La enseñanza más espiritual siempre estará
caracterizada por una plena y constante presentación de Cristo como el tema
principal de tal enseñanza. El Espíritu se ocupa con el glorioso tema de Jesús.
Se deleita hablando de él. Se complace exponiendo Sus atractivos y excelencias.
Por eso, cuando un hombre esté ministrando por el poder del Espíritu de Dios,
siempre encontraremos que en su ministerio hay más de Cristo que de cualquier
otra cosa. Habrá poco espacio en tal ministerio para la lógica humana y el razonamiento...
El único objetivo del Espíritu... es siempre mostrar a Cristo”.
C. H. Mackintosh
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