Dicen que me estoy envejeciendo,
Y muchos lo están diciendo
En lenguaje lo más liso y llano;
Pero yo no estoy volviéndome anciano.
Este viejo y frágil cuerpo en que moro
Se está gastando, no lo ignoro;
Pero es mi cuerpo, miren bien se lo imploro.
¿Y qué si mi cabello se emblanquece?
Y aunque mi vista esté flaqueando,
Aun ve y voy tras Él andando;
Tras Él quien su vida por la mía dio,
En el calvario y así me redimió,
¿Qué puede interesarme si del tiempo el arado
Hondos surcos en mi frente han roturado?
Otra casa que ninguna mano humana hizo
Me aguarda en el glorioso paraíso.
¿Qué tiene si mi paso tambalea
Y mi lengua ya tartamudea?
Puedo aun andar por el sendero estrecho
Velando, orando, adorando dentro de mi pecho.
Puede que no sea ya mi oído
Como antes lo haya siempre sido:
Con todo puedo oír aun el Salvador divino
En tono suave decir: "Yo soy el camino".
Haga yo lo que haga, con la noble intención,
De prolongar del cuerpo su corta duración
El hombre exterior al polvo volverá,
Como todo en la natura también lo hará.
El hombre interior, la Escritura porfía,
Se fortalece más de día en día.
¿Cómo puedo entonces estar envejeciendo
Al resguardo de mi Salvador viviendo?
Pronto mi alma en vuelo subirá
Y esta morada de barro dejará:
Este manto de carne dejaré y volaré
Al premio eterno que recibiré.
Os esperaré en calles de oro reluciendo,
Os demostraré que no ESTOY ENVEJECIENDO.
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