sábado, 5 de mayo de 2012

Las cercanas escenas de Malaquías y Judas


En la comparación de estos dos escritos inspirados, nosotros encontramos muchos puntos de similitud y muchos puntos de contrastes. Ambos, los profetas y los apóstoles retratan escenas de ruina, corrupción y apostasía. Los primeros se ocupan con la ruina del Judaísmo y los últimos con la ruina de la cristiandad. El profeta Malaquías, en sus dictámenes del comienzo, da con un inusual brillo, el origen de la bendición de Israel y el secreto de su caída. "Yo os he amado, dice Jehová" Aquí estaba la fuente de todas sus bendiciones, toda su gloria y toda su dignidad. El amor de Jehová considera para todo las resplandecientes glorias del pasado de Israel y todas las resplandecientes glorias del futuro de Israel. Por otro lado, su resuelto e infiel desafío, "¿En qué nos amaste?" Para considerar la profundidad miserable de la presente degradación de Israel.
            Hacer semejante pregunta, después de todo lo que Jehová ha hecho por ellos desde los días de Moisés a los días de Salomón, prueba una condición de corazón insensible en un último grado. Aquellos quienes, con la maravillosa historia de los hechos de Jehová ante sus ojos, pudieron decir, "¿En qué nos amaste?" Estaban más allá del alcance de toda apelación moral. Por consiguiente, se requiere no seamos sorprendidos por las palabras ardientes del profeta. Nosotros estamos preparados para semejante declaraciones como las que siguen: "Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? Dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?". Había una consumada insensibilidad tanto hacia el amor del Señor, como a sus propios malos caminos. Estaba la dureza del corazón que podía decir, "¿En qué nos amaste?" y "¿En que te hemos deshonrado?" Y todo esto con la historia de mil años ante sus ojos - una historia cubierta por la gracia sin igual, misericordia y paciencia de Dios, una historia mancillada de principio a fin con el registro de sus infidelidades, necedades y pecados.
            Más nosotros escuchamos lo que concierne a la reconvención del agravio y la ofensa al Dios de Israel. "En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En que te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿No es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto?
            Dice Jehová de los ejércitos... ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos. Y vosotros lo habéis profanado cuando dices: Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando dices que su alimento es despreciable. Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! Y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? Dice Jehová".
            Aquí entonces tenemos un triste y lóbrego cuadro de la condición moral de Israel. La pública adoración a Dios había caído a un total desprecio. Su altar fue deshonrado, Su servicio despreciado. Así para los sacerdotes, esto era un simple asunto de dinero. Así al pueblo, todas las cosas se han vuelto un fastidio, una formalidad vacía, una insensible y cruel rutina. No había un corazón para Dios. Había abundancia en el corazón para la ganancia. Cualquier sacrificio, que era mutilado o desgarbado, era considerado suficientemente bueno para el altar de Dios. Lo cojo, lo ciego y  lo enfermo, lo peor que ellos tenían, aquello que ellos no osaron ofrecer a un gobernador humano, fue puesto sobre el altar de Dios. También si una puerta estaba para ser abierta o el fuego para ser encendido, esto debía ser pagado, de no serlo no se hacía. Así tal era la lamentable condición de las cosas en los días de Malaquías. Esto hace al corazón enfermarse al contemplar esta condición.
            Más, gracias y gloria sean a Dios, que hay un lado distinto del cuadro. Hay algunas extraordinarias y hermosas excepciones a la regla de oscuridad (algunas conductas que sorprenden y son hermosamente destacadas en consuelo de este oscuro panorama). Es verdaderamente refrescante en medio de todo esta venalidad y corrupción, frialdad y vaciedad, pobreza y cobardía, arrogancia y soberbia del corazón, el lee tales palabras como estas: "Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre".
            ¡Cuán precioso es este memorial registrado! ¡Cuánto deleite el contemplar este remanente en medio de esta ruina moral! No hay pretensión o arrogancia para establecer alguna cosa, no hay un esfuerzo a reconstruir la economía caída, no hay el impresionar con el despliegue de poder. Aquí esta el sentimiento de debilidad y mirando a Jehová. Este es el verdadero secreto de todo poder real. Nosotros no necesitamos estar temerosos de tener conciencias débiles. Es fuertemente impresionante que nosotros tengamos miedo y retrocedamos ante algo. "Cuando soy débil, entonces soy fuerte" es siempre la regla para el pueblo de Dios - una bendita regla, muy segura. Dios es para ser considerado siempre. Nosotros podemos poner esto en tierra como una gran raíz principal, por que así no nos ha de importar cual pueda ser el actual estado de la profesión del cuerpo, más en la individual fe se puede gozar la comunión con Dios conforme a la más alta verdad de la dispensación.
            Este es un gran principio para aferrar y tener seguro. La profesión en el pueblo de Dios es siempre individual, y son ellos quiénes juzgan y se humillan ante Dios, son quienes pueden gozar su presencia y bendición sin impedimento o límite. Los testimonios de Daniel, Mardoqueo, Esdras, Nehemías, Josías, Ezequías y tantos otros que caminaron con Dios, llevando a cabo los grandes principios y gozo a los extraordinarios privilegios de la dispensación, cuando todos ellos estaban en medio de la ruina desesperanzadora. Había una celebración de la pascua de los Judíos en los días de Josías de tal manera que no se conocía desde los días Samuel el profeta (2Cron. 35:18). El débil remanente, en su retorno de Babilonia, celebró la fiesta de los tabernáculos, un privilegio que no habían saboreado desde los días de Josué hijo de Nun (Neh. 8:17). Mardoqueo, sin algún aliento sorprendente, ganó una espléndida victoria sobre Amalee conseguida también por Josué en los días de Éxodo 17 (Ester 6:11-12). En el libro de Daniel vemos al orgulloso monarca del mundo postrado a los pies de un cautivo Judío.
            ¿Qué nos enseña a nosotros todos estos casos? ¿Qué lección ellos relatan en nuestros oídos? Simplemente que el alma humilde, confiada y obediente le es permitido gozar la más profunda y rica comunión con Dios, en desprecio del fracaso y ruina del testimonio del pueblo de Dios y la partida gloriosa de la dispensación en que su porción es vertida.
            En estos términos eran las escenas cercanas de Malaquías. Todo estaba en ruina desesperanzadora, pero que no impidió que aquellos que amaron y temieron al Señor, consiguieran reunirse para hablar acerca de Él y meditar sobre Su precioso nombre. Verdaderamente, ese era un remanente débil, no como la gran congregación que se reunió en los días de Salomón, desde Dan a Beerseba, más esto tuvo una gloria única. Tuvo la divina presencia en un modo maravilloso aunque no tan llamativo. Nosotros no estamos refiriendo de algún "libro de memoria" en los días de Salomón. Nosotros no estamos diciendo del escuchar y el oír de Jehová. Quizás esto puede ser dicho, más no habría necesidad. De esta manera, no hemos de empañar el brillo de la gracia que resplandece sobre un pequeño grupo en los días de Malaquías. Nosotros podemos osadamente afirmar que el corazón de Jehová estaba así refrescado por la cariñosa inspiración de ese pequeño grupo, también por el espléndido sacrificio en los días de la dedicación de Salomón. El amor de ellos resplandece con toda la brillantez en contraste con el cruel formalismo en el testimonio, y la corrupción de los sacerdotes.
            "Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve. Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Más a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos".
            Nosotros ahora daremos brevemente una ojeada a la epístola de Judas. Aquí nosotros tenemos todavía un más aterrador cuadro de apostasía y corrupción. Hay un dicho que nos es familiar entre nosotros, que la corrupción de lo mejor es la peor corrupción. Desde aquí es que el apóstol Judas desarrolla ante nosotros una página mucho más oscura y más horrible que la presentada por el profeta Malaquías. Es el registro expresado del hombre fracasado y arruinado, bajo los más altos y ricos privilegios que le pudieron ser conferidos a él.
            Avanzando en su solemne dirección, el apóstol nos concede saber que esto está puesto sobre su corazón "de escribiros acerca de nuestra común salvación". Esto podría haber sido lejos su más deleitosa tarea. Pudo haber sido su gozo y su refresco, expandiéndolo sobre los presentes privilegios y futuras glorias, que están abrigadas en los contenidos de esa preciosa palabra "Salvación". Pero él sintió esta "necesidad" para volver desde esta agradable obra a fortalecer nuestras almas contra la creciente oleada que amenazó los mismos fundamentos del Cristianismo. "Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos". Todo eso que era vital y fundamental era como una estaca. Era un asunto de contender seriamente por la fe misma "Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo".
            Esto es peor que cualquier cosa de las que nosotros tenemos en Malaquías. Había en esto un asunto de la ley, como nosotros leemos "Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel". Pero en Judas el tema que trata no es este de olvidar la ley, sino de volver realmente a la sensualidad la preciosa y pura gracia de Dios, rechazando el señorío de Cristo. Por tanto, en lugar de morar sobre la salvación de Dios, los apóstoles buscaron fortalecernos contra las maldades y las ilegalidades de los hombres "Más quiero", él dijo "recordaros, ya que una vez lo habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creyeron. Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día".
            Todo esto es muy solemne, pero nosotros no podemos permanecer sobre el aspecto sombrío de esta escena: el lugar no permite esto, nosotros deseamos mejor presentar al Cristiano lector un cuadro más encantador del remanente Cristiano dadas en estas exactas líneas de estos examinados versos. Como en Malaquías nosotros tenemos entre las imposibilitadas ruinas del Judaísmo, un devoto grupo de Judíos adoradores que amaron y temieron al Señor, tomando el afable consejo juntos. Así en Judas, entre las más aterradoras ruinas de la profesión Cristiana, el Santo Espíritu presenta un grupo a quienes Él dirige como "Amados". Estos son "llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo". A estos Él solemnemente exhorta contra las variadas formas del error y el mal, que estaban ya del principio para hacer su aparición, pero que se dio de semejantes proporciones formidables. A estos Él los volvió, con la más exquisita gracia y los guió a seguir la exhortación "Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna".
            Aquí nosotros tenemos una seguridad divina contra todas las oscuras y terribles formas de la apostasía - "el camino de Caín, y se lanzaron por el lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. Murmuradores, querellosos, habla cosas infladas, fieras ondas, estrellas errantes, adulando a las personas para sacar provecho". Los "amados" están para "edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo".
            Permita el lector notar esto. No hay una sílaba aquí en cuanto a un orden de los hombres para suceder a los apóstoles, ni una palabra acerca de los dones a los hombres de alguna clase. Es bueno ver esto y llevar esto siempre en la mente. Nosotros oímos en un gran medio de nuestras carencias de dones y poder, de no tener nuestros pastores y maestros. ¿Cómo podríamos nosotros esperar tener muchos dones o poder?, ¿Nosotros los merecemos? Lamentablemente nosotros hemos fallado, pecado y hemos avanzado poco. Más nosotros poseemos esto y hemos puesto nuestra salvación sobre el Dios viviente, quién nunca a abandonado a un corazón verdadero.
            Viendo lo tocante a la proclama de Pablo a los ancianos de Éfeso en Hechos 20. ¿A quienes él nos ha encomendado en vista del final del ministerio apostólico?, ¿Hay alguna palabra acerca de los sucesores de los apóstoles? Ninguna, a menos que verdaderamente esto se refiera a los "lobos rapaces" de lo cual él habla o aquellos hombres que se levantan en lo mas secreto de la iglesia, hablando cosas perversas para arrastrar a los discípulos tras de ellos. ¿Cuál entonces es el recurso del fiel? "Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados".
            ¡Cuán precioso recurso! Ninguna palabra acerca del talento de los hombres, aunque valioso puede ser en su lugar correcto. Dios prohíbe que nosotros estemos en alguna manera despreciando los dones que a pesar de todo el fracaso y el pecado, nuestro bondadoso Señor puede ver adecuado conceder sobre Su Iglesia. Más todavía esto conserva bien la bendición apostólica, en la inclinación en que a ido la Iglesia, encomendándonos a no seguir los talentos de los hombres, sino a Dios mismo y la Palabra de Su gracia. Por consiguiente al seguir esto nuestras debilidades son siempre más grandes, nosotros tenemos a Dios mirando y dispuesto. Él nunca abandona a aquellos que confían en Él. No se está limitado sea lo que fuere a la bendición que nuestras almas pueden paladear, si nosotros vemos a Dios en humildad de mente y en confianza de niños.
            Aquí descansa el secreto de toda bendita verdad y poder espiritual - humildad de mente y confianza simple. Debemos por un lado no tener arrogancia de poder y por el otro no debemos en la incredulidad de nuestros corazones limitar la bondad y la fidelidad de nuestro Dios. Él puede y otorga dones para el crecimiento de Su pueblo. Él otorgará mucho más si nosotros no estamos tan preparados para dirigirnos por nosotros mismos. Si la Iglesia estuviera observando más a Cristo su cabeza viviente y amado Señor, en lugar de las organizaciones de los hombres y los métodos de este mundo, ella podría tener un muy diferente relato para contar. Pero si nosotros, por nuestros proyectos en incredulidad y nuestros impacientes esfuerzos para proporcionar una maquinaria para nosotros mismos, apagando, impidiendo y agraviando al Santo Espíritu, ¿necesitamos nosotros maravillarnos si hemos dejado de probar la pobreza y la vaciedad, la desolación y la confusión de tales cosas? Cristo es suficiente, pero Él debe ser probado, Él debe ser creído, debemos permitirle a Él actuar. La plataforma debe ser dejada perfectamente clara por el Espíritu Santo para desplegar encima las preciosidades, la plenitud, la toda suficiencia de Cristo.
            Pero precisamente en esta gran cosa nosotros destacamos este abandono. Nosotros intentamos esconder nuestras debilidades con vestiduras provistas por nosotros mismos, en lugar de confiar simple y enteramente en Cristo en todas nuestras necesidades. Nosotros nos cansamos de la actitud de espera humilde y paciente. Nosotros tenemos prisa para ponernos en una apariencia de fuerza. Esta es nuestra necedad y nuestra triste perdida. Si nosotros pudiéramos estar dirigidos a creer en esto, nuestra real fuerza solo es conocer nuestras debilidades y unirse a Cristo en absoluta fe día tras día.
            Es la más excelente forma que el apóstol Judas exhorta al remanente Cristiano en sus breves líneas. "Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe". Estas palabras ponen fuertemente la responsabilidad de todos los verdaderos cristianos para ser encontrados juntos en lugar de estar divididos y esparcidos. Nosotros estamos para ayudarnos unos a otros en amor, de acuerdo a la medida de gracia otorgada y el genuino don comunicado. Es una cosa mutua - "Edificándoos". Esto no es observando un orden de hombres, ni es lamentándose de nuestra carencia de dones, sino simplemente cada cual hace que pueda alentar la común bendición y sirve a todos.
            El lector notará las cuatro cosas que nosotros estamos exhortando para hacer, particularmente "edificándoos", "orando", "conservaos", "esperando". ¡Que bendita obra hay aquí! Sí y está obrando para todos. No hay una verdad Cristiana frente al mundo que no pueda realizar algo o todas aquellas ramificaciones del ministerio. Ciertamente cada persona es responsable también de hacerlo. Nosotros podemos edificarnos a nosotros solos sobre nuestra más santa fe, nosotros podemos orar en el Espíritu Santo, nosotros podemos conservarnos solos en el amor de Dios y mientras hacemos estas cosas nosotros podemos esperar por la misericordia de nuestro Señor Jesucristo.
            Puede ser preguntado, "¿Quiénes son los amados? ¿A quienes se les aplica este termino?" Nuestra respuesta es, "A quienes quiera esto pueda concernir". Vemos en esto que nosotros estamos sobre el fundamento de aquellos quienes los preciosos títulos son aplicados. No es la arrogancia del titulo, sino ocupar el verdadero fundamento moral. No es un profesar vacío, sino una posesión real. No es demandar el nombre, sino siendo el objeto.
            No se realiza la responsabilidad del remanente Cristiano finalizando aquí. No es simplemente de sí mismos lo que ellos tienen para pensar. Ellos están para dirigir una cariñosa mirada y extender firme una mano de ayuda más allá de la circunferencia de su propio círculo. "A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne". ¿Quiénes son "algunos"? y ¿Quienes son los "otros'? ¿No hay la misma belleza indefinida acerca de estos como la hay acerca de los "Amados"?. Posteriormente estos no estarán perdidos para descubrir lo antiguo. Allí están las preciosas almas dispersas y abatidas en medio de las ruinas aterradoras de la Cristiandad, "algunos" de ellos para ser vistos ofreciendo compasión, "otros" para ser salvados con temor piadoso, para que los "amados" no se vuelvan a involucrar en la contaminación.
            Este es una fatal equivocación el suponer que, para arrancar al pueblo del fuego, debemos entrar al fuego nosotros mismos. Esto nunca se hace. La mejor manera de liberar al pueblo de una mala posición es estar absolutamente fuera de esa posición misma. ¿Cómo puedo de la mejor manera sacar a un hombre de una ciénaga? Seguramente no por entrar a la ciénaga, sino por permanecer en terreno firme y desde allí prestarle ayuda. Yo no puedo sacar a un hombre de cualquier situación a menos que yo mismo este fuera. Sí nosotros deseamos ayudar al pueblo de Dios quienes están mezclados con la ruina de los alrededores, la primera cosa para salvarlos es estar en entera y decidida separación. La próxima cosa es tener nuestros corazones rebosantes y fluyendo con un extenso, y ferviente amor para todos los que llevan el precioso nombre de Jesús.
            Aquí nosotros debemos cerrar, y haciendo esto nosotros citaremos para el lector que la bendición doxológica con que los apóstoles resumen su solemne y seria dirección "Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén." Nosotros tenemos una gran I porción acerca de la "caída" en esta epístola - Israel caído, los ángeles caídos, ciudades caídas. Más bendito sea Dios, que está Aquel que es competente para mantenernos de nuestras caídas y esto es por Su santo resguardo en nosotros que estamos confiados.

Traducido por D.V.

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