domingo, 1 de abril de 2012

Candelero Encendido Abril 2012

Ya se ha publicado la edición de Abril de Candelero Encendido.

Recuerden que se puede leer directamente en el Blog candeleroencendido.blogspot.com/ 
El correo electrónico de la revista es candelero.encendido.acl@gmail.com, al cual pueden enviar los comentarios y solicitar que se avise de una nueva publicación de la misma.
Además, pueden enviar una copia a  todos los hermanos que ustedes conozcan, y avísennos de sus correos para anexarlos a la lista de correo 


AISLAMIENTO

Una de las mayores dificultades que enfrenta el creyente hoy, como en todos los tiempos, es saber caminar por un sendero angosto con un corazón ancho. Muchas cosas, de todos lados, lo empujan a tomar una posición de aislamiento. Los lazos de amistad humana parecen tan frágiles, surgen tantas cosas que debilitan la confianza, tantas cosas que uno no podría aprobar, que el camino del creyente fiel se vuelve cada vez más solitario. Todo esto es innegable. Pero debemos poner sumo cuidado en la manera en que enfrentamos este estado de cosas. Es sumamente importante tener en cuenta el espíritu con que nos desenvolvemos en medio de escenas y circunstancias que, todos admitiríamos, ponen a prueba nuestra fe de una manera muy particular.
            Yo puedo, por ejemplo, replegarme sobre mí mismo, y volverme amargo, triste, duro, repulsivo, seco y sin corazón por el pueblo del Señor, por su servicio, por los felices y santos ejercicios de la asamblea. Puedo volverme estéril en buenas obras, sin simpatía por los pobres, los enfermos, los afligidos, vivir encerrado dentro de mi estrecho círculo, pensando sólo en mí mismo y en mis intereses personales y familiares.
            ¿Puede haber un estado más miserable que éste? No es otro que el más deplorable egoísmo, pero no nos damos cuenta de él porque estamos cegados por nuestra ocupación excesiva con las faltas de los demás.
            Ahora bien, es muy fácil descubrir defectos, debilidades y faltas en nuestros hermanos y amigos. Pero la cuestión es ésta: ¿Cómo debemos enfrentar estas cosas? ¿Acaso replegándonos sobre nosotros mismos? ¡Jamás! Actuar así sería volvernos tan miserables como inútiles, y peor que inútiles para los demás. Nada puede ser más desdichado que un hombre decepcionado. Se pone siempre a criticar a los demás. Jamás descubrió la raíz oculta de este hábito ni la verdadera manera de tratarlo. Se retiró, pero en sí mismo; se aisló, pero su aislamiento es una posición absolutamente falsa. Miserable, y hace también tan miserables como él a todos aquellos que le siguen, tan débiles e insensatos para escucharlo. Su marcha práctica es una completa bancarrota; sucumbió a las dificultades de su tiempo, y demostró ser totalmente incapaz de hacer frente a las duras realidades de la vida actual. Y entonces, en vez de tomar conciencia de ello y de confesarlo, se encierra en su estrecho círculo de ideas y pensamientos, sin parar de criticar a todos excepto a sí mismo.
            ¡Qué delicia y qué consuelo hallamos al volvernos de este cuadro tan triste para contemplar al único Hombre perfecto que pisó los senderos de esta tierra! Su camino fue ciertamente solitario, más que ningún otro. Nunca halló ninguna simpatía, ninguna comprensión, alrededor de Él. “El mundo no le conoció.” “A lo suyo vino (Israel), y los suyos no le recibieron.” “Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores, y ninguno hallé. (Juan 1:10-11; Salmo 69:20). Hasta sus amados discípulos se mostraron incapaces de simpatizar con él y de comprenderlo. Se durmieron en el monte de la transfiguración, en presencia de Su gloria, lo mismo que en el huerto de Getsemaní, en presencia de Su agonía. Lo despertaron de Su sueño en la barca, por su incrédula angustia; y continuamente lo importunaban con sus preguntas ignorantes y pensamientos insensatos.
            ¿Cómo respondió el Señor a todo esto? Con una gracia, paciencia y ternura perfectas. Respondió todas sus preguntas, corrigió sus pensamientos, apaciguó sus temores, allanó sus dificultades, proveyó a sus necesidades, soportó sus debilidades, les reconoció devoción en el mismo momento en que todos iban a abandonarlo. Él los miraba a través de Sus ojos de amor, y los amaba a pesar de todo. “Había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13.1).
            Lector cristiano, empapémonos del espíritu de nuestro adorable Maestro, y andemos sobre sus pisadas. Entonces nuestro aislamiento será cierto, genuino y verdadero; y aunque nuestra senda sea estrecha, nuestro corazón será ancho.

Amor Divino

El amor fue la conformidad de la naturaleza de Dios, la expresión viva de lo que Él era, la manifestación de haber sido hechos partícipes de Su naturaleza: fueron los actos y sentimientos conformes a Su semejanza. Este amor se desarrolla en referencia a otros, pero los otros no son el motivo, aunque sí son el objeto. Se origina en lo íntimo; su fuerza es independiente de los objetos con los que trata. Así, puede actuar allí donde las circunstancias podrían causar celos o irritación en el corazón humano. Actúa conforme a su propia naturaleza en las circunstancias, y juzgándolas según esa naturaleza, no actúa sobre el hombre que está lleno del amor a menos que presenten ocasión para su actividad y dirijan su forma. El amor tiene su único motivo, y la participación en la naturaleza divina su única fuente en nosotros.
La comunión con Dios sólo hace que sustentarlo a través de todas las dificultades que tiene que franquear a su paso. Este amor es lo opuesto al egocentrismo y al interés propio de uno, y lo encierra afuera para buscar el bien de los demás, así (en cuanto a su principio) como Dios nos ha buscado a nosotros en gracia (ver Efesios 4:32; 5:1,2)
¡Qué poder el evitar el mal en uno mismo y olvidar todo para hacer el bien!
Es digno de observar que las cualidades del amor divino en 1 Corintios 13 son casi completamente de un carácter pasivo. Las primeras ocho cualidades (vv-4,5) que destaca el Espíritu son la expresión de esta renuncia del yo. Las tres siguientes (vv.5,6) destacan este gozarse en el bien que libera el corazón de esa disposición a concebir lo malo, algo tan natural en la naturaleza humana por causa de su honda concepción del mal, y de aquello que también experimenta en el mundo. Las últimas cuatro (v.7) muestran su energía positiva, las cuales por el poderoso origen de su naturaleza divina presienten el bien cuando no lo ven, y soportan el mal cuando lo ven, cubriéndolo por la misericordia y paciencia, no trayéndolo a la luz, sino enterrándolo en su propio abismo -un abismo que es insondable, porque el amor nunca cambia.
Uno no encuentra otra cosa que amor allí donde es real, pues las circunstancias son solamente ocasión para que éste actúe y se manifieste. El amor es siempre él mismo, y es el amor el que se ejercita y se exhibe. Es lo que llena la mente, todo lo demás no deja de ser un medio de despertar el alma que habita en amor para su ejercicio. Éste es el carácter divino. No dudemos que la hora del juicio llegará, pero nuestras relaciones con Dios son en gracia. El amor es Su naturaleza. Ahora es el tiempo de que se ejercite. Nosotros somos representantes Suyos sobre la tierra para testimonio.

El Beso

El besarse era y es una forma común de saludos, entre parientes y amigos. Es una de las expresiones exteriorizada más significativa entre dos personas. Sabemos que también se usa para demostrar devoción a los que están en eminencia. Un beso conlleva una carga de pensamientos y sentimientos, cuya culminación se haya en este acto físico, realizado de labios.

El Beso de Orpha
            En libro de Rut 1:1-22, Se nos presenta a través de tres mujeres, tres historias: de bendición (gracia), de restauración y de perdición (lo cual lamentablemente representa la vida de muchos). En nuestro capitulo Noemí lleva una condición a cuestas verdaderamente triste. Ella nada tiene ya, se encuentra despojada de todo. Bien nos narra la Escritura, cuando da la evaluación de la condición de ella, pues estaba desamparada de sus dos hijos y su marido. Ellos como familia habían ido a vivir temporalmente a Moab. Pero a los que son de Dios la trampa de lo temporal resulta ser una experiencia demasiado fatigadora y dolorosa, que a menudo acarrea una gran perdida. Para los creyentes lo temporal en el mundo no es otra cosa sino la ruina y el fracaso. No en vano Dios nos da todo eternamente, salvo nuestra estadía en este mundo. Podemos pensar en Lot, viviendo en medio de una ciudad, a la cual se le acerco lentamente. Una vez en medio de esta él afligía su alma justa (2Pedro 2:7-8) al ser testigo de tal maldad y perversión moral. No vemos nada distinto entre Lot y Noemí en su condición de perdida, cuando este sale de la ciudad y sale de lo temporal. En igual condición vemos al hijo prodigo, sale de la casa de su padre con las manos llenas, se va rumbo a una región lejana. ¿Quién puede definir que lugar es este? Una región lejana, es eso, muy lejos y desconocido. Porque al alejarnos de Dios no nos puede conducir a otro lugar, sino que a lo muy lejos y a lo muy extraño. Definitivamente nada hay de Dios allí. Pero cuán frecuente el mal y la debilidad nos hacen visitar esos lugares. Mas nuestra vergüenza nos impide hablar de ello. Estando en este lugar el hijo prodigo lo ha desperdiciado todo, prontamente se encontró apacentando puercos, deseando la comida inmunda de estos. Más la Palabra siempre clara y verdadera nos muestra con exactitud, la condición de los ciudadanos de esta región "nadie le daba nada" (Lucas 15:16 V.M.), por tanto su estado era de desposeimiento total. El mundo para los hijos de Dios, tiene dos condiciones: una región lejana y el mal. ¿Es necesario pasar por esta experiencia para conocer del amor y la misericordia del Padre? Rotundamente decimos que no. Quién piense que una asociación temporal con el mundo no ha de tener consecuencias, esta cayendo en la trampa de Satanás. Porque no hay otro fin que el de Lot, el hijo prodigo y Noemí. El desamparo. Bien dice el canto:

            Si yo gano el mundo y pierdo a Cristo,
            ¿Qué premio el mundo me dará?

            Ahí va Noemí con sus dos nueras. Ella había oído, que Jehová había visitado a su pueblo. Se levanta y marcha por el camino correcto. Después de muchos años dirige sus pasos hacia el bien y la misericordia. Sus pasos del retorno llevan cicatrices de una perdida enorme. Bien lo dice ella: "...yo llena salí y con las manos vacías me ha hecho volver Jehová" (v.21 V.M.). Más ahora Noemí no vuelve sola, viene con sus dos nueras. Las dos van por el camino que las conducirá a la tierra de Judá. Para ellas un camino nuevo, un pueblo nuevo, con nuevas esperanzas, con una fe nueva. Por tanto una vida nueva. Aquí ambas nueras son invitadas a ir en pos de la misericordia de Dios. ¡Que sublime invitación! Más no vemos a Noemí invitándolas, sino más bien señalando con su andar el camino correcto. Evidentemente esta invitación está considerada en la oportunidad que se le concede a Orpha y a Rut de ser alcanzadas por la gracia de Dios. Cuán distinto y contrario resulta al leer en Números 25:1-2, donde las hijas de Moab son las que extienden una invitación a los hijos de Israel. Nada podremos encontrar con relación a Dios, solo fornicación e idolatría. ¿Qué de nuevo nos puede mostrar, aquel que no ha conocido de la gracia salvadora, de Dios en Cristo Jesús? Nada que esté en relación con el pensamiento Divino. Más bien nos hará descender por los escalones hacia el mal y la injusticia, dejando atrás el bien, la misericordia y la justicia, que le son propios al Señor Jesucristo. En resumen tal condición solo nos hará perder el temor a Dios y la dependencia. En cuanto a estas dos mujeres moabitas son sorprendidas con este nuevo andar y son puestas frente a lo nuevo, lo que para ellas es desconocido. Resulta maravilloso oír esta respuesta "... nosotras volveremos contigo a tu pueblo" (v. 10 V.M.). Muchas veces nos sorprende la rapidez con la cual muchos expresan el deseo de seguir al Señor, de la mano con muchas promesas.
            ¿Cómo es posible ver en Noemí al Señor? Lo vemos a ÉL en un camino de humillación y rechazo de este mundo, caminando siempre hacia lo mejor y sabe el Señor que siempre lo mejor es su Padre. Por tanto en medio de un mundo bajo las condiciones en que se encuentra, Él nos conduce con toda su gracia a lo mejor. Qué magnifica posición vemos al Señor antes de su venida a la tierra, gozando plenamente del amor del Padre y de su derecho más pleno de gozar siempre de su presencia (Juan 3:35), más su despojo comienza con su venida a este mundo impenitente (Filipenses 2:6-8 V.M.) "Y siendo hallado en condición como hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente, hasta la muerte y muerte de cruz". Esto mismo vemos en Noemí (Rut 1:20), solo Jesús es llevado hasta el extremo de la amargura. Todo esto necesario para señalar la gracia, la misericordia y el perdón de Dios dados gratuitamente a todo ser humano.
            Orpha no odia a Noemí, mas le reconoce y no le discute. Pero ante la prueba puesta por su suegra, ella ha de claudicar. ¿Dónde estaba el corazón de Orpha? En la casa de su propia madre. Donde esté nuestro tesoro, allí también estará nuestro corazón. Podemos pensar en aquellas grandes multitudes que iban con Jesús, más Él tiene que probar sus corazones diciéndoles: "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aún también su propia vida, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:25-26). Orpha besa a su suegra y se marcha, con esto ha despreciado el camino de Noemí, aunque manifestó aprecio por ella, decide no seguirle. Esto no hace más que reflejar la actitud de muchos hoy en día. Aquellos que saben de la persona del Señor, pero no desean seguirle. Saber de Él y reconocerle no es suficiente. Debemos seguirle como una necesidad nuestra. El camino que el Señor señala siempre será de bendición para nosotros. Pero lejos de El solo hay tristeza y desamparo. Podemos ahora leer (Jeremías 15:6-7). Orpha besa a su suegra antes de partir, este es un beso sin valor. Cuando hay abandono, un beso como este no representa el futuro, sino el pasado. Es un beso por lo vivido, no por lo que ha de venir. Representa el ayer de las pasiones terrenales y no el gozo glorioso del porvenir. Tú me dejaste, dice Jehová; te volviste atrás..." (v. 6). Que tristeza resulta al ver a Orpha sin una actitud por aquel mañana que siempre de Dios se ha de cumplir. Que contraste con Rut, no vemos que ella le bese, sino que echa a un lado los brazos de Noemí y se aferra a ella, tomando así la mejor parte. Vemos a Rut echando raíces en corazón de su suegra .Cuán grande y perfecta posición a tomado Rut, sintiendo cada uno de los latidos del corazón de Noemí. Cuán grande posición podemos tener nosotros en Cristo Jesús (I Corintios 6:17) apegados a su pecho, sintiendo en él los latidos paternales de Dios. Porque ambos uno son. ¿Somos conscientes de la necesidad que tenemos de Cristo Jesús?

El beso de Judas
            En Mateo 26:47-50, veremos el deplorable lugar que ha tomado este Judas Iscariote. Objeto de la utilización y propósitos satánicos. Un lugar de enemistad, un lugar donde la carne no puede discernir el maravilloso don dado del cielo, un lugar donde los ojos naturales no pueden apreciar a aquel ser tan precioso que tienen enfrente, es el lugar que han tomado a los que acompañan a Judas para apresar al Señor.
            Nos resulta aberrante leer que la mucha gente, los principales sacerdotes (parte de ellos) y de los ancianos, estén expectantes ante la señal de Judas, asidos de espadas y garrotes. ¿A quién van a prender, que sea de tal cuidado que justifique tales armas? Sólo al enemigo que está en sus corazones y en sus mentes. A este que les acusó en su conciencia del mal que había en ellos. Más Cristo está distante de lo que ellos se habían formado como motivo de enemistad. ¡Que espectáculo podemos observar lleno de malicia, engaño, hipocresía, injusticia, etc.! Si utilizamos las expresiones de Job, podremos medir con ello la incredulidad y lejanía de Israel, respecto al Mesías. "...Me presento, y no me atiendes. Te has vuelto cruel para mí; Con el poder de tu mano me persigues."(Job 30:20a-21). Cristo que da de su gracia y poder, que sana a los enfermos, que da a los que tienen hambre, que perdona los pecados y vuelve la vida al que no la tiene ya. Recibe la respuesta de estos favorecidos con su amor, en odio. Tal es la violencia en sus corazones que se encuentran frente a El armados. Que gran contraste con el hombre perfecto que camina con una mansedumbre preciosa. Queda de manifiesto nuestro carácter natural, violento y soberbio, capaz de hacer daño al ser más bueno sobre la tierra. No hay paz en los corazones y aún la razón se ve arrastrada por estas emociones erradas. ¿Qué podemos aprender de Cristo? Sin dudar, de su carácter maravilloso: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mateo 11:29). Son circunstancias como estas las que sacan a la luz el real estado del hombre, podemos asombrarnos por el comportamiento de esta turba, pero el mal que los llevó a tener tal actitud está sin duda en todos los hombres. Viles, arruinados y mucho peor sin siquiera reconocer el don de Dios. En esta situación no merecemos otra cosa más que la perdición y aún esta misma seria justa para nosotros los hombres. Así no podemos agradar a Dios, jamás. La criatura en oposición al Creador. Más Jesús en la condición de hombre y sin pecado, nos vindica absolutamente en las razones de Dios en nuestra creación. Cada ser humano existe sobre la tierra y tiene su oportunidad de salvación, exclusivamente porque Jesús se hizo hombre y así fue a la cruz, para ocupar el lugar nuestro. A El que le debemos absolutamente todo, le han salido con espadas y garrotes. Con toda la paciencia de Dios puesta a prueba, Él quiere hacernos participes de la bendición otorgada a través de su propio Hijo.
            "Ved, se acerca el que me entrega" (Vers. 46), ha sido señalado este hombre de Queriot, que siguió al Señor por intereses materiales que vislumbraba poder obtener en el establecimiento del Reino Mesiánico. Se acerca aquel que esta a cargo del dinero. Más la avaricia a llenado su corazón y aún a las más sublimes él les dio su precio. Pero al Señor no le es desconocido el corazón del que le entrega y tampoco desconoce el valor de las treinta monedas de plata, que le fueron cancelados a Judas por entregarle. ¿Cuan profundo daño le puede hacer el materialismo a alguien, en cuanto a la fe? Nunca ambos marcharan de buen acuerdo, ni habrá trato posible: "Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas"(Lucas 16:13). Ahí está Judas, de pie delante de la turba, sostenido en su propia mentira, calculando su propia ganancia. Esta particular posición de Judas, deja al descubierto lo que en realidad buscaba y eso no estaba en Cristo. Puesto que en Él, no encontraremos el lucro, la opulencia, la posición, la vanagloria del poder, etc. Pero sí hallaremos la respuesta de nuestra vida, el amor de Dios, su deseo de llevamos como frutos benditos recogidos de la obra de la cruz, para la eternidad. Los valores materiales y las glorias de este mundo, solo son pasajeras. Judas se encuentra enfrentado a la raíz misma de sus intereses, en desmedro de la vida eterna y su salvación. Queriot, ciudad de Judas, nos representa los valores del poder, el descansó en lo material, la felicidad obtenida por el dinero, el refugio en medio de los bienes. Ante todas estas cosas reservadas en el corazón, este Judas no puede, ni podría mirar a los ojos al Señor y ¿Quien si?
            "Compra la verdad y no la vendas...” (Prov. 23:23 VM). Ya hemos mencionado que este discípulo deseaba sacar ventaja, más que salvar su alma. Lo que nos parece inaudito, de quién a sido testigo del amor, de la verdad, de la gracia (Juan 1:17) en Cristo. Más no hace otra cosa sino despreciarla y negociarla por 30 monedas de plata. Un corazón así nunca podrá entender el acto de María, la cual rompe y derrama el perfume del alabastro a los pies del Maestro, para luego enjugarlos con sus cabellos (Juan 12:1-8). Para Judas, esto es solo un motivo de enojo y 3a consideración de este acto como un desperdicio. Que diferencia con María, la cual usa de su perfume, este que las solteras guardaban para el día de su casamiento. Más ella lo derrama a estos benditos pies y lo prepara para la sepultura. Mas para este cuyo corazón se ha inclinado por la traición, no es más que un despilfarro y sin ningún valor (Apoc.3: 17-19), algo totalmente innecesario. Frente al Señor siempre nuestras vidas son puestas a prueba y Judas no es la excepción, más él se aleja de la oportunidad por gracia de descansar en las manos seguras del Señor, para entrar en el poder oscuro de Satanás.
            Durante algún tiempo buscó la oportunidad para entregar a su Maestro y recibir así el pago de su infamia. Habiéndose apoderado de la traición en su corazón, este discípulo encontró su oportunidad, mientras Jesús y los suyos se encontraban en el Getsemaní.
            "Al que yo besare, aquel es..." (Mateo 26:48 VM). Esta señal no es para los otros discípulos, sino para los enemigos del Señor. No es para los creyentes sino para el mundo. Un mundo que no quiere oírle, ni obedecerte, pero que celebra el nacimiento y la muerte del Señor o sea le besa pero le deja, le exige pero no le da. Cuantos pasos los de Judas convenciéndose de haber tomado la decisión más conecta de acuerdo a sus propios intereses. Un beso, un saludo adecuado para el Maestro y una señal distintiva para los perseguidores. Considerar estos momentos vividos por el Señor Jesús, produce en nosotros un dolor muy grande, de no ser que detrás de todo esto, se está realizando la obra más grande y maravillosa de gracia y salvación a favor de nuestras pobres almas. Debiéramos "llorar con gran amargura y avergonzarnos de "la eventualidad de llegar a ser hombres tan traidores.
             "¡Dios te guarde, Rabbí!  Y le besó" (v. 49 V.M.).
            Aquel que se acerca al Señor con un corazón dividido, se arriesga a perderlo todo, se arriesga a perder al Señor en los caminos espirituales donde Él transita. Si nuestro corazón está dividido no podremos acercarnos a él, con toda libertad y mucho menos disfrutarle. Son muchas las cosas buenas en este mundo que pueden haber atrapado nuestro corazón, pero debemos entender cabalmente que Jesús es siempre lo mejor. Judas de labios le honra más en su corazón le ha traicionado. Historia sin fin que se va repitiendo en muchos actualmente, que no logran entrar en aquel bendito amor del Señor y tienen por menos su fidelidad, su paciencia y su sacrificio.
            ¿Qué valor tienen esas 30 monedas de plata, que hacen posible la transacción del Hijo de Dios con toda su gracia? El valor una insignificancia. Conformarse con lo menos es ir camino a un suicidio espiritual.
            "Y Jesús dijo: Amigo, ¿A qué vienes?..." (v. 50) Nos dice la Palabra que Judas le había besado repetidamente y de manera efusiva. Más, Jesús da su oportunidad a este hombre "¿A qué vienes?". Este era el momento en que Judas podría haber derramado su alma y corazón delante del Señor y dejar que él enmendara todo el sentido de su vida. "Amigo", no es el que le traiciona un desconocido, no es este un ser despreciable, sino que es alguien que como nosotros necesita de su gracia. Cristo es la única respuesta a todos los corazones de este mundo. Él es la puerta abierta que nos permite conocer de su amor, de su gracia, de su bondad, de su paz. Por cierto que esta no es la primera vez que vemos unidas la expresión de amistad con el de muerte. Ya en Juan 3:16 de igual manera se habla del amor de Dios hacia nosotros los hombres, junto con la muerte de su Hijo. Es prudente considerar alguna diferencia en nuestro amor, ya que nosotros amamos con toda libertad de elección y hacemos objeto de nuestro amor a quienes nos agradan. Más para Dios ha sido alto el costo de su amor (la muerte de su Hijo) y este es dado para el ser más despreciable sobre la tierra. Nuestra inmensa necesidad nos da el derecho en su gracia de recurrir a ese amor. Acudamos prontamente a Jesús y descansemos en su persona. ¡Cuánto deseamos que ninguno tome el camino de Judas, que con su suicidio cubriera su vida con las sombras de la noche y la soledad!

El Beso de José
            En Génesis 45: 1-4, 14-15. Podemos concordar con muchos escritores y con muchos creyentes que José es un hermoso, magnifico y perfecto tipo de Cristo. De igual manera creemos que sus hermanos tipifican a Israel en toda su esencia y su esposa egipcia nos habla de la Iglesia. Más ahora quisiéramos ocuparnos débilmente, solo en los besos de José a sus hermanos, como lo hace Cristo con cualquier ser humano objeto de su gracia y amor. Así como estos hermanos, cada persona que se halle frente a Jesucristo no podrá dejar de vivir el verdadero ejercicio del corazón y la conciencia. Los caminos misteriosos que Dios traza a llevado a estos hermanos a encontrarse con José, ya no como objeto de sus celos y duro corazón, sino ahora él puesto en alta autoridad. Es tal la condición de estos hombres, que nada en este distinguido varón les habla de José. ¡Inconsecuencia humana!, ¿Cuánto podríamos decir de Cristo, si no nos hubiese sido revelado por él? Muchas veces nuestra lengua es ligera y se atreve a dar opiniones del bendito Señor Jesús, sin siquiera poder distinguir un solo rasgo de su persona. Nuestra condición carnal produce ceguera espiritual, por tanto en su estado natural de pecado, al hombre le es imposible discernir todo lo que viene de Dios. Si no fuera por el Santo Espíritu aplaudiríamos las locuras dichas por el hombre. ¿Qué podrían decir estos hermanos de José, sino temer por sus propias vidas? Una posición así solo hace perder el disfrute pleno de este que está frente a sus ojos. Es José más cercano a sus hermanos de lo que ellos son a él. Tantas son las cosas que Cristo quisiera comunicarnos, tanto que darnos, tanto que compartir, pero no somos capaces de discernir a este perfecto hombre e hijo de Dios. Más bien solo entendemos el lenguaje de nuestras propias necesidades. Mucho es el peso y la gravedad que da la Palabra de Dios al decir: "no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios" (Romanos 3:11).
            Afuera todos los extraños, solo los transgresores y José. No hay lugar a la curiosidad, no hay lugar a los indiferentes, no son bienvenidos los de conciencia cauterizada. La justicia está de parte de José y podría castigar severamente a sus hermanos, nadie hubiera podido argumentar nada, pero el mismo se transforma en abogado y su gran amor en gracia, le impide elevar alguna sola queja.
            Ya una vez solos, el debe comunicar el precio de su amor "y lloró a gritos". Perfecta manera de revelar el dolor. Pero es mucho más que eso, es desplegar frente a sus ojos el verdadero costo de lo que será la bendición para sus hermanos. No busca José el consuelo, sino el verdadero estremecimiento de los corazones y el arrepentimiento. No busca Cristo que nosotros sintamos pena por lo que él sufrió, en parte, por esto fue cubierta toda la escena de la crucifixión "Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el sol se oscureció..." (Lucas 23:44-45). Sentirnos conmovidos por el sufrimiento del Señor, pero no entender la razón de ese sufrimiento, de nada sirve. ¿A que apelan los miles de crucifijos que están repartidos por el mundo entero, mostrando a un Cristo, delgado y enfermo? Solo a conmovernos, frente a una imagen patética, que en nada representa el verdadero sufrimiento de Cristo. ¡Cuanta locura!, ¿Cómo escarbar en el dolor del Señor?, Sería una osadía nuestra entrar en aquello que es insondable, aquello que solo es conocido por Dios y Cristo. Cuán precisas resultan las palabras de Jeremías atribuibles perfectamente al Señor "... mi llaga es muy dolorosa. Pero dije: Ciertamente enfermedad mía es esta, y debo sufrirla". (10:19). No es cuanto sufrió Cristo, sino por quien sufrió tanto. El llanto de José no representa otra cosa, sino al duro camino y a los sufrimientos que debió padecer, para que en aquella oportunidad pudiese socorrer a sus hermanos. Con tan particular llanto son valorados verdaderamente los hermanos de José y el sufrimiento de Cristo, nos da el preciso costo que tenemos para Dios. El puro evangelio retrata a Cristo, realizando una gran obra, y también llevando sobre sus hombros el sacrificio. Cualquier otro agregado a esta magna obra, resulta impropio, inadecuado y sin valor alguno. Llorar con gritos, ¿Qué gritos? "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mt. 27:46)"; Dios lo ha desamparado; Perseguidle y tomadle, porque no hay quien le libre"(Salmos 71:11).

"Señor, nos recordamos como sufriste aquí,
El Sustituto santo, herida tu alma así;
El cáliz de amargura con plena sumisión,
Tú mismo lo agotaste, Señor, ¡qué redención!”

            "Acercaos ahora a mí..." (vers.4). Nos es posible ver la intención mas profunda del corazón de José. Una revelación del Señor en relación con su persona no será realizada, si estamos lejos y distantes. José en su pleno derecho de mantener la distancia debido a su alta posición, más bien efectúa un acto, que sorprende a sus hermanos. Un acto que representan las nobles intenciones deseo del corazón de José. Cuanto quisiera él abrazar a sus hermanos, más esta espera no hace otra cosa que preparar el alma de aquellos que han pecado. Habrán de recordar aquel mal que hicieron hace tantos años ya, habrán de sacudir las conciencias que se habían adormecido frente a ese hecho y habrán de sentir en el alma su propia injusticia. Frente a Cristo un llamado así, cuanta bendición y cuanta responsabilidad, cuanto gozo y cuanta tristeza, cuanta tranquilidad y cuanta perturbación. Responder al llamado de alguien puesto en tal autoridad nos hace sentir el peso de nuestra culpa y del hecho innegable de estar perdidos, solo así podrá ser apreciada verdaderamente la gracia y la salvación, solo así nos será a nuestro favor. Muchos somos los que hemos sido llamados por este Señor que ha resucitado y está a la diestra de Dios. Marchamos de a uno y con toda nuestra vergüenza y temor a cuestas. "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana". (Isaías 1:18). Venir luego nos revelan los afectos del corazón del Señor, su santo deseo de querer revelarse a nosotros, pero cuantas cosas interponemos para no responder a su llamado. ¿Por qué a cuenta? Por que somos más que deudores en nuestros pecados al Señor. ¿Qué hace el orgullo humano? Nos convence de lo innecesario de este arreglo de la situación del alma con el Señor. ¿Porque los pecados son grana o rojos? Porque nos habla de la sangre de Cristo, la cual sin ella sería imposible llegar a estar a cuentas con Dios. Cristo fue y es el sustituto en el castigo que Dios ejecutó. Su sangre se derramó en pro de la humanidad. Así esta sangre ha avanzado hacia nosotros y hace lo que para nosotros resulta imposible. En cuanto a la salvación solo cuenta esta preciosa sangre, solo ella puede producir esta pureza y dejarnos sin la más mínima vergüenza delante de Dios. Estos versículos no hacen más que indicarnos que el corazón de Dios desde siempre ha estado inclinado a la misericordia y por tanto darnos libertad, cuando nada de lo que hagamos nos la daría, y darnos vida cuando somos muertos ya. "Una sola gota de tu sangre, es un precio muy alto por lo que soy, más es el valor justo que me diste para ti y no hace más que hablarme de tu inmenso amor. Sobre valuado, eso es lo que soy, un sobre valuado". Es tal la grandeza de esta invitación a acercarse a EL, que no comprendemos como hay muchos que no desean responder, perdiendo la única oportunidad de estar a cuenta con Dios.
            "...y estarás cerca de mí, tú y tus hijos... y todo lo que tienes" (vers. 10). Cuán bendito deseo el de José, cuanta prosperidad para aquellos que nada tenían. Para él sus hermanos siempre fueron eso, sus hermanos. Ellos han de quedar en tierra de Gosén, que significa "dibujar cerca" y podemos pensar en el Señor Jesús (Juan 7:6- 11), escribiendo directamente en la tierra con su dedo. Una tierra que les había sido otorgada para realizar un andar como nación de acuerdo al carácter de Dios o sea en santidad y el pueblo ha fracasado en esto. José mismo para sus hermanos solo fue digno del odio y menosprecio. Estos sus parientes dejan ver con este hecho el estado deplorable de sus almas y con el mal corrompiendo aún sus propias mentes, solo hace falta una víctima, para sacar en una mala obra todo lo que se lleva por dentro. Así José como el Señor Jesús es expulsado, el primero hacia una cisterna oscura y vacía, más Cristo a las profundidades solitarias de la muerte. Con todo esto José necesita ganar a sus hermanos y lo hace con amor, aunque él mismo fue vendido por dinero. Un corazón tan grande no puede ofrecer otra cosa cerca de sí ¿Quién soy yo para estar tan cerca de alguien con tanta gracia, amor y bondad? Nada, porque este amor no tiene su fundamento en mí, sino en Cristo y su amplio corazón me ha hecho el objeto de su amor. "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4:10). También los creyentes nacidos de Dios, tenemos nuestro "Gosén", prosperidad para nosotros y para todo lo que tenemos. Pero no debemos olvidar que somos un pueblo espiritual y celestial, por tanto esto tiene un alcance mucho más excelente, que estando en esta tierra gozando por Cristo los beneficios de sus cuidados y realizando nuestras responsabilidades como "santos", dejando en evidencia el amor con que fuimos amados. En esta condición nos identificamos plenamente con nuestro Señor y caminamos en obediencia, y conocimiento de su bendita persona. José quería tener cerca a esta su familia para hacerlos objeto de sus cuidados y de su protección, mientras estuvieran en esa tierra, buena tierra, pero no era la tierra que les pertenecía. En tiempo de tanta escasez y dificultad, el alimento estaba asegurado, como asegurado estaba la presencia de José para los suyos. En un mundo con tanta hambre espiritual, para los creyentes está también asegurado este alimento y este nos es dado por la mano misma del Señor, asegurándonos así de su presencia.
            "Y besó a todos sus hermanos..." Este beso representa en expresión y en significado a la gracia. Vemos también un doble sentir en José: primeramente en la conmoción de saber la debilidad de sus hermanos y que sin él ellos estarían perdidos. Las consecuencias del pecado no hacen más que sacar en José el dolor más profundo que le había tocado vivir. Pero seguidamente podemos palpar la bendita tranquilidad de tener a sus hermanos y por ende a sus familias recuperadas, restauradas y aseguradas en él. Ahora sus hermanos tendrán la oportunidad de gozarse en las glorias de aquel en quién no habían creído. El beso representa el verdadero perdón y más que eso, toda la paz que puede traer a los deudores cuando la deuda ha sido saldada ya. Poco importa lo que nosotros hayamos hecho ofendiendo a Dios, el punto esta en que lo ofendimos. Más lo verdaderamente importante radica en la redención y en el Redentor. Cuanto nos duele ver como se ha enredado por los muchos que hablan del Señor, sin siquiera haber vivido estos momentos, el limpio, sencillo y dulce instante de estar frente al Señor Jesús, para ser objeto de su gracia, la cual nos fue dada sin poseer nosotros ningún mérito y mucho más aún estando ya condenados. Para Cristo nuestro José, le es un gozo sublime besarnos en su gracia "No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia" (Miqueas 7:18). Una bendición así a favor nuestro, debiera producir en nosotros un sentir igual al de aquella mujer pecadora, la cual con lagrimas regaba sus pies, los enjugaba con sus cabellos y no cesaba de besarlos (Lucas 7:36).
            Cada día expresamos con todo nuestro corazón, aquellos que disfrutamos y postramos toda nuestra existencia a sus pies. Como los que gozan siempre de su gracia, única y eterna.
            "¡Oh, si él me besara con besos de su boca!" (C. Cantares 1:2).

Doctrina acerca de Dios (Teología Propia)

Los Atributos de Dios o Las Perfecciones de Dios (continuación)



Omnipotencia
            Quiere decir que Dios es Todopoderoso o que Dios todo lo puede, que para Él nada es imposible (cf. Lucas 1:37).  Que puede hacer de la nada todo (Génesis 1:1ss), que puede hacer que un útero viejo o estéril (véase el caso de Sara y Elisabeth) den vida a un ser.
            De hecho cuando contemplamos todo lo creado, sólo tenemos dos caminos para seguir: el pensar que todo es producto del azar y que ningún ser tuvo detrás de toda la planificación universal;  o reconocer como Job: “Yo conozco que todo lo puedes…” (Job 42:2a).
            Pero no por el hecho de ser Todopoderoso, tiene Él poder de hacer cosas que están fuera de orden que Él soberanamente ha establecido. Los incrédulos han formulado preguntas tan absurdas como “¿puede crear una roca tan grande y pesada que Él mismo no pueda levantar?” La respuesta es que Dios hacer todo lo que es coherente o en armonía con su naturaleza y su Persona. Además, Dios no puede  mentir porque va contra su Santidad.elnos 16o 33:un dfecta"1importa. que no importae e
            En el Apocalipsis se revela que en ese periodo de gran tribulación, una inmensa multitud alaba  a Dios  reconociendo su omnipotencia: “Y oí como la voz de una gran multitud,  como el estruendo de muchas aguas,  y como la voz de grandes truenos,  que decía: ¡Aleluya,  porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” (Apocalipsis 19:6). Es posible pensar, que así como sucederá en esa época,  sucede en forma constante en la actualidad (cf. Isaías 6:3).
            Los siguientes versículos nos muestran  la omnipotencia de Dios: Génesis 1:1-3, Éxodo 4:11, Lucas 18:27

Omnipresencia
            Dios está en todo lugar, pero no está en todas las cosas, ni se confunde con ninguna cosa,  por lo tanto contradice todo lo que difunde el Panteísmo.
            Y cuando decimos que está en todas partes, no es que una parte de Dios esté en un sitio y otra en otro: Dios está Todo El en todas partes. Entonces, si no podemos hablar de tiempo refiriéndonos a Dios, tampoco podemos hablar de espacio, pues la presencia de Dios no tiene límites. De allí que el sabio Rey Salomón, en su oración al dedicar el Templo de Jerusalén, exclamara: “Si los cielos invisibles no pueden contenerte, ¿cómo permanecerás en esta Casa que yo te he construido?” (1 Rey. 8, 27)
            El santuario de Dios es el infinito. Esto es un gran consuelo. Tal vez lo tomamos como algo ordinario, pero ¿nos damos cuenta de que por la Omnipresencia divina podemos recurrir a Dios en cualquier lugar, pues El está allí donde nosotros estemos? En cualquier parte de nuestro mundo Dios está con todos y cada uno de nosotros, para ayudarnos, para compadecerse de nosotros, para que nos refugiemos en El, para comunicarnos con El en oración.
            Es así entonces como no hay un sitio donde Dios no esté. El mismo nos lo dice en la Biblia: “Los ojos de Jehová están en todo lugar,   Mirando a los malos y a los buenos (Proverbios 15:3).
            La doctrina bíblica de la oración presume más gráfica y naturalmente la omnipresencia de Dios. Se da por sentado que cualquier persona en cualquier parte de la tierra puede en cualquier tiempo hablar directamente con Dios. Jonás oró desde el vientre del gran pez y el Señor le oyó. «Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras» (Sal 145.18).
            Pero si la Omnipresencia divina es un consuelo para nosotros, también es un aviso. Dios lo ve todo, lo observa todo… hasta nuestros más ocultos pensamientos, deseos e intenciones: buenas y malas: “Los ojos de Jehová están en todo lugar, Mirando a los malos y a los buenos” (Proverbios 15:3).  Y además los conoce desde siempre, antes de que tengan lugar en nuestro presente. Salomón nos indica: “Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová,  Y él considera todas sus veredas” (Proverbios 5:21). Y no hay caso en tratar de escapar a su presencia (Ver Salmo 138, 1-16).  
            Textos para revisar: Jeremías  23:23-24; Salmo 139:7-12; Job 22:12-14; Hechos 17:24-28; Nahúm 1:5-6; Daniel 4.

Omnisciencia
            Dios al ser Espíritu, tiene todo el poder, lo abarca todo y puede estar en todo lugar en un mismo instante, y tiene todo el conocimiento (pasado, presente y futuro)  y en forma perfecta. Abarca todas las cosas. Zofar pregunta: “¿Descubrirás tú los secretos de Dios?  ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? Es más alta que los cielos; ¿qué harás? Es más profunda que el Seol;  ¿cómo la conocerás?” (Job 11:7-8).  Y él mismo responde que está mas allá de toda comprensión o capacidad de entendimiento humano, tanto que no es posible medirlo. Si midiéramos la distancia de la tierra hasta los confines del universo o de la tierra hasta esa dimensión desconocida como es el Seol (que no sabemos cuanto mide), entonces sabemos que esa inmensidad es una “millonésima parte” de la inmensidad de Dios, y, por la misma razón,  no podremos saber los secretos del conocimiento de Dios: “…no hay quien lo alcance” (Isaías 40:28) y “…su entendimiento es infinito”  (Salmos 147:5).
            Este conocimiento lo podemos expresar en los siguientes puntos:
           
·        Tiene un conocimiento perfecto de todo lo que hay en la naturaleza.
            Dios conoce todo lo que posee en el universo, sabe la cantidad de estrellas que están en los cielos, “El cuenta el número de las estrellas;  A todas ellas llama por sus nombres” (Salmos 147:4).  A pesar que algunas estrellas se conviertan en polvo estelar por su voluntad, “ninguna faltará” (Isaías 40:26). Incluso sabe la diferencia que existe entre una nube y otra  (Job 37:16). De modo que sólo podemos reconocer: “He aquí,  Dios es grande,  y nosotros no le conocemos,   Ni se puede seguir la huella de sus años” (Job 36:26).

·        Tiene un conocimiento perfecto de todo lo que contiene la experiencia humana.
            Por más que el hombre oculte sus caminos, por más que ponga todo tipo de cuidado en ocultarlo con cualquier tipo de fe o de astucia, según sea el caso,  estos están antes sus ojos (Proverbios 5:21).  En un creyente, en un hijo de Dios, existe la complacencia que nuestro camino sea conocido por Él, y nuestras acciones sean  examinados por Él (Salmos 139:1-3).
            Y en nuestra vida como creyentes, podemos estar seguros que conoce nuestras necesidades (Mateos 6:8,36; Lucas 12:30) y aún nuestros cabellos no caen a tierra sin que Él no lo sepa (Mateo 10:29-30). Cuanto más si hemos pecado, no lo podemos ocultar, Él lo sabe todo, conoce cada una de nuestras caídas. (1 Juan 3:20).
            Revise  estos textos: Éxodo 3:7, 19; Génesis 18:13.

·        Tiene un conocimiento perfecto de la historia humana.
            En lo que concierne al conocimiento de la historia, su saber es perfecto. Este conocimiento lo expuso a través de profecías, de modo que mucho antes que sucediesen los hechos, estos ya estaban escritos (Hechos 15:18). En el Antiguo Testamento tenemos  ejemplos de este conocimiento perfecto: describió el futuro del reino de Nabucodonosor y los siguientes imperios por medio de un sueño  de  una gran estatua, y su destrucción (Daniel 2); o la Visión de las cuatro bestias que describen a los imperios que iban a surgir (Daniel 8).

·        Tiene un conocimiento perfecto de la eternidad.
            El libro del Apocalipsis es un buen ejemplo saber lo que vendrá, ya que constituye la revelación de Dios. La finalidad de este libro es manifestar a los creyentes lo que sucederá pronto (Apocalipsis 1:1), y expresar el cumplimiento de las promesas hechas por el Señor: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva;  porque el primer cielo y la primera tierra pasaron,  y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad,  la nueva Jerusalén,  descender del cielo,  de Dios,  dispuesta como una esposa ataviada para su marido” (Apocalipsis 21:1-2).
            Unas palabras más al finalizar este tema. En el Antiguo Testamento, cuando reveló su nombre a Moisés (véase Éxodo 3:14), éste nos habla  del  que es, el que era y el que será, tal como el Señor se  presentó ante Juan (Apocalipsis 1:8). Este nombre nos habla del conocimiento pleno al no existir en Él tiempo.

Sabiduría
            Se puede definir Sabiduría como “la capacidad de usar la experiencia que se posee y aplicarla en su justa medida.”  El Salmista dice “¡Cuán innumerables son tus obras,  oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría;   la tierra está llena de tus beneficios” (Salmos 104:24). El salmista habla que Dios aplicó su sabiduría en  la tierra, porque contiene muchas cosas que son propicias para el bienestar del hombre. Dios hizo todo pensando en el hombre y sus necesidades.
            El hombre se cree que posee mucha sabiduría, de hecho, existe para todos los gustos: Aristotélica, Platónica,  y otras más modernas. El hombre se jacta de su conocimiento y de su inteligencia,  dejando de lado a Dios y su sabiduría. En resumen, se cree por sobre Dios. Pero  “lo insensato de Dios es más sabio que los hombres,  y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”  (1 Corintios 1:25).
            Podemos discutir mucho sobre el pecado y su abundancia en ser humano, y preguntarnos porque Dios lo ha permitido. La respuesta la tenemos en las misma escritura: “porque Dios sujetó a todos en desobediencia,  para tener misericordia de todos” (Romanos 11:32). Para tener misericordia de todos.  Y Pablo cuando entendió, no dejó de alabar a Dios, y lo hizo del siguiente modo: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!  ¡Cuán insondables son sus juicios,  e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33).

Santidad
            Santo quiere decir “aparte”, por lo tanto  La santidad de Dios quiere decir que Dios es completamente separado de la maldad y del pecado y es positivamente puro y perfecto.  Esto no quiere decir que Dios esté aislado sin preocuparse por el ser humano, porque de lo contrario ninguna de las palabras de la Biblia sería cierta en lo que concierne a la entrega de la ley de Moisés al pueblo de Israel  y a la venida del Señor Jesucristo y su muerte expiatoria, entre otras cosas.  Es Santo porque el no comete ningún tipo de pecado, está apartado de toda maldad. Juan describe perfectamente lo que hemos dicho: “Dios es luz,  y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5).
            En su Santidad, Dios Aborrece el pecado y no lo puede tolerar ante su presencia (Habacuc 1.13). No significa que Dios no pueda ver lo malo. Quiere decir que no lo puede ver  sin juzgarlo. Tal es el juicio  que hace al pecado, que su juicio no se detuvo ni aun ante su Hijo que lo estaba cargando en la cruz del calvario.
            La santidad de Dios es totalmente perfecta, ya que es  tres veces Santo. En Isaías los serafines son los que alaban a Jehová de los ejércitos (Isaías 6:3). En el Apocalipsis los cuatro seres vivientes  son los que rinden esta alabanza (Apocalipsis 4.8).
            En la Escritura, la palabra Santo proviene del griego hagios (αγίος)  y del hebreo qâdosh, ambas quieren decir  “poner aparte” o “apartado”. En el antiguo testamento, el sumo sacerdote tenía una tiara en su mitra que decía “Santidad a Jehová” (Éxodo 28:36). Este hombre estaba apartado para el servicio en el Santuario y  debía entrar una vez al año al lugar santísimo  y no sin sangre (Hebreos 9:7). Un sacerdote no podía casarse con cualquier mujer,  porque “es santo a su Dios” (Levítico 21:7). Por el contrario,  en el nuevo testamento se les llama a los creyentes, "Santos" (Efesios 1:1, Filipenses 1:1, Colosenses 1:2). Desde el momento en que el hombre recibe a Cristo, éste se constituye en un Santo, un creyente  “apartado” de mundo y del pecado.
            La santidad de Dios reclama la santidad de sus hijos. En la Escritura se nos manda: "Sed santos porque yo soy santo" (1 Pedro 15-16). El nos ha sacado del pecado para que vivamos en santidad. (Ef. 1:4). Honremos ese nombre viviendo vidas apartadas del pecado y rendidas a Dios.
            Textos para estudiar: Éxodo 15:11; Josué 24:19; 1 Crónicas 16:29; 29:16; Salmo 77:13; 89:35; 97:12; 99:5, 9; Isaías 54:5; 57:15; Amós 4:2; Romanos 1:4.

Soberanía
            Dios es el supremo rector del universo, por tanto, controla todos los elementos existentes, tanto físicos como espirituales (véase Efesios 1)
            La palabra “soberanía” es usada como un adjetivo y sustantivo. Como adjetivo, describe a una misma persona o cosa que está por encima o superior a todo, haciéndolo superior en rango, poder y autoridad. Como sustantivo, se refiere a una persona o grupo que posee la suprema autoridad para gobernar a otros, de ahí, un monarca, rey o gobernante. Consecuentemente, la idea transmitida por el sustantivo “soberanía” es el status o calidad de ser un soberano, uno que tiene gobierno y dominio sobre otros debido a su posición de tener suprema autoridad. Las palabras “soberano” o “soberanía”, además de sinónimos como “autoridad”, “poder”, “dominio” y “gobierno”. Se traduce de los términos griegos y hebreos que expresan la noción de soberanía. Por ejemplo, la raíz hebrea meshel, conlleva el sentido de gobierno, señorío y dominio. En el Nuevo Testamento la palabra griega exousia se refiere a la autoridad, poder y jurisdicción con relación al gobierno de otros, así como el poder de hacer lo que uno desea y la habilidad y fuerza para cumplir los planes y propósitos. La idea de soberanía es encontrada en distintos  términos bíblicos, y está presente en toda la Escrituras.
            Cuando los cristianos hablan de la sobera-nía de Dios, ellos quieren decir “Su derecho absoluto del dominio sobre toda la Creación, que es el Monarca Supremo del cielo y la tierra, porque, como Dios Todopoderoso y Creador, Él es infinitamente exaltado en rango, poder y autoridad sobre todo”. La Soberanía habla del Reinado divino donde Dios ejerce su poder ilimitado para gobernar sobre sus criaturas de la manera como Él ve que se ajusta a los fines que sólo Él puede determinar.
            Al hablar de la naturaleza divina debemos entender que Dios, como tal, no necesita derecho alguno, puesto que el hablar de derecho es hablar de ley, y el hablar de ley es hablar de límites y los límites de la ley son características meramente creacionales, por lo tanto, en lugar de la palabra derecho utilizaremos el término facultad: “Su facultad absoluta del dominio sobre toda la Creación”
            Los pasajes de la Escritura que enseñan la doctrina de la Soberanía de Dios son numerosos para mencionar. Que esta compilación sea suficiente para entender el testimonio Bíblico de esa gran verdad:
·        Poder Soberano: (Jeremías 32:27; 32:17-19; 27:5; Génesis 17:1; Job 40:1, 42:2; Salmos 89:8-13; 135:6; Isaías 40:12-26; Lucas 1:37; Romanos 1:20; 9:19; Apocalipsis. 1:8; 4:8).
·        Autoridad Soberana: (Salmos 47:2, 7-8; 2:4-11; 93:1-2; 103:18; Daniel 4:25-26, 34:35, 37; 7:13-14; Romanos 9:20-21; 13:1; Efesios 1:20-21; Mateos. 28:19; 1 Timoteo 6:15; Apocalipsis 1:6; 17:14).
Unidad
            Este atributo nos habla que Dios es único y que es más de una persona.
            La  declaración “Oye,  Israel: Jehová nuestro Dios,  Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4) es una indicación clara de que Dios es uno solamente, que no hay otro.  En los primeros mandamientos,  encontramos  que fuera de Él no existe otro Dios, por lo cual Dios nos insta a no adorar a ídolos (Éxodo 20:3-5).
            En el nuevo testamento encontramos que se habla de la Trinidad, y  se indica la unidad de Dios, sin que exista ninguna contradicción (Efesios 4:6; 1 Corinitos 8:6; 1 Timoteo 2:5).
            Texto para estudiar y meditar: Deuteronomio 4:35, 39; 1 Samuel 2:2; 2 Samuel 7:22; 1 Reyes 8:60; 2 Reyes 19:15; Nehemías 9:6; Isaías 44:6-8; 1 Timoteo 1:17).        

Verdad
            Un hermano define  la verdad como la “Armonía con todo lo que Él representa, e incluye ideas de veracidad, fidelidad y consecuencias”. Esto quiere decir, que Dios es consecuente consigo mismo, que su Palabra y revelación es completamente confiable.
            Esto quiere decir que es verdadero en su persona (Isaías 45:5), y que es consecuente con su revelación. Esto quiere decir,  que Dios no puede mentir, que no puede dejar sin cumplimiento su palabra.
            Lea los siguientes textos: Salmo 110:5; Mateos 5:18; Juan 14:6; 17:3, Tito 1:2, Romanos 3:4; Hebreos 6:18; 2 Timoteo 2:13; 1 Pedro 1:25

Voluntad.
            Se define Voluntad como una propiedad  de la personalidad que apela a una especie de fuerza  para concretar  una acción según  un resultado esperado.
            En Dios, es un elemento esencial en la personalidad.  “La voluntad es aquella en Dios que ponen en acción todo lo que Él ha hecho”. Este atributo se manifiesta plenamente en dos situaciones particulares, amen de otras. La primera, que expresamente por su voluntad  fueron creadas todas las cosas (Apocalipsis 4:11) y creó al ser humano sabiendo que iba a pecar. El segundo punto está directamente relacionado con el anterior, ya que Dios indicó que su Hijo debía llevar sobre sí los pecados de todos, y que a pesar del sufrimiento que veía venir, estaba dispuesto a seguir con la voluntad del Padre (Mateo 26:42), a seguir el plan trazado desde la eternidad.
            Textos para estudiar: Efesios 1:11; Salmos 33:10-11; 115:3; Isaías 14:24-27; 46:10-11; 55:11; Daniel 4:35; Romanos 9:11-19; 11:33-36; Efesios 1:4-5; 3:10-11; 2 Timoteo 1:9; Hebreos 6:17.
Conclusión.
            El estudio de los atributos o las perfecciones de Dios es particularmente fascinante, por lo cual es imposible sólo enunciarlo y no profundizar un poco en ellos, si bien sólo rozamos las aguas  de las perfecciones de Dios. Es deber de cada creyente profundizar más en el conocimiento de Dios.
            No hemos analizado todos los atributos de Dios, sino que hemos mostrado los más conocidos. En nuestro continuo estudio personal, debemos sacar a luz los atributos de nuestro Señor y Dios. Y de esta forma el Dios en quien creemos, a quien amamos, no sea un Dios Desconocido

EL LIBRO DEL PROFETA JONAS

Capítulo 4: El Pueblo de Israel

Hemos visto que Jonás, a pesar de su carácter de profeta, encarna en sí el espíritu del pueblo del cual forma parte, espíritu de desobediencia, de indepen­dencia de Jehová, de orgullo espiritual y de justicia propia, que Dios constantemente señala por sus pro­fetas. No se trata aquí de idolatría tan a menudo ana­tematizada, pero que había abandonado a este pueblo mucho tiempo antes que, por el rechazamiento del Cristo, fue dispersado entre las naciones. Ahora bien, es de ese tiempo del cual el libro de Jonás nos habla en figura. Lo presenciamos en el momento en el que la historia de Israel va a acabarse. El pueblo persiste en sus caminos de independencia y voluntad propia, sin haberse arrepentido realmente de las "vanidades mentirosas" (Cap. 2:9), que lo habían tanto tiempo caracterizado. La casa estaba vacía, barrida y adornada (Mat. 12: 44); el estado de este pueblo que el demonio de idolatría ya no asediaba, estaba particularmente marcado en los tiempos de los últimos profetas y du­rante la vida del Señor en la tierra. Era una gene­ración incrédula y perversa, sepulcros blanqueados lle­nos de corrupción en el interior, raza hipócrita, mas orgullosa de su propia justicia, orgullosa y alardeando de tener por padre a Abraham, huyendo a la luz y el testimonio de Dios, hostil a la verdad y rebelde a la gracia. He allí lo que revestía todas las apariencias de piedad, la fidelidad estricta con las normas de la ley, formas exteriores a las cuales, además, añadían todavía sus tradiciones que anulaban el mandamiento de Dios (Marcos 7:9). Los conductores hacían todos sus esfuerzos para guardar su dignidad, su repu­tación, su influencia sobre el pueblo. Pero lo que les caracterizaba antes de todo, era el odio de la gracia que les traía la verdad sobre su propio estado. Si eran condenados, no había pues diferencia alguna entre ellos y los demás hombres, y la gracia abría la puerta de salvación a todo pobre pecador de entre las naciones. Jonás, aunque era hombre de Dios, nos ofrece más de un rasgo de este cuadro. Llega el momento cuando, por el rechazamiento del Salvador y del Espíritu Santo, fue pronunciada la condenación definitiva de los judíos: "Yo os transportaré más allá de Babilonia" (Hechos 7:43). Israel es echado en el mar de los pueblos donde está guardado hasta el día de su resu­rrección nacional.
Renacerá pues, pero entramos, en el capítulo 3, en el segundo período de su historia. Su corazón, ¿será cambiado? ¡De ninguna manera! Si vuelve a tomar exteriormente, aun bajo el Anticristo, las formas antiguas de su culto (Dan. 9:27), su estado moral es caracte­rizado por la irritación contra Dios. Dice: "¡Hago bien en enojarme, hasta querer morir!" (Cap. 4:9). Aquí el libro se calla sobre el fin de su historia. Es como si este pueblo rebelde se adentrase en la nada. Observe­mos nosotros mismos este silencio solemne a su respecto.
El rechazamiento de Israel, en relación con la pro­fecía de Jonás, nos es anunciado por el Señor de ma­nera muy asombrosa. En el Evangelio según Mateo, capítulo 12, Jesús habla de Jonás como siendo una señal de Su muerte y Su resurrección. Consideraremos más adelante este tema; pero, en el capítulo 16, vuelve sobre ello, y, no lo dudo, con intención muy distinta. Los Fariseos y los Saduceos Le volvieron a pedir una señal. Les habla de las señales del cielo, el buen tiempo y la tormenta (imágenes de gracia y de juicio), que sabían bien discernir, mientras que no podían discernir "las señales de los tiempos". El juicio estaba a la puerta y ellos no sabían nada de ello: "no le será dada señal alguna, sino la señal de Jonás" (Vers. 4). Israel iba a ser definitivamente echado al mar, aban­donado, para ceder el lugar a los caminos de gracia de Dios hacia las naciones. Por eso el evangelista añade: "Y dejándolos, se fue".
Pero el verdadero Israel resucitará y vendrá a ser, como lo vamos a ver, el enviado y el testigo de Jehová, para llevar al arrepentimiento la "gran multitud de las naciones".

La Biblia - Resumen de Sus 66 Libros

Efesios


“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3).

           

            Efesios (Éfeso significa «deseo») es una epístola sin reprensiones. Revela plenamente los grandes propósitos de Dios acerca de los creyentes en la actual dispensación de la gracia, así como la presente “bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” y su posición “en Cristo”: sentados “en los lugares celestiales”.
            Cristo, de acuerdo con la gloria de su persona y el valor infinito de su obra, es el centro designado de la bendición de todo el universo: y “en él” hemos obtenido herencia. Él está sentado en el trono de su Padre, y allí nos representa en perfección: estamos “en él”. Los creyentes judíos y gentiles (o las naciones) forman “un solo cuerpo” (2:16), unido a Cristo la Cabeza en la gloria.
            La epístola a los Efesios presenta a la Iglesia como el cuerpo de Cristo y como la casa de Dios. Los creyentes son “juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (2:21-22).
            En el capítulo 5 vemos a la Iglesia como una esposa santa y sin mancha para su Esposo. En tiempos pasados, tales verdades no fueron conocidas ni se profetizó acerca de ellas, pero ahora son reveladas por medio de los apóstoles y profetas. También se ve que nuestra lucha está en “las regiones celestiales”, “contra huestes espirituales de maldad” (6:12), poderes Satánicos ocupados en oponerse a nuestro discernimiento y gozo de la verdad como nuestras legítimas posesiones divinas.
            Ningún libro es más importante que Efesios en cuanto a desarrollar un carácter conforme a nuestra verdadera unión con Cristo en el hogar apropiado de nuestras almas, el cielo mismo.

 

Filipenses

“Aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8).


            Filipenses («aficionado a los caballos» o «a la carrera») es una epístola pastoral, alentadora y refrescante. Está escrita a una iglesia afligida por la pobreza pero que, no obstante, había mantenido un leal afecto por Pablo desde que habían sido convertidos por medio de sus labores, once años antes.
            La epístola presenta la verdadera experiencia cristiana como una carrera deportiva que conduce “al premio del supremo llamamiento de Dios” (3:14). El propio Pablo es ejemplo de esta experiencia, y aunque estaba en prisión, su vibrante y, sin embargo, pacífico gozo impregna el libro completo. El secreto radica en el hecho de que, de un modo práctico, Cristo es todo para él:
·        capítulo 1, Cristo es su motivo de vida;
·        capítulo 2, Cristo es su ejemplo;
·        capítulo 3, Cristo es su blanco;
·        capítulo 4, Cristo es su fuerza.
            El capítulo 2 contiene una magnífica declaración de la grandeza de la humillación voluntaria del Señor Jesús, desde el lugar más elevado de la gloria hasta el más profundo sufrimiento y la muerte de cruz. Esto da como resultado entonces la bendita respuesta de Dios al exaltarle como Hombre al lugar de la más elevada preeminencia (v. 5-11).
            Los afectos y la admiración del apóstol Pablo tenían como centro la persona maravillosa del Señor Jesús. Podía así no sólo soportar pacientemente toda adversidad desagradable, sino también regocijarse al ver en cada una de éstas una ocasión de más plena bendición y de mayor gloria para Cristo.
            Este magnífico triunfo de la fe, que se encuentra en esta epístola, anima al cristiano a desarrollar una fe similar en su propia vida personal.

 

Colosenses

“Dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:12-13).

            Colosenses («monstruosidades») tiene mucho en común con Efesios. No obstante, de ninguna manera presenta a los creyentes sentados en los lugares celestiales, sino más bien los considera como caminando aún a través del desierto que es el mundo desolado para los cristianos. Sin embargo, la provisión para el viaje es celestial, y se contempla en forma hermosa la bendita plenitud de esta provisión en la persona de Cristo. “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (2:9).
            En relación con esta plenitud, las palabras “todo” y “toda” son usadas constantemente. Y esto era necesario para advertirles, por una parte, contra los peligros de la filosofía y, por otra, del misticismo religioso. Lo primero no es otra cosa que una apelación al intelecto, mientras que lo otro, un insulto grosero al intelecto, aunque a menudo se encuentran curiosamente entremezclados, un verdadero monstruo de dos cabezas en contradicción. La preeminente primacía de Cristo es, por supuesto, la bendita respuesta a esto.
            Cristo es visto como el primogénito de toda la creación, y también como Cabeza del cuerpo (1:15, 18), la Iglesia. Él reconciliará consigo todas las cosas, las que están en la tierra como las que están en los cielos; pero ahora ha reconciliado consigo a todos los creyentes. Ha proporcionado tanto el ministerio del Evangelio como el de la Iglesia, por medio del apóstol Pablo. En todo esto, hay una doble provisión: la que es hacia el mundo, y la que es para sus redimidos.
            Entonces, encontramos en este libro alimento celestial que nos preservará del mal en sus formas más disfrazadas.