(Enseñanzas sobre las relaciones mutuas)
Deseo presentar ahora algunas consideraciones
más, que nos harán volver a las escenas de Lucas 7 y 11, cuando el Señor está
en la mesa de los fariseos. Estas Escrituras nos enseñan que el Señor no
juzgaba a los otros, en relación con Sí mismo, falta en la cual caemos todos.
Somos naturalmente llevados a juzgar a los otros según su manera de portarse
para con nosotros, y el interés que les llevamos es para nosotros la medida de
su carácter y de su valor. El Señor no obraba así. Dios es un Dios de
conocimiento, y pesa las acciones; comprende plenamente cada
una de ellas, y sus motivos. Y nuestro Señor Jesucristo, imagen del Dios de
conocimiento, obraba de la misma manera durante Su ministerio. El capítulo 11
de Lucas nos da un ejemplo significativo. Había, en el fariseo que le rogó que
comiera en su casa, una apariencia de cortesía y de buena voluntad; pero Jesús
era el "Dios de todo conocimiento", y, como tal, pesaba esta acción según
su verdadero carácter.
La miel de la cortesía, que es el
mejor ingrediente para la vida social del mundo, no podía pervertir el juicio
de Cristo, ni tampoco su apreciación de las cosas. Jesús aprobaba las cosas
excelentes; pero la cortesía o urbanidad que le invitaba no podía influenciar
el juicio de Aquel que llevaba los pesos y las medidas del santuario de Dios.
La cortesía, la amabilidad del mundo se encuentra en esta escena con el Dios de
todo conocimiento, y no puede subsistir ante Él. ¡Qué lección más profunda para
nosotros!
Esta invitación del fariseo ocultaba un
intento premeditado: tan pronto como el Señor entró en su casa, el dueño obró
como fariseo, y no como simple invitante; se maravilla de que
su convidado no se había lavado antes de comer, y este carácter del fariseo aparece
en toda su fuerza al fin del relato. El Señor obra, pues, en consecuencia, como
lo muestran Sus palabras (Lucas 11: 37 al 52). Estimarán algunos que la
atención de que era objeto al ser invitado, hubiera debido imponerle silencio,
pero Jesús no podía considerar este fariseo solamente en relación con Sí
mismo. El halago no podía hacer desviar Su juicio: Jesús pone al descubierto y
censura. Y el fin de la escena le justifica. "Cuando salió de allí, los
escribas y los fariseos comenzaron a acosarle en gran manera, y a interrogarle
minuciosamente sobre muchas cosas, tramando contra El para atraparle en algo
que dijera." (Lucas 11: 53, 54 - LBLA).
En Lucas 7, el Señor obra de modo muy
diferente en casa de Simón, otro fariseo que también le había invitado a su
mesa, pues Simón no tenía un designio oculto al invitar a Jesús. Es verdad que
parece obrar también como fariseo, hablando dentro de sí para acusar a la pobre
pecadora, y para censurar a su invitado, que permitía que se acercara a él;
pero las apariencias no pueden servir de base para un justo juicio, y muchas
veces las mismas palabras, pronunciadas por labios diferentes, tienen un
sentido muy diferente. Por eso, el Señor, el juez que pesa todos los motivos
según Dios, al reprender a Simón y mostrarle lo que es, le conoce y le llama
por su nombre, y deja su casa, como un huésped debe hacerlo. Distingue entre el
fariseo de Lucas 7 y el de Lucas 11, aunque se haya sentado a la mesa de ambos.
Otros dos casos son de mucha edificación
para nosotros, al considerar cómo obraba el Hombre perfecto. Por ejemplo, en el
capítulo 16 de Mateo, vemos a Pedro lleno de un tierno afecto hacia su Maestro:
"Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca."
(Mateo 16:22); pero Jesús juzga las palabras de Pedro solamente por su valor
moral. A nosotros nos es difícil obrar de esta manera hacia los que buscan
agradarnos. Una naturaleza simplemente amable no hubiese dicho: "Quítate
de delante de mí, Satanás"; se hubiera expresado de otra manera. Pero, lo
repito, el Señor no escucha las palabras de Pedro simplemente como siendo la
expresión de una bondad y de un afecto personales hacia Él; las juzga, las pesa
en la presencia de Dios, y discierne inmediatamente que proceden del enemigo;
porque aquél que puede transformarse en "ángel de luz" se esconde a
menudo bajo palabras llenas de suavidad y de amabilidad.
El capítulo 20 de Juan nos muestra que el
Señor obró del mismo modo para con Tomás. Tomás venía de rendirle homenaje, le
había dicho: "Señor mío y Dios mío". Pero, aun palabras como estas no
podían hacer descender a Jesús de la altura moral en la cual estaba, y desde la
cual oía y consideraba todas las cosas. Sin duda alguna, las palabras pronunciadas
por Tomás eran verdaderas, y provenían de un corazón que, después de haber sido
iluminado por Dios, se había arrepentido, y había vuelto al Señor resucitado,
abandonando sus dudas para adorar. Pero Tomás se había mantenido alejado
tanto como había podido; había ido demasiado lejos en su incredulidad. Todos
los discípulos habían sido incrédulos en cuanto a la resurrección, pero Tomás
había declarado que persistiría en la incredulidad hasta que la vista y el
tacto vinieran a convencerle. Tal había sido su condición moral. Y Jesús la
juzgaba así, y pone a Tomás en su verdadero sitio, como lo había hecho con Pedro:
"Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y
creyeron." (Juan 20:29).
En semejantes casos, ¿no hubieran
sido atraídos por sorpresa nuestros corazones? ¿Hubiesen resistido a los asaltos
del afecto de Pedro o alabanza y del homenaje de Tomás? Pero el Hombre
Perfecto, nuestro Maestro estaba allí por Dios y por la verdad, y no para
agradarse a Sí mismo. Pensemos en el caso de los Israelitas, cuando honraban
al Arca del Pacto y le llevaban a la batalla (1º. Samuel 4), como para
obligarle, por su presencia, a darles la victoria. Pero no se puede obligar de
este modo al Dios de Israel. El pueblo es vencido por los Filisteos, a pesar
de la presencia del Arca. Y Pedro y Tomás se ven reprendidos, aunque Jesús –
que es siempre el Dios de Israel – haya sido honrado por ellos.
¡Sí!, todo era perfección en los
modos de obrar del Hijo del Hombre. Meditemos esas escenas que destacan Su
hermosura y Su gloria moral.
Revista "VIDA CRISTIANA", Año 1964, Nos. 71 y 72.-
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