domingo, 1 de septiembre de 2013

Discipulado: Yo Primero

Si leemos las palabras del Señor Jesús en Lucas 9:57-62 pensamos en el costo de seguir a Jesús. El habló de tres hom­bres que querían ser sus discípulos y dijo que no sería fácil seguirlo. Ellos debían estar dispuestos a renunciar a sus pro­pios planes, a su propia comodidad y a algunas cosas que a ellos los hacían muy felices. Debían estar dispuestos a dar su vida en una cruz. La cruz es el costo de seguir a Cristo. Pensemos acerca de esto.
No podemos entender un versículo de la Biblia sin mirar lo que le antecede y lo que le sigue. Los escritores de la Biblia escribieron de una manera cuidadosa y ordenada. Todos los versículos y partes de la Biblia concuerdan entre sí. Los escritores no siempre pusieron las cosas en el orden en que sucedieron. Esto lo podemos ver claramente cuando com­paramos Mateo con Marcos y Marcos con Lucas. Algunas cosas que son contadas en la primera parte de una versión del Evangelio pueden estar muy cerca del final en otra ver­sión. El Espíritu de Dios controló a los hombres que escribieron el Evangelio para relatar ciertas cosas justamente antes o después de otra.
El capítulo 9 del Evangelio según Lucas es muy impor­tante. Es uno de los más importantes en el Evangelio. En el comienzo del capítulo leemos que el Señor llamó a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre todos los demonios y espíritus inmundos, les dio poder para curar enfermedades y los envió a predicar el Reino de Dios. Las personas que están en el Reino de Dios deben obedecer y hacer lo que él diga. Los discípulos fueron enviados a predicar el Evangelio y a curar enfermos. El dijo a sus discípulos que no llevaran cosas tan necesarias como comida o dinero, ni siquiera una camisa extra. Ellos debían depender de Dios y confiarle a él todas sus necesidades. El les dijo que no debían posar en una casa por un corto tiempo y después pasar a otra. Ellos debían per­manecer en la misma casa hasta que decidieran salir de esa ciudad.
A ellos no les gustaría esto si fueran orgullosos. No nos gustaría ir al hogar de otra persona y permitirle que nos cuidara y se hiciera cargo de todas nuestras necesidades. Nos gusta visitar a la gente, pero salir tan pronto se pueda. Las personas no quieren una estadía larga. El Señor dijo igualmente a sus discípulos que ellos no debían tomar provi­siones o dinero.
En el versículo 7 leemos acerca del rey Herodes. Herodes se preguntaba quién sería realmente Jesús. Algunos decían que era Juan Bautista que había resucitado de entre los muer­tos. Herodes estaba preocupado por esto. Sabemos que estaba preocupado por lo que dice el versículo 9, "A Juan yo lo hice decapitar, ¿Quién pues, es éste, de quien oigo tales cosas? ¿Qué problemas traerá? ¿Qué está sucediendo?" Herodes fue un hombre malvado y no pudo entender a Cristo.
Los Apóstoles no siempre lo entendieron tampoco. Leemos en el versículo 13 que él les dijo que le dieran de co­mer a la gente. Ellos le contestaron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces." Note que dijeron: "no tenemos," olvidando lo que sí tenían. Hay una diferencia en­tre la persona feliz y la persona triste. La persona feliz dice: "Mi copa está medio llena" y la persona triste dice: "Mi copa está medio vacía," cuando ambas tienen la misma cantidad en la copa. Los discípulos fueron como la persona triste. Ellos estaban con el Señor Jesucristo pero dijeron: "Tenemos solamente," y luego ellos siguieron hablando de cosas tan sin importancia como el dinero. Esto sucedió justamente antes que hablara acerca de los que desean ser sus discípulos en los versículos 57 al 62.
En el versículo 18, Cristo estuvo orando. Su oración acercó a sus discípulos a las cosas más importantes. Luego, en el versículo 21 él les manda que a nadie digan estas cosas, que el Hijo del Hombre tendría que padecer mucho; ser desechado de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; ser muerto y resucitar al tercer día. Esto le sucedería a él, el Hijo del Hombre. El dijo: "Esto me sucederá a mí; para esto vine yo al mundo." El era Dios y conocía las cosas que sucederían.
No entendemos cómo pensaba él, siendo Dios y hombre a la vez. Lo entenderemos después, cuando estemos en el cielo. El les dijo: "El Hijo del Hombre debe sufrir." Estamos pen­sando del costo de seguir a Jesús, y aquí aprendemos lo que es ese costo. El debería ser rechazado, burlado, humillado y crucificado y él dijo: "Si alguien quiere venir en pos de mí que se olvide de sí mismo, tome su cruz y me siga." Los discípulos querían seguirle, así que él les advirtió cuánto les costaría. Tal vez entendamos mejor lo que dijo el Señor Jesús si lo ponemos en estos términos: debemos olvidarnos de hacer lo que nos venga en gana, resolvernos a hacer únicamente lo que agrada a Dios y hacerlo. Paradójicamente el que renuncia a hacer su propia voluntad en la vida saldrá ganando, en definitiva; como saldo, tendrá una vida mejor que aquel que buscando una vida mejor hace lo que a él le parece que es bueno y conveniente para su vida. Además, aún en el supuesto caso que un hombre sea muy sabio, muy inteligente y muy hábil en las cosas de la vida diaria, y todo le salga bien, y aún en el imposible caso de que ganara todo el mundo, ¿qué habrá ganado si pierde su alma? es decir, si desperdicia su vida en cosas inútiles, absolutamente sin valor para la vida eterna.
Un cristiano podrá ser salvo, como dice el apóstol Pablo: "así como por fuego", pero habrá perdido su vida si va en procura de ganarla a su manera, por sus propios métodos, que serán en definitiva los métodos del mundo, de la carne. Doloroso es decirlo, pero tenemos que admitirlo, que así hay muchos cristianos que pasan por el mundo haciendo su voluntad, negando a Dios el derecho que tiene sobre su vida.
      Pablo no cree que una persona pueda ser salva por un tiempo y luego perder su salvación. Pero dice muy claro: "Golpeo me cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros yo mismo venga a ser eliminado " 1 Corintios 9:27. Pablo temía llegar a la triste situación de ser una persona inútil para Dios y que Dios tuviera que marginarlo y aún olvidarlo como persona inútil. Su temor era tal que se sometía voluntariamente a una rígida disciplina, que él compara con la de un atleta.
El Señor dice que es posible llegar a ser inútil y Pablo así lo creía firmemente. Podemos pensar de muchos hombres y mujeres que pueden ser útiles para Dios pero no lo son. Aún pueden tener muy buena reputación en la iglesia, pero sus vidas se están perdiendo lamentablemente y Dios los tiene que apartar de su obra. Dios es todopoderoso, pero hace su obra en este mundo utilizando a los hombres, a los hombres que se pueden utilizar, a los hombres útiles.
En el libro de Ester, Mardoqueo le dice a Ester: "Dios nos salvará de nuestros enemigos, pero él usará a alguien más para salvarnos si tú no hablas al rey por nosotros" Ester 4:14. El quería decir que Dios usaría a Ester para salvar a los judíos si ella estaba dispuesta a colaborar. Pero Dios usaría a alguien más si Ester no estaba dispuesta a hacer lo que Dios le dijera. Ella sería la culpable del asesinato de ella misma y de su familia por tratar de salvar su propia vida. Esta es exac­tamente la misma verdad que enseña el Señor Jesucristo en Lucas 9:24. El que pierde su vida por causa de Cristo realmente la conservará. Esto es verdad porque Dios lo dice y además es muy sencillo y simple.
Algunas veces oramos para que Dios nos guarde de pensar como piensa el mundo. Estamos exactamente en gran peligro de pensar como piensa el mundo a nuestro alrededor. Queremos que nuestros niños piensen como niños. Queremos ser hombres y mujeres importantes en el mundo porque otros quieren serlo también, pero Cristo no piensa con esta lógica. El dice que seamos diferentes. Deberíamos tener otros deseos, por eso el Señor Jesús dijo claramente: "no se puede servir a dos señores " Lucas 16:13. El Señor Jesús no dijo: "No trates de servir a dos señores," sino que di­jo: "que no podemos." Un señor nos pediría ir en una direc­ción y el otro señor, en la dirección contraria. Los dos señores quieren diferentes cosas por lo cual no podemos servirlos a ambos. Necesitamos ser honestos con nosotros mismos cuando pensamos en servirnos y en servir a Cristo. Si queremos vivir como Cristo quiere que lo hagamos, podemos decir honestamente a Dios: "Esta es tu voluntad para mi vida. Cristo vivió de acuerdo a tu voluntad y otros lo han hecho, así que yo sé que es posible." Deberíamos orar a Dios y decirle que queremos vivir de acuerdo a su plan y luego vivir realmente nuestra vida para Dios, lo cual es posi­ble cualquiera que sea nuestro trabajo u ocupación.
Debemos advertir que no será fácil obedecer a Dios. Necesitamos pensar en lo que tenemos que hacer y luego consultar la Biblia y ver lo que Dios quiere que hagamos. Se necesita estar listo a ir en la dirección indicada por Dios. ¿Qué es lo que significa realmente vivir para nosotros mismos? Debemos entenderlo bien. El Señor Jesús dijo: "Ganar todo el mundo y perderse a sí mismo." Dios nos ha comprado con la muerte del Señor Jesús para usarnos para su servicio. Perderemos nuestra vida en cosas inútiles si vivimos y desperdiciamos nuestra vida en nosotros mismos y al final nos encontramos avergonzados en la presencia del Señor. Será muy triste para nosotros en el cielo si nadie puede decir: "Me alegro que me hayas hablado acerca del Señor Jesús."
            Pronto seremos llamados al cielo y el Señor Jesús juzgará nuestras vidas. En cualquier momento el Señor Jesús puede venir y llevar consigo a su iglesia y lo que hará enseguida según dice la Biblia, es juzgar a su pueblo, 2 Corintios 5:10. No olvidemos que esto puede suceder en cualquier momen­to, ni tampoco olvidemos que inmediatamente después seremos juzgados. Pablo dijo: "Tenemos al Señor, por lo cual, tratamos de persuadir a los hombres." E in­mediatamente antes había dicho: "Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo," versículo 10. Pablo sabía que él estaría en pie delante del Señor Jesucristo para ser juzgado por él. Por eso, se preocupa grandemente y hacía con gran empeño la obra que le había sido encomendada.
¿Estamos satisfechos de la manera como hemos empleado nuestro tiempo y nuestras energías? ¿Estamos satisfechos de nuestra vida y de las cosas que estamos haciendo? Pensemos que pronto estaremos de pie en la presencia de Cristo para ser juzgados por él. ¿Cómo viviríamos si supiéramos que hoy es nuestro último día sobre la tierra y que pronto se­remos juzgados por Cristo? Es necesario vivir de tal manera el día de hoy como para que no nos avergoncemos en el día de mañana. El Señor dijo: "Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" Lucas 9:23, y luego en el versículo 57 un hombre vino a Jesús y le dijo: "Te seguiré a dondequiera que vayas." Todo lo que leemos entre estos dos versículos dicen algo de seguir a Cristo.
Un hombre vino y dijo: "Te seguiré." El Señor dijo en el versículo 23 que un hombre debe tomar su cruz diariamente si quiere seguirle. Se ha escrito y dicho mucho acerca de lo que significa tomar nuestra cruz. Algunos dicen: "Mi cruz es como la de cualquier otro cuando pierden algo o algo les sale mal." Otros dicen: "Ese pobre hombre carga una pesada cruz en su vida."
Debemos entender correctamente lo que el Espíritu Santo nos quiere decir. El está hablando acerca de verdades espirituales. El perder dinero o tener problemas en la vida no es ninguna cruz y además no hay diferentes clases de cruces. Dios puede estar enseñándonos algo a través de los pro­blemas y sufrimientos, pero ellos no son cruces.
Lo que la Biblia enseña es esto: la cruz significa morir a nosotros mismos. Un hombre iba a la muerte cuando salía de Jerusalén llevando la cruz a sus espaldas. Iba a morir lentamente con gran dolor, pero iba a morir. Podemos pensar que ciertamente no iba llevando su cruz con una sonrisa y no era fácil para el llevar la cruz en la cual iba a morir y creemos que entendía muy bien que pronto iba a morir en la cruz que él estaba llevando y quizás pensaba: "la cruz que llevo es el fin de mi vida y ya no puedo vivir más."
Pablo dijo: "Yo muero cada día " 2 Corintios 15:31, y Romanos 8:36 dice: "Somos como ovejas dirigiéndose al matadero." El entendía que moría cada día por causa de los creyentes de Corinto. Entonces recordemos que la cruz significa muerte. Este es el significado bíblico y no algunas pocas dificultades, sino la muerte misma, el fin de sí mismo, lo cual es muy distinto.
El hombre dijo: "Te seguiré a dondequiera que vayas." Pero el Señor le replicó: "Las zorras tienen guaridas y las aves nidos." Es normal que los animales tengan lugares donde descansar. El Creador les ha dado este derecho y la habilidad para hacerlo, pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza. Esta palabra recostar se usa solamente tres veces en los Evangelios. Cuando el Señor vino al mundo, su madre le envolvió en pañales y lo recostó en un lugar donde la gente ponía alimento para el ganado, Lucas 2:7. El descansó de esta forma cuando era niño. Cuando estaba en la cruz dijo: "Todo está consumado. Entonces in­clinó su cabeza y murió " Juan 19:30. La palabra inclinó significa recostó su cabeza sobre su propio pecho. Es la misma palabra de Lucas 2:7, cuando su madre lo recostó en un pesebre. El nunca encontró un lugar donde realmente descansar en paz y tranquilidad en este mundo. Otras per­sonas iban a sus casas, pero Jesús iba al Monte de los Olivos, Juan 7:53 y 8:1. Este era el camino de la cruz. El no tuvo lugar donde descansar desde su nacimiento hasta su muerte.
Pablo y Silas fueron azotados y golpeados y sus espaldas estaban sangrando, pero ellos cantaban y adoraban a Dios en la prisión en Filipos, Hechos 16:25, y estuvieron orando y cantando hasta media noche y después el carcelero quiso ser salvo. Es curioso que ellos no le pidieron una cama para dormir o agua para lavarse. Ni le dijeron que hablarían con él de la salvación a la mañana siguiente. Probablemente ellos no habían descansado durante el día, pero durante la noche oraban y cantaban y luego explicaron el Evangelio al hombre que los había golpeado. Ellos no descansaron en toda la noche y en la mañana siguiente cuando fueron liberados, Pablo fue a Corinto y los confortó.
Podríamos esperar que otros nos confortaran si hubiéramos sufrido como Pablo y Silas; pero Pablo dijo: "los creyentes de Filipo estarán tristes por mí, así que iré y les diré que estoy libre de nuevo." Regresó a casa de Lidia y confortó a los creyentes aunque su espalda estaba sangrando. Luego fue a Tesalónica y Berea para predicar el evangelio aunque no había dormido por dos días y dos noches.
¿Y por qué Pablo no se detuvo a descansar? Porque seguramente pensaba: "No estoy aquí para descansar sino para predicar y ¡Ay de mí! si no lo hago. El había tomado su cruz y había seguido a Cristo.
El Señor dijo a otro hombre: "Sígueme," pero el hombre dijo: "Permite Señor que primero vaya y entierre a mi padre." Es asunto de poner a alguien primero, antes que Cristo, darle más importancia a otra cosa. O sea, que no podemos decirle SEÑOR y luego decirle, YO PRIMERO. Debemos entender que él tiene control sobre nosotros antes de que pueda usarnos como sus siervos, él está PRIMERO, no yo.
El Siervo del Señor a menudo encuentra difícil saber cuán­to puede hacer por los seres queridos y aún obedecer al Señor. El Señor dijo: "El que ama a padre, o madre, o hijo o hija más que a mí, no es digno de mí " Mateo 10:37. Es duro amar más a Cristo que a nuestro padre o madre, hermana o hermano, pero es necesario.
Un misionero en África recibió una carta de un médico del Canadá donde le decía que su madre estaba muy enferma. El médico deseaba que el regresará al Canadá a visitar a su madre antes que ella muriera, pero habían muchos pro­blemas en África en ese tiempo y era difícil para él dejar el trabajo del Señor. El médico había escrito que viajara pronto si deseaba ver viva a su madre. El era hijo único y sintió que debía ir, pero era muy difícil llegar a una decisión.
El misionero mostró la carta a un amigo y le pidió consejo. El amigo dijo: "Nuestras madres saben que nosotros no podemos estar con ellas en la hora de su muerte para darles consuelo. Desde el momento en que nos entregamos al Señor, ellas comprenden esto. Éramos jóvenes cuando salimos del hogar y dejamos a nuestras madres para servir al Señor sin pensar que llegaría un día en que ellas se llenarían de canas y nosotros tan lejos en otro país."
El misionero decidió quedarse en África y su madre murió sola en un hospital. El deseaba ir a ver a su madre, pero el trabajo del Señor era más importante. No fue una decisión fácil, pero estuvo seguro que hizo lo correcto. Muchas veces pudo recordar las palabras de su amigo: "Nuestras madres saben que ellas pueden morir mientras nosotros estamos le­jos en otro país."
El mismo misionero tuvo un hijo que decidió servir al Señor y se fue lejos de su casa. Es difícil para el padre, pero el desea que su hijo vaya a servir al Señor. Es muy duro aceptar que el hijo se va y el padre tuvo que hacer la misma decisión que su propia madre había hecho. Hubiera sido hermoso tener a su hijo cerca y llevando una vida ordinaria, pero la voluntad de Dios es más importante y él es digno de todo lo que hacemos y sufrimos por él. En Lucas 9, el hombre dijo: "Señor, permíteme ir y cuidar a mi padre, y después te seguiré." Pero Jesús le dijo: "Sígueme ahora."
Otro hombre dijo: "Te seguiré, pero antes, debo ir a despedirme de mi familia. Quiero reunir a mi familia y pasar con ellos un tiempo agradable antes de irme y dejarlos." Pero el Señor le dijo: "No, esto te quitará mucho tiempo; el hom­bre que pone su mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el reino de Dios." Dios manda en su reino. Esto es lo que el reino significa. El reino de Dios es la autoridad y la dirección de Dios en la vida de una persona. No es alguna c osa en el futuro, porque Dios está gobernando ahora. Toda otra cosa debe ser sacada de nuestro corazón para que Dios pueda gobernar. Toda otra cosa debe ir después de la volun­tad de Dios.
En Hechos 9:3-9 leemos de la conversión de Saulo. Fue derribado a tierra en el camino a Damasco y fue cegado por la gloria de Cristo. Esto sucedió realmente, no fue imagina­ción. No fue el destello de un relámpago que lo cegó. Algunos cristianos dicen que Saulo no vio una luz real o ver­dadera, sino solamente una nueva verdad. Pablo dijo en 1 Corintios 15:58: "Al último de todos, se me apareció a mí también." El no dijo: "me pareció a mí," sino: "se me apareció a mí." Esto significa que Cristo cegó a Saulo de tal manera que el no pudo ver más, pero se vio a sí mismo como un hombre clavado en la cruz. El murió con Cristo, pero fue resucitado en Cristo y vive en él. El dijo: "Señor, ¿qué quieres que haga?"
Saulo preguntó dos cosas: "¿Señor, quién eres tú?" y "Señor, qué quieres que haga?" Las respuestas a estas dos preguntas estuvieron entrelazadas siempre a través de toda la vida de Pablo y ellas no pueden estar separadas nunca en nuestras vidas. Lo que nosotros pensemos acerca de Cristo controlará lo que hacemos por él. Saulo dijo: "¿Quién eres, tú, Señor?" y Jesús le mostró a Pablo quién era. Nuestro co­nocimiento de quién es Cristo controlará lo que hacemos. El es Cristo; él es Señor; él es digno de todo lo que podemos y debemos hacer por él. Sus discípulos lo adoraron cuando lo vieron, Mateo 28:17 y después ellos salieron a trabajar por él. Nosotros podemos trabajar para Cristo cuando sabemos cuán grande y glorioso es él.
Pablo no sabía cuánto debía sufrir por amor al Señor. ¿Hubiera estado él dispuesto a sufrir tanto si hubiera sabido lo que le esperaba? Estamos seguros que no, pero lo que él mismo escribió en 2 Timoteo puede darnos la respuesta. Pablo fue cristiano por 30 años aproximadamente. Nos sor­prende saber que el pasó 8 años preparándose para estos 30 años de servició al Señor; el pasó 10 o 12 años predicando el Evangelio y pasó otros 8 años en prisión.
¿Podríamos decir: "Señor, tú eres digno de mi servicio," si supiéramos que hemos de sufrir tanto como Pablo? Pablo escribió las cartas a los creyentes de Éfeso, Filipo, Colosas y a Filemón cuando estaba en la cárcel. El escribió 2 Timoteo estando prisionero casi al final de su vida. El sufrió mucho por Dios. ¿Acaso no sabía Dios que Pablo hubiera podido estremecer al mundo si hubiera estado libre para predicar todos los 30 años? Dios sabía lo que era mejor para la vida de Pablo. El no cometió ningún error cuando permitió que Pablo se prepara durante 8 años para su servicio, ni cuando lo guió en la predicación 12 años o cuando estuvo en prisión 8 o 10 años más.
Pablo dijo: "Nadie me cause más molestias, porque yo tengo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús" Gálatas 6:17. El dijo estas palabras cuando se acercaba el final de su ministerio para Cristo. Su cuerpo estuvo señalado y mar­cado como el de un esclavo de esos tiempos. Los esclavos eran marcados en la piel para indicar que pertenecían a cierto amo. El cuerpo de Pablo estaba cubierto de marcas y cicatrices. Cada vez que el fue azotado, el látigo dejó una marca en su cuerpo, 2 Corintios 11:24-25. Las piedras de­jaron cicatrices cuando la gente trató de matarlo por causa de Cristo. Los hombres de Listra apedrearon a Pablo hasta que lo creyeron muerto, Hechos 14:19. Así que ahora Pablo podía decir que estas marcas mostraban que el pertenecía a Cristo.
Pablo también dijo: "Mirad cuán grandes letras os escribo de mi propia mano" Gálatas 6:11. El estuvo casi ciego a causa de todos sus sufrimientos. Estuvo un día y una noche en el mar cuando el barco en que viajaba naufragó y en diferentes lugares la gente tuvo puntapiés y golpes para él. Sus enemigos dijeron que él era un hombre pequeño y débil, y aún así, él realmente sufrió todo esto por amor a Dios.
Muchos creyentes que habían recibido la salvación por medio de Pablo, se volvieron contra él al final de su vida. Muchas iglesias rehusaron tener más comunión con él y él mismo escribió a Timoteo que todos en la provincia de Asia se habían puesto en contra de él, 2 Timoteo 1:15. La provincia de Asia incluía, Éfeso, donde Timoteo había estado enseñando y otras iglesias. Esto hizo que Pablo se sintiera muy triste. El Señor Jesús sufrió y fue rechazado por su pro­pio pueblo. Esto es algo muy duro para cualquiera. Ser rechazado y rehusado por aquellos que amamos.
Quizás podíamos decir de Pablo que él sufrió como Cristo, que estuvo muy cerca de alcanzar la cima de la vida cristiana por sus muchos sufrimientos. Que antes que él sufriera estas cosas había muerto en sentido espiritual y había renacido a una nueva vida. Esta es la forma en que debería vivir todo cristiano. El cristiano debe decidirse a sufrir con Cristo por­que ha muerto con él en la cruz en un sentido espiritual y debe dedicar la nueva vida para Cristo. Somos como Pablo y los creyentes de Filipos. Estamos tratando de alcanzar el nivel en donde realmente se vive como Cristo, Filipenses 3:10-11. Eso significa que queremos que la vida de Cristo se manifieste en nosotros ahora. Cristo nos da una nueva vida espiritual cuando somos salvos y ahora nuestro deseo es vivir esa vida diariamente.
¿Estaría Pablo dispuesto a sufrir de nuevo tanto por Cristo? Perdió todos sus amigos. Ahora entendía el significado de las palabras de Cristo: "Yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre" Hechos 9:16. Sus sufrimientos fueron la prueba más grande de su amor por Cristo. El dijo: "Aunque sea derramada en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros" Filipenses 2:17. ¿Habría estado Pablo dispuesto a sufrir tanto si hubiera sabido de antemano cuán­to tenía que sufrir? El nos da la respuesta en 2 Timoteo 4.
El escribió este capítulo cuando se aproximaba el día de su muerte y sabía lo que cuesta seguir a Cristo. Timoteo fue la persona preferida de Pablo y a quien le pudo hablar ampliamente. Probablemente Timoteo estaba decidiendo qué hacer en su vida y Pablo le aconsejó qué hacer. Le contó a Timoteo lo que sentía acerca de su servicio a Cristo. El le dijo: "Te encarezco que prediques la Palabra, que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende y exhorta con toda paciencia y doctrina, porque vendrá tiempo cuando los hombres no oirán la verdad" 2 Timoteo 4:1-3.
Pablo nos muestra su propia vida en estas palabras. El predicó la Palabra de Dios, predicó el Evangelio en tiempos buenos y adversos, convenció, encareció y aún reprochó a la gente. Siempre quiso servir a Dios fuera fácil o difícil. Así fue como trabajó y ahora le dice a Timoteo que él debe trabajar en las mismas circunstancias. El amaba mucho a Timoteo y le dijo que sirviera a Dios con todo su corazón. El pudo decir: "Ninguno estuvo a mi lado cuando fui llevado ante el tribunal de César, sino que todos me desampararon. Yo pronto moriré, pero quisiera que tú hicieras lo mismo que he hecho, porque éste es el único sendero para el cristiano."
Estos versículos nos descubren la mente y el corazón de Pablo. El siempre amó a Cristo. Su corazón perteneció a Cristo hasta el final de sus días. Ni aún la muerte pudo cam­biar ese amor. Muy claramente lo expresó en estas palabras: "Estoy listo para ser sacrificado y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he terminado mi carrera. He guardado la fe. El Señor me dará la corona de justicia en aquel día y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. Procura venir pronto porque Demás me ha desamparado y se ha ido a Tesalónica" 2 Timoteo 4:6-10.
Aquí vemos a tres hombres: uno es Pablo que aceptó la misión de Cristo en el camino a Damasco. Ahora se acerca el final de 30 años de una vida difícil. Ha sufrido mucho por Cristo. El mira ahora hacia atrás y habla a Timoteo, el segundo hombre. Le dice que él quiere que siga sus pisadas. Pero hubo un tercer hombre cuyo nombre es Demás. Pablo amó profundamente a Demás. En una carta anterior dijo que Demás era un siervo que había compartido con él los pro­blemas y las dificultades, Colosenses 4:14. Ahora Pablo estaba triste y dijo que Demás lo había abandonado. No es que Demás se convirtiera en un hombre malo sino que había preferido vivir su vida y no sufrir por Cristo con Pablo.
Pablo estuvo encarcelado y sufrió mucho. Demás prefirió el mundo. Veamos de nuevo el final del versículo 8: "...todos los que aman su venida." Aquí hay dos hombres: uno que ama a Cristo y espera su venida y otro que no espera su venida porque ama al mundo del presente. No se trata aquí de que el mundo sea malo o bueno, no habla de la calidad del mundo sino sencillamente del conjunto de circunstancias de rada hombre aparte de Cristo. Demás prefirió vivir él mismo ñus propias circunstancias.
Decíamos que vemos aquí dos hombres, uno quiso ahorrarse problemas, dificultades y sufrimientos, y por eso aban­donó el camino que el otro siguió hasta el final. El uno amaba más el presente, el otro prefería el futuro y por eso ponía sus ojos en la venida de Cristo y en la corona de justicia. Y ahora, el gran deseo de Pablo es que Timoteo, la persona a quien él más estimaba, siga sus pisadas, con los pies en la tierra pero con los ojos en el cielo, viviendo en el presente pero viviendo para el futuro y le dice en forma gráfica: "Procura venir pronto a verme." O sea: "ven a tomar mi lugar, relévame en la carrera porque yo estoy cer­cano a la muerte." Y de paso le recuerda que es una carrera con obstáculos... soporta las aflicciones... yo voy a ser sacrificado... he tenido que pelear fieramente... mis amigos me han abandonado. Esto es lo que cuesta seguir a Cristo.
      Amigo lector, el Señor es digno de que le sigamos, no im­porta el costo. Que él nos ayude por su gracia y para su gloria. Amén.

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