martes, 2 de septiembre de 2014

EL VELO DE LA MUJER (Una perspectiva bíblica)

La verdadera liberación femenina
En la sociedad actual el movimiento de la “Libe­ración Femenina” se ha atrasado tristemente con relación a los tiempos. Una de las características distintivas del evangelio de nuestro Señor Jesucristo dondequiera que haya sido predicado, ha sido ele­var a la mujer de su estado de degradación en el paganismo a un lugar noble al lado del hombre. El paganismo casi siempre ha despreciado a la mujer: el evangelio siempre la ha librado y le ha entregado un ministerio dado por Dios especialmente diseña­do para su capacidad y sus características.
Por supuesto cada moda y movimiento en el mundo tiende a introducirse en la Iglesia. La prue­ba de eso puede verse en las modas y en los patrones de comportamiento que se están haciendo más comunes entre los creyentes. Uno de los más generalizados de estos es el número creciente de mujeres que se puede encontrar en las reuniones de la congregación sin velo para cubrirse.
¿Tradición o verdad?
Un pequeño grupo de hermanos estaba dis­cutiendo esto un día, cuando se les unió un “an­ciano”. Cuando él supo que su conversación trata­ba del velo de la mujer, descartó el asunto dicien­do: “Es de poca importancia.” No podemos culpar entonces a las mujeres que entran a una congre­gación sin velo cuando nunca han sido instruidas correctamente por sus líderes espirituales acerca de lo que es espiritualmente correcto. Surge la pregunta: ¿de veras es sin importancia o es un principio, una tradición, o una verdad espiritual? Despojémonos por un momento de las preferen­cias personales y procuremos encontrar en las Escrituras cuál es la enseñanza en cuanto a este tema, especialmente de 1 Corintios 11. Sería de ayuda al lector interesado tener a la mano su Biblia abierta para referencia.
Tres símbolos
En este capítulo hay tres símbolos. Está la cabeza, el pan y el vino. ¿Podemos atrevemos a decir que uno de estos símbolos es “sin importan­cia”? Si es así, ¿cuál de ellos? Podríamos omitir el pan en la Cena del Señor el próximo día del Señor? ¿O el vino? Semejante alejamiento no sería tolera­do en ninguna congregación del pueblo del Señor. ¿Cuál entonces es la base para pensar que el otro símbolo es “sin importancia”, como tantos hacen hoy en día?
Una lectura, aun superficial, de 1 Corintios 11 nos muestra claramente que hay dos lecciones en la primera parte de este capítulo que tratan sobre la cabeza. La primera es la lección de señorío, la se­gunda una lección de gloria.
Señorío
El versículo tres es la base para la lección de señorío. Nos enseña el orden divino para la autori­dad. Es de gran importancia notar que aun aquí el Espíritu de Dios no pone primero a la mujer, aun­que sería el orden lógico en la escala ascendente de autoridad en el reino espiritual. Más bien está escri­to, “Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.” En Efesios el señorío de Cristo se relaciona cor­poralmente al cuerpo entero de la Iglesia. En 1 Co­rintios Su señorío se relaciona individualmente al creyente. En el versículo cuatro el varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza (“Cristo es la cabeza de todo varón”). Aquí se usa la palabra sencilla “cubrir”. Así que Cristo no debe ser deshonrado (o afrentado) al ser cubierto en forma simbólica, al cubrirse el varón su cabeza.
La mujer recibe una amonestación en el versí­culo cinco. La cabeza descubierta deshonra (o afrenta) a su cabeza simbólica (“y el varón es la cabeza de la mujer”). El motivo por el cual el varón no debe ser afrentado lo veremos más clara­mente en la lección de “GLORIA”. “Pues él es imagen y gloria de Dios” (v. 7). La palabra “afrentar” es un superlativo, significa “hacer aver­gonzar profundamente.” En el contexto del pasaje cuando el varón aparece con la cabeza cubierta, o la mujer con la cabeza descubierta, hay una negación implícita de la enseñanza divina en cuan­to al señorío, sea intencional o de otra manera.
Gloria
Ahora el Espíritu lleva a Pablo a enfatizar el asunto y a mostrar sus solemnes implicaciones con un ejemplo de gloria, y fuertes motivos para cum­plir con esta palabra de instrucción. Podríamos decir que gloria es una manifestación visible de la naturaleza interna. La gloria de un rosal es la rosa. No es todo el rosal, pero la flor es la manifestación de su naturaleza. Por la rosa, aprendemos la natu­raleza del rosal. La razón para la cabeza descubier­ta del hombre, como ya lo mencionamos, está en el versículo siete, “pues él es imagen y gloria de Dios”. Imagen no es semejanza; son dos ideas dis­tintas. Semejanza es similitud, algo parecido; ima­gen es representación, siendo o no semejante. Del Señor Jesucristo nunca leemos que es semejante a Dios. No puede ser “semejante” a Dios, El ES Dios.
El hombre entonces, no debe cubrir su cabeza durante el ejercicio de las funciones espirituales ya nombradas, por cuanto él representa a Dios como Su imagen. Además, él es la gloria de Dios. Si imagen es representación, entonces gloria es manifestación. La autoridad de Dios no debe ser desafiada ni Su gloria escondida. Este es el aspecto doble para la cabeza descubierta del hombre.
No se habla de la mujer como la imagen del hombre, sino como su gloria. Aquí no tenemos representación, sino manifestación. La gloria del hombre no debe manifestarse en los ejercicios espirituales, por eso esa gloria debe ser cubierta. Ninguna gloria, sino la de Dios, debe verse en el reino espiritual.
La escuela de ángeles
La razón por la cual la mujer se debe cubrir es también doble: primero es natural. El versículo ocho nos muestra que el hombre fue primero en el reino natural y por eso es la imagen de Dios, “porque Adán fue formado primero, después Eva” (1 Timoteo 2:13). Segundo, el versículo diez nos muestra un motivo espiritual. “Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad [indicación de sumi­sión a la autoridad] sobre su cabeza, por causa de los ángeles”.
Notemos, que no es por causa de su esposo o la presencia de otros hombres en el grupo, sino, “por causa de los ángeles”. ¿Por qué es esto? Efesios 3:10 nos da un indicio en cuanto a la importancia de la observación angélica. Dios usa la Iglesia para enseñarles algo de Su multiforme sabiduría. ¿Cómo pueden estos seres espirituales aprender el significado bíblico del señorío de Cristo, el lugar de la Iglesia, y el creyente individual? Tales cosas son para ellos un completo misterio. Dios se los muestra a través de símbolos o lecciones objetivas.
Así como Aarón es un tipo de Cristo en ciertos aspectos aunque él nunca se dio cuenta de esto, y tal como el Señor usó un niño pequeño para enseñar­les a Sus discípulos una lección sobre la entrada al reino, aunque el niño ignoraba su papel, así aunque nosotros no nos damos cuenta en todo momento, estamos siendo observados por seres espirituales. Dios nos está usando como lecciones objetivas para dar a conocer a los ángeles las gloriosas verdades de autoridad y sujeción que en otra forma les sería imposible entender. ¡Cuán solemne! Sin embargo Abraham aprendió una verdad aun mayor cuando dijo, “Jehová, en cuya presencia he andado”.
Cuando una mujer entra a una congregación para ejercicio espiritual con su cabeza cubierta, llega a ser para los ángeles un ejemplo de sujeción al señorío divino. ¡Qué reprensión para los ángeles caídos! El pecado de ellos es el de rebelión contra la autoridad divina. ¡Qué gozo para los ángeles obedientes, al ver también la cabeza descubierta del varón, tipificando la gloria descubierta de Dios y Su autoridad aceptada!
Sin embargo, hay una seguridad en el versículo once indicando que posicionalmente “en el Señor” no existe la idea de prioridad por motivo de sexo.
La doble cubierta
Algunas excusan su cabeza descubierta citando el versículo 15. “En lugar de velo le es dado el cabello”. Ellas dicen, si tiene cabello es suficiente. La lectura cuidadosa del texto nos muestra clara­mente que tal interpretación es una negación débil de la verdad propuesta. Notemos que para la mujer hay dos glorias involucradas. Ella es una gloria: “La mujer es gloria del varón” (v. 7). Pero también tiene su propia gloria — su cabello su gloria (v. 15). Para la gloria que ella es (la gloria del hom­bre), Dios le ha dado una cubierta natural, su cabe­llo largo. Para la gloria que tiene (su cabello), debe sujetar su voluntad para cubrirlo con otra cubierta la cual pone encima de su propia gloria.
Para todos los que pueden recibir el ministerio de la Palabra directamente de sus páginas o de otros, hay una responsabilidad de obedecer. An­cianos y ministros de la Palabra de Dios también son responsables de dar las debidas instrucciones y no negarse a anunciar todo el consejo de Dios. Si fallamos al tratar estos asuntos, no nos debemos sorprender cuando aparezcan desviaciones entre nosotros de forma regular y hasta descaradamente.
Hombres con cabello largo
No quedan fuera de estos versículos los hombres con cabello largo (1 Corintios 11:1-16). En estos días cuando aún algunos creyentes parecen seguir esta moda, puede ser oportuna una palabra aunque no sea muy bienvenida. El versículo 14 enseña que es contra el orden natural que el hombre tenga cabello largo. ¿Por qué? El versículo 15 nos expli­ca. El cabello largo es la gloria de la mujer. Por eso cuando el hombre lleva esta gloria es una paradoja a la vista de Dios y de los ángeles. La gloria de la mujer no debe ser vista en la iglesia ya sea exhibi­da por mujer u hombre.
La apariencia del Señor
Este tema usualmente hace surgir algunas dis­cusiones. Algunos dicen que el mismo Señor lle­vaba cabello largo. ¿Será cierto? ¿Cómo podría­mos saber desde el punto de vista bíblico? De esto no tenemos ninguna información. De todos modos, para los que sinceramente quieren pare­cerse a Cristo, las Escrituras nos enseñan clara­mente que por ahora Dios desea más la semejanza moral a Su Hijo que la semejanza física. Cierta­mente el Espíritu está obrando en toda nuestra vida procurando transformarnos en corazón y con­ducta para el mismo Señor. La especulación no es ninguna autoridad ni excusa para contradecir la clara instrucción de la Palabra de Dios.
¿De dónde viene la moda moderna del cabello largo para el hombre? No viene, como muchos piensan, de los Beatles. En Apocalipsis 9 hay una referencia sorprendente. Ahí las huestes del infier­no salen del abismo. Los vemos como si tuvieran  “caras humanas; tenían cabello como cabello de mujer”. Tal como el Señor está transformando a Sus santos a Su semejanza, moral y espiritual, así tam­bién el archienemigo trata de conformar una mul­titud en una semejanza que demuestra una confu­sión del orden natural de Dios. La confusión de los sexos siempre ha sido señal de depravación a través de los siglos. A menudo ha traído juicios de Dios.
No sabemos qué significaba el cabello largo en el hombre para nuestros abuelos o para los her­manos de la Iglesia primitiva, pero hoy en día es una marca de rebelión e identificación con los drogadictos. Sin embargo, no quiere decir que todo joven que lleva pelo largo se está revelando contra Dios en su corazón. Muchos no lo hacen conscientemente, pero a la luz de las Escrituras conside­radas, puede ser que estén sirviendo como ejemplo para el adversario en contra de las normas pro­puestas en las Escrituras.
Al decir largo, ¿a qué largo se refiere?
Al examinar esta cuestión surgen naturalmente unas preguntas. El hombre, con su inclinación para reglas y reglamentaciones, desearía que el Señor nos indicara en centímetros “a qué largo se refiere”. El Señor prudentemente no lo ha hecho así en este caso, ni en muchas áreas que afectan nuestras vidas. El gran principio de la vida cris­tiana es “la fe”. Si existe un deseo sincero y ho­nesto, junto con una voluntad sumisa, muy pronto el alma ejercitada sabrá si está o no entristecido al Espíritu Santo.
¿Para hoy en día?
La relevancia de estos versículos (el pan y el vino no sufren bajo este argumento) es discutido a veces. Se sugiere que fue problema de los corintios y se aplicaba solamente a esta iglesia. No obstante, toda la enseñanza de esta epístola está claramente dirigida en su introducción. Fue escrita a los santos en Corinto “con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.
¿Qué tamaño?
A veces el problema es el tamaño de la cubierta de la mujer. La palabra para describir ésta cubierta es superlativa, y significa “cubrir ampliamente”. Pequeños moños o redes casi invisibles no pueden llamarse “cubiertas amplias”. En vez de cubrir su gloria, la exaltan.
¿Pelucas?
Otra pregunta a veces presentada es en cuanto a pelucas. ¿Cubren o no? Sí, obviamente cubren la gloria natural de la mujer, pero obviamente también, se pierde el propósito espiritual al proveer una imitación de gloria. El que mira ve una imitación de gloria y no una señal de sumisión.
¿Desde qué edad?
Se ha hecho la pregunta, ¿desde qué edad debe empezar a cubrirse el cabello una niña? ¿Deben hacerlo las adolescentes? Sería mejor quizás con­testar con otra pregunta: ¿Qué edad debe tener el niño varón para empezar a NO cubrirse la cabeza? Se puede discutir que estos niños no oran ni profe­tizan y por eso son excusados. Sin embargo, nadie puede discutir la exhortación dada a los padres para criar a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor. La sumisión al Señor debe ser enseñada a nuestros hijos con el ejemplo, por precepto y cuan­do sea necesario con disciplina. Todos los padres estarían de acuerdo que hay más felicidad y más facilidad cuando esto se hace a temprana edad.
Pero ¿cuándo?
Las ocasiones en que se aplican estas Escrituras es un problema un poco más difícil. Obviamente incluye las reuniones de la iglesia donde existe la dirección de los ancianos (estén o no presentes). Hay otras ocasiones, sin embargo, donde la mujer puede ejercer un ministerio oral de oración o testi­monio de las Escrituras. Los fundamentos pro­puestos aquí se aplicarían en tal caso. Más ins­trucciones se encuentran en otras partes de las Escrituras; por ejemplo en 1 Corintios 14, gober­nando el silencio de la mujer en la iglesia local. El capítulo 11 debe leerse a la luz de estos con­troles subsiguientes.
Cuando haya duda en cuanto a llevar o no una cubierta, parece a la luz de 1 Corintios 11, versícu­lo 10, que la hermana ejercitada no querrá arriesgar entristecer a su Señor. Situaciones privadas en el hogar son claramente distintas, ya que en el con­texto hogareño y familiar el orden de gobierno no es directamente a través de los ancianos, sino por el esposo y padre del hogar.
Ira y fuego
Es cosa extraña que hay pocas Escrituras que estimulan el fuego en algunos cristianos como estas. Puede ser el motivo por el cual la primera parte de 1 Corintios 11 se enseña menos que el resto del capí­tulo. Probablemente el apóstol también sintió la ira de algunos cuando se refiere a la posibilidad de con­tención en el versículo 16. Era la costumbre de los hombres judíos cubrirse la cabeza en la sinagoga en aquel entonces (y hasta ahora). También era la cos­tumbre de las mujeres griegas entrar en el templo con la cabeza descubierta. Pero Pablo dice, “Nosotros no tenemos tal costumbre.” La Iglesia del Nuevo Testa­mento era distinta al templo pagano; por lo tanto sus costumbres sociales y religiosas debían ser diferentes a las de ese tiempo. Los cristianos tenían que com­portarse en otra forma en cuanto a estas cosas.
Sufriendo pérdidas
El espíritu rebelde siempre puede encontrar argumentos o presentar excusas minúsculas que procuran descontar tanto la relevancia como la aplicación personal de esta porción de las Escri­turas. Cuando sabemos que el piadoso Moisés sufrió una pérdida estremecedora como consecuen­cia de haber dañado un tipo del Cristo glorificado, debe hacernos temblar a todos nosotros también por sí acaso fuéramos culpables de presentar a los hermanos creyentes, incrédulos y al mundo de espíritus, un cuadro desfigurado de nuestro amado Señor, Su autoridad y gloria.
¿Cabello o corazón?
En conclusión aclaremos que la forma de actuar debe demostrar una condición interna, pero no siempre es así. Una mujer con una cubierta muy adecuada y un vestido modesto, puede estar tan fría como el hielo en su devoción al Señor, guardando todo el tiempo un orgullo por su conformidad a las normas propuestas y a su no conformidad al mundo. Similarmente un hombre con cabello corto puede estar entristeciendo al Señor en todas las otras áreas significativas de su vida. El joven con cabello largo, o la señorita con cabeza descubierta pueden estar en su corazón entregados al Señor a la medida de la luz bíblica que tienen. Pueden estar profundamente entregados a la causa de Cristo, y con vidas sin culpa en la maligna sociedad que les rodea, pero debido a la infancia espiritual o a la falta de los ancianos y maestros, nunca han aprendido las solemnes implicaciones de 1 Corintios 11.

Aunque la señal exterior no indica necesaria­mente espiritualidad, ni la ausencia de ella de­muestra necesariamente carnalidad, es obvio que el corazón sumiso dispuesto para aprender y agradar al Señor que lo ha comprado, será llevado a la luz de la Palabra de Dios ya sea repentinamente o poco a poco, y nunca se arriesgará a un término medio.

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