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”, Colosenses 3.1.

Todos nuestros más legítimos intereses y anhelos están en el cielo, ya que están allí neutras posesiones ni corrompen ni deterioran. Son nuestros debido a él y porque Él se los dio. ¡Súrsum corda! [“Elevad vuestros corazones”]. ¡Oh creyente! no deje que sus afectos corran por las sendas a mero nivel terrenal, ni que busquen lo que perece con el uso.

 

¡Cristiano mira arriba!

Cerca del fin estás

de tu terreno viaje

con todo su pesar.

En casa de tu Padre

con Cristo morarás.

No hay noche allí ni penas,

do el mal no puede entrar.

A.L. Hunt

(g) El Cristo entronado es un fuerte consuelo para el peregrino pueblo de Dios.

            “...puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”, Hebreos 12.2.

            Sus pies han caminado la senda de fe antes de nosotros. Toda oposición que tal vez encontremos, todo contratiempo y tentación, Él ya lo experimentó, y en una medida que nosotros nunca tendremos que experimentar. En dependencia de su Dios, persiguió con propósito firme, dejando atrás el oprobio y dedicándose a la enorme tarea que era su razón de estar acá. Era necesario que padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria; Lucas 24.26.

En la gloria levantado, puedes hoy salvar

por tu obra consumada, y guardar ...

Porque entonces la riqueza toda se verá,

que la cruz con su tristeza te dará.

James Clifford

            Cuando parece que estamos por fallar, o perder el ánimo, o querer renunciar la carga, se nos anima a “poner los ojos en Jesús” y considerar a Aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo. Él prometió: “Al que venciere, el daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”, Apocalipsis 3.21.

(h) El ensalzamiento de Cristo asegura un eficaz apoyo a nuestro testimonio en el mundo.

“El Señor ... fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían”, Marcos 16.19,20.

            Él está allá, pero está acá con sus heraldos. El asiento de la Majestad es suyo, pero Él cumple a la vez con su promesa: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Los suyos no testifican por su propia cuenta, sin soporte. Él obra aún en el mundo, pero empleando nuestros labios, manos y pies. Tome aliento, humilde obrero: al lado suyo está nadie menos que el Todopoderoso, revistiendo su débil testimonio de la unción divina y confirmándola con fruto espiritual.

El propósito es un imperio universal

... tus enemigos por estrado de tus pies

            Veamos brevemente la tercera parte de nuestra profecía. El propósito de Dios es que el Cristo ensalzado gobierne un imperio universal.

            Aun ahora las jerarquías celestiales reconocen su autoridad: “... a él están sujetos ángeles autoridades y potestades”, 1 Pedro 3.22. Se acerca el día cuando Dios le dirá: Levántate, toma tu poder para dominar gloriosamente de mar a mar, del río hasta los confines de la tierra. Véase Salmo 72.8. Su reino a la postre está avalado por la sujeción que le ha sido encomendada en cielo y tierra: “Es preciso que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies”, 1 Corintios 15.25. Es inconcebible que puede tener éxito duradero una rebelión contra la autoridad suya en este mundo.

             De manera que aceptamos el tiempo establecido en los consejos de Dios hasta que sea cumpla la última profecía del Salmo 110; cuando Cristo, en un despliegue estrépito de fuerza irresistible y de gloria, aplastará toda oposición y toda otra autoridad. Los enemigos al estrado de sus pies, Él dará inicio a su reinado de esplendor y paz; el mundo habrá entrado en la Edad de Oro por la cual gime actualmente.

            Mientras tanto, estemos de acuerdo con David en reconocerle como Señor. Acordémosle en nuestros corazones el lugar que Dios le ha dado: el trono.

 

Exaltadle, exaltadle,

ricos triunfos trae Jesús,

en los cielos entronado

en la refulgente luz.

 

Coronadle, coronadle,

coronadle Rey de reyes.

Homenaje tributadle,

tributad al Salvador.

Preguntas y Respuestas


por Fred Wurst

1. Si alguien le preguntara por qué puede usted asumir la responsabilidad de negar a un compañero creyente el privilegio de la Mesa del Señor, hasta que usted juzgue que él merece ocupar su sitio allí, ¿qué respuesta daría usted?

àEn esta época de tibieza laodiceana, que es lo que caracteriza a lo que profesa ser la Asamblea cristiana, no podemos asumir la res­ponsabilidad de recibir a uno que profesa ser un creyente, a la Mesa del Señor, a menos que tengamos alguna evidencia de que es salvo y que desea sujetarse a la Palabra de Dios. Debemos ser tan amplios como para incluir a cada miembro del Cuerpo de Cristo que la Escritura incluya, y tan estrechos como para excluir a todo aquel que la Escritura excluya.

2. Diga por qué usted no podría estar identificado con una denominación de cristianos y obedecer al mismo tiempo la Palabra de Dios.

àPorque la idea misma de una denominación demuestra que no están basados en el principio de un Cuerpo de Cristo (Ef 4:4), que no se reúnen al Nombre de Cristo solamente (Mt 18:20), y que han substituido el orden de Dios por el orden de los hombres según éste consta en la Biblia.

3. ¿Hay fallas en aquellos que profesan seguir el orden de Dios según lo estatuido en la Biblia? y ¿qué hace usted en ese caso?

àHay grandes fallas y mucha flaqueza. Nunca debemos excusar nuestras fallas y nuestros pecados, antes avergonzarnos de éstos, debe­mos juzgarnos delante de Dios por nuestros errores y clamar a Él por ayuda. Sin embargo, el hecho de que haya fallas entre nosotros no justifica que suplantemos la Palabra de Dios por los métodos humanos, los cuales son contrarios a los métodos de Dios (Dn 9:3- 19; Esd 9:5-15; Neh 1:5-15; 9:1-6).

4. ¿Qué ha de hacer el cristiano al hallarse entre otros cristianos, que rehúsan juzgar algún mal de carácter fundamental que exista en medio de ellos?

à«Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el Nombre de Cristo» (2 Ti 2:19).

5. ¿Cuál es la Casa de Dios mencionada en 1 Ti 3:15?

àLa Casa de Dios mencionada en 1 Ti 3:15 es «la Asamblea del Dios viviente».

6. ¿Qué ha venido a ser esta Casa?

àA través de la recepción en comunión de personas inconversas, se ha convertido en «una casa grande» (2 Ti 2:20). Esta casa grande es lo que constituye la cristiandad, en la cual aquellos que son salvos y los que no lo son, se juntan en la profesión de cristianismo.

7. Como quiera que todos los creyentes se hallan en esta casa grande, ¿qué se hace necesario que uno haga si desea ser un vaso de honra santificado y útil para el uso del Señor y apto para toda buena obra?

àLimpiarse de los vasos para deshonra (2 Ti 2:20, 21).

8. Si un creyente se limpia a sí mismo de los vasos para deshonra, ¿debe quedarse solo y rehusar la comunión con otros creyentes?

àNo debe quedarse solo. Debe seguir «la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor» (2 Ti 2:22).

9. ¿Cuál debe ser la actitud de uno que ama al Señor en estos tiempos de indiferencia a la Palabra de Dios?

àDebe desear, con la ayuda del Señor, sujetarse a la Palabra de Dios, conforme a la luz que Él le da. Luego debe procurar la comunión con otros cristianos que demuestren que ellos también desean someterse a la obediencia de la Palabra de Dios.