domingo, 6 de julio de 2014

Valentía

La Biblia habla mucho de valentía. Así, por ejemplo, David dice en el Salmo 27:14: "Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espe­ra a Jehová”. Aquí se mencio­na el alentarse juntamente con el esforzarse y el aguar­dar, o esperar. Según el dic­cionario, valentía es: valor, energía y voluntad para afrontar situaciones difíciles o adversas - o: hazaña que se realiza con heroicidad. Y esto es justamente lo que David quiere expresar: realizar ha­zañas con Dios, afrontar si­tuaciones con Dios, actuar con energía y voluntad junto a Dios, dejarse animar por Dios y confiar en Él.
Contrariamente a esto, los seres humanos muchas veces estamos desanimados, aco­bardados y deprimidos. Esto sucede porque nos concen­tramos en nuestras propias posibilidades y vemos nues­tras limitaciones, incapacida­des y debilidades, y a conse­cuencia de esta visión, perde­mos la valentía. En esta situación, David nos dice: “Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espe­ra a Jehová”. Si comenzamos a esperar al Señor, a confiar en Él y a contar con Él, recibimos fuerza. Cobramos aliento. En­tonces podemos realizar ha­zañas. No porque contemos con nuestra capacidad, sino porque nos lanzamos a la aventura junto a Él, nuestro Señor Jesucristo.
“Aguarda a Jehová” signifi­ca, también, admitir nuestra propia debilidad. Significa que necesitamos a alguien Fuerte, a alguien que nos ayude. Pero, también significa que tene­mos que aguardar, que espe­rar a Dios, esperar Su tiempo y Su intervención. Esto no siem­pre nos resulta fácil.
Cuando la situación parez­ca escapar a nuestro control, cuando se ciernan nubes de preocupación sobre nosotros, cuando aparezca una tragedia en el horizonte, como un frente de tormenta, entonces debemos actuar con valentía. Debemos atrevernos a poner nuestra confianza plenamen­te en Él, a pesar de todo, pues la Escritura dice: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón” (He. 10:35). Concentremos, enton­ces, todo nuestro ánimo y nuestro valor en confiar en Él y en Su intercesión. De esto tenemos un gran ejemplo en David. Él sabía de qué estaba hablando, cuando dijo: “Aguarda a Jehová”. Durante años fue cazado, marginado y perseguido. Saúl quería ma­tarlo y puso en marcha todo lo que tenía a su alcance para capturarlo. Justamente en es­tas situaciones, David pudo experimentar que vale la pena aguardar al Señor. Pues Dios es fiel a Su Palabra. Él cumple Sus promesas.
Estas experiencias de fe, fortalecieron en David la va­lentía para arriesgarse aún más con la ayuda de Dios, pa­ra confiar aún más en Él, para contar con Él y esperarlo todo de Él. Por eso, pudo animar a otros con estas palabras: “Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espe­ra a Jehová”. David había vivi­do grandes experiencias con Dios: como pastor, por ejem­plo, cuando, con la ayuda de Dios, rescató al cordero de las garras del oso. Cuando, con la ayuda de Dios, mató al gigan­te Goliat. Cuando, con la ayu­da de Dios, fue protegido de la ira de Saúl y cuando, final­mente, pudo ocupar el trono en Israel.
La ayuda de Dios era algo tan real para David, que pudo decir: “Porque tú salvas al pueblo afligido, mas tus ojos están sobre los altivos para abatirlos. Tú eres mi lámpara, oh Jehová; mi Dios alumbrará mis tinieblas. Contigo desba­rataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros” (2 Sam. 22:28-30).
El aguardar a Dios, por un lado, y el experimentar Su ayuda y crecer en valentía, por el otro, son dos cosas que se potencian y son un ejerci­cio que dura toda la vida. El aguardar, el confiar y tomar aliento, solamente es posible cuando hemos conocido a Dios. En la medida de nuestro conocimiento, esperaremos en Él. Y cuando experimenta­mos, así, Su ayuda, aprende­mos a confiar. Cuanto más lo hacemos, tanto más cobra­mos coraje y aprendemos a contar nuevamente con Él. Así, también, recibimos la va­lentía para comenzar de nue­vo. Pues ¡rápidamente pierdo mi propio coraje, cuando, co­mo Pedro, cuando se hundía, me miro a mí mismo! Pero, es justamente entonces que Dios me alienta. Me da el va­lor de volver a Él y de empezar de nuevo con Él. Así, junto a Él, cobro aliento para encarar mi vida diariamente con va­lentía. “Aguarda a Jehová; es­fuérzate, y aliéntese tu cora­zón; sí, espera a Jehová”.

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