3. La senda del Piadoso en un Día de Ruina
Capítulo 2
(b) El curso del mal
que ha conducido a la ruina de la iglesia como la casa de Dios (versículos
14-18)
En los versículos que dan comienzo al capítulo hemos traído ante nosotros la condición espiritual que debería caracterizar a los "hombres fieles" y deberían capacitarles para discernir el grave alejamiento de la verdad, así como la senda de Dios en medio de la corrupción. Antes de presentarnos la senda de Dios, el apóstol, en los versículos 14 al 18, habla brevemente de algunos de los males que han causado la ruina de la iglesia en la responsabilidad.
(versículos 14-16). Ya hemos apren-dido
del capítulo primero que todos los que estaban en Asia se habían apartado del
apóstol. Esto implica que la iglesia no se había mantenido a la altura del
llamamiento celestial. El primer paso en la decadencia de la iglesia fue la
renuncia a su carácter celestial. La verdad más elevada es siempre la que
primero es abandonada. Esta renuncia al llamamiento celestial dejó la puerta
abierta para la intrusión del mundo y la carne. En el versículo 14 de este
capítulo el siervo de Dios se refiere a la primera manifestación de la corrupción.
Él traza la ruina a partir de la mente humana que conduce a contender
"sobre palabras, lo cual para nada aprovecha", dejando
ir, de este modo, "la palabra de verdad."
Él
nos advierte contra disputas de palabras y nos llama a regresar, no sólo a la
Palabra de verdad, sino a la Palabra de verdad usada bien[1]. Toda la Escritura es la palabra de verdad y
sin embargo qué desastre puede ser provocado al dar a la Escritura una
interpretación privada, o al usar textos fuera de su contexto, y de esta forma,
como Pedro dice, torcer la Escritura para nuestra destrucción. (2 Pedro 3:16).
Luego,
somos advertidos de más decadencia. Las especulaciones no provechosas del
versículo 14 iban a degenerar en "discursos profanos y vacíos." (V.
16 - VM). Los discursos que son profanos tratan las cosas divinas como si
fuesen cosas comunes, en vista de que dan poca importancia a las cosas
sagradas. Estos discursos son "vacíos" por el hecho de que los
argumentos utilizados carecen de toda sustancia.
Además, somos advertidos de que
estos "discursos profanos y vacíos" irán en aumento. En
lo que respecta a la masa de la profesión cristiana, Pablo no mantiene ninguna
esperanza en cuanto a que el movimiento de degradación pueda ser detenido
permanentemente. Por el contrario, nosotros somos advertidos categóricamente
que el mal avanzará "más y más." (V. 16 - VM).
Asimismo, somos advertidos de que
con el aumento de los "discursos profanos y vacíos" vendrá un
incremento de conductas impías. Conversaciones profanas conducen a
un andar impío. Mantener o propagar el error degradará, como siempre, la
conducta externa. El relajamiento de la doctrina conduce al relajamiento de las
reglas o hábitos de conducta.
(Vv. 17, 18). Un terrible resultado
adicional del aumento de los discursos profanos y de la impiedad será la
destrucción de las verdades vitales del cristianismo en las mentes de los
hombres, pues leemos que la palabra de estos discursistas profanos se extenderá
como gangrena la cual carcome interiormente hasta destruir los
tejidos vitales del cuerpo.
De esta manera, paso a paso, con
habilidad divina, el apóstol traza el progreso del mal que ha corrompido la
Cristiandad:
·
Primero, las
especulaciones humanas sobre palabras que para nada aprovechan;
·
En segundo lugar,
disputas sobre las palabras degenerando en discursos profanos y vacíos;
·
En tercer lugar,
el constante aumento de los discursos profanos y vacíos conduciendo a la impiedad;
la conducta externa de la profesión cristiana degradada crecientemente a un
nivel donde los hombres actúan sin temor de Dios;
·
En cuarto lugar,
un andar impío que tiende a destruir y dejar a los hombres sin las verdades
vitales del cristianismo.
Para
mostrar el efecto de esta degradación y la malvada condición en la cual la
Cristiandad caería, el apóstol da dos ejemplos solemnes. Himeneo y Fileto, dos
hombres dentro de la profesión cristiana, estaban enseñando el error. En lugar
de 'trazar rectamente la palabra de verdad', ellos habían errado acerca de la
verdad. Enseñaban que la resurrección ya se había efectuado. Por lo visto,
ellos no negaron la resurrección; parece que ellos la espiritualizaron y
argumentaron que, de alguna manera, ya había tenido lugar. Un error tal no debe
ser desestimado ligeramente como si fuese la descabellada especulación de
fanáticos irresponsables. Independientemente de lo irrazonable del error, el
apóstol prevé que este error corromperá la iglesia profesante y actuará como una
gangrena. Tampoco es difícil ver que 'trastornaría la fe' de aquellos que se
embebieron del error. Si la resurrección ya se había efectuado, es evidente que
los santos han alcanzado su condición final mientras están aún en la tierra,
con el resultado de que la iglesia cesa de esperar la venida del Señor, pierde
la verdad de su destino celestial, y renuncia a su carácter de extranjera y
peregrina. Habiendo perdido su carácter celestial, la iglesia se arraiga en la
tierra, tomando un lugar como parte del sistema para emprender la reforma y el
gobierno del mundo.
Cuando
este fin ha sido alcanzado, la obra del diablo ha sido hecha y él no conducirá
más a sus instrumentos a insistir en el particular error. Hoy en día puede no
haber nadie que intentara enseñar que la resurrección ya se ha efectuado, pero
los resultados de este extravagante error permanecen y son contemplados
plenamente desarrollados en la profesión cristiana. La constitución, la
administración, los esfuerzos religiosos, el celo misionero de la profesión
cristiana, dan por seguro que la iglesia está arraigada en su hogar y llevando
a cabo su obra encomendada de reformar el mundo y civilizar a los paganos para
hacer de este mundo un lugar respetable y feliz.
[1] (N. del T: además de la
RVR1960, otras traducciones al español del versículo 15 rezan así:
"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no
tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de
verdad." (RVR1909); "Procura con diligencia presentarte a Dios
aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con
precisión la palabra de verdad." (LBLA); "Procura con
diligencia presentarte ante Dios como ministro aprobado, obrero que no tiene de
qué avergonzarse, manejando acertadamente la palabra de la
verdad." (VM); "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado,
como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza rectamente la
palabra de verdad." (RVR1977) - las palabras en cursiva son
del traductor).
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