domingo, 6 de abril de 2014

PREPARACIÓN PARA EL MINISTERIO

Consideramos como una buena señal ver jóvenes reservados, sin demasiada confianza en sí mismos. Es siempre una buena cosa para todos, y más especialmente para los jóvenes, ser “prontos para oír, tardos para hablar” (Santiago 1:19). Es natural que un joven se sienta libre de dirigirse a algunas personas en un pequeño grupo, pero que sienta dificultad para tomar la palabra en una iglesia delante de cristianos llenos de experiencia y conocimiento. Nos gozamos cada vez que se manifiesta un don espiritual, ya sea de evangelista, de maestro o de pastor. Pero siempre hemos visto que una persona realmente espiritual no se precipita jamás para hacerse ver. Consideremos a Moisés. Le fueron necesarios ochenta años para prepararse para el ministerio, y a pesar de ello, ¡cuán lento fue para comenzar! Veamos a Jeremías, a todos los siervos verdaderamente eficaces de Cristo y al mismo Maestro que, aunque no necesitaba ninguna preparación, se guardó treinta años aparte, para darnos el ejemplo, antes de mostrarse en público para cumplir su obra. Estemos bien seguros de que esta preparación secreta, bajo la mano de Dios mismo, es necesaria para ser aptos para el ministerio público. Si continuamos sin pasar por esa preparación, corremos el peligro de fracasar e incluso de naufragar.

Creced 2004 - N° 2

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