lunes, 21 de noviembre de 2011

Teología Propia

Manifestaciones de Dios  (ver Números 12:8)




            Ahora debemos encarar otro tema en relación a la  Doctrina acerca de Dios, que tiene relación con la forma de manifestarse a los hombres. 

Dios no puede verse.
            Inmediatamente surge la siguiente pregunta: siendo Dios en su verdadera esencia Espíritu, ¿cómo es posible esto? Si Dios no puede ser visto de los hombres, ¿cómo se puede manifestar? Antes de responder esta pregunta, no podemos dejar de resaltar que Moisés tuvo la osa-día de querer ver la gloria de Dios. Moisés era un hombre el cual era usado como ejemplo por el mismo Señor (cf. Número 12:7), no había en su tiempo otro como él, y había encontrado gracia porque que estaba en plena comunión con Dios (cf. Éxodo 33:11): había estado cuarenta días recibiendo todo lo concerniente a la Ley, después había estado otro tanto para la renovación del pacto. Le pidió: “Te ruego que me muestres tu gloria” (Éxodo 33:18).  La respuesta de parte de Dios fue negativa para la forma que deseaba Moisés, pero no obstante se iba a manifestar de igual modo, y dejó en claro cuales serían los términos de la visión: ”Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro,  y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti;  y tendré misericordia del que tendré misericordia,  y seré clemente para con el que seré clemente” (Éxodo 33:19), y sentencia: “No podrás ver mi rostro;  porque no me verá hombre,  y vivirá” (Éxodo 33:20). Moisés cuando vio lo que Dios le manifestó de Él, lo único que pudo hacer fue adorarle (Éxodo 34.8); y como resultado de esa comunión, Moisés, después de los cuarenta días, bajó y su rostro resplandecía (Éxodo 34:30), de modo que un poco de la gloria de Dios había quedado en Moisés.
            Entonces, si ningún ser humano puede ver el rostro de Dios,  ¿qué significan las siguientes aseveraciones que nos dice la Biblia? “…hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero…” (Éxodo. 33:11);  “Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel" (Éxodo. 24:9, 10). “Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová.…” (Números 12:8a).   
            Ya hemos aprendido que en las Escrituras no existe ninguna expresión errónea ni contradicción alguna. Por tanto, si en un lado nos indica que nadie le puede ver y vivir, entonces debemos entender que cuando indica que hablaba con Moisés cara a cara  o que vieron a Dios son sólo expresiones o figuras retóricas que se utilizan para dar a entender en forma gráfica situaciones que no se po-drían explicar de otra forma. ¿Cómo po-dríamos expresar que se estuvo con Dios, que es un Espíritu y este no tiene una forma definida?  Un ejemplo de lo anterior, del uso de expresiones gráficas para dar a entender un hecho, lo encontramos en algunas de las expresiones de Pablo cuando escribía a los colosenses decía que el evangelio había llegado a todo el mundo “a todo el mundo” (Colosenses 1:6).  ¿Cómo puede ser esto? En  la época de Pablo  faltaban muchos lugares donde predicar el evangelio. Lo que Pablo usa es una expresión para indicar que el Evangelio se había propagado por muchos lugares y es muy posible que alguna persona de todos los lugares conocido para la época hubiera escuchado el evangelio (Hechos 2). 

Puede manifestarse en forma visible.
            Dios se ha manifestado en forma visible en reiteradas ocasiones cuando ha tenido que personalmente entregar un mensaje. Como sabemos ya, el hombre no podría haber visto a Dios; por lo tanto, Dios se manifestó a si mismo en formas desde las cuales Él habló.
            Podemos revisar algunos ejemplos que hablan como Dios mismo realizó  una manifestación personal, usando la figura humana. Leamos en Génesis 18:1-3: “Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre,  estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró,  y he aquí tres varones que estaban junto a él;  y cuando los vio,  salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos,  y se postró en tierra, y dijo: Señor,  si ahora he hallado gracia en tus ojos,  te ruego que no pases de tu siervo.” Había reconocido que uno de los tres varones no era un hombre común, sino Dios mismo, porque se humilló en tierra. Dios mismo se había manifestado en un hombre.
            Otra de las formas que Dios usó para dar un mensaje, fue la forma de un ángel en medio de la zarza ardiente: “Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.” (Éxodo. 3:4).
            Otra forma fue mediante la columna de nubes y la columna de fuego: “Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche.” (Éxodo. 13:21).
            Incluso el mismo El Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad,  puede manifestarse a si mismo en una forma visible. “También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.” (Juan 1:32).

Figuras.
            En la Escritura existe una pregunta: “¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo” (Isaías 40:25).  ¿A qué podemos hacerlo semejante? La respuesta a la pregunta es simple: ¡A nada! Lo volvemos a repetir: ¡A  NADA! Pero debemos de alguna forma graficarlo para poder comprender su mensaje, de modo que el Espíritu Santo inspiró a los escritores a utilizar figuras para  representar ciertos hechos
            Dios se ha manifestado a si mismo en varias formas; entre las cuales están las siguientes:

a)     Figuras Zoomórficas o figuras de animales.
            Son figuras literarias y se utilizan  para expresar una acción, sentimiento o protección de parte de Dios hacia nosotros. Es de especial importancia tomarlas como tal, ya que de lo contrario estaríamos cambiando el sentido del texto y provocando una interpretación errónea de lo que el Espíritu Santo quiso decir con lo expuesto con las figuras literarias.
            Revisemos algunos textos que hablan de la protección de Dios hacia los suyos:
·         Vosotros visteis lo que hice a los egipcios,  y cómo os tomé sobre alas de águilas,  y os he traído a mí. (Éxodo 19:4)
·         Jehová recompense tu obra,  y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel,  bajo cuyas alas has venido a refugiarte. (Rut 2:12)
·         Porque has sido mi socorro,  Y así en la sombra de tus alas me regocijaré. (Salmos 63:7)
·         Con sus plumas te cubrirá,   Y debajo de sus alas estarás seguro;   Escudo y adarga es su verdad. (Salmos 91:4)
            También  se utilizan estas expresiones para mostrar un deseo intenso como lo manifestó nuestro Señor Jesucristo cuando dijo tan hermosas y sentidas palabras sobre Jerusalén: “¡Jerusalén,  Jerusalén,  que matas a los profetas,  y apedreas a los que te son enviados!  ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos,  como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas,  y no quisiste!” (Mateo 23:37)

b)    En forma de figuras humanas (Antropomórficas).
            Las figuras gramaticales referentes a Dios en términos humanos no proveen datos contrarios  a la doctrina de que Dios es un Espíritu incorpóreo. Es obvio que estas referencias a miembros corporales deben entenderse metafóricamente.  Siempre que leamos en estos textos se debe entender que es una forma gráfica para que nuestras mentes entiendan de una forma  simple el mensaje de Dios.
·         la «mano» de Dios (Éxodo 3.20),
·         su «brazo» (Éxodo 6.6; Deuteronomio 4.34; 5.15)
·         a su «oído» (Isaías 37.17; 59.1; Sal 11.4; Zacarías 4.10)
·         “corazón” (Génesis 6:6)
·         ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo,  con tres dedos juntó el polvo de la tierra,  y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? (Isaías 40:12)

c)     Otras Figuras
            De la misma manera las referencias al «venir» o «ir» de Dios a un lugar específico son metáforas, y el significado literal es que Dios manifiesta su presencia en ciertos tiempos y lugares. (Isaías 64.1, 2). En forma similar, cuando leemos con referencia a la torre de Babel, «y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hombres» (Génesis 11.5), tenemos una expresión metafórica. Tomar estas palabras en otro sentido violaría el contexto.
            Consideremos otros textos como ejemplo:
·         “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.” (Gen. 3:8);
·         “Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido.” (Gen. 12:7).
·         Ver también Génesis 16:7, 10, 13; Éxodo 24:9-11; Génesis 18:1-16; Jueces 13:22, 23; Génesis 32:24-30.

El Ángel de Jehová.
            El Ángel de Jehová en un personaje destacado en el A.T., ya que cumplía las órdenes de Dios. Todos los que lo conocieron o estuvieron con él en alguna situación lo identificaron como Jehová (Génesis 16:13, Jueces 13:22, Zacarías 3:1-2). La mayoría de los estudiosos de la Biblia creen que el Ángel de Jehová no es otro sino el Señor Jesucristo[1].
            Veamos algunos versículos acerca de él.
·         “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende.” (Sal. 34:7);
·         “Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción.” (Gen. 16:11).

En la Persona de Jesucristo.
            La plena revelación de si mismo   lo ha hecho a través de la persona de su Hijo Jesucristo. Esto lo sabemos porque el mismo Señor Jesucristo dijo respecto de la unidad que existe con el Padre: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30).
            Dios no escoge hoy manifestarse a si mismo en una nube como lo hizo en el Sinaí o como el Ángel de Jehová, sino más bien en forma humana, semejante a nosotros. Ya no hay figuras para representar lo que Dios quería mostrar o enseñar, sino que él mismo ahora es representado  por el  Señor Jesucristo (cf. Col 2:17).
            Revisemos algunos versículos relacionados con este tema:

·         “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. (Juan 1:1, 14).
·         “Dios fue manifestado en carne…” (1 Timoteo 3:16)
·         “…el cual [el Señor Jesucristo],  siendo el resplandor de su gloria,  y la imagen misma de su sustancia…” (Hebreos 1:3).


[1] En un estudio próximo veremos con más detalle esta afirmación.

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