Introducción
Los días de restablecimiento descritos en
los libros de Esdras y Nehemías nos sirven de exhortación y aliento. El
capítulo 3 de Nehemías nos presenta a todo el pueblo de Israel trabajando para
la reconstrucción del muro de Jerusalén. Consideraremos solamente algunas aplicaciones prácticas que
nos sugieren los nombres de las puertas.
El remanente que volvió de la cautividad
de Babilonia puso “el altar sobre su base” tan pronto como
llegaron a Jerusalén (Esdras 1; 3:1-3). Después de haber aprendido bastante
mediante la disciplina, tomó muy a pecho los intereses de su Dios (Esdras 3).
Su primera preocupación fue reedificar el templo, a pesar de muchas
oposiciones y dificultades. Animado por el ministerio de los profetas, el
remanente prosiguió y concluyó esta tarea, de manera que el servicio de Dios
fue restablecido (Esdras 6). El ejemplo de Esdras y su apego a la Palabra
de Dios nos hablan para hoy día.
Nehemías fue suscitado en vista de una
nueva etapa en el proceso de restablecimiento y restauración. Los muros y
las puertas de Jerusalén estaban aún destruidos. Entonces Dios
preparó a Nehemías, y luego inclinó el corazón del rey de Persia, quien lo
envió a Jerusalén con la misión de reconstruir la muralla. Esta reconstrucción
era necesaria para proteger al pueblo y preservar el servicio de la casa de
Dios. Esdras apareció de nuevo. La Palabra de Dios fue presentada con gran
claridad y dio resultados notables (Nehemías 8). Frente a todas estas cosas,
podemos preguntarnos cuál es nuestra actitud en la época actual. ¿Qué valor
tiene para nosotros la ciudad de Dios? En el libro de Nehemías, el énfasis está
puesto sobre la administración (compárese con Apocalipsis 21, referente a la
nueva Jerusalén). Lo esencial es que todo pueda funcionar como Dios lo desea;
esto atañe a todas las esferas de nuestra vida.
Llegamos a las puertas. Éstas eran
indispensables para dejar entrar lo que era bueno y dejar afuera lo que era
malo; dejar entrar a los que servían a Dios e impedir a los que no lo hacían.
Esto se halla ilustrado en Nehemías 13. Así, las puertas en la Escritura nos
hablan de autoridad y poder: el que poseía una puerta tenía una función
estratégica. Durante el milenio, las puertas de Jerusalén funcionarán sobre la
tierra y estarán en comunicación con las puertas de la Jerusalén celestial.
Habrá una distinción entre la compañía sacerdotal del Señor Jesús (que es al
mismo tiempo su esposa) y los hombres que habitarán sobre la tierra
(Apocalipsis 21). Tanto los muros como las puertas se mencionan en Isaías
60:18; los muros están en relación con la salvación (o la protección) y las
puertas en relación con la alabanza. Necesitamos las dos cosas. Entonces, nos
preguntamos: ¿Desempeñan su papel las puertas en nuestra vida?
Nehemías 3 pone un énfasis especial sobre
la responsabilidad: se mencionan diez puertas, mientras que
existían doce (ese número se relaciona con la administración, como en
Apocalipsis 21). Las otras dos puertas están mencionadas en Nehemías 12:39: la
puerta de Efraín y la puerta de la Cárcel. Además se nombran ciertas torres,
así como varios otros detalles.
1) La
puerta de las Ovejas (3:1)
Esta puerta estaba colocada cerca del
templo. Probablemente por ella pasaban los animales que debían ser llevados a
Dios para ser sacrificados. Esto dirige nuestros pensamientos hacia el Señor
Jesús. “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado
al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores,
enmudeció, y no abrió su boca” (Isaías 53:7). “El siguiente día vio Juan a
Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).
La puerta de las Ovejas nos lleva a
hacernos las siguientes preguntas:
— ¿Apreciamos la persona y la obra de
Aquel que fue el Cordero de Dios?
— ¿Apreciamos el fundamento que ha puesto,
y entendemos que “no hay otro nombre bajo el cielo... en que podamos ser
salvos”? (Hechos 4:12).
— ¿Hemos pasado por la puerta de las
ovejas (Juan 10:7) y traemos sacrificios de alabanza a Dios por Cristo? (Hebreos
13:15; 1 Pedro 2: 5).
— ¿Presentamos nuestros cuerpos en
sacrificio vivo? (Romanos 12:1).
Si podemos responder «sí» a estas
preguntas, la puerta de las Ovejas tiene su papel en nuestra vida. Notemos que
no se mencionan cerraduras ni cerrojos, como en el caso de las otras puertas.
Los sacerdotes, que tenían una función especial en cuanto al templo, no
supieron terminar su trabajo. Esta negligencia tuvo terribles consecuencias
como lo leemos en el capítulo 13. Desgraciadamente, la puerta de las Ovejas no
siempre funcionó correctamente, aun en la vida del sumo sacerdote.
2) La
puerta del Pescado (3:3)
Estando ya establecidos sobre el
fundamento de la primera puerta, pasemos a la segunda. Dios quiere que le sean
traídas muchas personas. El Señor llamó a discípulos para que estuviesen con
él, para seguirle, para aprender de él y para trabajar por él: “Y les dijo:
Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19).
¿Somos pescadores de hombres, formados en
la escuela de Dios, y que siguen al Maestro? ¿Sabemos discernir los peces
buenos? Versículos como Mateo 13:47-48 y 1 Corintios 3:12-13 se dirigen a
nuestra conciencia. Además, en lo que se refiere a las puertas, hay que tener
gran cuidado, como se nos enseña en 2 Timoteo 2:19-22. El principio de separación
bíblico debe ser fielmente mantenido. Sin embargo, no nos conduce a vivir en el
aislamiento (véase Juan 17:15), sino, ¿cómo podríamos alcanzar a los hombres?
3) La
puerta Vieja (3:6)
Esta puerta debía ser restaurada,
mientras que las otras debían ser edificadas. Esto introduce la idea de que
debemos construir sobre lo que ya fue una vez establecido. Esta puerta se
encontraba en un ángulo de la muralla. Para la Iglesia del Dios viviente, la
piedra del ángulo es Cristo (Efesios 2:20). El ángulo sugiere la estabilidad
(Éxodo 26:23-24).
Para nosotros se trata de edificar sobre
el buen fundamento. Ya sea en un día de restablecimiento o en un día de
decadencia, tenemos que volver a lo que Dios estableció. Jeremías 6:16 nos
invita a preguntarnos acerca de las sendas antiguas y del buen camino. El libro
de los Proverbios nos recuerda que no hay que traspasar el lindero antiguo
(22:28; 23:10). Es necesario que, en dependencia de Dios, hagamos un esfuerzo
para volver a lo que fue establecido. Esos linderos en particular son la
autoridad, la infalibilidad y la suficiencia absoluta de las Escrituras.
¿Es legítimo introducir otras fuentes de
autoridad para completar la Biblia? ¿Añadimos o quitamos algo de la Palabra
revelada y de la voluntad de Dios? La renovación es necesaria continuamente
(Colosenses 3:10), pero el fundamento permanece sin variación. La puerta Vieja
(según nuestra interpretación libre de este versículo) ¿cumple su función en
nuestras vidas, en nuestro testimonio colectivo? ¿Estamos listos para aceptar
lo que viene de Dios, de acuerdo con la puerta Vieja? ¿Rechazamos lo que se
aparta del fundamento antiguo?
4) La
puerta del Valle (3:13; 2:13, 15)
Por esta puerta, Nehemías, de noche, había
dejado la ciudad para inspeccionar los muros de Jerusalén (2:13). Con dolor,
tomó conciencia de las ruinas. ¿Tomamos conciencia del estado de ruina que
caracteriza nuestras vidas, nuestras familias, nuestras iglesias locales, pero
también toda la cristiandad, a pesar de hermosas apariencias?
¿Conocemos el significado del valle?, y la
puerta del Valle ¿desempeña su papel en nuestras vidas? El valle nos habla
evidentemente de lo que es bajo y nos recuerda aquí lo que tenemos que aprender
realmente, la humillación, el arrepentimiento y el juicio de
nosotros mismos.
El Señor Jesús se humilló a sí mismo. No
tenía nada que confesar, sino que se humilló siempre más, tal como lo vemos en
Filipenses 2:5-7. Es nuestro gran Modelo.
Consideremos también el ejemplo de Pablo.
Saulo (cuyo nombre significa «deseado») tuvo que perder su orgullo cuando
encontró al Señor en la gloria (Hechos 9). Pero desde entonces, adoptó la
humilde posición de siervo. Cuando comenzó su obra misionera, fue llamado Pablo
(que significa «pequeño»), y el Espíritu Santo pudo emplearlo. ¿Somos suficientemente
pequeños a nuestros propios ojos —y a los ojos de los demás— para ser
utilizados por el Señor? ¿Hemos pasado por la puerta del Valle, a fin de
humillarnos en relación con el estado del testimonio cristiano, así como el de
nosotros mismos? En Efesios 4:1-3, el apóstol insiste en la actitud de
humildad, necesaria para guardar la unidad del Espíritu. Como discípulos del
reino de Dios, debemos tomar el lugar de un niño (Mateo 18:3); entonces, sólo
desde ese momento podremos ser útiles a los demás (Isaías 11:6).
5) La
puerta del Muladar (2:13; 3:13-14; 12:31)
La puerta del Valle es seguida por la del
Muladar, situada también en la parte baja de la ciudad. En realidad, las dos
puertas están ligadas en el versículo 13.
Cuando Pablo se humilló, también se libró
de sus basuras. En Filipenses 3:3-8, explica lo que sucedió en su vida. Todos
sus prejuicios religiosos, todo el sistema de la religión del hombre, toda su
fama y ascendencia de la que estaba orgulloso, debía salir por la puerta del
Muladar. Es la lección que aprendió cuando encontró al Señor, y permaneció
siempre presente en su vida. Dijo: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas
como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por
amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar
a Cristo” (Filipenses 3:8).
Cuando Nehemías llegó a Jerusalén, era
evidente que la puerta del Muladar y las demás no podían funcionar (2:13-14)
¡Cuán importante es mantener en buen estado, en nuestra vida, lo que
corresponde a la enseñanza de la puerta del Muladar, es decir nuestra
apreciación sobre todo lo que tan fácilmente nos invade!
6) La
puerta de la Fuente (3:15; 2:14; 12:37)
Cuando las basuras son eliminadas (véase
también la experiencia relatada en Romanos 7), los recursos de la fuente pueden
ser eficaces (compárese con Romanos 8). Los escritos de Juan ponen un acento
especial sobre la fuente y los ríos de agua viva (Juan 4:14; 7:38; Apocalipsis
21:6). Vale la pena examinar todos los versículos de las Escrituras que hablan
de fuente. Citemos algunos: Dios mismo es el manantial de la vida (Salmo 36:9),
la fuente de agua viva (Jeremías 2:13; 17:13); en el futuro, Israel volverá a
esta fuente (Zacarías 13:1; Joel 3:18). En el libro de los Proverbios, un
manantial de vida se asocia al temor de Dios y al sabio (13:14; 14:27), lo que
recalca nuestra responsabilidad.
Juan 4 muestra cómo el conocimiento de
Dios, en el temor de Dios, lleva a la adoración. El agua viva brota en nosotros
de su Fuente: en la adoración ella vuelve a su Donador. Esta corriente vital y
esta comunicación necesitan ser mantenidos en ambos sentidos: primero hacia
Dios (Juan 4:14, 23); segundo, hacia el hombre (Juan 7:37-38). Así pues, es
necesario que la puerta de la Fuente esté en buen estado y mantenida en funcionamiento.
¿Somos conducidos por el Espíritu de Dios y somos llenos del Espíritu?
7) La
puerta de las Aguas (3:26; 8:1, 3, 16; 12:37)
Esta puerta no necesitaba reparaciones.
¿Qué podemos aprender de ella? La puerta de las Aguas está asociada a la
Palabra de Dios, como lo leemos en el capítulo 8.
Sin embargo ¿funciona en la práctica? ¿Nos
sometemos a la autoridad de la Palabra de Dios? ¿Aplicamos sus normas; es ella
nuestro alimento, nuestra guía cotidiana? (Salmo 1). La Palabra de Dios tiene
tantas funciones que no mencionaremos ninguna. Pero preguntémonos: ¿tiene la
puerta de las Aguas realmente su aplicación en mi vida, en mi familia y en la
iglesia local?
¿Por qué el oriente es mencionado en el
versículo 26? Porque geográficamente esta puerta se colocaba al este de la
ciudad. En las Escrituras, el oriente tiene relación con la salida del sol, con
la luz del día. Por la Palabra de Dios, recibimos la luz divina. Dejémonos
penetrar por ella cada mañana.
8) La
puerta de los Caballos (3:28; 2 Crónicas 23:15)
Cuando hemos recibido los recursos de Dios
por la puerta de la Fuente y por la puerta de las Aguas, estamos preparados
para la batalla. Como lo sabemos, el caballo es utilizado en la guerra. El
cristiano necesita una preparación para la lucha espiritual que tiene que
llevar adelante (Efesios 6:10-20). Sus armas no son carnales (2 Corintios
10:4). Cuando la puerta de los Caballos funciona correctamente, estamos listos
para combatir según los pensamientos de Dios. Quiere dirigirnos en la batalla,
como instrumentos preparados (Proverbios 21:31).
9) La
puerta Oriental (3:29)
El oriente evoca la venida del
Señor. Todo servicio y actividad necesitan ser efectuados en la espera de
esta venida. No sólo tenemos que estar listos para nuestro arrebatamiento (1
Tesalonicenses 4:16-17), sino que también hay que amar la aparición en gloria
del Señor (2 Timoteo 4:8), deseando con ardor el día en que el Hijo del hombre,
que fue rechazado y crucificado, reinará públicamente sobre esta tierra. Qué
gozo será para él ser glorificado en todos aquellos que lo sirvieron durante su
rechazo (2 Tesalonicenses 1:9-10).
¿Tiene la puerta Oriental su aplicación en
nuestra vida? Este mundo se halla bajo el juicio de Dios. ¿Tratamos de
mejorarlo pensando que podemos prepararlo para Él? ¿O somos un testimonio vivo
para Cristo, como verdaderos embajadores, peregrinos y extranjeros, y al mismo
tiempo como siervos e intendentes fieles? ¡Vivamos a la luz de su venida en
gloria!
10) La
puerta del Juicio (3:31)
Llegamos así a la última puerta. La palabra
“juicio” contiene la idea de una convocación, como las siete fiestas de
Levítico 23. Nosotros también tenemos una convocación con Dios: es la reunión
al nombre del Señor. Tener un encuentro con él, según sus direcciones, para
realizar la comunión, es a la vez serio y feliz.
Recordemos también nuestra próxima
manifestación delante del tribunal de Cristo (Romanos 14:10; 2 Corintios 5:10).
Pablo vivía y trabajaba bajo la perspectiva de esta futura manifestación. No se
trata de juicio ni de condenación, sino de que todo habrá de ser puesto en la
luz. La venida en gloria del Señor tiene como resultado la comunión para el
tiempo presente con miras a esa «convocación» eterna con el Señor.
Creced 1999 - N° 6.