domingo, 11 de abril de 2021

LA VARA DE AARÓN QUE REVERDECIÓ

 


El arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba ... la vara de Aarón que reverdeció, Hebreos 9.4.


           

            En Números 16 leemos de una rebelión en el campamento de Israel en el desierto. Los causantes fueron Coré, Datán y Abiram. El motivo fue la envidia y la soberbia. Tal carnalidad es contagiosa, por lo que se juntaron con ellos doscientos cincuenta príncipes que querían hacerse sacerdotes en plena oposición a la Palabra de Dios. Pronto todo el pueblo fue contaminado con el espíritu de murmuración.

            Los tres cabecillas se enfrentaron con Moisés y Aarón, acusándoles de sobrepasar su autoridad y afirmando que todo el pueblo de Israel era santo y por lo tanto no debía haber distinción. Moisés no entabló una discusión con ellos sino llevó el caso en oración delante de Dios. A los que aspiraban el sacerdocio mandó a traer incensarios con carbones e incienso y presentarse delante de Jehová por la mañana.

            Entonces Moisés fue a la tienda de Coré, Datán y Abiram donde se había reunido la gente, y Dios hizo una cosa asombrosa: se abrió la tierra y se tragó las tiendas de esos rebeldes. Ellos descendieron vivos al infierno con todo lo que tenían, y los cubrió la tierra. Fuego salió de la presencia de Dios y consumió a los doscientos cincuenta príncipes. Sin embargo, se manifestó la clemencia en que Dios perdonó a los hijos de Coré, quienes fueron escogidos más bien para ser cantores en el servicio divino.

            En el Capítulo 17 leemos de las doce varas. El nombre de una tribu fue escrito en cada vara y éstas fueron puestas delante de Jehová durante una noche. Por la mañana la vara de Aarón había reverdecido mientras que las once restantes se quedaban como antes, muertas y secas. De esta manera Dios vindicó a su siervo Aarón como el único sumo sacerdote de Israel.

            Es de notarse que las varas no habían sido metidas en tierra, así que la vida en la de Aarón no era terrenal sino de arriba. Es un tipo de nuestro Señor, como el Padre le vindicó en resurrección como el gran sumo sacerdote de su pueblo. El vino del cielo y ha ido al cielo. En la vara no sólo hubo botones sino flores también. Estas nos hablan de las hermosuras del Señor: el más hermoso de los hijos de los hombres, la gracia se derramó en sus labios. Hubo a la vez almendras, evidencia de una vida fructífera, cual ninguna otra.

            La historia de los tres hombres nombrados se repite, en cambio, en el caso de Absalón quien por su soberbia quería destronar a su propio padre David y reinar en su lugar. Pero, en cuanto a Coré y su séquito, hubo intervención divina, mientras que Absalón sufrió una muerte trágica.

            Volviendo a nuestro Señor, Satanás despertó la envidia y el odio en los corazones de la nación, cosa que culminó en el crimen más horrendo de los siglos. Pero, “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”, Romanos 5.20. Dios es amor y es justo también, y tiene una cuenta pendiente con este mundo malvado. Al cabo de largos años de gracia, vendrá el día de venganza.

            En los tiempos apostólicos había hombres perversos, llamados falsos hermanos y falsos profetas. Judas advierte que “algunos hombres han entrado encubiertamente ... hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios”.

Y, para terminar: Si en realidad hemos resucitado con Cristo, que sean vistas las pruebas de la vida nueva como en la vara de Aarón:

 

·         Vida, no de la tierra sino de arriba, no en mundanalidad sino en espiritualidad.

·         “Flores” adornando la doctrina con un testimonio intachable, que refleje las virtudes de nuestro Señor.

·         “Almendras”, evidencia del fruto del Espíritu Santo en la vida.

           

            Bajo el régimen de la ley le estaba terminantemente prohibido a cualquier persona ajena a la familia de Aarón, ejercer el sacerdocio, aunque fuera un rey como Uzías. Al contrario, en esta dispensación de la gracia, todo creyente en Cristo, varón o hembra, no solamente es sacerdote santo sino también sacerdote real. Mayores son sus privilegios que los del sacerdocio bajo Aarón, pues con confianza puede entrar tras el velo rasgado y ofrecer sacrificios de alabanza, el fruto de labios que confiesan el nombre del Señor.

            “Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes [excelencias] de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”, 1 Pedro 2.9. Y esto por los méritos de nuestro Señor Jesucristo.

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