domingo, 6 de julio de 2014

Meditación

“Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará” (Lucas 19:26).


La palabra “tiene” en este texto significa más que mera posesión. Incluye la idea de obedecer lo que hemos aprendido y de usar lo que nos ha sido dado. En otras palabras, no se refiere solamente a lo que tenemos sino a lo que hacemos con lo que tenemos.
Aquí hay un gran principio para nosotros. En la medida en que caminamos a la luz que hemos recibido, Dios nos da más luz. El hombre que progresa más en la vida cristiana es aquel que está determinado a hacer lo que la Biblia dice, aun si ve que nadie a su alrededor la obedece. En otras palabras, no es un asunto del cociente de inteligencia lo que realmente sirve, es el cociente de obediencia. Las Escrituras abren sus tesoros al corazón obediente. Bien dice Oseas: “Conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová” (Lucas 6:3). Cuanto más practicamos lo que nos ha sido enseñado, mucho más el Señor se nos revelará. La información más aplicación lleva a la multiplicación. Pero la información sin aplicación conduce al estancamiento.
Este principio se aplica también al empleo de nuestros dones y talentos. El hombre que con su talento ganó otros diez talentos fue alabado por el Señor: “Bien, buen siervo y fiel... sobre mucho te pondré”. Y al hombre que con su talento ganó otros cinco también el Señor le dijo: “sobre mucho te pondré” (Mateo 25:16-19).
Esto nos muestra que cuando cumplimos cabalmente con nuestras responsabilidades el Señor nos recompensa con privilegios y responsabilidades aún mayores. El hombre que con su talento no hizo nada, lo perdió. De acuerdo con esto, aquellos que no quieren utilizar lo que poseen para el Señor, lo perderán inevitablemente. “Si no lo usas, lo pierdes”.
Cuando dejamos de utilizar alguna parte del cuerpo, ésta se atrofia y se estropea; el uso constante es esencial para que podamos desarrollarnos normalmente. Lo mismo sucede con la vida espiritual. Si enterramos nuestro don, ya sea por timidez o por pereza, pronto encontraremos que Dios nos pone a un lado y utilizará a otros en nuestro lugar.
Por lo tanto, es de la mayor importancia que obedezcamos los preceptos de la Escritura, reclamemos las promesas y echemos mano de toda la capacidad que Dios nos ha dado.
William MacDonald

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