domingo, 5 de enero de 2020

LOS SOBREVEEDORES Y SU TRIPLE RESPONSABILIDAD

Los términos “obispos”, “presbíte­ros”, “ancianos”, “pastores”, “sobrevee­dores”, encierran mucho. Son siervos de Dios, puestos por el Espíritu Santo, que han recibido dones, para compartir el privilegio inmerecido en el noble traba­jo del cuidado de “la grey de Dios”, con “EL BUEN PASTOR”, “EL GRAN PASTOR” y “PRINCIPE de los pas­tores” - El Señor Jesús (Ef. 4:11; Jn. 10:11; He. 13-20; la. Pe. 5:4).
Los mismos revelan el carácter, cualidades, don e intensidad de amor de un renacido hacia Cristo y hacia Su pueblo, adquirido “por Su sangre”. Cual­quiera de estos nombres mencionados son correctos y podrían ser usados in­distintamente por el pueblo de Dios; pero los creyentes que se reúnen senci­llamente al Nombre digno del Señor, han preferido usar el término “SOBRE­VEEDORES” por ser una traducción más literal del vocablo griego “episko- pos” y mayormente después del tiempo del “oscurantismo” en que la Biblia era poco menos que imposible de ser obte­nida. Este problema hubiera quedado re­suelto con la formación de las Socieda­des Bíblicas y accesibilidad a la Biblia durante los últimos cien años, a no ser por el mal uso aplicado a los mismos en ciertos círculos.
En la edición de la Biblia anterior a la que usamos en la actualidad, edita­da por la Sociedad Bíblica Americana en el año 1893. versión C. de Valera, lee­mos: “Y enviando desde Mileto a Efe- so, hizo llamar a los ANCIANOS de la Iglesia. . . los cuales como vinieron a él, les dijo: Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño sobre el que el Es­píritu Santo os ha puesto por SOBRE­VEEDORES, para apacentar la Iglesia de Dios” (Hch. 20:17, 28). Las palabras originales nos fueron dadas para ha­cernos entender correctamente ‘la obra” que el Señor les ha encomendado y sus responsabilidades.
El v. 17 mencionado, habla de “AN­CIANOS”: éstos son los hermanos de experiencia, no precisamente por su edad, sino en el andar y disfrutar de co­munión íntima con el Señor, poseídos de “solicitud” por la Iglesia del Señor.
En el v. 28 habla de los mismos an­cianos, pero los llama “SOBREVEE­DORES” u “OBISPOS” indicando por ello que tienen sus corazones puestos en el pueblo del Señor, lo cuidan y apa­cientan. En el v. 31 son exhortados a VELAR, mostrando que son “PASTO­RES” o “PRESBITEROS”, porque de­ben velar por el estado espiritual de los redimidos, como aquellos “que han de dar cuenta” al Señor por ello (Luc. 2:8; He. 13:17). La palabra “PRESBITE­ROS” también significa ancianos; indi­ca pues, que son los hombres de expe­riencia los que tienen la obligación de GUARDAR, VIGILAR, CUSTO­DIAR. Así que, estos presbíteros, an­cianos o sobreveedores, armados con el conocimiento de la Palabra, cumplen su deber para con cada uno de los creyen­tes, habiendo recibido la recomendación del Señor: “CUIDAMELE” (la. Tim. 4:14; Luc. 10:35).

SU TRIPLE RESPONSABILIDAD
1.    CUIDAR LA DOCTRINA. —
¿Y quién como los ancianos, presbíteros, obispos, pastores o sobreveedores deben hacerlo? ¿No es a los tales que el Espí­ritu Santo ha puesto para ello, seleccio­nándolos entre los nacidos de nuevo?
El apóstol Pablo, inspirado, no per­dió una sola oportunidad de mencionar en las epístolas, y especialmente en las llamadas “pastorales”, el valor e impor­tancia de atender a la DOCTRINA. ¿Y para qué todo esto? Dios quiere que los que enseñan, guían, alimentan y edifican a Su pueblo, estén en guardia, para que nada que no esté de acuerdo con la men­te y propósitos del Señor, se infiltre o sea dado a los redimidos A Tito le di­ce: Empero tú, habla lo que conviene a la sana doctrina; y enseñando a Timoteo recalca: “Si esto propusieres a los her­manos, serás buen ministro”, pues el so­breveedor debe ser “retenedor de la fiel palabra que es conforme a la doctrina” (la. Tim. 4:16; Tit. 2:1; 1:9; la. Tim. 4:6; Ef. 4:12).
2.    CUIDADO DE LA GREY. —
Alimentar a la grey: Vigilar por la clase de alimento que recibe: el pueblo de Dios no puede vivir de cualquier cosa, debe tener suficiente alimento sano, nu­tritivo y sólido. El ineludible deber de los pastores o sobreveedores es: “Que sepas como te conviene conversar en la casa de Dios” y ' Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros” (la. Tim. 3:15; la. Pe. 5:2).
¿Con qué apacentarla? El Señor mismo nos dio el ejemplo: “Y les predi­caba la PALABRA” fMar. 2:2). Sen los hombres en cuyos oídos y corazones siempre resuena la voz del 6eñor: “Con­sidera atentamente el aspecto de tus ovejas; pon tu corazón a tus rebaños (Prov. 2/:23 la. Pe. 4:10, 11). Sienten su responsabilidad por el bienestar de los salvos, como un buen padre vigila por la salud de sus hijos (2a. Co. 11:28).
B) Custodiar el andar de la grey: Para que “no sea blasfemado el Nombre del Señor y la doctrina” y para que el evangelio no sufra o sea detenido por la inconducta de los santos en su avance “hasta lo último de la tierra” (1 Tim. 6:1; Hech. 1:8). Y para que se cumpla la exhortación: “Yo pues, preso en el Se­ñor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que sois llamados”. “Mirad que ninguno dé a otro mal por mal; seguid lo bueno” (Ef. 4:1; la. Tes. 5:15).
3.  CUIDAR DE SI MISMOS. — La Palabra no olvida de amonestar a los so­breveedores a fin de que, ante todo, ellos guarden y cuiden sus propias vidas, pa­ra no tener que lamentarse: "Y mi viña, que era mía, no guardé” o que “habien­do predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado”. Sino que deben llegar a ser los verdaderos "dechados”, ejemplo en todo, “de la grey de Dios” — ya que “a cualquiera que fue dado mucho, mu­cho será vuelto a demandar de él; y al que encomendaron mucho, más le será pedido” (Cant. 1:6; la. Co. 9:27; la. Pe. 5:3; Luc. 12:48).
Por esto, cada uno debe examinarse a sí mismo. ¿Soy yo un ejemplo en man­sedumbre y humildad; firme en la doc­trina; responsable por el bienestar del rebaño? Y todo ello para no sufrir la sorpresa ante el TRIBUNAL DE CRIS­TO: “Malo y negligente siervo”. “Así que, YO de esta manera corro. . . de es­ta manera peleo. Antes hiero mi cuer­po, y lo pongo en servidumbre; no sea que, habiendo predicado a otros, YO mismo venga a ser reprobado” (Mat. 25:26; 2a. Co. 5:10; la. Co. 9:26, 27).
P. B.

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