“Ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado… Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios”. Santiago 3:8-9
Si la fe se manifiesta necesariamente por medio de obras, la impureza del corazón se exterioriza tarde o temprano mediante palabras. Toda máquina de vapor posee una válvula por medio de la cual la excesiva presión interna se escapa irresistiblemente. Si dejamos subir en nosotros esa «presión» sin juzgarla, se traicionará inevitablemente con palabras que no podremos retener. El Señor nos hace comprobar así la impureza de nuestros labios (Isaías 6:5) y nos muestra cuál es su fuente interior: “La abundancia del corazón” (Mateo 12:34; 15:19; Proverbios 10:20).
Pero Él nos invita a juzgarnos y a separar “lo precioso de lo vil” (Jeremías 15:19), a fin de ser como su boca. Hay sabiduría y sabiduría. La “que es de lo alto”, como todo don perfecto, desciende del Padre de las luces (Santiago 1:17). Sus motivos nos la darán a conocer: ella es siempre “pura”, sin voluntad propia y activa para hacer el bien. Tendríamos que volver a leer las declaraciones de Santiago cada vez que estemos a punto —es decir, por desdicha, muchas veces al día— de hacer mal uso de nuestra lengua: contender, mentir (cap. 3:14), maldecir (cap. 4:11), jactarse o vanagloriarse (cap. 4:16), murmurar (cap. 5:9), jurar o proferir palabras ligeras (cap. 5:12; Efesios 4:29; 5:4)…
Algunas citas del libro de los Proverbios:
“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina.” (12:18)
“En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente.” (10:19)
“El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” (21:23)
“La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.” (15:1)
“La congoja en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra.” (12:25)
“El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!” (15:23)
“Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene.” (25:11)
“El justo aborrece la palabra de mentira.” (13:5)
“Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos.” (16:24)
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