La presente dispensación
se caracteriza peculiarmente por la presencia del Espíritu Santo. Cristo,
habiendo terminado la obra de redención, se fue a lo alto, y el Espíritu está
ahora aquí para representarlo a Él. Toda la obra del Espíritu tiende a exaltar
a Cristo. "El me glorificará: porque tomará de lo mío, y os lo hará
saber." (Juan 16:14).
Siendo este el caso sería
bueno que todos nosotros fuésemos llenos del Espíritu, para que pudiésemos
conocerle en Su plenitud, y en la belleza y sabiduría de Sus caminos. Es de
esta manera que nosotros aprenderemos a hallar nuestro deleite en Él así como
Dios lo halla, y obtener el poder para representarle a Él dignamente aquí.
Las palabras,
"Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará
el Cristo." (Efesios 5:14 - 1898 Young's Literal translation), parecen ser
la paráfrasis del Nuevo Testamento del versículo que reza, "Levántate,
resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre
ti." (Isaías 60:1).
Aquellos que duermen se
parecen bastante a los muertos. El apóstol llama a los tales a despertarse,
sacudirse de encima su soporífera inactividad, y, él añade, "y te alumbrará el Cristo."
(Efesios 5:14 - 1898 Young's Literal translation). En este residuo de la
dispensación Cristiana existe una fuerte tendencia a dormirse. Es una cosa
solemne que la compañía que conoce más de lo que muchos conocen, como en Éfeso,
sea aquella a la cual la exhortación es dada. Ellos tenían la verdad más elevada,
y estaban en peligro de descuidarla.
¿Consideraremos nosotros
cómo llegamos a una experiencia tal como la que aquí se manda? ¿Y cómo Dios
haría que esto suceda en nuestras almas?
Descubrir lo que hay en
nuestro corazón y en nuestra conciencia - una preparación de la cual sabemos
poco - es, indudablemente, la primera cosa (Romanos 1:16 - Romanos 3:20). Luego
Cristo es colocado delante del alma; y cuando hay descanso, y nosotros hemos
entrado en la libertad Cristiana, entonces estamos libres para aprender
(Romanos 3:21 - Romanos 8:39). La luz desplaza a las tinieblas. Estando la obra
de Cristo delante de Dios en toda su eficacia inmutable y eterna, el Espíritu
Santo produce en el alma deseos hacia Dios. Él da un sentido real de la
existencia y de la presencia de Dios, una vista verdadera de nuestro estado
presente y cuál podría ser nuestro solemne futuro. Nosotros somos conducidos a
ver las cosas no meramente como ellas nos afectan, sino en la relación de ellas
con Dios. El temor de Dios es creado, lo cual es el principio de la sabiduría
(Proverbios 1:7). Comprendemos que para ser Dios, Dios debe ser santo, Él debe
ser justo. Obtenemos un creciente sentido de la santidad de Su trono y del
pecado que mora en nosotros. De ahí que en Hechos 13:26, se dice, "y los
que de entre vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta
salvación." (Versión Moderna). Yo pienso que deberíamos estar listos para
reconocer la soberanía y los modos llenos de gracia de Dios, quien utiliza
varios medios para despertar las almas. El testimonio de un predicador itinerante
o al aire libre puede ser utilizado para despertar; después Dios quizás permite
al alma despertada que vaya a otra parte, a obtener la paz a través de la
audición del Evangelio predicado más plenamente. Porque en este caso el dicho
es verdadero: "Uno es el que siembra y otro el que siega." (Juan
4:37), pues es Dios que está obrando todo el tiempo.
El Espíritu está aquí en
el nombre de Cristo. Cuando Él halla a uno que ha confiado en la obra
expiatoria de Cristo que el Evangelio presenta, uno que se ha rendido
definitivamente a Cristo, Él viene y toma posesión de esa alma a nombre de
Cristo y para Dios. Él lo sella para Dios, como perteneciendo a Dios.
El Espíritu mismo se une
con el creyente y mora en él como uno que es de Cristo, y como perteneciendo a
Dios. Noten bien que la sangre era puesta en primer lugar sobre la oreja, la
mano y el pié derechos del leproso, y después el aceite (Levítico 14: 14 - 17).
El poder del Espíritu no es algo añadido a lo que yo soy como un mero hombre
natural. La obra de Cristo debe ser comprendida, sus resultados formados en el
alma, vean Romanos 3:25. ¿No has llegado tú a descubrir esto? Sentiste que en
cuanto a ti mismo no tenías una palabra que decir (Romanos 3:19), y habiendo
Dios cerrado tus labios, Cristo es presentado como tu Salvador. Considera cómo
Él dirige tu fe para que la coloques: en primer lugar, en la sangre (Romanos
3:25); en segundo lugar, en Jesús (Romanos 3:26); en tercer lugar, en Aquel que
justifica al impío (Romanos 4:5); y en cuarto lugar, en Aquel que levantó de
los muertos a Jesús, Señor nuestro (Romanos 4:24). En lugar de ti mismo, Dios
coloca ante ti a Cristo, levantado de los muertos - entregado una vez por tus
transgresiones, pero resucitado para tu justificación. Es en este terreno que
el Espíritu Santo te es dado (Romanos 5:5). La fe en la sangre, en el Salvador
de quien era la sangre, en el Dios que dio al Salvador y le resucitó -
dondequiera que una fe tal se encuentra hay paz con Dios, y el Espíritu es
dado.
La exhortación a ser
llenos del Espíritu implica que el Espíritu está dentro de ti y que puede
llenarte. Él está preparado para traerte completamente bajo el control de
Cristo. Si tu estuvieses lleno, estarías comprometido con Cristo y con todo lo
que Suyo, y harías todo hacia Él. ¿Cuánto de ti el Espíritu ha puesto realmente
bajo Su control?
Algunas veces pensamos
que la llenura del Espíritu será como una súbita efusión después de orar y
esperar por largo tiempo, y de mucho buscarlo. Pero entendamos que aquí está el
Espíritu, el Espíritu ESTÁ, Él está en nosotros que somos salvos. Él es una
Persona Divina deseando fervientemente llenarnos con una positiva y divina
energía - deseándolo, anhelando hacerlo.
¿Cómo, entonces, podemos
ser llenos? Simplemente liberándonos de todo lo que Le contristaría o Le
obstruiría. Hay otras dos exhortaciones en la Escritura para el cristiano con
respecto al Espíritu Santo, y ambas son negativas. Una es, "No contristéis
al Espíritu Santo de Dios" (Efesios 4:30); no Le entristezcas por un
comportamiento indecoroso o impropio. La otra es, "No apaguéis el
Espíritu" (1 Tesalonicenses 5:19 - Versión Moderna); no actúes con
renuencia cuando Él te exhorte a hacer algo en la vida diaria, en el servicio,
o en el ministerio del día a día. Apagar el Espíritu es negarse a obedecer
alguna conducción. Tú te rindes a motivos humanos o escuchas razonamientos
naturales, y la cosa no es hecha. Por otra parte, si tú obedeces obtienes todo
Su poder divino para hacerte avanzar. Pero Él te llevará siempre sobre líneas
bien definidas establecidas en la Escritura. Él nunca conduce de manera
contraria a ella, por tanto estudiemos siempre las Escrituras.
Si tú estás despierto
estarás consciente a menudo de la conducción clara del Espíritu. Muchas
ilustraciones se encuentran en la Palabra. "Levántate y ve.... Entonces él
se levantó y fue." (Hechos 8: 26, 27). "Corre, habla a este
joven." (Zacarías 2:4). Él haría que todas tus facultades se sometieran a
la operación del Espíritu.
Todos los versículos que
se refieren al Espíritu son como capullos de rosas. Persistan sobre ellos, y
quedarán asombrados al ver cómo se abren, y cuánta dulzura hay en ellos. Por
ejemplo: "El amor de Dios está derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos es dado." (Romanos 5:5 - RVA). Entonces, si estás
lleno del Espíritu, el amor de Dios para ti inundaría ciertamente tu alma, y
dondequiera que fueras mostrarías a todos el amor de Dios. Haría que todas
nuestras acciones se inclinasen hacia nuestro prójimo.
Tomen Romanos 8:2 -
"Vida en Cristo Jesús." ¿Qué es eso? No hay ningún apuro, ninguna
perturbación, ni tumulto en Su vida, ninguna desazón allí. Si Satanás hubiese
tenido éxito en extraer de Sus labios una expresión de impaciencia, toda la
obra de redención habría sido estropeada. Entonces, si el Espíritu nos llenó -
el Espíritu de vida en Cristo Jesús - Él nos comprometería de tal modo con Él
mismo que nosotros también deberíamos ser liberados de todo elemento de
inquietud. En lugar de debilidad y fracasos en momentos de tentación, nosotros
deberíamos sostenernos y exhibir Su vida por el Espíritu.
Así es con cada pasaje en que se
declara algo del cargo y de la obra del Espíritu. Cada uno sugiere un
lineamiento sobre el cual el santo puede ser llenado, y ponerse bajo el control
sin restricción de esta Santa y Divina Persona.
Acompañando esta
exhortación en Efesios 5:18, está la otra, "No os embriaguéis con vino, en
lo cual hay disolución." Si nosotros nos dispusiéramos a ser llenados del
Espíritu, deberíamos guardarnos contra cualquier cosa que simulara serlo sin
serlo. Nunca deberíamos confundir el alborozo con la unción. Todas las
extravagancias serían rehuidas, por muy placenteras que fuesen para la carne:
una consagración sobria, santa, gozosa hacia Cristo, totalmente trascendiendo
la carne, tomaría el lugar de ellas. La excitación natural del vino y el poder
del Espíritu, que sacan al hombre fuera de sí mismo, no deben ser confundidos
(vean Hechos 2: 13-17). Estas dos cosas son tan distintas en su origen la una
de la otra como lo son la carne y el espíritu.
Efesios 5: 19. Además,
están dadas algunas marcas de uno que está lleno del Espíritu. No solamente
habrá cánticos, sino la creación de una melodía en el corazón para el Señor.
Habrá un espíritu agradecido por todo - no solamente por las cosas agradables,
sino por todas las cosas; y existirá la sumisión de unos a otros en el temor de
Cristo, la consideración del otro, hermano o hermana, como más importante que
yo mismo.
Presentémonos para ser
"llenos del Espíritu."
Traducido del Inglés
por: B.R.C.O. - Octubre 2006.-
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