Introducción:
El
propósito de este artículo es poner a la vista, en pocas palabras, las funciones
de los miembros de una iglesia local. Cuando usamos la palabra "eclesiástica",
la usamos en su sentido escritural; "tocante a la iglesia", y no se
refiere a una jerarquía de ninguna clase, la cual no existe, ni se contempla en
la iglesia del Nuevo Testamento. En el trayecto de nuestros pensamientos, tendremos
que considerar varios temas, tales como el sacerdocio, el obispado con sus
descriptivos sinónimos, y los dones dados por Dios por su ejerció en la iglesia
local.
EL SACERDOCIO
En
el Antiguo Testamento la tribu sacerdotal fue una tribu aparte y sólo los miembros
de ella podían ejecutar las funciones sacerdotales en el tabernáculo primero,
y más tarde, en el templo. Los sacrificios que ofrecían señalaban a otro
sacrificio que había de llevarse a cabo y que se describe en la epístola a los
Hebreos. Citamos unos textos de dicha epístola a continuación: "Cristo...
entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención...
Ahora... se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para
quitar de en medio el pecado... Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar
los pecados de muchos... la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para
siempre... Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio
por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios... porque con una sola
ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados". Aquí se ve clara
y ampliamente el testimonio de Dios tocante al sacrificio de Jesucristo en la
cruz de la Calavera; que era un sacrificio sin par, sin necesidad de ser
repetido, que satisfizo por completo las demandas de un Dios justo y, por lo
tanto, que da paz y descanso al pecador por confiar y saber que Dios ha juzgado
sus pecados en la persona de su Hijo Amado, y que no volverá a levantar esa
cuestión jamás - que sus pecados son borrados. Pero no sólo esto fue hecho en
su ofrenda perfecta; no sólo abolió la cuestión de nuestros pecados, sino
deshizo toda diferencia entre la humanidad, sea social, nacional o religiosa y
sacerdotal. Cristo quitó la barrera entre Dios y el hombre y también la que estaba
puesta entre hombre y hombre. Creyentes en el Señor Jesucristo ahora tienen
relación con Dios por un Sumo Sacerdote que es eterno y teniendo una unión
eterna con El, se constituyen un pueblo espiritual y sacerdotal, responsable
para dedicar su vida entera como una "ofrenda de alabanza", un sacerdocio
espiritual y una adoración continua. De esta base proviene cualquier otra adoración
particular y en realidad, si no existe esta base, en vano son las expresiones
de nuestros labios.
Notemos
1 P. 2:9, Ap. 1:6; 5:10; 20:6. - Toda persona justificada es del orden sacerdotal.
Todo el pueblo de Dios, tiene en Cristo el derecho de acceso inmediato a Dios
que es la característica del sacerdocio. En el Nuevo Testamento no hay ninguna
distinción sacerdotal como la del Antiguo Testamento, ni como la que se dice
existir entre el lego ("laos") y el clero ("kleros") o sea
entre las personas, miembros de la iglesia, y los que ministran. La palabra
griega "laos" de donde viene nuestra palabra lego, se traduce consistentemente
"pueblo", así refiriéndose a todo el pueblo de Dios y no distingue a
una clase, sino incluye a toda clase de creyentes. En torno a la palabra
griega, "kleros", viene de la raíz de heredar o asignar. Proviene de
asignar porciones de tierra a personas para su cultivación. Es cierto que no
significa un cuerpo oficial, sino una responsabilidad asignada a una persona
de entre el pueblo - "laos" - y habla de trabajo o función y no de
mandar y poseer para sí. El "klero" no deja de ser del
"laos" o sea que el que tiene una responsabilidad por parte de Dios
para ministrar en la iglesia, no se eleva de encima de los demás miembros.
Sacerdocio entonces, es claramente el privilegio de todo creyente individual y
sus funciones han de ejercerse personalmente. Una persona no puede funcionar
en lugar de otra. El sacerdocio del creyente proviene de su relación con
Cristo y es incapaz de ser transmitido a otro. Todo creyente en Dios (no
importa el sexo) en virtud de ser hijo de Él, es un sacerdote de la dispensación
corriente.
Hay
una idea errónea de que el sacerdocio sólo se ve funcionando cuando la iglesia
o asamblea local se encuentra reunida. Si fuera así, no podríamos decir que al
sacerdocio, no le importa el sexo porque es cierto que Dios ha ordenado que
sólo los sacerdotes varones, o sean los hermanos, puedan ejercer un sacerdocio
público. Sin embargo, esto no quiere decir que las hermanas mujeres no son sacerdotes.
Como veremos bajo el título siguiente, pueden cumplir con las funciones
sacerdotales pero no en público.
Funciones Del Sacerdote Cristiano:
(1)
Acercar: (He. 4:14-16; 7:19; 10:21-22). Ya que no hay nada que nos impide; que
no hay una ley implacable, que Dios se satisfizo y, siempre siendo justo, nos
justifica a través de nuestra fe en su Hijo, nos podemos acercar "con
corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala
conciencia..."
(a) El
Acceso: no es por nuestros méritos como sacerdotes que ahora somos, sino por
el mérito supremo de nuestro Sumo Sacerdote. Este acceso no se reserva
solamente para un día especial, sino se nos abre en todo momento.
(b) La
manera de este sacerdocio:- es espiritual como se verifica en 1 P. 2: 5 -
"casa espiritual y sacerdocio santo" y por lo tanto, los sacrificios
son espirituales como el mismo texto comprueba: "Para ofrecer sacrificios
espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo". Se ve Quien es El
que da mérito y valor a tales sacrificios y no hay un vestido o credo que
distingue, más todo creyente, como hemos visto, tiene el privilegio y la
responsabilidad de ofrecer estos sacrificios.
(2)
El Sacrificio: En el párrafo anterior vimos algo al respecto, pero para
nuestro provecho y ayuda, vamos a ampliar de lo que se trata:-
(a) Sacrificio
de sí mismo:- Ro. 12:1 - No la inmolación, sino la santificación de sí; la
presentación de sí en sacrificio vivo, santo, lo cual es agradable a Dios y en
vista de todas sus misericordias, no nos queda otro camino razonable. La
ofrenda más grande, más aceptable, que el sacerdote puede ofrecer, es la disciplina
moral de sí mismo para Dios. Como dijimos, todo otro sacrificio va en torno a
este. Si no estamos bien aquí, no estamos bien. Recalcamos este punto porque es
la base de toda función y coordinación en la iglesia local sin la cual base,
no puede existir la armonía deseada y que, si hace falta, quita el valor de
cualquier otro sacrificio que haremos.
(b) "Sacrificio
de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre", He.
13:15. Este verso se explica por sí y el Señor reconoce la alabanza de
nuestros pobres labios como un sacrificio acepto a Él. "Sacrifica a Dios
alabanza... El que sacrifica alabanza me honrará", Sal. 50:14; 23. No es
necesario un don para alabar y dar gracias, y aquí tocamos a muchos varones en
las iglesias locales. ¿Qué se necesita? sino un corazón agradecido que en
verdad aprecia las abundantes misericordias de su Dios. Todo sacerdote varón
debe ejercerse al respecto para poder llevar a la congregación en alabanza y
acciones de gracias. ¿Será que la falta de esto indica falta de agradecimiento?
(c) "Sacrificio
acepto", Fil. 4:18. ¿Qué será este sacrificio? En este caso era una dádiva
monetaria que el apóstol Pablo recibió de los filipenses y las tres frases que
él usa para describirla nos dan a entender la actitud de Dios y son de notarse:
"olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios". He. 13:16
también nos interesa al respecto: "Y de hacer bien y de la ayuda mutua no
os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios". "La ayuda
mutua" se refiere al auxilio monetario, otra vez descrito como al agrado
de Dios. En 2 Corintios 8:5 hallamos lo que da valor a cualquier dádiva
monetaria, y como hemos dicho, a cualquier sacrificio espiritual: Las iglesias
de Macedonia "a sí mismos se dieron primeramente al Señor..." Después
de esto no les fue tan difícil que "en grande prueba de tribulación, la
abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su
generosidad... con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de
sus fuerzas... Para el creyente el dar no debe ser una triste necesidad sino
una digna función sacerdotal. El que se ha presentado en sacrificio vivo no
tendrá tanta dificultad en aflojar con alegría, las correas de su monedero lo
cual vuelve a enfatizar la necesidad de ese primer sacrificio.
(3)
Intercede:
(a) Tiene una responsabilidad de interceder por la
"familia de la fe", o sea
sus hermanos en Cristo. Mucho se hace por medio de la oración, máxime por las
personas que encontramos difíciles de soportar en alguna u otra característica,
porque la oración no sólo los puede cambiar a ellos, sino también a nosotros.
Oremos por la edificación mutua de los santos, intercediendo a Dios los unos
por los otros.
(b) "Por todos los hombres", 1Ti. 2:1, para
su salvación en primer lugar, y que Dios nos dé quietud y reposo para poder
vivir en toda piedad y honestidad. Muchos quieren cambiar al gobierno de su
país y los políticos luchan para lograr ese fin, pero con el creyente,
ejerciendo su sacerdocio, más se puede hacer hablando a Dios respecto a estas
cosas porque al fin y al cabo, "no hay autoridad sino de parte de Dios, y
las que hay, por Dios han sido establecidas", Ro. 13:1. Usemos nuestro
privilegio, el cual nos responsabiliza a interceder a favor de la humanidad
perdida. Se ha dicho que se logra más hablando a Dios por los hombres que
hablando a los hombres por Dios aunque este último es necesario también.
Somos
un "sacerdocio santo" porque tenemos acceso a todo tiempo a un Dios
tres veces Santo y "real sacerdocio" porque somos apoderados por el
Rey de reyes para llevar el testimonio de su Gran Nombre a toda persona. (Continuará)
Contendor
por la fe, Nº 109-110, 1971.
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