En la comparación de estos dos escritos inspirados, nosotros encontramos
muchos puntos de similitud y muchos puntos de contrastes. Ambos, los profetas y
los apóstoles retratan escenas de ruina, corrupción y apostasía. Los primeros
se ocupan con la ruina del Judaísmo y los últimos con la ruina de la
cristiandad. El profeta Malaquías, en sus dictámenes del comienzo, da con un
inusual brillo, el origen de la bendición de Israel y el secreto de su caída.
"Yo os he amado, dice Jehová" Aquí estaba la fuente de todas sus bendiciones,
toda su gloria y toda su dignidad. El amor de Jehová considera para todo las
resplandecientes glorias del pasado de Israel y todas las resplandecientes
glorias del futuro de Israel. Por otro lado, su resuelto e infiel desafío,
"¿En qué nos amaste?" Para considerar la profundidad miserable de la
presente degradación de Israel.
Hacer semejante
pregunta, después de todo lo que Jehová ha hecho por ellos desde los días de
Moisés a los días de Salomón, prueba una condición de corazón insensible en un
último grado. Aquellos quienes, con la maravillosa historia de los hechos de
Jehová ante sus ojos, pudieron decir, "¿En qué nos amaste?" Estaban
más allá del alcance de toda apelación moral. Por consiguiente, se requiere no
seamos sorprendidos por las palabras ardientes del profeta. Nosotros estamos
preparados para semejante declaraciones como las que siguen: "Si, pues,
soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor? Dice
Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre.
Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?". Había una consumada
insensibilidad tanto hacia el amor del Señor, como a sus propios malos caminos.
Estaba la dureza del corazón que podía decir, "¿En qué nos amaste?" y
"¿En que te hemos deshonrado?" Y todo esto con la historia de mil
años ante sus ojos - una historia cubierta por la gracia sin igual, misericordia
y paciencia de Dios, una historia mancillada de principio a fin con el registro
de sus infidelidades, necedades y pecados.
Más nosotros escuchamos
lo que concierne a la reconvención del agravio y la ofensa al Dios de Israel.
"En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En que te hemos
deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando
ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿No es malo? Asimismo cuando
ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe;
¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto?
Dice Jehová de los
ejércitos... ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi
altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los
ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. Porque desde donde el sol nace
hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se
ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre
las naciones, dice Jehová de los ejércitos. Y vosotros lo habéis profanado
cuando dices: Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando dices que su alimento es
despreciable. Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! Y me despreciáis,
dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y
presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? Dice Jehová".
Aquí entonces tenemos
un triste y lóbrego cuadro de la condición moral de Israel. La pública
adoración a Dios había caído a un total desprecio. Su altar fue deshonrado, Su
servicio despreciado. Así para los sacerdotes, esto era un simple asunto de
dinero. Así al pueblo, todas las cosas se han vuelto un fastidio, una
formalidad vacía, una insensible y cruel rutina. No había un corazón para Dios.
Había abundancia en el corazón para la ganancia. Cualquier sacrificio, que era
mutilado o desgarbado, era considerado suficientemente bueno para el altar de
Dios. Lo cojo, lo ciego y lo enfermo, lo
peor que ellos tenían, aquello que ellos no osaron ofrecer a un gobernador humano,
fue puesto sobre el altar de Dios. También si una puerta estaba para ser
abierta o el fuego para ser encendido, esto debía ser pagado, de no serlo no se
hacía. Así tal era la lamentable condición de las cosas en los días de
Malaquías. Esto hace al corazón enfermarse al contemplar esta condición.
Más, gracias y gloria
sean a Dios, que hay un lado distinto del cuadro. Hay algunas extraordinarias y
hermosas excepciones a la regla de oscuridad (algunas conductas que sorprenden
y son hermosamente destacadas en consuelo de este oscuro panorama). Es
verdaderamente refrescante en medio de todo esta venalidad y corrupción,
frialdad y vaciedad, pobreza y cobardía, arrogancia y soberbia del corazón, el
lee tales palabras como estas: "Entonces los que temían a Jehová hablaron
cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria
delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su
nombre".
¡Cuán precioso es este
memorial registrado! ¡Cuánto deleite el contemplar este remanente en medio de
esta ruina moral! No hay pretensión o arrogancia para establecer
alguna cosa, no hay un esfuerzo a reconstruir la economía caída, no hay el
impresionar con el despliegue de poder. Aquí esta el sentimiento de debilidad y
mirando a Jehová. Este es el verdadero secreto de todo poder real. Nosotros no
necesitamos estar temerosos de tener conciencias débiles. Es fuertemente impresionante
que nosotros tengamos miedo y retrocedamos ante algo. "Cuando soy débil,
entonces soy fuerte" es siempre la regla para el pueblo de Dios - una
bendita regla, muy segura. Dios es para ser considerado siempre. Nosotros
podemos poner esto en tierra como una gran raíz principal, por que así no nos
ha de importar cual pueda ser el actual estado de la profesión del cuerpo, más
en la individual fe se puede gozar la comunión con Dios conforme a la más alta
verdad de la dispensación.
Este es un gran
principio para aferrar y tener seguro. La profesión en el pueblo de Dios es
siempre individual, y son ellos quiénes juzgan y se humillan ante Dios, son
quienes pueden gozar su presencia y bendición sin impedimento o límite. Los
testimonios de Daniel, Mardoqueo, Esdras, Nehemías, Josías, Ezequías y tantos
otros que caminaron con Dios, llevando a cabo los grandes principios y gozo a
los extraordinarios privilegios de la dispensación, cuando todos ellos estaban
en medio de la ruina desesperanzadora. Había una celebración de la pascua de
los Judíos en los días de Josías de tal manera que no se conocía desde los días
Samuel el profeta (2Cron. 35:18). El débil remanente, en su retorno de
Babilonia, celebró la fiesta de los tabernáculos, un privilegio que no habían
saboreado desde los días de Josué hijo de Nun (Neh. 8:17). Mardoqueo, sin algún
aliento sorprendente, ganó una espléndida victoria sobre Amalee conseguida
también por Josué en los días de Éxodo 17 (Ester 6:11-12). En el libro de
Daniel vemos al orgulloso monarca del mundo postrado a los pies de un cautivo
Judío.
¿Qué nos enseña a
nosotros todos estos casos? ¿Qué lección ellos relatan en nuestros oídos?
Simplemente que el alma humilde, confiada y obediente le es permitido gozar la
más profunda y rica comunión con Dios, en desprecio del fracaso y ruina del
testimonio del pueblo de Dios y la partida gloriosa de la dispensación en que
su porción es vertida.
En estos términos eran
las escenas cercanas de Malaquías. Todo estaba en ruina desesperanzadora, pero
que no impidió que aquellos que amaron y temieron al Señor, consiguieran
reunirse para hablar acerca de Él y meditar sobre Su precioso nombre.
Verdaderamente, ese era un remanente débil, no como la gran congregación que se
reunió en los días de Salomón, desde Dan a Beerseba, más esto tuvo una gloria
única. Tuvo la divina presencia en un modo maravilloso aunque no tan llamativo.
Nosotros no estamos refiriendo de algún "libro de memoria" en los
días de Salomón. Nosotros no estamos diciendo del escuchar y el oír de Jehová.
Quizás esto puede ser dicho, más no habría necesidad. De esta manera, no hemos
de empañar el brillo de la gracia que resplandece sobre un pequeño grupo en los
días de Malaquías. Nosotros podemos osadamente afirmar que el corazón de Jehová
estaba así refrescado por la cariñosa inspiración de ese pequeño grupo, también
por el espléndido sacrificio en los días de la dedicación de Salomón. El amor
de ellos resplandece con toda la brillantez en contraste con el cruel
formalismo en el testimonio, y la corrupción de los sacerdotes.
"Y serán para mí
especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y
los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os
volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que
sirve a Dios y el que no le sirve. Porque he aquí, viene el día ardiente como
un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa;
aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les
dejará ni raíz ni rama. Más a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol
de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como
becerros de la manada. Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las
plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los
ejércitos".
Nosotros ahora daremos
brevemente una ojeada a la epístola de Judas. Aquí nosotros tenemos todavía un
más aterrador cuadro de apostasía y corrupción. Hay un dicho que nos es
familiar entre nosotros, que la corrupción de lo mejor es la peor corrupción.
Desde aquí es que el apóstol Judas desarrolla ante nosotros una página mucho
más oscura y más horrible que la presentada por el profeta Malaquías. Es el
registro expresado del hombre fracasado y arruinado, bajo los más altos y ricos
privilegios que le pudieron ser conferidos a él.
Avanzando en su solemne
dirección, el apóstol nos concede saber que esto está puesto sobre su corazón
"de escribiros acerca de nuestra común salvación". Esto podría haber
sido lejos su más deleitosa tarea. Pudo haber sido su gozo y su refresco,
expandiéndolo sobre los presentes privilegios y futuras glorias, que están
abrigadas en los contenidos de esa preciosa palabra "Salvación". Pero
él sintió esta "necesidad" para volver desde esta agradable obra a
fortalecer nuestras almas contra la creciente oleada que amenazó los mismos
fundamentos del Cristianismo. "Amados, por la gran solicitud que tenía de
escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros
exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a
los santos". Todo eso que era vital y fundamental era como una estaca. Era
un asunto de contender seriamente por la fe misma "Porque algunos hombres
han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para
esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de
nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor
Jesucristo".
Esto es peor que
cualquier cosa de las que nosotros tenemos en Malaquías. Había en esto un
asunto de la ley, como nosotros leemos "Acordaos de la ley de Moisés mi
siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel".
Pero en Judas el tema que trata no es este de olvidar la ley, sino de volver
realmente a la sensualidad la preciosa y pura gracia de Dios, rechazando el señorío
de Cristo. Por tanto, en lugar de morar sobre la salvación de Dios, los
apóstoles buscaron fortalecernos contra las maldades y las ilegalidades de los
hombres "Más quiero", él dijo "recordaros, ya que una vez lo
habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto,
después destruyó a los que no creyeron. Y a los ángeles que no guardaron su
dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo
oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día".
Todo esto es muy solemne,
pero nosotros no podemos permanecer sobre el aspecto sombrío de esta escena: el
lugar no permite esto, nosotros deseamos mejor presentar al Cristiano lector un
cuadro más encantador del remanente Cristiano dadas en estas exactas líneas de
estos examinados versos. Como en Malaquías nosotros tenemos entre las
imposibilitadas ruinas del Judaísmo, un devoto grupo de Judíos adoradores que
amaron y temieron al Señor, tomando el afable consejo juntos. Así en Judas,
entre las más aterradoras ruinas de la profesión Cristiana, el Santo Espíritu
presenta un grupo a quienes Él dirige como "Amados". Estos son
"llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo". A
estos Él solemnemente exhorta contra las variadas formas del error y el mal,
que estaban ya del principio para hacer su aparición, pero que se dio de
semejantes proporciones formidables. A estos Él los volvió, con la más
exquisita gracia y los guió a seguir la exhortación "Pero vosotros,
amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo,
conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor
Jesucristo para vida eterna".
Aquí nosotros tenemos
una seguridad divina contra todas las oscuras y terribles formas de la
apostasía - "el camino de Caín, y se lanzaron por el lucro en el error de
Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. Murmuradores, querellosos,
habla cosas infladas, fieras ondas, estrellas errantes, adulando a las personas
para sacar provecho". Los "amados" están para "edificándoos
sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo".
Permita el lector notar
esto. No hay una sílaba aquí en cuanto a un orden de los hombres para suceder a
los apóstoles, ni una palabra acerca de los dones a los hombres de alguna
clase. Es bueno ver esto y llevar esto siempre en la mente. Nosotros oímos en
un gran medio de nuestras carencias de dones y poder, de no tener nuestros
pastores y maestros. ¿Cómo podríamos nosotros esperar tener muchos dones o
poder?, ¿Nosotros los merecemos? Lamentablemente nosotros hemos fallado, pecado
y hemos avanzado poco. Más nosotros poseemos esto y hemos puesto nuestra
salvación sobre el Dios viviente, quién nunca a abandonado a un corazón
verdadero.
Viendo lo tocante a la
proclama de Pablo a los ancianos de Éfeso en Hechos 20. ¿A quienes él nos ha
encomendado en vista del final del ministerio apostólico?, ¿Hay alguna palabra
acerca de los sucesores de los apóstoles? Ninguna, a menos que verdaderamente
esto se refiera a los "lobos rapaces" de lo cual él habla o aquellos
hombres que se levantan en lo mas secreto de la iglesia, hablando cosas
perversas para arrastrar a los discípulos tras de ellos. ¿Cuál entonces es el recurso
del fiel? "Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su
gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los
santificados".
¡Cuán precioso recurso!
Ninguna palabra acerca del talento de los hombres, aunque valioso puede ser en
su lugar correcto. Dios prohíbe que nosotros estemos en alguna manera
despreciando los dones que a pesar de todo el fracaso y el pecado, nuestro
bondadoso Señor puede ver adecuado conceder sobre Su Iglesia. Más todavía esto
conserva bien la bendición apostólica, en la inclinación en que a ido la
Iglesia, encomendándonos a no seguir los talentos de los hombres, sino a Dios
mismo y la Palabra de Su gracia. Por consiguiente al seguir esto nuestras
debilidades son siempre más grandes, nosotros tenemos a Dios mirando y
dispuesto. Él nunca abandona a aquellos que confían en Él. No se está limitado
sea lo que fuere a la bendición que nuestras almas pueden paladear, si nosotros
vemos a Dios en humildad de mente y en confianza de niños.
Aquí descansa el
secreto de toda bendita verdad y poder espiritual - humildad de mente y
confianza simple. Debemos por un lado no tener arrogancia de poder y por el
otro no debemos en la incredulidad de nuestros corazones limitar la bondad y la
fidelidad de nuestro Dios. Él puede y otorga dones para el crecimiento de Su
pueblo. Él otorgará mucho más si nosotros no estamos tan preparados para
dirigirnos por nosotros mismos. Si la Iglesia estuviera observando más a Cristo
su cabeza viviente y amado Señor, en lugar de las organizaciones de los hombres
y los métodos de este mundo, ella podría tener un muy diferente relato para
contar. Pero si nosotros, por nuestros proyectos en incredulidad y nuestros
impacientes esfuerzos para proporcionar una maquinaria para nosotros mismos,
apagando, impidiendo y agraviando al Santo Espíritu, ¿necesitamos nosotros
maravillarnos si hemos dejado de probar la pobreza y la vaciedad, la desolación
y la confusión de tales cosas? Cristo es suficiente, pero Él debe ser probado,
Él debe ser creído, debemos permitirle a Él actuar. La plataforma debe ser
dejada perfectamente clara por el Espíritu Santo para desplegar encima las
preciosidades, la plenitud, la toda suficiencia de Cristo.
Pero precisamente en
esta gran cosa nosotros destacamos este abandono. Nosotros intentamos esconder
nuestras debilidades con vestiduras provistas por nosotros mismos, en lugar de
confiar simple y enteramente en Cristo en todas nuestras necesidades. Nosotros
nos cansamos de la actitud de espera humilde y paciente. Nosotros tenemos prisa
para ponernos en una apariencia de fuerza. Esta es nuestra necedad y nuestra
triste perdida. Si nosotros pudiéramos estar dirigidos a creer en esto, nuestra
real fuerza solo es conocer nuestras debilidades y unirse a Cristo en absoluta
fe día tras día.
Es la más excelente
forma que el apóstol Judas exhorta al remanente Cristiano en sus breves líneas.
"Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe".
Estas palabras ponen fuertemente la responsabilidad de todos los verdaderos
cristianos para ser encontrados juntos en lugar de estar divididos y
esparcidos. Nosotros estamos para ayudarnos unos a otros en amor, de acuerdo a
la medida de gracia otorgada y el genuino don comunicado. Es una cosa mutua -
"Edificándoos". Esto no es observando un orden de hombres, ni es
lamentándose de nuestra carencia de dones, sino simplemente cada cual hace que
pueda alentar la común bendición y sirve a todos.
El lector notará las
cuatro cosas que nosotros estamos exhortando para hacer, particularmente
"edificándoos", "orando", "conservaos",
"esperando". ¡Que bendita obra hay aquí! Sí y está obrando para
todos. No hay una verdad Cristiana frente al mundo que no pueda realizar algo o
todas aquellas ramificaciones del ministerio. Ciertamente cada persona es
responsable también de hacerlo. Nosotros podemos edificarnos a nosotros solos
sobre nuestra más santa fe, nosotros podemos orar en el Espíritu Santo,
nosotros podemos conservarnos solos en el amor de Dios y mientras hacemos estas
cosas nosotros podemos esperar por la misericordia de nuestro Señor Jesucristo.
Puede ser preguntado,
"¿Quiénes son los amados? ¿A quienes se les aplica este termino?"
Nuestra respuesta es, "A quienes quiera esto pueda concernir". Vemos
en esto que nosotros estamos sobre el fundamento de aquellos quienes los
preciosos títulos son aplicados. No es la arrogancia del titulo, sino ocupar el
verdadero fundamento moral. No es un profesar vacío, sino una posesión real. No
es demandar el nombre, sino siendo el objeto.
No se realiza la
responsabilidad del remanente Cristiano finalizando aquí. No es simplemente de
sí mismos lo que ellos tienen para pensar. Ellos están para dirigir una
cariñosa mirada y extender firme una mano de ayuda más allá de la
circunferencia de su propio círculo. "A algunos que dudan, convencedlos. A
otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con
temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne". ¿Quiénes son
"algunos"? y ¿Quienes son los "otros'? ¿No hay la misma belleza
indefinida acerca de estos como la hay acerca de los "Amados"?.
Posteriormente estos no estarán perdidos para descubrir lo antiguo. Allí están
las preciosas almas dispersas y abatidas en medio de las ruinas aterradoras de
la Cristiandad, "algunos" de ellos para ser vistos ofreciendo
compasión, "otros" para ser salvados con temor piadoso, para que los
"amados" no se vuelvan a involucrar en la contaminación.
Este es una fatal
equivocación el suponer que, para arrancar al pueblo del fuego, debemos entrar
al fuego nosotros mismos. Esto nunca se hace. La mejor manera de liberar al
pueblo de una mala posición es estar absolutamente fuera de esa posición misma.
¿Cómo puedo de la mejor manera sacar a un hombre de una ciénaga? Seguramente no
por entrar a la ciénaga, sino por permanecer en terreno firme y desde allí
prestarle ayuda. Yo no puedo sacar a un hombre de cualquier situación a menos
que yo mismo este fuera. Sí nosotros deseamos ayudar al pueblo de Dios quienes
están mezclados con la ruina de los alrededores, la primera cosa para salvarlos
es estar en entera y decidida separación. La próxima cosa es tener nuestros corazones
rebosantes y fluyendo con un extenso, y ferviente amor para todos los que llevan
el precioso nombre de Jesús.
Aquí nosotros debemos
cerrar, y haciendo esto nosotros citaremos para el lector que la bendición
doxológica con que los apóstoles resumen su solemne y seria dirección "Y a
aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha
delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador,
sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos.
Amén." Nosotros tenemos una gran I porción acerca de la "caída"
en esta epístola - Israel caído, los ángeles caídos, ciudades caídas. Más
bendito sea Dios, que está Aquel que es competente para mantenernos de nuestras
caídas y esto es por Su santo resguardo en nosotros que estamos confiados.
Traducido por D.V.
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