En estos días, el "movimiento de
lenguas," así llamado por razón de la manifestación de "hablar en
lenguas" por aquellos que dicen haber recibido el "bautismo del
Espíritu," está llamando la atención de muchos. Es muy natural que los
creyentes piadosos sientan la frialdad, indiferencia y mundanalidad que hay en
muchas iglesias, y deseen ver un verdadero avivamiento en el poder del Espíritu
Santo. Sabiendo esto, el enemigo está ocupando a muchos con un avivamiento
falso, bajo la capa de más consagración, piedad y espiritualidad. Es como una
prevención contra esto, que escribimos este artículo.
Muchos ponen objeción a lo que decimos que
Satanás puede estar en un movimiento que tiene tantos indicios de justicia y
espiritualidad, pero no olvidemos que la Palabra de Dios, hablando de algunos
así llamados siervos de Dios en los días de los apóstoles, dice, "Porque
éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, transfigurándose en apóstoles
de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel
de luz. Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como
ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras. II Cor. 11:13-14.
Hay cuatro indicios en el movimiento de la
actualidad que lo señala como opuesto al orden escritural:
(1)La dirección de las mujeres.
Cualquiera que sea la posición que tenga
la mujer en la Iglesia, claro es que no es la de dirección. Dos pasajes
determinan esto para cualquiera que quiera obedecer la Palabra:
"Vuestras mujeres callen en las
congregaciones, porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como
también la ley dice. Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa a sus
maridos; porque deshonesta cosa es hablar una mujer en la congregación." I
Cor. 14: 34-35.
"La mujer aprenda en silencio, con
toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni tomar autoridad sobre
el hombre, sino estar en silencio I Tim. 2:11-12.
Así es que para las mujeres dirigir misiones
o reuniones públicas, o predicar o hablar en asambleas públicas, es claramente
en contra de la Palabra de Dios.
(2)
La exaltación del Espíritu más bien que Cristo Su Palabra.
Un indicio de la verdadera espiritualidad
es que la persona se ocupa con Cristo y sigue Su Palabra. Leamos los siguientes
pasajes de la Escritura. "Más el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el
Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os recordará todas
las cosas que os he dicho Juan 14:26.
"Empero cuando viniere el Consolador,
el cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del
Padre, él dará testimonio de mí. Juan 15:26.
"Pero cuando viniere aquel Espíritu de
Verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que
hablará todo lo que oyere, y os hará saber cosas que han de venir. Él me
glorificará, porque tomará de lo mío, y os lo hará saber." Juan 16: 13-14.
Así podemos ver que el Espíritu nos hace
recordar la Palabra de Cristo, da testimonio de Él y le glorifica. Las personas
guiadas por el Espíritu hablan poco del Espíritu y exaltan al Señor Jesucristo.
Tenemos que recordar también que el
Espíritu nunca nos dirige contrario a la Palabra de Dios.
(3) La mala aplicación de ciertos
pasajes de la Escritura por no entender la verdad dispensacional.
Es importante entender que Dios ha tratado
con el hombre de distintos modos en distintas dispensaciones. En el Antiguo Testamento
trató con una nación, Israel, en un país, Palestina. El Señor Jesús vino como
su Mesías, cumpliendo todas las profecías del Antiguo Testamento, como lo vemos
en el Evangelio según San Mateo. Pero la nación le rechazó y le crucificó.
Consiguientemente después de su muerte, resurrección
y ascensión, Dios envió a Su Espíritu Santo en el día de Pentecostés para
comenzar una cosa nueva, la Iglesia, para ser compuesta de creyentes
"tomados" de los Gentiles, (Hechos 15: 14) con un remanente de entre
los Judíos, para formar la Iglesia (Griego, ekklesia — llamado fuera) el Cuerpo
y la Novia de Cristo.
Examinemos ahora algunos pasajes de la
Escritura que son mal aplicados por no entender esto.
Marcos 16: 17. "Y estas señales
seguirán a los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán
nuevas lenguas; quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les
dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán."
Para entender esto tenemos que tener
presente que el Señor dijo estas palabras inmediatamente antes de su ascensión.
Todavía no había sido escrita ninguna palabra del Nuevo Testamento, y nadie
tenía nada para guiarle en cuanto a si esta cosa nueva, la Iglesia, que se
estaba estableciendo en la tierra, era de Dios o no. Por lo tanto Él dio estas
señales especiales para probar a los inconversos que el Evangelio era de origen
divino, en contraste con el judaísmo, ahora rechazado, y el paganismo, que Dios
nunca había reconocido. Y cuando leemos el libro de los Hechos, encontramos el
cumplimiento de estas cosas. Pero no continuaron. Habiendo cumplido su
propósito en autenticar la cosa nueva, establecida por Dios, cesaron. En I Cor.
12: 28, el apóstol da un lugar secundario a los dones de señales, y en Efes. 4:
11, escrita algunas años más tarde, son enteramente omitidos. Parece que Pablo
había abandonado completamente el uso de ellos hacia el fin de su ministerio.
Véase por ejemplo II Tim. 4: 20, I Cor. 13: 8.
Otro versículo mal citado es Juan 14: 12.
"De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago
también él las hará; y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre."
¿Cuáles son estas "obras
mayores"? ¿Milagros? Seguramente que no. Ningún apóstol hizo mayores
milagros que el Señor mismo. ¿Hablar en lenguas? Apenas podríamos llamar eso
una "obra mayor." Creemos que el Señor se refiere a los triunfos
espirituales del evangelio. Durante su vida el Señor vio muy poco fruto de su
trabajo. Su gran obra estaba en Su muerte. Esta colocó la base de todo lo que
han hecho sus siervos después. Nótese que dice, "Porque yo voy al
Padre". Él iba al Padre, y el Padre enviaría al Espíritu Santo para
testificar de Él, y traer a Él como Salvador, almas manchadas con el pecado, de
entre todas las naciones. Pedro, en el poder del Espíritu, hizo una obra mayor
en el día de Pentecostés, cuando fue el instrumento en la conversión de 3,000
almas. Y cada creyente que trae un alma a Cristo hace una obra mayor que lo que
pudiera serlo jamás la mera sanidad corporal o el hablar en lenguas. Un alma
ha sido salvada por la eternidad.
Veamos también a Juan 14: 16-17. "Y rogaré
al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni
le conoce: más vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros."
Muchos entienden éste como si fuera que el
Señor estuviera hablando directamente con ellos, diciéndoles que aunque el
Espíritu está con ellos, todavía no es en ellos. Tengamos presente que el Señor
dijo estas palabras antes de Su crucifixión, y por consiguiente antes de la
venida del Espíritu Santo como una Persona para morar aquí abajo en el día de
Pentecostés. Él rogaría al Padre que les enviase al Espíritu, y el Padre le
envió en el día de Pentecostés. En los días del Antiguo Testamento, Él estaba
con los creyentes, pero no estaba con ellos para siempre, ni en ellos. Ahora,
puesto que vino en él día de Pentecostés, para morar aquí abajor le
recibimos cuando creemos el evangelio (Efes. 1: 13, 14) y Él mora en nosotros y
permanece con nosotros para siempre. Lucas 11:13 "¿Cuánto más vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidieren de Él?" Es un
pasaje similar. Cuando el Señor dijo estas palabras, todavía el Padre no había
dado el Espíritu Santo, y no podía darle hasta que el Señor no ascendió al
cielo. (Juan 7: 39). Pero ahora nosotros los creyentes Lo tenemos con y en
nosotros. Para un creyente pedir el Espíritu Santo ahora, con toda la enseñanza
del libro de Los Hechos y las Epístolas en nuestras manos, demuestra falta de
inteligencia en las cosas divinas.
En cuanto al libro de los Hechos, las lenguas
allí mencionadas fueron, creemos, idiomas verdaderos, y Dios dio este don a los
apóstoles de hablar en otras lenguas sin aprenderlas, para que todos allí
presentes en el día de Pentecostés, pudieran oír el evangelio. Manifestaciones
similares se ven en el libro de los Hechos, Cap. 10, cuando fueron admitidos
los primeros Gentiles, y en el capítulo 1 9, cuando fueron admitidos aquellos
que habían conocido nada más que la enseñanza de Juan Bautista, como prueba de
que participaron del mismo bautismo del Espíritu. Pero no hay ni un solo
indicio en las epístolas que estas manifestaciones continuaron. Estaban
relacionadas con la iniciación del cristianismo.
La idea de que sólo aquellos que hablan en
lenguas son sellados, es absolutamente opuesta a la enseñanza de la Biblia, y
no puede producirse ni un versículo en su apoyo. Aun en Corinto, mientras que
los dones de señales estaban aún en existencia, el hablar en lenguas era
prohibido si no había intérprete, (I Cor. 14: 2, 4, 28) y aun allí solamente
algunos hablaron en lenguas. I Cor. 12: 28.
Casos de hablar en lenguas, aun aparentemente
genuinos, no serían necesariamente de Dios en estos últimos días, porque la Escritura
nos previene contra señales y milagros mentirosos, en conexión con el advenimiento
del Anticristo. (II
Tes. 2:9).
(4) El dar más importancia a la
experiencia que a la doctrina.
La experiencia que no está basada en la
doctrina no es sana, y fallará al fin. Muchas almas piadosas se están ocupando
con este nuevo movimiento, por razón de su aparente espiritualidad, y son
arrastrados por su experiencia.
Sometemos la siguiente como doctrina sana
en la cual puede basarse una experiencia espiritual:
(a) El bautismo del Espíritu no es individual,
sino colectivo. Es dado en el libro de los Hechos como un hecho cumplido,
habiendo entrado en el mismo bautismo, diferentes compañías representativas.
Hechos 2: 33, 10: 44, 19: 6.
(b) Cada persona nacida otra vez recibe el Espíritu
Santo y así entra en este bautismo colectivo, que le hace un miembro del Cuerpo
de Cristo. I Cor. 12: 13, Efes. 1:13, 14.
(c) A la vez, además de colocarnos en el Cuerpo de
Cristo, el Espíritu mora en nosotros individualmente, y así es el sello, la
prenda y la unción. Efes. 1: 13, 1 4, II Cor. 1: 21, 22; I Juan 2: 20, 27. Rom.
8: 9.
(d) Por eso, somos exhortados a no contristar al
Espíritu, (Efes. 4: 30), ni apagarle (I Tes. 5:19) sino a ser llenos de Él.
Efes. 5:18.
Nótese lo que sigue esta última exhortación:
v. 19. Alabando al Señor en el corazón, v. 20. Dando gracias siempre de
todos... en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
v. 21. cáp. 6: 9. Sujetándonos los unos a
los otros en el temor de Dios. Estas cosas son "el fruto del
Espíritu" de Gal. 5: 22, 23.
Estas son las indicaciones de una verdadera
experiencia espiritual. Es cuando el Espíritu nos ocupe con Cristo en y por Su
Palabra que estos frutos se producen en nosotros y Dios puede usarnos para la
bendición de Su pueblo y la salvación de los pecadores.
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