Miramos antes al Señor
Jesús como nuestro ejemplo, Mateo 4. El obedeció a Dios y nos dio ejemplo de
esa obediencia cuando fue bautizado. Cuando él comenzó su ministerio, Satanás
vino para tentarlo, pero él lo echó de su presencia; Él amaba y obedecía a Dios
solamente.
Pensemos ahora en
algunas cosas que son muy importantes en nuestra vida. La Palabra de Dios pone
las cosas de Dios antes que las cosas del mundo. El Señor Jesús enseñó que no
nos hagamos ricos aquí en la tierra, sino que hagamos riquezas en el cielo,
Mateo 6:19,20. Estos versículos muestran que hay dos alternativas y que debemos
escoger cuál ocupa el primer lugar. ¿Serán las cosas de Dios las que tomarán el
primer lugar, o las cosas del mundo? Pensemos cuidadosamente acerca de este
asunto.
El Señor Jesús dijo que
los ojos son la lámpara del cuerpo; si nuestros ojos son limpios, todo nuestro
cuerpo está lleno de luz. La palabra limpio realmente significa uno sólo y
también significa un propósito. El Señor Jesús nos enseñó que debemos tener un
propósito, no cinco o seis, o ningún propósito. Dios desea que pensemos como
Pablo que dijo que él trató de olvidar lo que había sido antes y que su mayor
riqueza estaba adelante. El proseguía a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús, Filipenses 3:14.
Debemos estar firmes.
Debemos apuntar a una cosa. Debemos tener nuestros ojos, nuestro corazón y
nuestra mente puestos en una cosa. En otro lugar, el Señor enseñó que no se
puede servir a dos señores; se odiará al uno y se amará al otro; será fiel al
uno y despreciará al otro. No podemos servir a Dios y al dinero, Mateo 6:24.
Dinero en estos versículos no solamente significa papel moneda, sino también
todas las cosas del mundo. Algunos desprecian el dinero y no hacen nada
importante en su vida, pero ellos aman y sirven a muchas cosas del mundo que
son malas. El Señor Jesús dijo que no debemos amar a las cosas del mundo. Este
versículo nos dice que debemos centrar nuestro interés solamente en una cosa.
Nosotros debemos escoger servirle fielmente. El Señor no dijo que era difícil
servir a Dios y a las riquezas, él dijo que no se puede, que es imposible.
Tal vez algunos digan:
"Esto no puede ser cierto; tenemos que ganar dinero para vivir, ¿no es
así?" Verdad. La Biblia va más allá. Dice que el hombre que no trabaja que
no coma, es decir, un hombre puede pasar hambre si no trabaja y gana suficiente
dinero para conseguir lo necesario, 2 Tesalonicenses 3:10. Ser perezosos no nos
ayuda en manera alguna. Debemos trabajar y ganar dinero para nosotros y para
nuestras familias. La Biblia dice que el creyente que no trabaja y gana dinero
para su familia, es peor que un incrédulo, 1 Timoteo 5:8. Un cristiano tiene
obligaciones y debe atenderlas cuidadosamente. No solamente debe trabajar y
ganar suficiente dinero para sus propias necesidades, sino que debe apartar
algo de su dinero para el Señor, 1 Corintios 16.2. ¿Qué es lo más importante
en su vida? Esto es lo más importante en Mateo 6:24. Debemos trabajar y ganar
dinero, pero aún hay otra lección más importante aquí. El asunto es: ¿Qué es lo
más importante en mi vida?
¿Qué es lo más
importante para nosotros? ¿Las cosas de Dios o las cosas del mundo? ¿Qué está
primero? ¿Cuál es nuestro mayor deseo? El Señor Jesús dijo que Dios permite que
usted haga algunas cosas para él. Tenemos también obligaciones terrenales que
debemos cumplir. ¿Qué está primero? ¿Está primero Dios o las cosas del mundo?
Es importante para nuestra vida tener la respuesta a esta pregunta. Debemos
pensar cuidadosamente y ser honestos. Es una pregunta que todo cristiano debe
contestar, sea joven o viejo. Debemos mirar nuestro corazón. Es posible
aparentar estar trabajando para el Señor, pero puede ser que no seamos honestos
y que ese trabajo no tenga realmente sentido. ¿Serviremos a Dios primero? ¿O a
las cosas del mundo? Debemos escoger lo uno o lo otro.
Hubo hombres y mujeres
en la Biblia que hicieron cosas como éstas. Ananías y Safira son un buen
ejemplo, Hechos 5:1-11. Ellos deseaban hacer algo para el Señor. También deseaban
hacer algo para ellos mismos. No sabían qué escoger. No supieron decidir qué
era lo más importante. Pedro les dijo: "Hubieran podido guardar todo el
dinero para ustedes, nadie hubiera preguntado nada. La iglesia primitiva no
practicó el comunismo. En estos versículos no hay comunismo por ningún lado. Pedro
dijo que nadie fue obligado a regalar su dinero. Ananías y Safira pecaron al
tratar de traer su dinero y dejar algo para ellos, a la vez. Perdieron su vida
por este pecado. Su pecado trajo muerte, Dios los castigó. Hay un precio que
debemos pagar cuando nuestras decisiones no son claramente a favor de Dios. Debemos
decidir qué cosas son primero en nuestra vida. Cuando no hacemos decisiones
claras pagamos un precio, y bien grande por cierto, arruinamos nuestro servicio
a Dios y dañamos nuestra vida espiritual.
Cristo dijo en Mateo
6:25 que no debemos preocuparnos por la comida o la bebida o por los vestidos
para nuestro cuerpo. Todas estas cosas son necesarias y bien podemos desear
ponerlas en primer lugar. Las necesito para mí, las deseo y las debo tener. Estas
son las cosas que atraen a nuestra alma. Así fueron los pensamientos del
hacendado rico que se dijo a sí mismo: "Tú tienes todo lo necesario para muchos
años; lleva una vida fácil: come, bebe y complácete a ti mismo." Jesús
dijo que algunas personas son como este hombre: amontonan riquezas para sí
mismos, pero son pobres para con Dios. El hombre puede dar el primer lugar a
cosas equivocadas. ¿Cómo llamó Dios a este hombre? Necio, Lucas 16:21. Ananías
y Safira fallaron por no haber escogido una de las dos cosas. El hacendado rico
escogió hacer lo falso y fue llamado necio.
Después, Jesús habló
acerca de comida, bebida y vestidos. Nosotros deseamos dinero para estas cosas.
La palabra vestido aquí significa mucho más que solamente la ropa que usamos.
Se puede pensar no solamente en vestidos para nuestro cuerpo, sino en nuestra
casa, nuestros amigos y otras cosas que queremos tener. Son cosas terrenales.
El Señor Jesús dijo: "Estas son las cosas por las cuales la gente vive
preocupada." Hay una palabra importante que debemos notar. Todos usan
vestidos, todos comen, todos beben. Mucha gente pasa todo su tiempo buscando
estas cosas, pero el Señor dijo que debemos dar el primer lugar al Reino de
Dios, Mateo 6:33. ¿Podremos ser honestos? ¿Podremos examinar nuestros
corazones? ¿Podremos examinarnos en la presencia de Dios? ¿Qué ocupa el primer
lugar en mi vida? O mejor: ¿Quién ocupa el primer lugar en mi vida?
Hay otra palabra
importante: reino. El Reino de Dios no solamente significa cielo. Cielo y Reino
de Dios son dos cosas diferentes. Una nueva traducción de la Biblia usa la
palabra autoridad en vez de Reino. Esto me parece bien porque Cristo no está
hablando del futuro, sino de algo que desearíamos ahora. Deberíamos escoger la
norma de Dios y su autoridad en nuestra vida. Dar prioridad a la autoridad divina
no significa la autoridad de Dios en el cielo, sino a la norma de Dios para
nuestra vida aquí y ahora. Yo debo escoger como norma de mi vida, lo que más me
conviene, es decir, la autoridad de Dios.
La autoridad divina es
parte del Evangelio que hemos recibido. En Romanos 10:9 el apóstol Pablo dice
que debemos hacer dos cosas para ser salvos: confesar que Jesús es el Señor y
creer con el corazón que Dios le levantó de los muertos. Notemos que hay algo
unido a la salvación. Nuestros labios confiesen que Jesús es el Señor de
nuestra vida. No podemos llamarnos cristianos si no nos sometemos a la
autoridad de Cristo. La Biblia dice que seremos salvos si hacemos esto. En el
versículo 10, el Espíritu Santo dice lo mismo, pero con otras palabras para que
estemos seguros de entenderlo bien. Creemos en nuestros corazones y Dios nos
muestra que estamos en paz con él. Nosotros lo declaramos con nuestros labios y
somos salvos. ¿Declaramos cada día con nuestras palabras y nuestros hechos que
Jesucristo es nuestro Señor? Esto es parte importante del Evangelio. El
cristiano está en la obligación de hacer esto si ha recibido a Cristo como Salvador.
Debemos recibir a Cristo como Salvador y como Señor. No se pueden separar las
dos cosas. Él es Señor y Salvador. O sea, que salva y gobierna. Confesar con
nuestros labios que él es el Señor no significa salir a las calles y empezar a
predicar, sino que significa decir a los amigos algo como esto: "Yo
pertenezco a Cristo, por lo tanto, él es mi jefe, él controla mi vida."
El apóstol Pablo enseñó
las verdades importantes del Evangelio; las cuales concuerdan con lo que hemos
visto en Romanos 10:9. En 1 Corintios 1:23 dice: "Predicamos a Cristo, que
fue crucificado." Esto nos habla del final de nuestra antigua vida de
pecado. También dice en 2 Corintios 4:5, "Predicamos a Cristo Jesús como
Señor" y esto significa el principio de una nueva vida. Estas dos verdades
son inseparables. Cristo fue clavado en la cruz para perdón de nuestros
pecados, pero esto también significa muerte a nuestra vida de pecado. Yo morí
con Cristo. Mi vida de pecado llegó a su final de repente. Yo morí cuando él
murió en la cruz por mí. Nosotros predicamos a Cristo como Señor. Esto sigue a
nuestra muerte en la cruz con él. El versículo 1 de 1 Corintios es el final de
nuestra vida antigua y el versículo 4 de 2 de Corintios da comienzo a la nueva
vida. No podemos separar estos dos hechos. Dios no nos dice que podemos recibir
el perdón de pecados y aún seguir viviendo la antigua clase de vida. Debemos
ser honestos con Dios. ¿Cristo es real, verdaderamente y diariamente nuestro
Señor? Preguntemos: "¿Si él no es mi Señor, es realmente mi
Salvador?"
Debemos entender
claramente lo que significa ser seguidor de Jesucristo. Ojalá no nos
equivocamos. La juventud moderna dice que ellos son muy honestos. Ellos dicen:
"No queremos hablar solamente, queremos saber realmente el significado.
Ahora nosotros podemos ver lo que significa seguir a Jesucristo. Deseamos que
sean honestos con nosotros." ¿Somos nosotros honestos con nosotros mismos?
Entendamos claramente esta verdad y examinemos nuestra propia vida. ¿Dirige el
Señor Jesús mi vida completamente? Este es el significado del versículo:
"Da al Reino y a la autoridad de Dios el primer lugar."
En el libro de Hechos
vemos la misma verdad. En el capítulo 1 podemos leer que el Señor Jesucristo se
apareció a sus discípulos algunas veces y les probó que estaba vivo. Él estuvo
con ellos durante cuarenta días. ¿De qué les habló? Del Reino de Dios, Hechos
1:3. En Hechos 28, Pablo dice la misma cosa. Pablo fue el gran apóstol que Dios
envió a los gentiles. Él fue llevado a Roma como prisionero y la primera cosa
que hizo fue reunir a los líderes religiosos de la nación de Israel y explicar
las verdades del Reino de Dios, la autoridad de Dios, Hechos 28:23. Nosotros no
podemos decir: "El Reino de Dios fue para un corto tiempo, no es para
nosotros." En Hechos 28:3 Pablo habló a los gentiles acerca del Reino de
Dios y su autoridad; de Cristo viviendo en sus corazones y gobernando su vida.
La palabra mandato es
muy importante para toda persona que se ha inclinado ante Cristo Jesús y le ha
recibido como su Salvador y Señor. Leemos en Mateo 28:20, "Enseñen a obedecer
todo lo que yo les he mandado." Cristo no quiere que hagamos algunas cosas
para él como un favor. Él es Señor. Nosotros somos sus esclavos. Él quiere
nuestra obediencia. ¿Podemos decir que nos rendimos a él, porque nos permitió
escapar del infierno como castigo por nuestros pecados? ¿Podemos decir que estamos
sujetos a él, cuando le permitimos gobernar nuestras vidas? No somos honestos
si actuamos de esta manera. El viene a nosotros y nos dice, "Deseo que te
inclines ante mí y me obedezcas." ¿Qué nos ordena él? "Yo os ordeno
que os améis unos a otros" Juan 15:12. Dijo también: "Id y haced
discípulos a todas las naciones" Mateo 28:19, y "Haced esto en memoria
de mí" 1 Corintios 11:24.
El apóstol Pablo dijo
que Dios nos libra de la potestad de las tinieblas y nos traslada al Reino de su
querido Hijo, Colosenses 1:13. Nosotros obedecíamos la autoridad de un reino,
pero fuimos sacados y traslados al Reino de su querido Hijo. Estamos en un
Reino donde Jesús ocupa el más alto lugar. Por la cual, también Dios lo exaltó
hasta lo sumo, y le dio un nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla y toda lengua confiese que Jesús es el Señor, Filipenses 2:9-11. ¿Es
verdad esto en nuestras vidas? No podemos pensar servir a Dios en manera
alguna hasta que Jesús sea realmente nuestro Señor y Maestro en todo lo que
hacemos. ¿Controla él nuestras vidas? ¿Vamos a donde él nos envía? ¿Nos
detenemos cuando él lo ordena?
La gente siempre se
preocupa por la comida, los vestidos y otras cosas personales, pero él nos
dice: "Da a la autoridad de Dios el primer lugar en tu vida." Esto
nos cambiará radicalmente. Asegurémonos, primero que todo, que pertenecemos a
Cristo, que somos verdaderamente cristianos. Es posible que nuestros padres
sean creyentes; eso no es importante. Puede que seamos muy hábiles y expertos o
puede que seamos muy inexpertos; esto no es importante. ¿Pertenecemos a él
ahora? ¿Hemos nacido de nuevo? Dios nos castigará para siempre con el infierno,
si no somos salvos al morir. Esto puede parecemos duro y cruel, pero esto es lo
que Jesús dijo y no podemos cambiarlo. Debemos estar seguros de ser verdaderos
cristianos y de poner la autoridad de Dios como lo más importante en nuestras
vidas. Cristo no os fallará. ¿Hacemos lo que él dijo? ¿Queremos recibir sus
recompensas? ¿Se complace el Señor Jesús de nuestra obediencia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario