domingo, 20 de septiembre de 2020

LA SEGUNDA EPÍSTOLA A TIMOTEO (8)

 

3. La senda del Piadoso en un Día de Ruina

 

Capítulo 2

(b) El curso del mal que ha conducido a la ruina de la iglesia como la casa de Dios (versículos 14-18)

           En los versículos que dan comienzo al capítulo hemos traído ante nosotros la condición espiritual que debería caracterizar a los "hombres fieles" y deberían capacitarles para discernir el grave alejamiento de la verdad, así como la senda de Dios en medio de la corrupción. Antes de presentarnos la senda de Dios, el apóstol, en los versículos 14 al 18, habla brevemente de algunos de los males que han causado la ruina de la iglesia en la responsabilidad.

            (versículos 14-16). Ya hemos apren-dido del capítulo primero que todos los que estaban en Asia se habían apartado del apóstol. Esto implica que la iglesia no se había mantenido a la altura del llamamiento celestial. El primer paso en la decadencia de la iglesia fue la renuncia a su carácter celestial. La verdad más elevada es siempre la que primero es abandonada. Esta renuncia al llamamiento celestial dejó la puerta abierta para la intrusión del mundo y la carne. En el versículo 14 de este capítulo el siervo de Dios se refiere a la primera manifestación de la corrupción. Él traza la ruina a partir de la mente humana que conduce a contender "sobre palabras, lo cual para nada aprovecha", dejando ir, de este modo, "la palabra de verdad."

            Él nos advierte contra disputas de palabras y nos llama a regresar, no sólo a la Palabra de verdad, sino a la Palabra de verdad usada bien[1].  Toda la Escritura es la palabra de verdad y sin embargo qué desastre puede ser provocado al dar a la Escritura una interpretación privada, o al usar textos fuera de su contexto, y de esta forma, como Pedro dice, torcer la Escritura para nuestra destrucción. (2 Pedro 3:16).

            Luego, somos advertidos de más decadencia. Las especulaciones no provechosas del versículo 14 iban a degenerar en "discursos profanos y vacíos." (V. 16 - VM). Los discursos que son profanos tratan las cosas divinas como si fuesen cosas comunes, en vista de que dan poca importancia a las cosas sagradas. Estos discursos son "vacíos" por el hecho de que los argumentos utilizados carecen de toda sustancia.

            Además, somos advertidos de que estos "discursos profanos y vacíos" irán en aumento. En lo que respecta a la masa de la profesión cristiana, Pablo no mantiene ninguna esperanza en cuanto a que el movimiento de degradación pueda ser detenido permanentemente. Por el contrario, nosotros somos advertidos categóricamente que el mal avanzará "más y más." (V. 16 - VM).

            Asimismo, somos advertidos de que con el aumento de los "discursos profanos y vacíos" vendrá un incremento de conductas impías. Conversaciones profanas conducen a un andar impío. Mantener o propagar el error degradará, como siempre, la conducta externa. El relajamiento de la doctrina conduce al relajamiento de las reglas o hábitos de conducta.

            (Vv. 17, 18). Un terrible resultado adicional del aumento de los discursos profanos y de la impiedad será la destrucción de las verdades vitales del cristianismo en las mentes de los hombres, pues leemos que la palabra de estos discursistas profanos se extenderá como gangrena la cual carcome interiormente hasta destruir los tejidos vitales del cuerpo.

            De esta manera, paso a paso, con habilidad divina, el apóstol traza el progreso del mal que ha corrompido la Cristiandad:

·         Primero, las especulaciones humanas sobre palabras que para nada aprovechan;

·         En segundo lugar, disputas sobre las palabras degenerando en discursos profanos y vacíos;

·         En tercer lugar, el constante aumento de los discursos profanos y vacíos conduciendo a la impiedad; la conducta externa de la profesión cristiana degradada crecientemente a un nivel donde los hombres actúan sin temor de Dios;

·         En cuarto lugar, un andar impío que tiende a destruir y dejar a los hombres sin las verdades vitales del cristianismo.

            Para mostrar el efecto de esta degradación y la malvada condición en la cual la Cristiandad caería, el apóstol da dos ejemplos solemnes. Himeneo y Fileto, dos hombres dentro de la profesión cristiana, estaban enseñando el error. En lugar de 'trazar rectamente la palabra de verdad', ellos habían errado acerca de la verdad. Enseñaban que la resurrección ya se había efectuado. Por lo visto, ellos no negaron la resurrección; parece que ellos la espiritualizaron y argumentaron que, de alguna manera, ya había tenido lugar. Un error tal no debe ser desestimado ligeramente como si fuese la descabellada especulación de fanáticos irresponsables. Independientemente de lo irrazonable del error, el apóstol prevé que este error corromperá la iglesia profesante y actuará como una gangrena. Tampoco es difícil ver que 'trastornaría la fe' de aquellos que se embebieron del error. Si la resurrección ya se había efectuado, es evidente que los santos han alcanzado su condición final mientras están aún en la tierra, con el resultado de que la iglesia cesa de esperar la venida del Señor, pierde la verdad de su destino celestial, y renuncia a su carácter de extranjera y peregrina. Habiendo perdido su carácter celestial, la iglesia se arraiga en la tierra, tomando un lugar como parte del sistema para emprender la reforma y el gobierno del mundo.

            Cuando este fin ha sido alcanzado, la obra del diablo ha sido hecha y él no conducirá más a sus instrumentos a insistir en el particular error. Hoy en día puede no haber nadie que intentara enseñar que la resurrección ya se ha efectuado, pero los resultados de este extravagante error permanecen y son contemplados plenamente desarrollados en la profesión cristiana. La constitución, la administración, los esfuerzos religiosos, el celo misionero de la profesión cristiana, dan por seguro que la iglesia está arraigada en su hogar y llevando a cabo su obra encomendada de reformar el mundo y civilizar a los paganos para hacer de este mundo un lugar respetable y feliz.



[1] (N. del T: además de la RVR1960, otras traducciones al español del versículo 15 rezan así: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad." (RVR1909); "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad." (LBLA); "Procura con diligencia presentarte ante Dios como ministro aprobado, obrero que no tiene de qué avergonzarse, manejando acertadamente la palabra de la verdad." (VM); "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza rectamente la palabra de verdad." (RVR1977) - las palabras en cursiva son del traductor).

 


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