Hageo
"Porque así dice Jehová de los Ejércitos: Una vez más (es corto el tiempo), y voy a sacudir los cielos y la tierra, y el mar y la tierra seca; y sacudiré todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones, y llenaré esta Casa de gloria, dice Jehová de los Ejércitos." Hageo 2: 6,7 (VM)
Hageo ("Mi fiesta") fue escrito después del regreso del cautiverio de los judíos a Jerusalén. Su tema es el templo, una vez destruido, pero sus cimientos construidos otra vez en una escala más pequeña. El profeta insiste ante el pueblo acerca de la laxitud de ellos con respecto a la casa de Dios y su edificación, urgiéndoles a considerar sus caminos. Siendo él un verdadero profeta, busca 'sacudirlos' de su egoísmo mostrado al apresurarse cada uno de ellos a su propia casa, mientras la casa de Dios era descuidada. Porque muy pronto el Señor sacudiría todas las cosas en los cielos y la tierra; y "el Deseado de todas las naciones", es decir, Cristo, el gran Mesías, vendría, por quien la casa de Dios sería llena de gloria.
En este libro se entregan cuatro mensajes distintos. El primero constituye el capítulo 1 y presenta solemnes reprobaciones. Gracias a Dios que estas produjeron buenos efectos en los líderes y en el pueblo, al ser movidos a construir. El segundo mensaje (cap. 2: 1‑9) presenta un estímulo refrescante en su preciosa visión profética de Cristo. El tercero (cap. 2: 10‑19) insiste acerca de la pureza y separación apropiadas para la casa de Dios, y urge a una consideración piadosa. El cuarto (cap. 2: 20‑23) es profético acerca del derribamiento de todos los reinos opresores, y de la bendición establecida en la persona del Siervo de Jehová, el Mesías, tipificado por Zorobabel, gobernante de Israel.
Este libro debería, con seguridad, ejercitarnos con respecto a los intereses de Dios en Su "casa espiritual" (1 Pedro 2:5), la Iglesia de Dios.
Zacarías
"Y sucederá aquel día que haré de Jerusalén una piedra pesada para todos los pueblos; todos los que la levanten serán severamente desgarrados. Y contra ella se congregarán todas las naciones de la tierra." Zacarías 12:3 (LBLA)
Zacarías ("Jehová se acordó") escribe en la misma época de Hageo, pero trata con la ciudad de Jerusalén. Le recuerda al pueblo que el disgusto de Dios con sus padres es la razón de anteriores castigos y servidumbre, una evidente advertencia de lo que la ciudad aún sufriría si ellos iban a ser como 'sus padres' (Zacarías 1:4).
Luego la profecía continua para mostrar de qué manera los ojos de Dios toman nota tanto de la culpa de Jerusalén como de la culpa de aquellas naciones que "la levanten". Es el centro terrenal de Dios, y Él no tolerará la orgullosa interferencia de los hombres, ya sea en antagonismo, o esgrimiendo el argumento de proteger la ciudad. Es Dios quien tratará con ella y la purificará: el propio gran Me-sías, a quien traspasaron, aparecerá en la ciudad y producirá un profundo arrepentimiento que ninguna otra cosa podría producir (cap. 12: 9‑14). Entonces Él saldrá y peleará, y Judá peleará con Él contra sus enemigos opresores. Y Jerusalén será el gran centro de toda la tierra, con cada nación sometida en lealtad a ella, la ciudad del gran Rey (cap. 14).
Dejemos que esto hable hoy a nuestros corazones en el sentido de que el centro de Dios para Su Iglesia no está en la tierra, sino en el cielo. Es, verdaderamente, la bendita persona del Señor resucitado y Él no tolerará ningún rival, ni nada que substituya, este Centro glorioso.
Malaquías
"Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre." Malaquías 3:16
Malaquías ("Mi mensajero") nos muestra la miserable autocomplaciente condición de los judíos que habían regresado del cautiverio. Su energía se había deteriorado rápidamente hasta llegar a un estado de insensible indiferencia a las demandas de Dios, un estado de autocomplacencia.
Es una palabra de súplica profunda de parte de Dios, en la cual Él reprueba el grosero desprecio de ellos por Él, expresado de varias maneras. Sin embargo, ¡ellos responden con descarado desafío como si estuviesen enteramente sin culpa! De ahí que esta es la última palabra de Dios para Israel hasta cuatrocientos años más tarde, cuando Juan el Bautista fue enviado por Dios. Israel, al rehusar escuchar a Dios, será dejado para que coseche los amargos resultados de su propia arrogante opción.
Con todo, cuán precioso es que todavía estaban aquellos quienes en su corazón 'temían a Jehová', aunque, sin duda, era un pequeño remanente de entre el remanente que había regresado a Judá. No se les da ningún nombre que los distinguiese, puesto que lo que es precioso para ellos es el nombre del Señor. Pero ellos hablaron a menudo unos a otros acerca de las cosas de Dios, y esto era un deleite para Su corazón. Él nos asegura que aquello no fue olvidado, sino que fue escrito en un "libro de memoria."
Cuán apropiado es que este último libro del Antiguo Testamento nos muestre a Jehová ocupado no meramente con acciones, sino con los pensamientos y motivos de los corazones. Y a ellos se les promete que les nacerá el Sol de Justicia - Cristo que está aún por venir en poder y gran gloria.
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