domingo, 1 de diciembre de 2013

LLENOS DEL ESPÍRITU

          La presente dispensación se caracteriza peculiarmente por la presencia del Espíritu Santo. Cristo, habiendo terminado la obra de redención, se fue a lo alto, y el Espíritu está ahora aquí para representarlo a Él. Toda la obra del Espíritu tiende a exaltar a Cristo. "El me glorificará: porque tomará de lo mío, y os lo hará saber." (Juan 16:14).
         Siendo este el caso sería bueno que todos nosotros fuésemos llenos del Espíritu, para que pudiésemos conocerle en Su plenitud, y en la belleza y sabiduría de Sus caminos. Es de esta manera que nosotros aprenderemos a hallar nuestro deleite en Él así como Dios lo halla, y obtener el poder para representarle a Él dignamente aquí.
         Las palabras, "Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará el Cristo." (Efesios 5:14 - 1898 Young's Literal translation), parecen ser la paráfrasis del Nuevo Testamento del versículo que reza, "Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti." (Isaías 60:1).
         Aquellos que duermen se parecen bastante a los muertos. El apóstol llama a los tales a despertarse, sacudirse de encima su soporífera inactividad, y, él añade,  "y te alumbrará el Cristo." (Efesios 5:14 - 1898 Young's Literal translation). En este residuo de la dispensación Cristiana existe una fuerte tendencia a dormirse. Es una cosa solemne que la compañía que conoce más de lo que muchos conocen, como en Éfeso, sea aquella a la cual la exhortación es dada. Ellos tenían la verdad más elevada, y estaban en peligro de descuidarla.
         ¿Consideraremos nosotros cómo llegamos a una experiencia tal como la que aquí se manda? ¿Y cómo Dios haría que esto suceda en nuestras almas?
         Descubrir lo que hay en nuestro corazón y en nuestra conciencia - una preparación de la cual sabemos poco - es, indudablemente, la primera cosa (Romanos 1:16 - Romanos 3:20). Luego Cristo es colocado delante del alma; y cuando hay descanso, y nosotros hemos entrado en la libertad Cristiana, entonces estamos libres para aprender (Romanos 3:21 - Romanos 8:39). La luz desplaza a las tinieblas. Estando la obra de Cristo delante de Dios en toda su eficacia inmutable y eterna, el Espíritu Santo produce en el alma deseos hacia Dios. Él da un sentido real de la existencia y de la presencia de Dios, una vista verdadera de nuestro estado presente y cuál podría ser nuestro solemne futuro. Nosotros somos conducidos a ver las cosas no meramente como ellas nos afectan, sino en la relación de ellas con Dios. El temor de Dios es creado, lo cual es el principio de la sabiduría (Proverbios 1:7). Comprendemos que para ser Dios, Dios debe ser santo, Él debe ser justo. Obtenemos un creciente sentido de la santidad de Su trono y del pecado que mora en nosotros. De ahí que en Hechos 13:26, se dice, "y los que de entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta salvación." (Versión Moderna). Yo pienso que deberíamos estar listos para reconocer la soberanía y los modos llenos de gracia de Dios, quien utiliza varios medios para despertar las almas. El testimonio de un predicador itinerante o al aire libre puede ser utilizado para despertar; después Dios quizás permite al alma despertada que vaya a otra parte, a obtener la paz a través de la audición del Evangelio predicado más plenamente. Porque en este caso el dicho es verdadero: "Uno es el que siembra y otro el que siega." (Juan 4:37), pues es Dios que está obrando todo el tiempo.
         El Espíritu está aquí en el nombre de Cristo. Cuando Él halla a uno que ha confiado en la obra expiatoria de Cristo que el Evangelio presenta, uno que se ha rendido definitivamente a Cristo, Él viene y toma posesión de esa alma a nombre de Cristo y para Dios. Él lo sella para Dios, como perteneciendo a Dios.
         El Espíritu mismo se une con el creyente y mora en él como uno que es de Cristo, y como perteneciendo a Dios. Noten bien que la sangre era puesta en primer lugar sobre la oreja, la mano y el pié derechos del leproso, y después el aceite (Levítico 14: 14 - 17). El poder del Espíritu no es algo añadido a lo que yo soy como un mero hombre natural. La obra de Cristo debe ser comprendida, sus resultados formados en el alma, vean Romanos 3:25. ¿No has llegado tú a descubrir esto? Sentiste que en cuanto a ti mismo no tenías una palabra que decir (Romanos 3:19), y habiendo Dios cerrado tus labios, Cristo es presentado como tu Salvador. Considera cómo Él dirige tu fe para que la coloques: en primer lugar, en la sangre (Romanos 3:25); en segundo lugar, en Jesús (Romanos 3:26); en tercer lugar, en Aquel que justifica al impío (Romanos 4:5); y en cuarto lugar, en Aquel que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro (Romanos 4:24). En lugar de ti mismo, Dios coloca ante ti a Cristo, levantado de los muertos - entregado una vez por tus transgresiones, pero resucitado para tu justificación. Es en este terreno que el Espíritu Santo te es dado (Romanos 5:5). La fe en la sangre, en el Salvador de quien era la sangre, en el Dios que dio al Salvador y le resucitó - dondequiera que una fe tal se encuentra hay paz con Dios, y el Espíritu es dado.
         La exhortación a ser llenos del Espíritu implica que el Espíritu está dentro de ti y que puede llenarte. Él está preparado para traerte completamente bajo el control de Cristo. Si tu estuvieses lleno, estarías comprometido con Cristo y con todo lo que Suyo, y harías todo hacia Él. ¿Cuánto de ti el Espíritu ha puesto realmente bajo Su control?
         Algunas veces pensamos que la llenura del Espíritu será como una súbita efusión después de orar y esperar por largo tiempo, y de mucho buscarlo. Pero entendamos que aquí está el Espíritu, el Espíritu ESTÁ, Él está en nosotros que somos salvos. Él es una Persona Divina deseando fervientemente llenarnos con una positiva y divina energía - deseándolo, anhelando hacerlo.
         ¿Cómo, entonces, podemos ser llenos? Simplemente liberándonos de todo lo que Le contristaría o Le obstruiría. Hay otras dos exhortaciones en la Escritura para el cristiano con respecto al Espíritu Santo, y ambas son negativas. Una es, "No contristéis al Espíritu Santo de Dios" (Efesios 4:30); no Le entristezcas por un comportamiento indecoroso o impropio. La otra es, "No apaguéis el Espíritu" (1 Tesalonicenses 5:19 - Versión Moderna); no actúes con renuencia cuando Él te exhorte a hacer algo en la vida diaria, en el servicio, o en el ministerio del día a día. Apagar el Espíritu es negarse a obedecer alguna conducción. Tú te rindes a motivos humanos o escuchas razonamientos naturales, y la cosa no es hecha. Por otra parte, si tú obedeces obtienes todo Su poder divino para hacerte avanzar. Pero Él te llevará siempre sobre líneas bien definidas establecidas en la Escritura. Él nunca conduce de manera contraria a ella, por tanto estudiemos siempre las Escrituras.
         Si tú estás despierto estarás consciente a menudo de la conducción clara del Espíritu. Muchas ilustraciones se encuentran en la Palabra. "Levántate y ve.... Entonces él se levantó y fue." (Hechos 8: 26, 27). "Corre, habla a este joven." (Zacarías 2:4). Él haría que todas tus facultades se sometieran a la operación del Espíritu.
         Todos los versículos que se refieren al Espíritu son como capullos de rosas. Persistan sobre ellos, y quedarán asombrados al ver cómo se abren, y cuánta dulzura hay en ellos. Por ejemplo: "El amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado." (Romanos 5:5 - RVA). Entonces, si estás lleno del Espíritu, el amor de Dios para ti inundaría ciertamente tu alma, y dondequiera que fueras mostrarías a todos el amor de Dios. Haría que todas nuestras acciones se inclinasen hacia nuestro prójimo.
          Tomen Romanos 8:2 - "Vida en Cristo Jesús." ¿Qué es eso? No hay ningún apuro, ninguna perturbación, ni tumulto en Su vida, ninguna desazón allí. Si Satanás hubiese tenido éxito en extraer de Sus labios una expresión de impaciencia, toda la obra de redención habría sido estropeada. Entonces, si el Espíritu nos llenó - el Espíritu de vida en Cristo Jesús - Él nos comprometería de tal modo con Él mismo que nosotros también deberíamos ser liberados de todo elemento de inquietud. En lugar de debilidad y fracasos en momentos de tentación, nosotros deberíamos sostenernos y exhibir Su vida por el Espíritu.
          Así es con cada pasaje en que se declara algo del cargo y de la obra del Espíritu. Cada uno sugiere un lineamiento sobre el cual el santo puede ser llenado, y ponerse bajo el control sin restricción de esta Santa y Divina Persona.
          Acompañando esta exhortación en Efesios 5:18, está la otra, "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución." Si nosotros nos dispusiéramos a ser llenados del Espíritu, deberíamos guardarnos contra cualquier cosa que simulara serlo sin serlo. Nunca deberíamos confundir el alborozo con la unción. Todas las extravagancias serían rehuidas, por muy placenteras que fuesen para la carne: una consagración sobria, santa, gozosa hacia Cristo, totalmente trascendiendo la carne, tomaría el lugar de ellas. La excitación natural del vino y el poder del Espíritu, que sacan al hombre fuera de sí mismo, no deben ser confundidos (vean Hechos 2: 13-17). Estas dos cosas son tan distintas en su origen la una de la otra como lo son la carne y el espíritu.
          Efesios 5: 19. Además, están dadas algunas marcas de uno que está lleno del Espíritu. No solamente habrá cánticos, sino la creación de una melodía en el corazón para el Señor. Habrá un espíritu agradecido por todo - no solamente por las cosas agradables, sino por todas las cosas; y existirá la sumisión de unos a otros en el temor de Cristo, la consideración del otro, hermano o hermana, como más importante que yo mismo.
          Presentémonos para ser "llenos del Espíritu."

 Traducido del Inglés por: B.R.C.O. - Octubre 2006.-

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