domingo, 23 de octubre de 2011

Ceñid los lomos de vuestro entendimiento

“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”, 1 Pedro 1:13.
Llegamos, pues, a la siguiente con­clusión: La realización de las posi­bilidades de vida en Cristo depende de la aplicación mental vigorosa. Y ese es el significado de la admonición: "ceñid los lomos de vuestro entendi­miento". Esta exhortación nunca ha sido tan necesaria como en el tiempo actual. La tendencia moderna es que ha de haber pocos que piensen por los muchos. Los aparatos electromecánicos que tienen cierto parecido a una inteligencia or­denada, pero mecánica, discurren inclu­so en la proyección y en la producción continuada de otros aparatos o máqui­nas. Los pensamientos de los pocos fue­ron transmutados en máquinas de acero para el uso de los muchos; y los mu­chos, en su función, se convirtieron en una colección de máquinas humanas. Pero ahora, la robotización mecánica está sustituyendo a la mano de obra humana, dejando a muchos obreros sin empleo, y así, aumentar el número de los "para­dos". Este es el resultado de que los pocos han de pensar por los muchos; aunque en este caso sea para perjudicar a muchos en bien de unos pocos "acau­dalados".
El uso que se hace de los periódi­cos y de las revistas es mentalmente desmoralizador. ¡Nadie ciñe los lomos de su entendimiento para leer un perió­dico! A menos que sea para leer un ar­tículo ocasional interesante; pero cuando se requiere hacer cualquier es­fuerzo mental, ¡generalmente se pasa de largo! Incluso hay una petición insis­tente por una religión que no demande cualquier esfuerzo para "pensar", que pueda fácilmente ser entendida y dis­frutada sin esfuerzo mental. Haremos bien en prestar atención a lo que nos dice este apóstol pescador: "Ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesu­cristo sea manifestado".
Y esto no cierra la puerta a los que carecen de entendimiento. Para empezar, diremos que en asuntos espi­rituales todos estamos faltos de co­nocimiento: Tenemos los entendimientos como los bebés. Y hay habitación para los niñitos en la casa del Padre. El evangelio con toda su dulzura y poder puede ser creído por uno que nunca ha ido a la escuela. Como los postes de señalización que están en los cruces de las carreteras para indicar al viajero o caminante la dirección a tomar, así ocurre con el evangelio. La indicación es sencillamente, "cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" (Hch.16:31). El predicador que no proclama esto con claridad, está gravosamente faltando a su ministerio.
Estas palabras significan que no hemos de contentarnos con una mera educación elemental en las cosas espi­rituales. La religión cristiana está planeada para atender al hombre entero, y por consiguiente, ha de dar ocupación a todas las facultades del entendimien­to. Esta es una palabra para aquellos que son reacios a ir religiosamente a la escuela. Pablo se quejaba acerca de los creyentes corintios al comprobar que ellos actuaban como si fuesen unos bebés; el apóstol experimentó que su ministerio a los corintios había sido restringido y circunscrito por ellos mismos. Los corintios continuaban en un estado elemental y obligaban al apóstol a seguir como si fuese un maestro de escuela parvularia; ellos se estaban desarrollando con una alimentación a base de leche y no de vianda sólida. Todavía no habían saboreado un buen y abundante alimento de comida en la mesa del Padre-.
¿Hay alguno que esté en esta si­tuación? Si es así, la admonición es para el tal: "Ceñid los lomos de vues­tro entendimiento"; trata de salir de la clase primaria; trata de salir fuera de los primeros principios, del mero alfabeto y de la tabla de multiplicar de la vida cristiana. De todos los niños, ninguno es más querido y recibe tanta atención como el recién nacido. Se le considera especialmente la ali­mentación que necesita, y se comentan y se admiran sus graciosos dichos. Pero la corriente silla alta en la que ha de estar sentado no ha de servir para mo­nopolizar a la familia entera; y cuando el bebé ha tomado su plato de sopa e insiste en bajar de su silla, no se le debe permitir que lo haga, ya que rom­pería la reunión familiar en la mesa, entre los cuales, tal vez, habrá niños mayores que tienen sus cosas por hacer, y que necesitan y desean un alimento más sólido. Ese es el significado de las palabras, "ceñid los lomos de vues­tro entendimiento". Que los bebés sean alimentados adecuadamente; pero que se tenga presente que en la casa del Padre hay instrumentos con los cuales han de aprender a manejarlos, utensilios con los cuales han de aprender a usarlos, cuadros a los que deben aprender a querer, libros con los cuales han de aprender a leer y a entender. Ellos han de aprender mucho más que del lenguaje de su crianza; ellos han de adquirir el habla de las personas adultas, y apren­der el lenguaje de la literatura, del comercio y de la guerra. Ellos han de aprender a tomar el consejo de los hombres prudentes, a participar en la conversación con los sabios, a permane­cer con su Padre que está en lo Alto, a considerar el mundo y entender el: "Por tanto, ceñid los lomos de vuestro en­tendimiento". Despojado de toda clase de tecnicismos, es decir, poniendo todo vuestro entendimiento a trabajar. Como el soldado que se ciñe su espada para ir a la lucha; como el mismo Maestro Divino que puso a un lado su manto, y tomando una toalla, se la ciñó con prontitud para lavar los pies de sus discípulos; o, modernizando la metá­fora, como el obrero que se quita la chaqueta, enrolla las mangas de su camisa, y estando libre de todo impedi­mento innecesario, puede dedicarse a su tarea; así pues, pondrás tu entendi­miento para trabajar, para reunir, disciplinar y aplicar todos tus poderes mentales a la tarea de ser un cristiano digno de tal nombre. Como la herencia de la tierra de Canaán para el pueblo de Israel, que vino a ser suyo cuando lucharon por su posesión; como cuando las riquezas, por ejemplo, del con­tinente americano fueron posesionadas por aquellos que desafiaron los mares y talaron los bosques, arrancando los te­soros de la tierra y de la mina; así también, la herencia incorruptible de la gloria es nuestra, para poseerla y disfrutarla, cuando nos dedicamos en descubrir y apropiarnos de sus tesoros escondidos.
Si estudiamos el contexto veremos que hay además otra razón para tener esta actitud de disposición mental: Precisamente es la salvaguardia contra el mal. La laxitud mental es siempre compañera de la laxitud moral. El des­fallecimiento mental siempre va del brazo de la flojedad moral. El enemigo fácilmente encuentra acceso de entrada a la ciudadela cuando los centinelas están soñolientos. David C. Egner, tra­tando acerca de los ataques del gran enemigo de las almas, nos dice: "Cuando hacemos una re consagración de nuestras vidas a Cristo o declaramos nuestra intención de abandonar algún pecado o hábito problemático, Satanás siempre nos ataca de inmediato. Así como Jesús fue tentado por el diablo inmediata­mente después de haber sido bautizado y declarado ser el Hijo de Dios, de la misma manera somos a menudo tentados poco después de haber hecho una nueva resolución de seguir al Señor".
Paul Johnson, un contratista de obras, explicó que después de haberse convertido al Señor, siendo persona adulta, empezó a crecer espiritualmente. Por su lectura de la Biblia se vio convencido, por su responsabilidad como esposo y padre, de que debía pasar más tiempo con su familia, y sin embar­go, su trabajo le hacía estar fuera de casa muchas tardes hasta anochecer. Así que, después de una lucha, prometió al Señor que dejaría de aceptar citas para las últimas horas de la tarde. Al día siguiente, por la mañana, recibió una llamada telefónica de un importante cliente, que quería reunirse con él a última hora de la tarde. "Hubo una larga pausa", dijo, "y finalmente le dije que lo sentía, pero que para tener una entrevista habría de ser durante las horas del día, y no a última hora de la tarde". Aunque aquel hombre esta­ba extremadamente ocupado, accedió a la petición de Johnson, y la reunión que celebraron a primeras horas de la tarde condujo a una importante expansión en su negocio de contratista.
El crecimiento espiritual es vital para el creyente. Esto sucede cuando estudiamos la Palabra de Dios y recono­cemos aquellas cosas que precisan de corrección en nuestra vida cristiana. Pero cuando nos decidimos a dar nuestro paso al frente, debiéramos estar dis­puestos para un ataque inmediato. Este es el momento en que Satanás golpea. Al diablo no le importan las decisiones del creyente... en tanto no las ponga en práctica. Hay que estar bien des­piertos y en continua vigilancia contra tales ataques. La vigilancia constante es el precio de la seguridad. El enten­dimiento desceñido es negligente para las distinciones morales y una fácil presa para los engaños del enemigo.
El "ceñid los lomos del entendi­miento" es el reunir todos los esfuer­zos del ser humano hacia una clara dirección, disponiéndose para la acción; es el poner toda la facultad del entendimiento en guardia, con la voluntad en orden, sometida solamente a la Voluntad del Todopoderoso y Omnis­ciente Dios nuestro. Es mantener la prescrita actitud del mismo Maestro Divino cuando dijo: "Velad y orad, para que no entréis en tentación". Que esto sea una realidad en cada uno de noso­tros.
Contendor por la fe, Nº 235-236

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