domingo, 6 de julio de 2014

Doctrina. El Hombre (Parte VII)

VII. La caída del hombre


La doctrina de la caída del hombre no es peculiar al cristianismo. Todas las religiones la contienen de alguna manera, y reconocen este hecho grande y terrible. Aunque no hubiéramos tenido el relato que se encuentra en Génesis 3, hubiera quedado siempre el problema de la caída y el pecado.
Sin embargo, la doctrina de la caída está relacionada con el cristianismo en una forma en que no está relacionada con otras religiones. El carácter moral de Dios, como se nos presenta en la religión cristiana, sobrepuja con mucho la idea del Ser supremo que ofrecen otras religiones, y de esta manera realza e intensifica la idea del pecado.
Cuando el hombre considera el noble carácter  de Dios, como nos lo presenta el cristianismo, y mira después la doctrina del pecado, encuentra difícil  reconciliar el hecho de que Dios, siendo el Ser moral que es, haya permitido que el pecado entrara en el mundo. Para algunos estas dos cosas son irreconciliables, y  dirán que la caída del hombre es una vieja fábula babilónica, pero sólo tenemos que observar detenidamente al hombre para verlo trabajar por el pan, debilitarse en sus enfermedades, y morir en su miseria, para darnos cuenta de que él ha tenido una caída. "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12).
Analicemos brevemente el texto bíblico de Génesis 3.  Encontramos:
La Prueba
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”  (Génesis 2:16-17).
La orden era clara y precisa de parte de Dios. Podían alimentarse de todos los frutos que produce el huerto y de las semillas, pero de este árbol en particular ellos NO  debían comer, no porque el fruto fuese malo o venenoso, sino porque Dios había ordenado que de ese fruto no se comiese. El mandato estaba dado, la ordenanza era clara, por lo cual lo único que debía hacer Adán (y Eva) era cumplir lo establecido.
Tenemos en este versículo que por primera vez se menciona la muerte como resultado de una acción. Y este resultado tenía tres facetas que manifiestan la ruina completa del hombre:
(1)  La muerte espiritual: La separación de Dios.
(2)  La muerte física: La separación del cuerpo.
(3)  La muerte eterna (segunda): Sufrir la ira de Dios para siempre en el lago de fuego.
Relato Bíblico
El  relato bíblico nos indica que un animal, la serpiente, era muy astuta.  No se presentó como quien era realmente[1]. El enemigo de Dios usó a un (o forma de o disfraz de) animal para atacar. Y atacó a Eva sagazmente en diversos aspectos de una sola vez:
·                    La curiosidad para lograr su cometido.   Lo más probable que la sedujo con sus colores, y como Eva la vería todos los días y los animales no le tenía miedo, y de seguro Adán y Eva entendían el lenguaje de  los animales, por esto Eva no se asustó y la escuchó.
·                    Presentó la orden del Señor en forma negativa, mintiendo, ya que tergiversa la misma orden: “¿Conque Dios dijo: No comáis de ningún árbol del huerto?“. Eva contesta no de acuerdo a la pala­bra dicha por el Señor: “más del árbol de la ciencia del bien y del mal, no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás.” Es decir, no citó correctamente las palabras de Dios, sino que dijo: “más del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni tocaréis en él, para que no muráis.”
Analicemos los puntos en que consiste la caída del hombre:
1.- Ante la  remetida  de la serpiente, la respuesta de la mujer fue: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él,  ni le tocaréis,  para que no muráis” (Génesis 3:2-3).
El mandato de Dios era claro y preciso: “Y mandó Jehová Dios al hombre,  diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás;  porque el día que de él comieres,  ciertamente morirás”  (Génesis 2:16-17).
La mujer no conservó en su pureza la orden de Dios, ya que agregó de su parte a la ordenanza. “…Ni le tocareis”, había agregado. Podemos inferir que ella había estado otras veces cerca de aquel árbol mirando su fruto, deseando tocarlo. Es muy probable que ella hubiera sido observada por Satanás, y éste  aprovechó a la serpiente  para acercarse a ella. Y en el momento que la serpiente le habla,  ella hubiera ido a mirar el fruto prohibido.
2.- No Moriréis…  La serpiente Plantea todo contradiciendo lo que Dios había establecido en su decreto. El Decreto era si Comes… Mueres. La serpiente estaba derechamente decretando lo contrario: “No Moriréis”. Y hace más aún, le da un aspecto positivo al hecho de desobedecer al mandato divino, cuando en la realidad sería el hecho que los separaría para siempre del cobijo de Dios. Las consecuencias que tuvo fueron claras: Murieron, primero espiritualmente posteriormente físicamente. Definitivamente, los ojos fueron abiertos y descubrieron con horror el bien y el mal. Sabían al igual que Dios, el bien y el mal, con la única diferencia es que estaban al lado opuesto, una inmensa sima nos separaba: es infranqueable.
3.- Como resultado del engaño, Eva estiró  la mano y cortó el fruto:
1.      Vio que era bueno
2.      Que era Agradable
3.      Codiciable para alcanzar sabiduría
4.      Tomó… comió.
5.      Dio al hombre.
Podemos decir que si Eva hubiera tenido bien puesta su fe, no hubiera deseado comer del fruto. Vio que el fruto del árbol era agradable a los ojos, lo que quiere decir que tenía un bonito color y a ella, tal vez, le apetecía probar ese fruto, y sin pensar en el mandato de Dios y en sus consecuencias en la transgresión que estaba cometiendo, lo cortó del árbol y comió.
Si  en la mujer fue falta de Fe y confianza en el mandato, en  Adán queda patente que fue más desobediente, ya que co­mo imagen de Dios, debía haber puesto cordura a su esposa y haber desechado la idea de la mujer de comer del fruto. Fue débil y comió en forma deliberada, a sabiendas que no debía hacerlo. Adán y Eva se hicie­ron pecadores, y por ser hijos de ellos, también lo somos.
Entonces, se cumplió el castigo de la desobediencia, habían muerto para Dios (y esta muerte es eterna, ya que Dios es sin pecado y no lo tolera). Como consecuencia de esta desobediencia, el hombre y la mujer se dieron cuenta que estaban desnudos: “enton­ces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Génesis 3:7).
Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto” (Gen 3:8). 
Era costumbre de Dios caminar y conversar con Adán; y cuando éste escucha la voz del crea­dor que lo llama (“¿Dónde estás tú?”), por primera vez tiene miedo, miedo que le induce a escon­derse. El Miedo y la vergüenza de estar desnudos ante el Creador delataban que el pecado  reinaba en ellos.
El hombre no puede negar la respuesta a su creador: “Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”. Dios que sabía lo que el hombre había hecho, por lo cual su pregunta fue directa: “¿Quién te en­señó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?”.
El ser humano siempre tiene escusas para todo. En vez de reconocer que de uno es la falta siem­pre le echa la culpa a otro. Dios le pregunta a Adán y culpa a la mujer que le dio de comer el fruto. Y cuando le pregunta a la mujer, ésta culpa a la serpiente que la engañó.

Interpretaciones del relato
El análisis de este pasaje ha dado diferentes interpretaciones con respecto a la caída del hombre. Encontramos tres tipos de interpretaciones, a saber:
1.                 Alegórica[2]: Esta interpretación ve el relato del siguientes modo: Adán es la parte racional del hombres; Eva, la parte sensual, la parte sensitiva, en relación a los sentimientos; la  serpiente, a las incitaciones externas del mal. Pero la misma sencillez y falta de artificio del relato se opone a este punto de vista.
2.                 Mito: Es una verdad revestido de forma poética, algo extraviado en las arenas del tiempo, de tradiciones de un pasado perdido. ¿Por qué se han de tratar unos pocos versículos de esta forma y no todo el capítulo? Otros quieren preservar la “verdad” del relato sin tener que aceptar su confiabilidad  histórica
3.                 Interpretación literal: El relato se lee tal cual es, en su sentido es perfectamente natural, lo mismo que se hace con las demás partes del mismo capítulo. El relato indica por sí mismo que se debe tomar literalmente, ya que es parte de un libro histórico. Los lugares mencionados con la historia son reales e históricos. La maldición echada al hombre, a la  mujer y a la tierra es ciertamente literal, es un hecho que la muerte se encuentra en el mundo como la paga del pecado.
Sin lugar a dudas  Cristo y los otros escritores bíblicos consideran el hecho como literal e histórico (Ver Mateo 19:4; Marcos 10:6; 2 Corintios 11:3; 1 Timoteo 2:13-15; 1 Corintios 15: 21–22, 56). Pablo enfatiza la historicidad del pecado de Adán en Romanos 5:12–21. Él repetidas veces lo compara con lo que Cristo hizo en la cruz.  Muchos que entienden que Génesis 3 es una leyenda, una poesía, un mito verdadero, o cualquier otra cosa, no niegan la historicidad de la muerte de Cristo (aunque puede que no estén de acuerdo en cuanto a su significado). Pero la comparación y el contraste de Pablo en el pasaje, demanda o que tanto las acciones de Adán como las de Cristo sean verdad o que ambas sean leyenda o mito. El aceptar la muerte de Cristo como histórica y no así el pecado de Adán es, para decir lo menos, forzar el pasaje hasta el punto de ruptura. Esto es precisamente lo que tratan de hacer los algunos “cristianos” con una teología diferente. No sólo aceptan la historicidad de la muerte de Cristo, sino que para ellos es el punto más alto de la revelación. Pero aun así, no aceptan el relato de Génesis 3 como histórico, aunque reconocen la verdad y realidad del  pecado. Pero si, de acuerdo a ese pasaje, Cristo y lo que El hizo están en la esfera de los hechos, entonces también lo están Adán y sus acciones.
Naturaleza de la caída
"Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos; y seréis como Dios sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella." (Génesis 3:4-6) Ahora bien, el fruto estaba bien, y era un buen fruto, teniendo solamente la prohibición de Dios detrás del mismo. Algunos contienden que fue algo mezquino de parte de Dios poner en obra la caída del hombre, pero nosotros preguntamos, "Caminando sobre la orilla, ¿cuántos pasos en falso hay que dar para caerse a un precipicio?"

a. Pecar es dudar del amor de Dios.
Al dudar del amor de Dios el hombre negó la benignidad de Dios, actuó separado de Dios y se convirtió en un pecador. "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte." (Proverbios 14:12 cf. Isaías 55:6)

b. Pecar es dudar de la Palabra de Dios.
Al dudar de la Palabra de Dios el hombre negó la verdad de Dios; al negar su verdad, el hombre actuó a despecho de Dios y se convirtió en un criminal. "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley." (I Juan 3:4)
c. Pecar es rebelarse contra la autoridad de Dios.
Al dudar de la autoridad de Dios, el hombre negó la deidad de Dios; al negar su deidad, el hombre se convirtió en un adversario de Dios. Por consiguiente, él se convirtió en enemigo de Dios y en un rebelde en el universo de Dios. "Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios." (Romanos 8:7-8)
La prueba le fue dada al hombre para ver si él permanecería fiel a Dios, o no. El hombre fracasó porque él quiso ser "como" Dios. El mismo diablo también cayó (Isaías capítulo 14) porque él quiso ser semejante al Dios Altísimo. Esto resultó en su caída, por lo que él plantó la misma semilla de ambición falsa en Adán y Eva para ver si ello ponía en obra la caída de ellos, y así fue.
Algunos preguntan, "¿Era Dios justo para con ellos?" Adán y Eva fueron advertidos y puestos de sobre aviso contra Satanás. Había solamente una prohibición en el huerto. Ellos no necesitaban del fruto porque no les faltaba nada. Así que no tenían excusa.
Resultado de la caída
I.       Los resultados inmediatos en Adán y Eva.
(1)             La vergüenza. "Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban... Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales." (Génesis 2:25; 3:7) Dios mismo está cubierto con una vestidura de luz (Salmos 104:2); y cuando El hizo al hombre, lo hizo a su propia imagen y semejanza. Por consiguiente, nosotros creemos que el hombre, originalmente, estaba cubierto de una vestidura de luz. Cuando el hombre pecó, el perdió su vestidura de luz, y se hizo una vestidura de hojas de higuera para reemplazar la que él había perdido. Desde aquel entonces, el hombre ha tratado de cubrir su desnudez por sus propios esfuerzos, pero no ha encontrado más que trapos de inmundicia.
(2)             El miedo. "Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí." (Génesis 3:10) El hombre todavía trata de esconderse de Dios.
(3)             La separación de Dios. No cabe duda de que el hombre perdió su naturaleza perfecta y la comunión íntima con Dios que antes tenía. No hay tal cosa como la "paternidad de Dios" ni la "confraternidad de los hombres" para el hombre natural, el hombre pecador.
(4)             La expulsión del huerto. "Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre y puso al oriente del Huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida." (Génesis 3:23-24) El hombre llegó a ser expulsado del huerto y un enemigo de Dios.
(5)             Perdió el señorío sobre la creación. En el principio Adán ciertamente era el gobernador de todas las criaturas terrenales. "Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar." (Salmo 8:6-8) Esto no es cierto con respecto al hombre actual. Él ha perdido ese señorío. Cristo se lo devolverá cuando El venga otra vez. (Hebreos 2 e Isaías 11)

II.    Los efectos remotos sobre la posteridad de Adán.
(1) El espíritu humano está entenebrecido. "Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón" (Efesios 4:17-18). El cuarto oscuro del entendimiento humano permanece entenebrecido hasta que el Espíritu Santo entre a iluminarlo.
(2) El alma está degenerada y corrupta. Los incrédulos, "... después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza." (Efesios 4:19 cf. Jeremías 17:9)
(3) El cuerpo está sujeto a enfermedad y muerte. "Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios." (Romanos 8:21)
El castigo divino del pecado.
Este castigo fue la expresión inmediata del juicio de Dios sobre:
(1)             La serpiente. "Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el calcañar." (Génesis 3:14-15) Satanás, en toda su majestad, no es considerado más que una serpiente. Esta es una metáfora, porque nosotros sabemos que las serpientes no comen polvo. El decreto de Dios para la serpiente, de que ésta comería polvo de la tierra todos los días de su vida, puso de manifiesto el menosprecio que Él tuvo hacia el diablo.
(2)             La mujer. "A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti." (Génesis 3:16)
(3)             La creación. "Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo." (Génesis 3:17-18 cf. Romanos 8:20-22)
(4)              El hombre. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás (Génesis 3:17 – 19, cf. Génesis 5:29).
(5)             El último castigo que fue impuesto sobre la pareja inicial de la humanidad es el abandono inmediato del hogar que Dios los había albergado: no eran dignos de él. Y, además, bloqueo la entrada a aquel hogar  por medio de guardias, puso querubines para que no entrasen  y comiesen del árbol de la vida.
(6)              También tiene una expresión futura del juicio de Dios sobre los hombres, que es la muerte segunda, en el cual estarán todos los pecadores que no quisieron aceptar el medio de recate que Dios les prodigaba: La obra redentora de su Hijo Jesús. (Apocalipsis 21:8)
La provisión para el pecador.
Así como la justicia de Dios requiere que exista un Juicio, el amor de Dios, la misericordia de él, no podía permitir que el hombre se perdiera. Así que estableció hechos inmediatos y promesas futu­ras (que ya se cumplieron).
Les hizo vestidos. Ellos estaban desnudos y no podía dejarlos ir así a la inclemencia de los elementos, cu­briendo sus desnudes con hoja de Higuera. La palabra del señor nos dice: “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (Génesis 3:21). El personalmente les hizo ropa, para demostrarle su amor, que aun los amaba.  No obstante, debía derramarse sangre. "... y sin derramamiento de sangre no se hace remisión." (Hebreos 9:22) Ellos debían ser cubiertos con aquello que había muerto por sus pecados. De la misma manera, los pecadores de la actualidad tienen que ser cubiertos con la justicia de Aquel que murió por ellos.
Les prometió un Salvador (Redentor). En Génesis 3:15, se encuentra la primera promesa con  respecto a la venida del Señor Jesu­cristo. En ella se declara que la simiente de la mujer (el Señor Jesucristo) herirá la ca­beza  a la serpiente y ella le herirá el calcañar. Cuando el Señor moría en la cruz, era la apa­rente victoria de Satanás. Pero la aparente victoria se convirtió en derrota, ya que el Señor resu­citó al tercer día como lo había prometido.
Protección. ¿Se imaginan si Adán y Eva y sus descendientes hubiesen comido del árbol de la vida?  Esto significa que ellos vivirían por siempre, soportando la carga del pecado, lo cual sería horri­ble de soportar. ¿Por qué? Porque el pecado es una carga que nos va consumiendo poco a poco nuestra alma, llegando a ser seres horribles.  Por ejemplo, sólo basta ver a los homi­cidas y las vidas que llevan.




[1]  ¿Cómo sabemos que la serpiente es el Diablo? ¿Por qué suponer que era Satanás  el impulsor de esta serpiente? Por diversos pasajes que encontramos en el nuevo testamento. Apocalipsis12:9 y 20: Satanás es llamado la serpiente antigua.
[2] Alegoría (gr. allegorein, «hablar figuradamente»), es una figura literaria o tema artístico que pretende representar una idea valiéndose de formas humanas, animales o de objetos cotidianos. Por su carácter evocador, se empleó profusamente como recurso en temas religiosos y profanos. Fue usada desde la antigüedad, en la época del Egipto faraónico, la Antigua Grecia, Roma, la Edad Media o el Barroco.

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