domingo, 23 de octubre de 2011

Doctrina acerca de Dios (Teología Propia)

Naturaleza de Dios.



Definiciones.

            La noción de Naturaleza se define en relación a los fenómenos físicos  y a la vida en general. En relación a la vida,  es la esencia y propiedad  de cada ser. Siguiendo esta definición todo ser tiene características propias y distintivas. Siendo un vegetal parte de la naturaleza, teniendo características significativas y –podemos decir que tienen -  vida, estas son muy distintas al del ser humano, que es un ser racional, que camina y se alimenta de distintos vegetales.
            En relación a Dios, su naturaleza es totalmente distinta a los seres creados por Él mismo. Si no fuera porque Él mismo se ha revelado a los hombres y ha quedado escrito en la Biblia, no sabríamos nada acerca de Él (excepto lo que la creación muestra). Su esencia nos revela características esenciales sobre Dios, características que hablan de su persona.  La Biblia indica que Dios es Espíritu, y esta declaración fue expresada por el mismo Señor Jesucristo del siguiente modo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24);
            Hemos indicado anteriormente lo que la Biblia dice de Dios, pero creyentes estudiosos también tienen un pensamiento sobre la naturaleza Él. (1) “Dios es el Espíritu Perfecto e Infinito. La fuente de todas las cosas, El Sustento de todas las cosas, el Fin de todas las cosas.” (Dr. Strong). (2) “Dios es la primera causa y el ultimo Fin de todas las cosas” (Andrew Fuller). (3) “Dios es la Fuente eterna de todo lo que es temporal” (Ebrards). Y, por último, la confesión de fe del Catecismo de Westminster, establece que  “Dios es un Espíritu, Infinito, Eterno, e Invariable en su Ser, Sabiduría, Poder, Santidad, Justicia, Bondad y Verdad.”
 
Dios es Espíritu.
            El Señor Jesucristo fue quien nos reveló que Dios es Espíritu (Juan 4:24), quedando de manifiesto que Dios no es  materia. Esto no significa que no pueda usar cuerpos de materia para mostrarse a  un escogido, tal como se manifestó ante Abraham, y éste los recibió como a forasteros en su tienda, y los agasajó como correspondía. El pasaje indica que se presentaron  tres personajes que fueron identificados como varones (vea Génesis 18:2) y a uno de ello lo identifica como su Señor Dios. El caso del  mismo Señor Jesucristo, es un excelente ejemplo, que “siendo en forma de Dios [Espíritu],  no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,  tomando forma de siervo,  hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:6-7).
           
1.     En espíritu y en verdad.
            El hecho que el Señor nos revelase a Dios como Espíritu, era necesariamente para darnos a entender que lo que buscaba era adoradores en espíritu y en verdad[1]. Ya no necesitaba que se realizasen  sacrificios de animales, ni que sangre se derramase más, porque el verdadero cordero había llegado para morir por todos (cf. Juan 1:29, 36). Los sacrificios habían sido desvirtuados, se había convertido en un ritual religioso vacío. Dios reclamaba por medio de la boca de Isaías: “¿Para qué me sirve,  dice Jehová,  la multitud de vuestros sacrificios?  Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos;  no quiero sangre de bueyes,  ni de ovejas,  ni de machos ca-bríos” (Isaías 1:11).  Y lo que Él demandaba  nos los cuenta Oseas: “Porque misericordia quiero,  y no sacrificio,  y conocimiento de Dios más que holocaustos” (Oseas 6:6). Lo que Dios demandaba a los Israelitas era misericordia, ese amor leal que sólo Él prodigaba y que su pueblo nunca pudo entregar.
            De este amor leal, que debiendo sido bilateral, terminó siendo unilateral. Este amor leal sólo provino de Dios hacia los hombres, que permitió que su Hijo tomase forma de hombre y muriese en la cruz del calvario, y esto como único medio para salvar al hombre de su condenación. Ahora el hombre que vuelve a Dios por medio de su Hijo debe darle es amor leal a través de los sacrificios espirituales. Ya no habrán más sacrificios de animales, porque el sacrificio que representaba el cordero muerto para vestir a Adán y Eva que estaban desnudos, o los sacrificios explicitados en la ley de Dios, se habían cumplidos en el sacrificio del Señor Jesucristo.
           
2.     Espíritu versus lo material.
            Dios es espíritu y contrasta con lo material del cuerpo. Es decir, el Señor Jesús señala su inmaterialidad, afirma que no existen limitaciones corporales, de modo que puede revelarse por los medios que le parezca necesario. Al ser Espíritu implica que Dios no puede ser visto por el ojo humano. Pero no por que sea espíritu,  él pudo tomar forma determinada. De hecho, para manifestarse a los hombres, siempre tomó forma de una figura. Por ejemplo, decíamos arriba que se manifestó a Abraham en forma de varón, a Moisés como el ángel de Jehová en medio de la zarza ardiendo. En el caso cuando el Espíritu Santo se manifiesta sobre el Señor, lo realiza en forma de Paloma. Dios no tiene límites para dar su revelación a los hombres. Él es todopoderoso y al mismo tiempo manifiesta su omnisciencia, que puede conocer todas las cosas antes que sucedan. Además su calidad de Espíritu manifiesta su omnipresencia, es decir, que puede estar en todos los lugares. Todas estas características de Dios han sido reveladas en su Palabra y destacan con claridad en el salmo 139.
            El hecho que Dios sea Espíritu habla implícitamente de su  infinitud, de su eternidad, y de su inmutabilidad. Estos atributos los analizaremos más adelante en este estudio.
3.     Con Respecto a los ídolos.
            Dios indicó en los dos primeros mandamientos: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”  y  “No te harás imagen,  ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo,  ni abajo en la tierra,  ni en las aguas debajo de la tierra” (Éxodo 20:3-4), para dejar claramente expresado que Él, por ser Espíritu, no puede ser representado de ninguna forma.  Dios mismo plantea en forma de preguntas en Isaías la imposibilidad de compararlo o asemejarlo a algo: “¿A qué,  pues,  me haréis semejante o me compararéis?  Dice el Santo” (Isaías 40:18,25).
            Ya Moisés había escrito: “Guardad,  pues,  mucho vuestras almas;  pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego” (Deuteronomio 4:15). Ninguna forma había mostrado Dios cuando se manifestó al pueblo, de modo que no tenía ninguna razón de representarlo de alguna forma de lo creado, ni de figura de ser humano, ni de animal o ave (vea Deu 4:16-23). De hecho, si lo hacían, si representaban a Dios en alguna forma,  era producto de lo corrompido que  estaba su alma. Podemos ver que Israel se apartó de los caminos trazados y forjó ídolos, y esto contra todo lo expresado por Dios mismo. Podemos ver en los diferentes profetas como Dios los llamaba a reintegrarse al camino verdadero.
            Israel había seguido el mismo camino que las naciones paganas, “cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible,  de aves,  de cuadrúpedos y de reptiles” (Ro 1:23). Habían materializado lo que era Espiritual, de modo que “Dios  los entregó a la inmundicia,  en las concupiscencias de sus corazones,  de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos  ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira,  honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador,  el cual es bendito por los siglos” (Romanos 1:24-25)

4.     Pasajes que nos hablan de Dios como Espíritu
"Y los Egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no espíritu" (Isaías 31:3); "Por otra parte, tuvimos por castigadores á los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos, ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?" (Hebreos 12:9). “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.” (Lucas 24:39). “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” (Juan 1:18).

 

Continuará.


[1] En espíritu, porque ya no se debían realizar más los sacrificios; y en verdad, en relación a que todo el ritual que Dios había dado, se había convertido en falsedad.

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