Hazte dos trompetas de plata,
Números 10.2
Moisés recibe instrucciones en cuanto a la hechura y el
uso de dos trompetas que serían formadas a golpe de martillo de un solo bloque
de plata. Este metal precioso nos hace pensar en la redención y la gracia, ¡dos
notas agradables para trompetas!
Dos es el número de testimonio. Podemos ver en esto como
la Biblia tiene el doble testimonio del Antiguo y el Nuevo Testamento, ambos
del mismo origen con el Espíritu Santo como autor. El hilo de grana corre por
los sesenta y seis libros con su tema principal que es la redención por sangre
y la obra de la cruz.
Los toques de las trompetas
controlaron los movimientos de toda la congregación en Israel, como también el
orden de sus reuniones solemnes. Los había de regocijo como también de alarma a
causa del enemigo. La nota clara y penetrante era para despertar la gente,
llamándoles a la presencia de Dios.
Aquella nación pudo entender que
Dios quería tratarla con gracia, como se le reveló a Moisés en el desierto:
“... la gracia del que habitó en la zarza”, Deuteronomio 33.16. Fue un día
trágico en la historia de Israel cuando la nación dio las espaldas al Dios que
se había comportado con ella en paciencia y gracia. El pueblo se postró ante
los ídolos abominables de los paganos, y cesaron las notas de las trompetas de
plata; Él tuvo que hablar en términos de castigo y juicio.
Para nosotros en esta dispensación, es por la gracia de
Dios que somos salvos, y esta misma gracia nos enseña a renunciar a la impiedad
y a los deseos mundanos para vivir en este mundo sobria, justa y piadosamente.
Nuestra responsabilidad es todavía más grande que la de los israelitas, ya que
ellos nunca conocieron los privilegios espirituales que nos pertenecen. ¿Cómo
podemos volver atrás y olvidarnos de aquel que tanto nos amó y se entregó a sí
mismo por nosotros?
Los
hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las bocinas, y la
retaguardia iba tras el arca, mientras las bocinas sonaban continuamente, Josué 6.9
En este capítulo se encuentran las
instrucciones que Dios dio para la conquista de Jericó. Algunos sacerdotes
tenían que llevar el arca del pacto sobre sus hombros, y otros sacerdotes
marcharon adelante, tocando continuamente sus bocinas de cuerno. Por seis días
rodearon la ciudad, una vez por día, y en el séptimo dieron siete vueltas. En
ese día, al tocarse las bocinas mientras todo el pueblo daba un gran grito, el
muro se derrumbó.
Se puede decir que eran bocinas de
la victoria. En este relato podemos ver un cuadro de los creyentes como
sacerdotes reales al tenor de 1 Pedro 2.9. “... sois real sacerdocio ... para
que anunciéis las excelencias de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable”. Se desplegaba el arca, tipo de Cristo, y a la vez se tocaban las
bocinas ante la fuerte resistencia del muro que impedía el paso de las huestes
de Jehová.
La conquista de Jericó fue una obra
divina. Y, el hombre natural ofrece una resistencia tenaz contra la entrada del
evangelio en su alma, pero el Espíritu de Dios produce una convicción de pecado
y abre paso para que el pecador reciba las gratas nuevas de salvación. Para los
de Jericó que resistieron hubo juicio total, pero para Rahab y los que se
refugiaron por fe en su casa, protegidos detrás del cordón de grana en la
ventana, hubo misericordia y salvación.
De la misma manera en este día de la gracia los fieles
pregoneros de Cristo están anunciando un mensaje alentador, por sus vidas
consagradas y labios ungidos. Como en el caso aquel, sólo una minoría se salva;
nuestro Señor ya anunció que pocos son los que entran por la puerta estrecha.
¡Cuánto nos toca dar gracias al Señor por su soberana gracia que nos ha
alcanzado y salvado de la ira que ha de venir!
El Señor mismo con
voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo, 1 Tesalonicenses 4.16
Nuestro pasaje trata de la venida de
Cristo otra vez, ahora para llevar a su pueblo redimido al cielo. Será un acto
instantáneo: “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta
... seremos transformados”, 1 Corintios 15.52. Será para todos los creyentes la
victoria sobre la muerte. Nuestros cuerpos de humillación serán cambiados en
semejanza al cuerpo glorioso de nuestro Señor, y así estaremos con él para
siempre.
Solamente los salvos oirán aquella
trompeta; los demás estarán inconscientes de lo sucedido. ¡Indecible será la
consternación de los hijos inconversos de cristianos al descubrir que por fin
el Señor ha cumplido su promesa de venir a buscar a sus santos!
Terminamos con una referencia breve
a 1 Juan 3: “Sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él,
porque le veremos tal como él es”. En vista de un porvenir tan inefable,
hagamos caso de la exhortación del apóstol: “Todo aquel que tiene esta
esperanza en él, se purifica a sí mismo”.
Santiago Saword
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