domingo, 24 de julio de 2011

TITO

Introducción
La Epístola a Tito se ocupa del mantenimiento del orden en las iglesias de Dios.
El objetivo especial de las Epístolas escritas a Timoteo fue el mantenimiento de la sana doctrina, aunque se habla de otras cosas en atención a las cuales el apóstol entrega instrucciones para la conducta de Timoteo. Esto nos lo dice el apóstol mismo. En la Primera Epístola a Timoteo vemos que Pablo había dejado a su amado hijo en la fe en Éfeso, para que cuidase que ninguna otra doctrina fuese predicada allí; la asamblea es la "columna y apoyo de la verdad" (1 Timoteo 3:15 VM). En la Segunda Epístola hallamos los medios mediante los cuales los cristianos deben fortalecerse en la verdad, cuando la masa se ha apartado de ella.
Aquí en Tito, el apóstol dice expresamente que le había dejado en Creta para poner orden en las cosas que aún faltaban, y para establecer ancianos en cada ciudad. Aunque más o menos los mismos peligros se presentaban en la mente de Pablo como cuando le escribió a Timoteo, con todo, hallamos que el apóstol entra de inmediato en su asunto, con una tranquilidad que demuestra que su mente no estaba preocupada de la misma manera con esos peligros, y que el Espíritu podía emplearle más enteramente con el andar común de la asamblea, de modo que esta epístola es mucho más simple en su carácter. El andar que conviene a los cristianos, con respecto al mantenimiento del orden en sus relaciones los unos con los otros, y los grandes principios en los cuales este andar está fundamentado, forman el asunto del libro. El estado de la asamblea casi no se presenta ante nosotros. Verdades que fluyen más completamente de la revelación cristiana, y que la caracterizan, tienen más lugar en esta epístola que en aquellas dirigidas a Timoteo. Por otra parte, las profecías concernientes a la condición futura del Cristianismo, y el progreso de la decadencia que ya había comenzado, no se repiten aquí. Al mismo tiempo que declara de una manera notable ciertas verdades con respecto al Cristianismo, el tono de la epístola es más calmo, más común.
Versículos 1-3. Se habla aquí particularmente de la promesa de vida así como en Timoteo. Además, esta promesa y la revelación de Dios (como el Padre) en Cristo distinguen al Cristianismo del Judaísmo.
Pero en esta epístola los grandes límites del Cristianismo son presentados al comienzo. La fe de los escogidos, la verdad que es según la piedad, la promesa de vida eterna desde antes del principio de los siglos, y la manifestación de la Palabra de Dios por medio de la predicación, son los asuntos de la introducción. El título de "Salvador" es aquí, como en Timoteo, añadido al nombre de Dios al igual que al de Cristo.
Esta introducción no carece de importancia. Aquello que contiene es presentado a Tito por el apóstol como caracterizando su apostolado, y como el asunto especial de su ministerio. No era un desarrollo del Judaísmo, sino la revelación de una vida y de una promesa de vida que subsistía (es decir, en Cristo, el objeto de los consejos divinos), antes de que el mundo fuese. Conforme a esto la fe se hallaba, no en la confesión de los judíos, sino en los escogidos traídos por gracia al conocimiento de la verdad. Era la fe de los escogidos: esta es una verdad importante, y lo que caracteriza la fe en el mundo. Otros pueden, en efecto, adoptarla como un sistema; pero la fe es en sí misma la fe de los escogidos.
Éste no era el caso entre los judíos. La confesión pública de su doctrina, y la confianza en las promesas de Dios, pertenecían a todo aquel que nacía Israelita. Otros pueden pretender la fe cristiana; pero es la fe de los escogidos. Su carácter es tal que la naturaleza humana ni la comprende, ni la concibe, sino que encuentra que le es piedra de tropiezo. Desvela una relación con Dios, la cual es inconcebible para la naturaleza y, al mismo tiempo, presuntuosa e insoportable. Para los escogidos es el gozo de su alma, la luz de su entendimiento, y el sustento de su corazón. La fe los sitúa en una relación con Dios que es todo lo que su corazón puede desear, pero que depende enteramente en lo que Dios es; y esto es lo que el creyente desea. Es una relación personal con Dios mismo; por consiguiente, es la fe de los escogidos de Dios. Por lo tanto es también para todos los Gentiles así como para los judíos.
Esta fe de los escogidos de Dios tiene un carácter íntimo en relación con Dios mismo. Reposa en Él, conoce los secretos de Sus consejos eternos - ese amor que hizo que los escogidos fuesen el objeto de Sus consejos. Pero hay otro carácter conectado con esta fe, a saber, la confesión delante de los hombres. Existe la verdad revelada mediante la cual Dios se da a conocer, y demanda la sumisión de la mente del hombre y la adoración de su corazón. Esta verdad sitúa el alma en una verdadera relación con Dios. Es la verdad que es según la piedad.
Por lo tanto, la confesión de la verdad es un carácter importante del Cristianismo, y del cristiano. Existe en el corazón la fe de los escogidos, fe personal en Dios y en el secreto de Su amor; y existe la confesión de la verdad.
Ahora bien, aquello que formaba la esperanza de esta fe no era la prosperidad terrenal, una posteridad numerosa, la bendición terrenal de un pueblo a quienes Dios reconocía como Suyos. Era la vida e-terna, prometida por Dios en Cristo antes de que el mundo fuese, fuera del mundo y el gobierno divino del mundo y el desarrollo del carácter de Jehová en ese gobierno.
Era la vida eterna. Está en conexión con la naturaleza y el carácter de Dios mismo, y, teniendo su fuente en Él, procediendo de Él, era el pensamiento de Su gracia, y declarado ser tal en Cristo, antes de que un mundo existiese en el cual el primer hombre fue introducido en responsabilidad (su fracaso en el cual está su historia hasta Cristo el segundo Hombre, y la cruz en la que Él llevó sus consecuencias por nosotros, y obtuvo esa vida eterna para nosotros en su gloria plena con Él), y que fue la esfera del desarrollo del gobierno de Dios sobre aquello que estaba sujeto a Él - una cosa muy distinta de la comunión de una vida mediante la cual uno participa de Su naturaleza, y que es su reflejo. Esta es la esperanza del evangelio (pues nosotros no estamos hablando aquí de la asamblea), el tesoro secreto de la fe de los escogidos, de la cual la palabra revelada nos da seguridad.
"Prometió desde antes del principio de los siglos" es una expresión notable e importante. Uno es admitido en los pensamientos de Dios antes de la existencia de esta escena cambiante y mezclada, la cual da testimonio de la fragilidad y del pecado de la criatura - de la paciencia de Dios, y de Sus caminos en gracia y en gobierno. La vida eterna está conectada con la naturaleza inmutable de Dios; con consejos que son tan permanentes como Su naturaleza, con Sus promesas, en las cuales Él no nos puede mentir, y a las cuales Él no puede ser infiel. Nuestra parte en la vida existía antes de la fundación del mundo, no sólo en los consejos de Dios, no sólo en la Persona del Hijo, sino en las promesas hechas al Hijo como nuestra parte en Él. Se trataba del asunto de esas comunicaciones del Padre al Hijo, de las que nosotros éramos los objetos, siendo el Hijo el depositario de ellas[1]. Maravilloso conocimiento que nos ha sido dado de la comunicación celestial de la cual el Hijo era el objeto, para que pudiéramos entender el interés que Dios tiene por nosotros en Sus pensamientos, de los cuales nosotros éramos los objetos en Cristo. ¡Desde antes del principio de los siglos!
Aquello que la Palabra es se hace también más claro para nosotros por medio de este pasaje. La Palabra es la comunicación, en el tiempo, de los pensamientos eternos de Dios en Cristo. Ella encuentra al hombre bajo el poder del pecado, y revela la paz y la liberación, y muestra de qué modo él puede tener parte en el resultado de los pensamientos de Dios. Pero estos pensamientos no son nada más que el plan, el propósito eterno, de Su gracia en Cristo, para concedernos vida eterna en Cristo - una vida que existía en Dios antes de que el mundo fuese. La Palabra es predicada, manifestada (es decir, la revelación de los pensamientos de Dios en Cristo). Ahora bien, estos pensamientos nos dan vida eterna en Cristo, y esto fue prometido desde antes del principio de los siglos. Los escogidos, creyendo, lo saben, y poseen la vida misma. Ellos tienen el testimonio en sí mismos; pero la Palabra es la revelación pública en la cual la fe está fundamentada, y que tiene autoridad universal sobre las conciencias de los hombres, ya sea que la reciban o no. Tal como en 2 Timoteo 1: 9, 10, ella es presentada como salvación, pero manifestada entonces.
Se observará aquí que la fe, es fe en una verdad sostenida y conocida personalmente; una fe que solamente el escogido puede tener, que posee la verdad tal como Dios la enseña. La expresión “La fe" es usada también para describir el Cristianismo como un sistema en contraste con el Judaísmo. Aquí está el secreto de Dios en contraste con una ley promulgada a un pueblo exterior. Esta promesa, que databa desde antes de los siglos revelados, y que era soberana en su aplicación, fue especialmente encomendada al apóstol Pablo para que la anunciara por medio de la predicación. A Pedro se le encomendó el evangelio más como el cumplimiento de las promesas hechas a los padres, lo cual Pablo también reconoce, con los sucesos evangélicos que las confirmaban y desarrollaban mediante el poder de Dios manifestado en la resurrección de Jesús, el testigo del poder de esta vida.
Juan presenta la vida más en la Persona de Cristo y luego impartida a nosotros, los frutos característicos que él expone.
Versículo 4. Hallaremos que el apóstol no tiene la misma intimidad de confianza en Tito como en Timoteo. Él no le abre su corazón del mismo modo. Tito es un amado y fiel siervo de Dios y, también, hijo del apóstol en la fe; pero Pablo no le abre su corazón de la misma manera - no le comunica sus ansiedades, sus lamentaciones - no desahoga su alma ante él - del modo que lo hizo con Timoteo. Al contar todo, uno ve que es angustioso e inquietante el trabajo en que uno está involucrado - esa es la prueba de la confianza. Uno tiene confianza con respecto al trabajo, y uno habla de ello con respecto a uno mismo, con respecto a todo, y no hay restricción, no se mide cuán lejos uno debería hablar de uno mismo, de lo que uno siente, de todas las cosas. Esto es lo que el apóstol hace con Timoteo, y al Espíritu Santo le ha complacido retratarlo para nosotros.
Versículo 5. Al escribir a Timoteo la doctrina ocupó, por sobre todo, la mente del apóstol: el enemigo, mediante la enseñanza, obró y se esforzó por arruinar la asamblea. Los obispos[2] sólo aparecen como una cosa accesoria. Aquí tienen un lugar primario. Pablo había dejado a Tito en Creta para que acabase "de poner en orden las cosas que faltaban" (vers. 5  VM), y para establecer ancianos en cada ciudad, como le había mandado. Aquí no se trata del deseo que alguien pudiese tener de llegar a ser un obispo (anciano, supervisor), ni (considerando eso) de describir el carácter apropiado a este cargo, sino de establecerlos (o 'constituirlos' - VM, RVR77; o 'designarlos' - LBLA); y para esta tarea Tito fue investido con autoridad por parte del apóstol. Se le dan a conocer las calificaciones necesarias, para que pudiese decidir conforme a la sabidu-ría apostólica. De modo que, por una parte, él fue investido por el apóstol con autoridad para establecerlos, y, por otra parte, fue instruido por él respecto a las calificaciones requeridas. La autoridad y la sabiduría apostólicas concurrieron para hacerle competente para realizar este digno e importante trabajo.
Vemos, asimismo, que este delegado apostólico fue autorizado a poner en orden lo que era necesario para el bienestar de las asambleas en Creta. Habiendo sido ya fundadas, con todo, ellas necesitaban instrucciones con respecto a muchos detalles de su andar; y se requería el cuidado apostólico para dárselas, así como para el establecimiento de funcionarios en las asambleas. Esta tarea el apóstol había encomendado a la fidelidad aprobada de Tito, investido con su propia autoridad, de palabra y, aquí, por escrito; de modo que rechazar a Tito era rechazar al apóstol y consecuentemente al Señor que le había enviado. La autoridad en la asamblea de Dios es una cosa seria - una cosa que procede de Dios mismo. Puede ser ejercida por influencia mediante el don de Dios; por funcionarios, cuando Dios los establece por medio de instrumentos que Él ha escogido y enviado para este propósito.
Versículos 6-11. No es necesario entrar aquí en el detalle de las calificaciones que eran necesarias para desempeñar el cargo de supervisor apropiadamente. Ellas son, en lo principal, las mismas que las mencionadas en la epístola a Timoteo. Son cualidades, no dones; cualidades - externas, morales, y circunstanciales - que demostraban la aptitud del individuo para el cargo de cuidar solícitamente a otros. Puede, quizás, ocasionar sorpresa que la mala conducta soez no tenga un lugar aquí; pero las asambleas eran más sencillas de lo que la gente piensa, y las personas que las componían habían salido recién de las costumbres más deplorables, y, por lo tanto, una buena conducta previa que inspirara el respeto de los demás era necesaria para dar peso al ejercicio del cargo de supervisión. Era necesario, asimismo, que aquel que era investido con este cargo pudiese convencer a los que contradecían. Pues ellos tendrían que vér-selas con tales personas, especialmente entre los judíos, quienes estaban siempre y en todas partes activos oponiéndose a la verdad, y pervirtiendo sutilmente la mente.
Versículos 12, 13. El carácter de los Cretenses ocasionaba otras dificultades, y requería el ejercicio de autoridad perentoria; el Judaísmo se mezclaba con el efecto de este carácter nacional. Era necesario ser firme y actuar con autoridad, para que pudieran continuar sanos en la fe.
Versículos 14-16. Además, él tenía todavía que hablar acerca de ordenanzas y tradiciones, esas plagas malignas en la iglesia de Dios que provocan Su celo, y que, al exaltar al hombre, se oponen a Su gracia. Una cosa no era pura, otra estaba prohibida por una ordenanza. Dios reclama el corazón. Todas las cosas son puras para los puros; para aquel cuyo corazón está corrompido no le es necesario molestarse para encontrar lo que es impuro; sino lo conveniente, para poder olvidar lo que es en su interior. La mente y la conciencia ya están corruptas. Hablan de conocer a Dios, pero en sus obras ellos Le niegan, siendo sin provecho y réprobos en cuanto a toda obra realmente buena.


[1] Comparen con Proverbios 8: 30, 31, y Lucas 2:14, y Salmo 40: 6-8, "has abierto" siendo en realidad la traducción, "has horadado mis orejas" - es decir, preparado un cuerpo, el lugar de obediencia, o un siervo (Filipenses 2); traducido así por la Septuaginta o LXX y aceptado en Hebreos como justa (Hebreos 10: 5-7).

[2] N. del T.: "Los versículos 5 y 7 aplican términos diferentes a la misma persona - anciano y obispo (o supervisor, sobreveedor), el primero hablando de él en forma personal, el segundo hablando de su obra. Como un anciano, él es uno que ha tenido experiencia, una calificación importante, como 1 Timoteo 3:6 insiste, "no un neófito", uno nuevo en las filas del Cristianismo. Su obra de supervisar es la de preocuparse por el orden espiritual y el bienestar de la asamblea." (L. M. Grant)

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