domingo, 20 de septiembre de 2020

No consintieron estorbos en su vocación celestial

     Creyentes que supieron rechazar la tentación

            Faltaría espacio para enumerar una cantidad de personas en el Antiguo y Nuevo Testamento que rehusaron beneficios y participaciones que podían proporcionarles placeres y honores en este mundo, pero que también les hubiera restado y afectado grandemente su vocación y consagración en la obra del Señor.

               Hay hermanos que han empezado a andar bien; se ha destacado en ellos un don, un ministerio de agrado al pueblo del Señor. Entonces por descuido y falta de vigilancia han permitido un estorbo, una piedra en el zapato. Empiezan a cojear y perder el rocío de su gracia. Algunos pierden muchos años; otros toda la vida.

            Entre tantos hombres en la historia bíblica cito algunos que por un motivo espiritual específico no permitieron cavilaciones.

·         Abraham rehusó la hacienda que el rey de Sodoma le ofreció por retener la pureza de su dignidad generosa. (Génesis 14:21-24).

            Le dejó todo el despojo de aquella victoria. Generoso fue con su sobrino cuando llegó el momento de la separación. Generoso fue con los ángeles que le visitaron en Mamre. No aceptó regalada la tierra de los hijos de Heth para el sepulcro de su esposa. Abraham tuvo un concepto muy alto de la liberalidad; tuvo como norma: “Más bienaventurada cosa es dar que recibir.” (Hechos 20:35)

·         José rehusó tomar la mujer de Potifar por retener su pureza moral. (Génesis 39:7-12)

            José supo del escándalo que ocasionó su hermano Rubén al violar el lecho de su padre. Posiblemente supo la historia de su hermano Judá, sus hijos y Thamar. José supo de la vergüenza de su hermana Dina que fué violada por su propia imprudencia. Sobre todas estas cosas supo de la santidad de Dios. Había en él el temor al Señor; no quiso manchar su vestido. Por un instinto de conservación espiritual, conociendo el enemigo que había en su misma carne, huyó corriendo de la tentación. “Huid de la fornicación.” (1 Corintios 6:18)

·         Daniel rehusó contaminarse con la comida del rey por retener su pureza doctrinal. (Daniel 1:8)

            La mayoría de las veces la comida de los reyes era bacanales y sacrificio ofrecido a los ídolos. (Daniel 5:14) Desde muy pequeño Daniel recibió enseñanzas de la ley de Dios, lecciones en cuanto a la separación de las costumbres y prácticas de los paganos. Daniel ha sido un hombre ejemplar para todos los cristianos de consagración absoluta a su vocación, dado en gran manera al estudio de las profecías, de un carácter templado y humilde. Vivió en un imperio de opresión y tiranía, pero no contemporizó con la corrupción de Babilonia ni con aquellos judíos que rebajaron la moral de su doctrina para no padecer persecución.

            Algunos evangélicos hoy toman como bandera a Daniel para justificar que pueden actuar en política. Daniel figuró en el gobierno de aquel país porque fué obligado hacerlo. Era el hombre más capacitado en aquella nación. Sus funciones fueron siempre como profeta en sus actuaciones. Era el testimonio de Dios en el imperio de los gentiles. Si algún evangélico llena estos requisitos, haga política. Daniel tuvo mucha sujeción a la doctrina. “No os juntéis en yugo con los infieles; porque ¿qué comunión tiene ... la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial?” (2 Corintios 6:14-15)

·         Moisés rehusó las comodidades temporales de pecado porque ansiaba la corona incorruptible. (Hebreos 11:24-26)

            Moisés no fue de aquellos que se contentan con llamarse cristianos y no están dispuestos a salir fuera del real para llevar su vituperio. ¡Cuántos hay hoy que se han quedado sacrificando en la tierra la abominación de los egipcios! Tienen sus ligas, concursos, juegos, excursiones, baños mixtos, etc. Moisés aprendió: “Ninguno que milita se embaraza en los negocios de la vida ... El que lidia no es coronado si no lidiare legítimamente.” (2 Timoteo 2:4,5)

·         Ruth rehusó volver atrás para retener la pureza de sus convicciones. (Ruth 1:16,17)

            No sabemos si Noemí estaba probando a Ruth o si tenía temor y vergüenza de entrar en su pueblo con una moabita, pero sí sabemos que cuatro veces la aconsejó volver atrás a su pueblo y a sus dioses. El testimonio de Ruth es uno de los más hermosos poemas bíblicos.

            Muchachas evangélicas, miren el cuadro. ¡Qué vocación tan sublime! Algunas hermanas solamente esperan que un inconverso le proponga, para volverse atrás, pero Ruth, ni porque la empujaron de adentro se volvió de sus convicciones. Se atenía a: “Prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:14)

·         Pablo rehusó sus vastos conocimientos que podían reportarle gran ganancia porque halló otro conocimiento más eminente, el de Cristo Jesús su Señor.

            Quizá a ningún otro se le haya presentado tantos obstáculos y estorbos como a Pablo, pero él superó a todos porque su lema era: “De ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí...”

José Naranjo,

Sana Doctrina, Venezuela

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