domingo, 4 de mayo de 2014

La Oración y La Adoración

TEXTO: “Es necesario orar siem­pre, y no desmayar” (Lucas. 18:1).

DEFINICION: La oración es el acto de hablar con Dios en Adoración, Intercesión, Petición y Comunión. Dios no desea que Sus hijos caminen solos, sino que en todo hagan sus peticiones a El y que se gocen de comunión con El.

SIETE PUNTOS:
1. Cristo nos enseñó algunas cosas sencillas y elementarías concerniente a la Oración.
a. No debemos ser “como los hipó­critas”, desplegando piedad para ser alabados de los hombres.
b. No debemos ser “como los gen­tiles”, diciendo muchas palabras — el mucho hablar no agrada a Dios. El co­noce a todos y nos ama El no necesi­ta persuasión para ser benigno o para que nos escuche. Las encantaciones co­mo “Baal, escúchenos!” no tienen lu­gar en la oración verdadera.
c. No debemos ser como engaña­dores, quienes esperan ser perdonados, pero rehúsan perdonar a los demás. (M.t 6:14).
d. Debemos orar con importuni­dad. Véase las dos Parábolas en Lucas 11:5-13 y 18:1-8. No con muchas pala­bras pero frecuentemente y nunca ce­diendo ni desmayando -- esto es, oran­do con fe y perseverancia.
2. El Ejemplo de la Oración (Mat. 6:9-13, “La Oración del Señor”) debe ser estudiada cuidadosamente. Presen­ta primeramente lo que concierne en sí a Dios en tres peticiones. El nombre Santificado, El Reino venidero y que Su voluntad sea hecha. Nuestras necesidades siguen en cuatro peticiones, por Alimento, Perdón, Dirección y Liberación.
Termina con una atribución de gloria a Dios. No es egoísta, “Mía”, sino piensa en otros, “Nuestra”. Esta Oración Perfecta no debe ser hecha sin vida, ni repetida ligeramente, porque entonces se vuelve una repetición vana.
3. La Repetición de Oraciones debe dar lugar a la Oración en el Espíri­tu. Orar con notas (aunque algunos en­cuentran que esto les ayuda un poco) es como un hombre con muletas, debe­mos aprender a adorar y orar en el Es­píritu. La promesa de Romanos 8:26-27 es nuestro privilegio, “Orando en todo - tiempo con toda deprecación y súplica en él Espíritu, y velando en ello con to­da instancia” (Ef. 6:18) es nuestro mé­todo.
4. La adoración es él método más alto de la Oración. Es el alma deleitándose en Dios y adorando, alabando y  bendiciendo a El por lo que El es y ha hecho por nosotros en Cristo.
El Padre busca adoradores (Juan. 4: 23-24). En los Salmos 145 a 150 se en­cuentran ejemplos de adoración pura. Ni una sola petición, todos gloriándose en el Señor.
5. La intercesión por otros es una forma noble de la Oración. Véase có­mo el Señor Jesús oró por nosotros en Juan 17, y aprenda a traer las necesi­dades de otros a Dios. Frecuentemen­te cuando uno no puede orar por sí mismo, la intercesión por otros abre las puertas de la oración.
6. Comunicación con Dios es la forma de oración más fructífera. No son generalidades indefinidas y vagas como “Oh, Dios, bendiga...” sino dis­cutiendo nuestros asuntos con Dios — como Ezequías puso la carta delante del Señor, y David se sentó delante de Dios para hablar acerca de su reino.
7. La Oración debe tener sus tiem­pos determinados. La regla de David y Daniel era mañana, a medio día, y por la noche (Salmo 55:17 y Daniel 6: 10), pero aparte de nuestros tiempos acostumbrados para orar debemos aprender a orar al trabajar, o cuando caminamos, en todo tiempo. La ora­ción en el secreto del corazón es un hábito bendito.

ILUSTRACIONES:
Abraham (Gen. 18:23-32). Su siervo (Gen. 24:12-14). David (2 Sam. 7:18-29), y muchos otros.
La parábola del Publicano y el Fa­riseo (Lucas 18:9-14), y las Parábolas de Lucas 11:15-13 y 18:1-8).
Sendas de Luz, Diciembre-Enero, 1976

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