domingo, 24 de julio de 2011

La Biblia - Resumen de Sus 66 Libros

Isaías
“¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion Tu Dios reina!"  Isaías 52:7.


Isaías, que significa "Jehová es salvación", encabeza apropiadamente a los profetas, siendo más notable por sus conmovedores temas evangélicos. Sin embargo, al igual que la Epístola a los Romanos este libro comienza con la exposición severa y fiel de la culpabilidad del hombre (la culpa de Israel, en el caso de Isaías), y utiliza condiciones imperantes en esa época para tipificar sus profecías de condiciones y juicios futuros.
Los primeros treinta y cinco capítulos muestran, de forma general, los tratos de Dios con Judá, Israel, y las naciones, al no permitir ningún encubrimiento o excusa para el pecado, sino exhibiéndolo en verdad pura.
Luego cuatro capítulos (36‑39) se ocupan de historia, ilustrando al mismo tiempo la fidelidad de Dios en la  protección de Su pueblo, y el fracaso del pueblo en valorar correctamente las maravillas de Su gracia.
Pero el ministerio de la gracia soberana comienza con el capítulo 40, ya que desde aquí en adelante es presentado el remedio para la condición de Israel en sus varios aspectos.
La siguiente nota de F. W. Grant es muy útil aquí:
"Desde el capítulo 40 al 48, Israel es visto como el siervo, y siervo infiel; luego desde el capítulo 49 al 60, Cristo es el Siervo Perfecto, puesto bajo la carga del pecado de otros; y finalmente, desde el capítulo 61 al 66, el remanente (de Israel) ahora es visto y aceptado como los siervos" (Biblia Numérica).
Este libro, aunque se expresa en el lenguaje del Antiguo Testamento, nos ayudará a obtener una perspectiva correcta del bendito evangelio de la gracia de Dios.



Jeremías

"Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos."  Jeremías 15:16


Jeremías ("Jehová lanza" o "Jehová eleva") ha sido llamado el profeta lamentoso. Llamado por Dios,  evidentemente a una temprana y tierna edad, él profetizó durante los reinados de Josías, Joacim, Joaquín, y Sedequías, y después de la captura de Judá y Jerusalén - al parecer cerca de cuarenta años en total.
Era de la familia de los sacerdotes, pero, al igual que Juan el Bautista, fue más un profeta que un sacerdote.
Es evidente el profundo dolor de su alma acerca de la condición del reino de Judá, pero él entrega fielmente el severo mensaje de Dios en el sentido de que los Caldeos llevarían a Judá a la cautividad. Con todo, aunque él fue afligido hasta el punto de angustiarse, es precioso el hecho de que haya escrito el versículo arriba citado; la palabra de Dios había penetrado en las profundidades de su ser, y en esto él encontró gozo y regocijo en el corazón, porque conocía la realidad del nombre de Jehová su Dios que era invocado sobre él. Aquí tenemos el gozo y la fortaleza en medio del dolor y la debilidad. Él tenía el corazón de un sacerdote y la fidelidad de un profeta.
Cuando Sedequías fue hecho cautivo y Judá fue hecho tributario, a Jere-mías se le permitió permanecer en la tierra, así como a otros, bajo la autoridad de Gedalías. Pero la desobediencia adicional por parte del pueblo que permaneció condujo a problemas adicionales. Jeremías continuó profetizando, pero sus palabras fueron rechazadas incluso por el remanente preservado. Su último capítulo es estrictamente histórico, pero demuestra la verdad de sus profecías.
Jeremías es un excelente libro para estimular a la perseverancia ante el pesar y la oposición.

 

Lamentaciones de Jeremías

"¿Acaso nada os importa, a todos los que me pasáis de largo? ¡Mirad y ved, si hay dolor como el dolor mío, que me ha sobrevenido; con el cual Jehová me ha afligido en el día de su ira ardiente!" Lamentaciones 1:12


Este es un libro del más profundo patetismo, escrito después de la cautividad de Judá, habiendo sido desolada la ciudad de Jerusalén. Con todo, el lenguaje mismo del profeta testifica claramente de la tierna preocupación del Señor por Su pueblo en todas sus aflicciones.
Si en un aspecto los dolores de Israel son considerados como causados por la maldad de sus enemigos (y Dios tiene esto completamente en cuenta), con todo, Jeremías siente también correctamente que estos vienen de la mano de Dios para castigar a Judá por sus pecados. Este es el lenguaje apropiado para aquellos que han sido ejercitados adecuadamente delante de Dios, en quebrantamiento y confesión.
Siendo Jeremías un sacerdote, él era alguien que sabía lo que en realidad significaba, 'comer la ofrenda por el pecado' (comparar con Levítico 6: 25,26); es decir, sentir en su propia alma el pecado del pueblo de Dios como si fuera el suyo propio, y confesarlo como tal. El libro tiene una muy importante trascendencia para los santos de Dios en el presente, especialmente al mostrar cuál llega a ser nuestra propia actitud ante el dolor y la confusión del testimonio público de la Iglesia de Dios en la tierra. El ministerio de este libro debería encontrar un verdadero lugar  en la experiencia de nuestras almas. No es que estas cosas deberían desalentarnos en lo más mínimo, o malhumorarnos, sino que ellas deberían desarrollar en nosotros una actitud más seria y humilde, que implica una voluntad para afrontar honestamente la verdad tal cual es.

 

Daniel

 

"¡Sea el nombre de Dios bendito desde la eternidad y hasta la eternidad; porque suya es la sabiduría y el poder! Asimismo él muda los tiempos y los plazos; el quita reyes, y establece los reyes; él da sabiduría a los sabios, y ciencia a los que poseen inteligencia. Él revela las cosas profundas y escondidas." Daniel 2:20‑22 (VM)


Daniel ("Dios es mi juez") también profetizó estando en cautiverio. Él ganó un puesto de honor y respeto entre los Gentiles por medio de la simple y firme realidad de su fe en el Dios Viviente, fe que produjo una vida de piedad constante, de sabia y circunspecta conducta, sin comprometer nunca a la verdad.
Hasta el final del capítulo 6 se presentan asuntos históricos de profundo interés. Estos proporcionan una clara revelación del carácter de los reinos de Babilonia y de los medos y los persas. También nos muestran el cuidado protector de Dios del remanente de Israel entre los Gentiles. Además de ser historias, estos relatos son también proféticos de acontecimientos que van a suceder en el futuro.
Pero desde el capítulo 7 hasta el final del libro, el tema principal es el de las distintas visiones proféticas dadas a Daniel. Estas visiones involucran a los grandes imperios del mundo y la relación de Israel con ellos, y el triunfo final del Señor de gloria sobre todas las naciones, a favor de Su propio pueblo.
¡Qué libro tan excelente es este para enseñarnos que la profecía solamente se puede comprender apropiadamente por medio de ejercitarse en la piedad unido a un caminar en fidelidad, y que Dios espera de los Suyos un interés vital en Sus revelaciones proféticas!

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