Sublime
Gracia.
¡Sublime gracia, (¡cuán dulce es el
sonido!),
Que salvó a un miserable como yo!
Estuve perdido, pero ahora ya no más.
Estaba ciego, pero ahora puedo ver.
Fue la gracia la que enseñó a mi
corazón temer,
Y la gracia mis miedos alivió;
Qué preciosa gracia apareció
La hora en que creí.
Muchos peligros, fatigas y trampas
He experimentado y superado;
La gracia me ha hecho fuerte
Y es ella la que me llevará hasta casa.
El Señor me ha bendecido,
Su palabra me asegura la esperanza;
Él será mi escudo
Mientras la vida dure.
Cuando este cuerpo y corazón se hayan
consumido,
Y la vida me abandone,
Tendré, bajo el velo,
Una vida plena de alegría y paz.
Esta tierra pronto se disolverá como la
nieve,
El sol ocultará su brillo;
Pero Dios, quien me llamó acá abajo,
Estará por siempre en mí.
John Newton, 1779
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