RESTAURACION
A LA VIDA EN EL CEMENTERIO DEL CALVARIO
Y muchos cuerpos de
santos que habían dormido, se levantaron, y salidos de los sepulcros, vinieron
a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. —Mateo 27:52, 53
El SEXTO de los milagros del Calvario fue la restauración
a la vida que acompañó a la resurrección de Jesucristo.
El texto nos revela que
ciertos sepulcros fueron abiertos por el temblor cuando Cristo murió y que los
cuerpos muertos se levantaron y salieron de los sepulcros después de la resurrección
de Cristo y que fueron a Jerusalén y aparecieron a muchos. Es la declaración de
uno de los más grandes milagros, un gran hecho sobrenatural, sobrenatural en el
sentido de ser enteramente milagroso.
I
Repasemos la verdad
histórica de esta declaración. Si se nos pregunta cuánto podemos decir en
cuanto a su carácter histórico, contestaremos que es tan histórico como el
resto de las Escrituras. Según lo reconocen los entendidos—y en algunos casos
lo hacen de mala gana—estas palabras no son una interpolación sino una parte de
las palabras mismas de la Biblia. Y todavía no se ha descubierto en todo el
mundo un documento que sea más absolutamente histórico que la Biblia.
¿ES UNA
INVENCION?
¿No será que el
evangelista, llevado por su imaginación al ver los cuerpos muertos en los
sepulcros abiertos, haya ideado este mito de la resurrección de entre los
muertos? Si la Biblia es la palabra de verdad y seriedad del Espíritu Santo,
excluye toda idea de que un escritor pueda inventar los hechos para satisfacer
su propensidad a lo maravilloso.
"Pero," como
algunos han dicho, "es difícil entender este asunto, y las palabras son
bastante confusas." Eso no es cierto. La declaración que los cuerpos se
levantaron y fueron a Jerusalén no es confusa. Estas palabras tienen una
luminosidad propia y su significado es tan visible como la luz. No nos interesa
aclarar el relato de los hechos sino considerarlo como un designio divino
estrechamente ligado con la muerte y resurrección de nuestro Señor y Salvador.
SEÑALES EVIDENTES
Pero hay en esta
declaración ciertas señales históricas propias. No es solamente parte de las
Escrituras, sino que está tan interligada con las Escrituras que no puede menos
que hallarse allí. Está ubicada en línea con los demás hechos milagrosos de la
época. Está en armonía con, y explica la maravilla de los sepulcros abiertos,
tal como esa maravilla fue el resultado del maravilloso temblor, y el temblor
con el maravilloso rasgamiento del velo, y este rasgamiento del velo se
relaciona con el grito de victoria desde la cruz donde el Sufriente moribundo
había salido triunfante de los terribles horrores de las tinieblas simbólicas.
Así que, si esa línea de milagros del Calvario es histórica, luego, por
necesidad armónica, esta es la única conclusión concebible de esa gran serie.
Además, guarda relación
con toda la enseñanza acerca de la salvación. Si simpatizamos con Jesús y no
vacilamos en incredulidad ante la grandeza de su salvación, lo entenderemos. En
vez de dudar que la resurrección de Cristo fuera acompañada por tal
restauración a la vida en el cementerio del Calvario, debemos decir, al darnos
cuenta que es un hecho real, "Tiene todo derecho a estar registrado allí.
Es digno de toda confianza, pues es la promesa significativa de la resurrección
futura, cuando de todos los cementerios del mundo, doquier se hallen los
despojos mortales de un santo, esto corruptible fuere vestido de incorrupción,
y esto mortal fuere vestido de inmortalidad."
RETICENCIA
MARAVILLOSA
También consideremos la
reticencia de esta declaración. En esa reticencia vemos una marca de la
veracidad, ante lo cual la incredulidad charlatana se ve forzada a guardar silencio,
y en honor de lo cual los más severos críticos deben expresar su admiración.
El evangelista relata su historia de maravillas; pero nosotros también tenemos
una historia maravillosa que relatarle, que no es inferior a la suya. Nuestra
historia es que esas pocas palabras son absolutamente el todo de lo que él nos
dice. El nos relata que en ocasión de la resurrección de nuestro Señor, ciertos
de los santos que habían partido se levantaron y dejaron sus sepulcros y fueron
a Jerusalén y aparecieron a muchos. Pero no agrega nada más. No dice quiénes
eran, ni cuántos eran; no menciona si entraron en las casas o solamente
anduvieron por las calles; si aparecieron una sola vez o de vez en cuando
durante los cuarenta días en que apareció el Señor; de qué manera les afectó su
regreso a la vida; si hablaron del dominio de los muertos o de la entrada
reciente de Cristo en esos dominios; cómo y cuándo desaparecieron o dónde
fueron. Sobre todos estos tópicos no hay una sola palabra, ¡ni aun tiene en cuenta
la más remota posibilidad que se suscitaran tales preguntas!
Tampoco nos relata el
escritor si la muerte de los santos era de data reciente. A primera vista,
pareciera que así fuese al aparecer ellos a muchos, ya que, ¿por qué tendrían
que aparecer si no fuera para ser reconocidos e identificados? Sin embargo,
Moisés y Elias fueron reconocidos por los discípulos en la transfiguración,
aunque nunca los habían visto antes. El Espíritu Santo tiene el poder de hacer
que los que antes no se conocieron lleguen a conocerse. Puede hacerlo con la
misma facilidad y tan quedamente como es el brillar de la luz o como llegan a
la mente pensamientos nuevos.
Verdaderamente la idea
que da el texto no es simplemente que "aparecieron," lo cual no
expresa fielmente lo que dice el original, sino que manifiestamente fueron
conocidos. No se nos dice que fueron conocidos por sus nombres. Lo único que
se nos indica es que eran manifiestos como aquellos que habían resucitado de
entre los muertos.
¿Qué podemos decir de tal
reticencia? ¿Hubo alguna vez un mito en toda la extensión de la literatura
novelesca que tuviese una presentación tan breve? Si se puede juzgar a la
historia por la forma de sus crónicas, luego aquí tenemos algo de historia. Y
es una historia divina; porque ¿qué historiador que no fuese inspirado
divinamente podría reprimir su imaginación de tal modo? Especialmente indómito
es el deseo de penetrar en los secretos del otro mundo. Una de las
supersticiones más antiguas es la de consultar a los muertos. Esto fue
prohibido en la legislación de Moisés. Era uno de los "juguetes"
malvados del mundo de los primeros siglos. ¡Y qué resurgimiento vemos ahora en
esta época tan adelantada, cuando los hombres creen haber llegado a la cumbre
del entendimiento!
Y así, digo, el silencio de nuestro texto es casi
tan maravilloso como el hecho en sí. Ninguna pluma puramente humana, al haber
dicho tanto, hubiera dicho tan poco.
II
Y ahora, en segundo lugar ¿qué clase de resurrección
tuvieron? Se nos presentan dos clases en las Escrituras. Hay seis resurrecciones
que fueron tan solamente una restauración a la vida natural presente: el hijo
de la viuda de Sarepta (1 Reyes 17), el hijo de la sunamita (2 Reyes 4), la
resurrección causada por los huesos de Elíseo (2 Reyes 13), la hija de Jairo (Mateo
9), el hijo de la viuda de Naín (Lucas 7), Lázaro (Juan 11). En todos estos
casos fue solamente el revivir del cuerpo natural que podía morir nuevamente,
y los cuales, en estos casos, volvieron a morir sin lugar a dudas.
LA RESURRECCION
PROPIAMENTE DICHA
Por el otro lado,
tenemos 1 Corintios 15, donde un cuerpo resucitado completamente distinto es
prometido para satisfacer las esperanzas en el día de la venida del Señor.
"Se siembra en corrupción, se levantará en incorrupción; se siembra en
vergüenza, se levantará con gloria; se siembra en flaqueza, se levantará con
potencia; se siembra cuerpo animal, resucitará espiritual cuerpo." Ese es
el verdadero cuerpo de resurrección—el verdadero revivir de entre los muertos.
¿En cuál de estas
categorías vamos a ubicar las resurrecciones de nuestro versículo? ¿Fueron esos
cuerpos casos del cuerpo de resurrección según 1 Corintios 15—espiritual, incorruptibles,
inmortales? ¿O fueron tan solamente los cuerpos naturales vivificados a esta
vida presente, como los cuerpos de Lázaro y de los demás que hemos mencionado?
¿Nos posibilita la Escritura una respuesta a esta pregunta?
Ahora en ese capítulo de
1 Corintios se nos dice que todos los que son de Cristo serán vivificados con
el cuerpo de resurrección allí descripto. Luego leemos, "Más cada uno en
su orden": cada uno de todos los que serán vivificados en su orden.
¿Y cuál es ese orden?
"Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida."
Cristo primero—y El resucitó en ese cuerpo— y después, en su venida, cada uno
de los suyos.
Prestemos mucha
atención. El apóstol no dice que solamente aquellos que no hayan sido
vivificados antes lo serán en la venida de Cristo. Su lenguaje es absoluto y
restrictivo— "los que son de Cristo"—sin ninguna excepción. Todos
los que pertenecen a Cristo resucitarán; todos los suyos de todas las épocas.
Luego agrega—"mas cada uno"—cada uno de ellos—"en su
orden." Este orden lo explica de la siguiente manera: "solamente
después de Cristo," y solamente "en su venida."
Cuán cuidadoso es en
asegurar que en este orden incluye a todos, de todas las épocas, los que
habrían de tener parte en esa clase de resurrección.
Por lo tanto se ve
claramente que ninguno de los de Cristo ha tenido hasta ahora ese cuerpo
espiritual e inmortal, y ninguno lo recibirá hasta su venida. Esos santos del
Calvario salieron de sus tumbas, pero solamente con sus cuerpos naturales
vivificados. Pero para el verdadero cuerpo de resurrección deben esperar hasta
el día cuando todos los que son de Cristo de todas las épocas sean resucitados
juntos. Ninguno se adelantará al otro, ninguno será perfeccionado antes de los
demás. Dios ha provisto algo mejor para nosotros, y es que esos santos que
salieron de las tumbas en el Calvario no serán perfeccionados sin nosotros.
¿PERO QUE
DE ENOC Y ELIAS?
Ellos fueron
"traspuestos para no ver muerte" y ¿no tienen ellos cuerpos
incorruptibles e inmortales? Debemos contestar esta pregunta con la
declaración hecha por Pablo. Si Enoc y Elias al ser trasladados recibieron un
cuerpo espiritual, luego Cristo no fue las primicias, ni es verídico que todos
los que son de Cristo de todas las épocas serán vivificados solamente en su
venida.
Que Elias haya sido
visto en gloria cuando hablaba con Jesús en el monte de la transfiguración no
es un obstáculo a esto, ¿pues no puede Dios irradiar de gloria a un cuerpo natural?
¿No era radiante el rostro de Moisés cuando descendió del Sinaí? ¿No impresionó
el rostro de Esteban a todos los que lo vieron, pues se asemejaba al de un
ángel? Y el cuerpo del Hijo del hombre, ¿no llegó a ser refulgente como el sol?
Y aun cuando descendió de la transfiguración, su rostro todavía mantenía aquel
fulgor—de modo que cuando las gentes lo vieron estaban muy sorprendidos.
¿VOLVERAN?
Por lo tanto aceptemos
la respuesta de Pablo y estemos satisfechos. Es posible que Enoc y Elias se
encuentren ahora en cierta gloria, aunque no en la gloria de la verdadera resurrección.
Todavía se hallan en el cuerpo natural, porque a pesar de su corruptibilidad,
Matusalén llegó a vivir casi mil años sobre la tierra. Tampoco tendrán
necesidad de morir, como tampoco lo liarán los santos que vivan en la tierra a
la venida del Señor, los cuales serán transformados y arrebatados con el Señor
en el aire.
Es muy posible que Dios
envíe en el futuro a Enoc y Elias a esta tierra en alguna misión especial, en
el cumplimiento de la cual podrán sufrir y morir. En cuanto a Elias las
insinuaciones a ese efecto son muchas y claras. Pero en todo caso, en cuanto al
verdadero cuerpo de resurrección, también Enoc y Elias deben esperarnos, y
ellos y nosotros seremos hechos perfectos juntos en el mismo instante.
Es posible que los
santos vivificados de nuestro texto fueron luego trasladados, como lo fueron
Enoc y Elias, en sus cuerpos naturales y no murieron otra vez. Pueden estar
juntamente con Enoc y Elias esperando la resurrección futura. Esta suposición
puede ser verídica o falsa. No tenemos autoridad para afirmar lo uno ni lo
otro; pero esto afirmamos, que no tenían ni tienen el cuerpo de resurrección
de 1 Corintios 15. Y siendo esto un hecho, debemos reconocerlo a fin de ser instruidos
en la verdad de Dios.
III
En tercer lugar, ¿qué es
lo que Dios quiere enseñarnos aquí? Nuestra respuesta es, la verdad y certeza
acerca de la resurrección final. La enseñanza es simbólica. Las personas revividas
del Calvario señalan la gloria más grande y futura. Ellos no tomaron parte en
la resurrección, sino en una resurrección; no era la sustancia sino solamente
la sombra. Con todo, era una sombra real que necesitó todo el poder de la
omnipotencia. Esto era análogo a lo otro, una prueba de esa escena gloriosa del
futuro.
Dios nos ha dado muchas
pruebas verbales de esta gloria futura, pero también nos quiso dar un ejemplo
por anticipado. Cuando Jesús estaba terminando su obra y al partir de este
mundo, la gran resurrección del futuro fue efectuada en miniatura con una
manifestación de poder tal como la que hará posible la gran realización del
futuro—una muestra del propósito y poder que era una promesa y señal de la
venida del Salvador para ser glorificado en sus santos resucitados.
EL
PROPOSITO DE DIOS EN ESTE HECHO
Si Dios tenía otros
propósitos al llevar a cabo esta resurrección no lo sabemos; pero sí tenía
este. Cuando Jesús dijo, "Yo soy la resurrección y la vida," y para
probarlo levantó a Lázaro de entre los muertos, la prueba no estaba en la
clase de cuerpo con que se levantó Lázaro. Ese capítulo de Corintios al cual
nos hemos referido nos da un ejemplo del significado de que Jesús sea la
resurrección y la vida. Pero la prueba está en el hecho de que la restauración
de Lázaro a una vida natural, una sombra de la verdadera resurrección,
necesitó y desplegó en una relación semejante, la omnipotencia que la otra requiere.
Por cierto esta
combinación de lo histórico con lo simbólico es un rasgo de toda la serie de
evidencias del Calvario. Las tres horas de tinieblas, aunque reales, eran
solamente un símbolo; la rasgadura del velo, como si hubiera sido cortado por el
cuchillo de un artesano de alto a bajo, era un símbolo; el temblor que hendió
las rocas era un símbolo; los sepulcros abiertos fueron un símbolo; las
mortajas de Jesús, cuyo orden maravilloso fue una demostración a Juan de la
resurrección de su Señor, fueron un símbolo; y aquí esas resurrecciones de
entre los muertos, realidades vivientes pero simplemente simbólicas,
completaron armónicamente este maravilloso grupo.
EL
FUNDAMENTO DE ESTA CERTEZA
Y ahora por medio de
esta escena que se nos presenta, ¡cuán fuerte y vivida es la certeza de la
resurrección final! Cuando una cosa existente ha sido investida con una función
representativa, su simbolismo no es tan sólo una expresión verbal de ideas sino
también un accionar de las mismas.
Uno de los más hermosos
de los dichos de Jesús fue cuando dijo, "Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos." Si un pintor hace una tela representando a la vid y sus
pámpanos, tenemos un cuadro de la unión vital entre Cristo y los creyentes,
pero solamente un cuadro. Pero si comprendemos, como es posible, que aquella
vid fue plantada por la mano de Dios con el propósito de que fuese un símbolo
de aquella unión, tendremos delante de nosotros una obra análoga del Creador
omnipotente, ¡y cuánto más impresionante vendrá a ser el sentido de la unión
de Cristo con los creyentes!
SIMBOLOS Y
ANALOGIAS
Las ropas blancas que en
Apocalipsis vemos que cubren a la multitud, mientras que son un símbolo de la
resurrección final y su gloria, eran sin embargo hasta entonces sólo una
figura, pues en realidad aún no existieron. Pero los hechos del cementerio del
Calvario fueron ejemplos de la muerte destruida por un tiempo y la vida natural
vivificada en la tumba-—casos verdaderos de la omnipotencia que obraba en la
disolución humana y en su vivificación. Dios quiso que esos cuerpos vivificados
de los santos que anduvieron por las calles de Jerusalén fuesen un ejemplo, que
prefiguraran la vida de inmortalidad y gloria eterna; pero también eran una
demostración de la certeza de aquello de lo cual eran un símbolo.
GRANDEZA
DEL PLAN
Además, ¡cómo se nos
quiere impresionar aquí con la grandeza del plan de Dios! En el hecho de que
esos santos no tenían el cuerpo que "sembrado en corrupción es levantado
en incorrupción," se nos manifiesta el propósito de Dios de hacer de la
resurrección final una expresión sublime de la unidad del cuerpo de Cristo, la
Iglesia.
"Los que son de
Cristo en su venida." Ningún miembro del cuerpo será glorificado antes
que otro. Su ojo, su mano, su pie, lo más grande como lo más pequeño, no
importa si sus restos estén debajo de las nieves de Groenlandia o en el
ardiente suelo africano, serán introducidos juntamente a la plenitud de la
vida eterna. El cuerpo completo, el fin consolidado de todas las épocas, se
presentará en el mismo instante en la simetría acabada de belleza y gloria.
IV
Otra lección que podemos
aprender es que solamente en la liberación personal de Cristo puede su pueblo
ser liberado. Los santos del Calvario fueron vivificados después y a causa de
la resurrección de Cristo de entre los muertos. "Muchos cuerpos de santos
que habían dormido se levantaron; y salidos de los sepulcros, después de su
resurrección."
Es verdad que su
vivificación no fue su resurrección final; sus cuerpos resucitados no eran
semejantes a su cuerpo glorificado. Sin embargo, estaban en sus cuerpos
vivificados, un símbolo sublime de la resurrección final.
Ahora, siendo un
símbolo, son proyectados ante nuestra vista en serie después de Cristo, rápida
y enfáticamente. Salieron de sus sepulcros, como si fuera, por así decirlo,
pisando los talones de Jesús. Le siguieron, tal como el significado sigue al
lenguaje, y la visión sigue a la luz.
JESUS
PRIMERO
Es decir, solamente por haber agotado la maldición y
haber salido triunfante de ella por su propia persona, Jesucristo ha podido
librar de ella a su pueblo.
Al llevar el pecado por nosotros, si no hubiera sido
justificado personalmente ante el Padre por la eficacia de sus sufrimientos, no
hubiéramos podido ser justificados por fe en El. Y si El no hubiera llegado a
una verdadera resurrección, tampoco la habríamos logrado nosotros. Y así su
pueblo está en El, y son uno con El. Su muerte fue la muerte de ellos, su vida
es la de ellos. El dijo, "Porque yo vivo, vosotros también viviréis."
¡Cuán inestimable es la
certeza de nuestra herencia prometida! Estamos unidos con la misma experiencia
de vida. Aun ahora "nuestra vida está escondida con Cristo en Dios";
y vendrá el día cuando "transformará el cuerpo de nuestra bajeza, para ser
semejante al cuerpo de su gloria."
V
Aún hay otra lección.
Solamente los que son de Cristo lograrán el cuerpo de resurrección de 1
Corintios 15.
Solamente "los
santos" fueron vivificados en el cementerio del Calvario. Por lo tanto, solamente
los santos formarán parte de "esa gran compañía, la cual ninguno podía
contar, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos
de ropas blancas, y palmas en sus manos." Esos "muchos" del
Calvario simbolizaban los "innumerables" del cielo.
Aquellos que no son de
Cristo se levantarán de sus tumbas; pero no será a causa de la sangre que
salva. Jesús dijo, "Ellos saldrán a resurrección de condenación." En
vez de salir de la región de los muertos, será para ser lanzados a "la
muerte segunda." Solamente los santos de Dios saldrán a "resurrección
de vida."
Solamente los santos,
pero todos los santos, porque el que cree en Jesús es un santo, y el que cree
en El tiene vida eterna y no vendrá a condenación.
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