sábado, 5 de mayo de 2012

Teología Propia


Providencia.

Introducción.

            La doctrina de la Providencia (o decreto de Dios) no está definida en forma explícita en la Biblia como encontramos las doctrinas de  la Santidad y el Amor de  Dios, pero no por ello es menos cierta.
            Esta doctrina está estrechamente relacionada con la Soberanía y Voluntad de Dios,  ya que aplica al gobierno soberano de Dios, a pesar de la oposición de Satanás. Es decir, nos dice que Dios rige todo y en todos y que nada sale de los planes por Él ha trazados.
            El hombre era un factor en la providencia de Dios, era el virrey de la creación, pero a pesar de la intervención de Satanás a tentarlo a desobedecer el mandamiento de Dios dado al hombre y el posterior pecado de éste, no impide que Dios tenga el control en todo.
            Como hemos dicho, esta doctrina nace de la Soberanía y Voluntad de Dios,  ya que implica que todo marcha como había sido previsto y dispuesto, y que todo está perfectamente controlado. Y, en relación a la voluntad, que a pesar que Satanás iba a pecar (y arrastrar a la tercera parte de los ángeles en su rebelión como lo índica Apocalipsis             12:4) y provocar la caída del hombre, Él siguió con lo dispuesto.
            Esta palabra, providencia, no aparece en el antiguo testamento; pero en el  nuevo testamento la palabra griega pronoia apunta a la prudencia o provisión humana. Esta palabra la encontramos en Hechos 24:2, Romanos 13:14, que es traducida como “prudencia” y “proveáis”, respectivamente.  
            En la Biblia se encuentran ideas afines a la Providencia,  en ella encontramos expresiones como “él da alimento a toda carne” (Salmo 136:25), o “él envía las fuentes por los arroyos” (Salmo 104:10), que manifiestan el poderoso apoyo que Dios le da a su pueblo.

Conceptos Erróneos.
            Hay dos conceptos erróneos que debemos tener conciencia y evitarlos.
a)     La preocupación que Dios muestra hacia el mundo posee un carácter muy general. Es decir, que Dios creó el mundo, estableció sus leyes, lo puso en movimiento y luego se apartó de éste.  Dios observa el curso que el mundo sigue de acuerdo a las leyes constantes de la naturaleza, e interfiere en su normal funcionamiento solamente cuando algo anda mal. Por consiguiente, el mundo no es como una nave que Dios pilotea de día a día, sino como una máquina que se ha puesto en marcha, al que solo corrige el curso cuando se ha desviado un poco (Berkhof).
b)     El Panteísmo no reconoce la diferencia que existe entre Dios y el mundo. Equipara a los dos y, debido a esto, no deja realmente lugar a la providencia, en el propio sentido de la palabra. Las supuestas leyes de la naturaleza son sencillamente modos de la actividad directa de Dios. El es el autor de todo lo que acontece en el mundo. Incluso los actos que se le atribuyen a los seres humanos son realmente actos de Dios. De acuerdo a este sistema, el ser humano no es  un ser moral libre y tampoco es responsable por sus actos (Berkhof).

Características generales
            Las Características generales de la providencia las podemos resumir en los siguientes puntos:
·        Es un plan único que abarca todas las cosas (Efesios 1:1).
·        Cubre todas las cosas, y fue formado desde la eternidad, pero se manifiesta en el tiempo (Efesios 1:4).
·        Es un plan sabio: Dios planeó lo mejor (Romanos 9-11; Salmo 104:24; Proverbios 3:19).
·        Es acorde con la voluntad soberana de Dios: Él hace lo que le place (Daniel 2:21; 31-45).
·        El propósito es glorificar a Dios (Salmos 19:1; Efesios 1:4-6, 11-12; Romanos 9:23; Apocalipsis 4:11).
·        Abarca todas las cosa, pero aun así, el hombre es responsable por sus pecado (Hechos 2:23; Habacuc 1:7-11)
            Veremos en forma resumida como ha sido la providencia de Dios en las siguientes etapas. Esta es una forma de clasificarlas y de poder entenderla, pero quedamos abiertos a que existan otras formas.

Providencia en la creación.
            Dios es eterno y vive – si podemos llamarlo así – en un eterno presente, donde el tiempo no existe, donde un día puede ser un como mil o un millón de años nuestros,  o mil años como un día.  Es decir, no existe el tiempo. Allí, el cielo donde Pabló fue un día (véase 2 Corintios 12:2),  donde los hijos de Dios van cuando duermen, Dios reina, y no necesitaba crear un universo  ni que creara un  ser humano para que coronara la creación.
            Como ya sabemos, Dios en principio de los tiempos hizo los cielos y la tierra (Génesis 1:1) y todas las cosas que son parte de la tierra (vida animal y vegetal); y al hombre al sexto día. En algún punto del tiempo de la creación, hizo todas las huestes celestiales incluyendo a Lucero. Este Querubín protector, que era perfecto y que por su orgullo, cayó en pecado y arrastró un cantidad de ángeles tras de sí (Isaías 14:12-15; Apocalipsis 12:4; Ezequiel 28:14-18).
            Dios había previsto que el hombre había de ser engañado y pecar, dándole oído a las mentiras a Satanás en forma de serpiente. (Apocalipsis 12:9,15; 20:2).
            A pesar de los hechos lamentables, Dios tiene un plan que abarca todas las cosas. Porque su Voluntad y Soberanía están en perfecto equilibrio en todos los hechos, como lo veremos en los siguientes puntos.
            Dios, a pesar que castigó al hombre, les dio medios de acercarse a Él, les proveyó de vestido cuando estaban desnudos tapándose con hoja de higueras, les proveyó alimento que la tierra le daría, les provee de la lluvia temprana y tardía, que hace caer sobre justos e injustos;  pero también puede quitarla, porque así es su voluntad  (Génesis 3:7, 18,19, 21; Levítico 26:4; Mateos 5:45; 1 Reyes 17:1). 
            Dios hace todo lo que quiere en los cielos y en la tierra y en todo lugar, todo está bajo su perfecto control (Salmo 135:6; 147:8). Dios provee para todos los seres vivientes su mantenimiento: “Él da a la bestia su mantenimiento, Y a los hijos de los cuervos que claman” (Salmos 147:9). Y aun en la hora de volver a la tierra, Dios está presente (Mateos 10:29).
            Y aun en el hombre (de cada hombre) Dios tiene un perfecto control. Cada ser humano debe cumplir con su destino: debe morir y esperar el juicio para los no creyente y el tribunal de Cristo para los ya salvados. El hombre, debe volver a la tierra desde la cual fue formado. Podemos ver en las Escrituras, que Dios ordenó que todos los hijos de Israel que salieron de Egipto, excepto dos, no entrarían a la tierra prometida. E incluso Moisés debió morir conforme a lo que Dios había dicho respecto de él (Deuteronomio 34:5).

Providencia en la Historia
            Como Dios tiene un perfecto control de todo y que es conforme a su plan “Maestro” lo podemos apreciar en las diversas profecías que han ido cumpliendo. Pero la más clara de todas las profecías la vemos en las  que se declara en el libro Daniel.
            En ellas podemos apreciar  como los principales imperios que han tenido relación con Israel son. En Daniel 2 encontramos el sueño de Nabucodonosor, que fue revelado por Dios a Daniel cuando el rey quería eliminar a todos los sabios por no saber lo que él había soñado.  Daniel pudo declarar lo siguiente en alabanza a Dios: “Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos,  porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades;  quita reyes,  y pone reyes;  da la sabiduría a los sabios,  y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido;  conoce lo que está en tinieblas,  y con él mora la luz”  (Daniel 2:20-22).
            Daniel  mostró que el Dios quien está detrás del gobierno humano (a pesar que los reinos de tierra son de Satanás, tal como dice Mateo 4:8 y 9), donde quita reyes y pone reyes. Podemos ver esto cuando llegó a reinar sobre Israel Saúl, y como fue depuesto por no obedecer los mandatos de Dios, y puesto en su lugar un rey conforme al corazón de Dios: David (Hechos 13:22; Salmo 89:20; 1 Sam 13:14, cf. 1 Re 11:4). Pablo le enseñaba que todos los creyentes debe someterse a las autoridades, ya que estas han sido puestas por Dios (Romanos 13:1; Tito 3:1)
            Daniel declaró a Nabucodonosor que había soñado: “Tú,  oh rey,  veías,  y he aquí una gran imagen.  Esta imagen,  que era muy grande,  y cuya gloria era muy sublime,  estaba en pie delante de ti,  y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino;  su pecho y sus brazos,  de plata;  su vientre y sus muslos,  de bronce; sus piernas,  de hierro;  sus pies,  en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando,  hasta que una piedra fue cortada,  no con mano,  e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido,  y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro,  el barro cocido,  el bronce,  la plata y el oro,  y fueron como tamo de las eras del verano,  y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno.  Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra” (Daniel 2:31-35). Este rey era la cabeza de oro de esta gran estatua de imperios que vendría posterior a él.  Los historiadores  identifican a las otras partes de esta estatua con los imperios de Persia, Grecia y Roma,  siendo sus metales  la plata, el bronce y  el hierro mezclado con barro cocido, respectivamente (Daniel 2:39-41). ¿Quien no ha leído Daniel 11 y ha visto la precisión del relato con los hechos ocurridos en la historia? ¿No es de maravillarse del poderoso control que Dios tiene en la Historia?  Mas aun diremos que desde la época de Isaías, siglos antes que naciera, ya se sabía como se llamaría el rey que daría el decreto para que los hijos de Israel volvieran a su tierra (Isaías 45:1).
            El Libro de Apocalipsis nos muestra como Dios establece sus Juicios sobre las naciones de la tierra, sobre las naciones no creyente. En ellas manifiesta toda su santa Justicia.

Providencia en la Salvación
            A pesar que Adán y Eva habían provocado la existencia de una sima que separaba a la humanidad de Dios de manera irrevocable. Dios hubiera podido dejarlos a la deriva y que vagaran desnudos o cubiertos por plantas por el planeta y crecieran sin contacto con Dios. No. No fue así. Dios le proveyó de una promesa, de un redentor que vendría de la simiente de la mujer, que vencería a la serpiente (Génesis 3:15); y además  proveyó vestimenta para su desnudes, donde hubo un animal muerto, del cual salieron las pieles que los cubrieron (Génesis 3:21).  Por tanto, Dios no había abandonado al hombre y ellos tenían una promesa y un medio para acercarse a Dios por medio de un sacrificio cruento (Génesis 4:4-5).
            El Plan de Dios no terminaba ahí, sino que proseguía en su ejecución. Si hubiera terminado ahí, ningún hombre sería salvo y estarían aun realizando sacrificios de animales, o haciendo sacrificios humanos, para que de esa forma poder aplacar la ira de Dios, siendo el hombre mejor que los animales (¿no era esto lo que pensaban todas esas culturas prehispánicas que realizaban sacrificios humanos?).
            En su providencia, Dios proveyó un medio ordenado de la realización de los sacrificios, que eran tipo del que había de venir a redimir a la humanidad. Y proveyó, previamente, su ley para que fuera una guía para el ser humano y que le indicara al hombre que es pecador y al mismo tiempo lo llevara hacia la salvación por medio de la obra del Señor Jesucristo (Gálatas 3:24-25).

Providencia en la vida del creyente
            Cuantas veces hemos estado necesitados de algo y ese algo llega cuando menos lo pensamos. ¿Creemos que es resultado del azar o que un alma caritativa se movió? Es cierto que un alma, pero también es cierto que Dios es el que movió a esa persona a ayudarnos.
            Un ejemplo de la provisión de Dios la tenemos en la vida de Jorge Müller, que confiaba plenamente en la provisión de Dios, y administraba no uno, sino varios, orfanatos. Todos se vieron constantemente apretados a nivel financiero y de alimentos, pero nunca Dios los dejó solo. Algunos hechos de su vida nos bastarán para explicar esto:
            “Pese a que las necesidades de las casas del orfanato eran grandes, Jorge se sintió impulsado a orar por fondos extras, especialmente para las viudas de la comunidad, puesto que el precio del pan había subido. Luego, un hermano fue guiado a dar un regalo grande para este propósito, el cual asistió a muchas viudas, hasta que el precio del pan bajó un poco otra vez.
            “En un tiempo de gran necesidad, llegó un regalo de un hermano que tenía una familia grande y un sueldo pequeño. Él, cada vez que su jefe le daba dinero para comprar cerveza, lo apartó; él no usó ese dinero para tal vanidad, pues se había convertido.
            “Una mujer, que se mantenía de trabajos manuales, sacó sus ahorros del banco y los entregó a la obra que Jorge tenía a su cargo. El corazón de ella había sido tocado por las Escrituras: "Vended lo que poseéis, y dad limosna" (Lucas 12:33); y "No os hagáis tesoros en la tierra" (Mateo 6:19).
            “Un día mientras ellos experimentaban una severa prueba de fe, el Señor puso en el corazón de un hermano, mientras caminaba a su trabajo, dar un regalo para los huérfanos. Ese hombre pensó que no iría al orfanato inmediatamente, pero regalaría algo esa tarde. Sin embargo, el Señor lo hizo sentirse obligado a tomar pasos a las casas de los huérfanos, en ese mismo momento. Si no hubiera sido por su regalo, ese día no habrían tenido leche para los niños. Otro día, solamente faltaba una hora para que los niños tomaran el té de la tarde, pero no había nada de comida en las casas: hasta que un hermano llegó en esa hora, con el dinero suficiente para hacer las compras.
            “A veces en su diario se ve lo siguiente: "Hoy estamos especialmente pobres...". Una vez él anotó: "Después que el Señor ha probado nuestra fe, Él, en el amor de su corazón, nos da de su abundancia, para demostrar que no con ira, sino que para la gloria de su nombre y para la prueba de nuestra fe, nos ha permitido estar pobres..." (Tomado de Biografía de George Müller, una vida confiada).
            No nos dice el Señor mismo: “Mirad las aves del cielo,  que no siembran,  ni siegan,  ni recogen en graneros;  y vuestro Padre celestial las alimenta.  ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26). Y si la hierba del campo que hoy es,  y mañana se echa en el horno,  Dios la viste así,  ¿no hará mucho más a vosotros,  hombres de poca fe?  (Mateo 6:30).
            Cuando se ha orado por algo específico,  ¿nos ha dado Dios Serpiente? No. Nos ha dado la respuesta que hemos estado buscando o una que es de acuerdo a su voluntad (vea Mateo 7:8-11).
            Dios nunca está lejos de nosotros, siempre que pidamos con fe, por que sin fe no podemos agradarle (Hebreos 11:6). Así tendremos la provisión de Dios, porque el sabe de que tenemos necesidad y, además,  si Él no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo proveyó para que el hombre tuviese un medio de salvación, a los que creímos  “¿no nos dará también con Él todas las cosas?” (Romanos 8:32).
            Además, Dios mismo sabe que tenemos necesidad (Mateos 6:8,32), por tanto  no debe existir la necesidad de afanarnos de buscar las respuestas nosotros mismo, sino ponerlos a los pies de Dios con insistencia (Lucas 18:1ss).  Esta práctica nos ayudará acercarnos a los lugares  celestiales, a buscar el reino de Dios y su Justicia (Mateos 6:33).

Providencia en el futuro.
            Si hemos visto en los tópicos anteriores que Dios está dándonos su ayuda constantemente, haciendo llover sobre los creyentes o no creyentes, o cerrando la “grifería” en las nubes, para que pasen sin que caiga una gota de agua. En la historia del hombre, Dios estuvo controlando todo para que se concretara la llegada del Mesías  prometido. No porque el Mesías haya llegado y haya sido rechazado por los de su nación, y muerto por los mismo para salvación de muchos, Dios no nos ha dejado de lado. Al contrario, Juan, por boca del Señor Jesús, nos dice: Mi Padre hasta ahora trabaja,  y yo trabajo” (Juan 5:17).
            Este trabajo se manifiesta en varios hechos que detallaremos a continuación:
a)     El Señor volverá a buscarnos, esto fue indicado por los ángeles a los creyentes que vieron  al Señor volver al Padre (Hechos 1:11).
b)     Si el punto anterior no basta, tenemos las palabras del Señor: “No se turbe vuestro corazón;  creéis en Dios,  creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay;  si así no fuera,  yo os lo hubiera dicho;  voy,  pues,  a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar,  vendré otra vez,  y os tomaré a mí mismo,  para que donde yo estoy,  vosotros también estéis”  (Juan 14:1-3)
c)     En consonancia con lo anterior, Pablo le escribe a los Tesalonicenses que el Señor mismo vendrá a buscarnos y que con voz de mando (de Arcángel) convocará a todos los suyos. Los que han muerto serán los primeros en resucitar y luego irán los que se encuentren vivo en ese glorioso momento (1 Tes. 4:16-17).
d)      Cuando la Iglesia no se encuentre en la tierra, sucederán todos los Juicios que Dios ha detenido hasta ahora, porque quiere que muchos más sean salvos (2 Pedro 3:9). Pero estos juicios caerán durante la gran tribulación y bajo el gobierno mundial del Anticristo. Dios juzgará ala humanidad y a Satanás y sus demonios.
e)     El Señor se desposa con la Iglesia (Ap 19:5-9).
f)      Cristo volverá victorioso y vencerá al Anticristo y a sus tropas en Armagedón  (Ap. 19:11-21; Zacarías 14:3).
g)     Reconciliación entre el Señor e Israel (Zacarías 14: 4-11)
h)     Satanás es atado (Ap. 20: 1- 3).
i)       Se establece el Milenio y el Gobierno Soberano del Señor (Ap. 20:4-5)
j)       La Rebelión Final del Hombre y Satanás y el Juicio de los mismos (Ap. 20:7-10)
k)     Se instaura el Gran Trono Blanco, donde resucitarán todos los seres humanos  y serán juzgado porque no creyeron en el Señor Jesucristo (Ap. 20:11-15)
l)       La nueva creación (Ap. 21:1; 2 Pedro 3:10-13)
m)    La nueva Jerusalén y la eternidad (Ap. 21:3- 22:5).

Conclusión
            Podemos concluir en palabras de un distinguido creyente: que la providencia divina  “consiste en la obra de Dios por la cual preserva a todas sus criaturas, se mantiene activo en todo lo que acontece en el mundo y dirige todas las cosas a su fin determinado” (Berkhof).

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