domingo, 4 de marzo de 2018

ESCENAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO (XVIII)


Jacob, el pastor


Después de la visión de la escalera, Jacob siguió en su viaje hasta la tierra de Mesopotamia, donde encontró parientes. Casándose, se dedicó al cuidado de los rebaños de su tío.
La Biblia no da muchos detalles de los veinte años que duró en el servicio de Labán, pero se sabe algo. El día que llegó a Mesopotamia, mostró un vivo interés en el bien de las ovejas, pues cuando Raquel venía con su padre, él fue al pozo, quitó la piedra que lo cubría, y dio de beber a las ovejas. Al fin del tiempo de su servicio se defendió contra las demandas injustas de su tío Labán, diciendo: “Nunca te traje lo arrebatado por las fieras: yo pagaba el daño: lo hurtaba así de día como de noche, de mi mano lo requerías. De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño se huía de mis ojos. Así he estado veinte años en tu casa: catorce años te serví por tus dos hijas, y seis años por tu ganado: ya has mudado mi salario diez veces”, Génesis 31.39 al 41.
En soportar el calor del día y el frío de la noche, Jacob mostró su aptitud de pastor. Al salir la fiera a devorar algún cordero, no dejaba de exponer su vida en salvarlo. Si alguna oveja se quedaba perdida en la montaña, la buscaba; o si fuera preciso vigilar de noche sobre el rebaño mientras quedaba en los pastos del llano, él no dormía, aguantando frío. De día el sol oriental constantemente le estropeaba, mientras conducía los rebaños a beber, cuando sanaba las enfermas o cuidaba de los corderitos. Lo hacía por afición, no por obligación, y no faltaba su premio, pues en manos de Jacob los rebaños de Labán se aumentaron en gran manera.
Nuestro Señor Jesucristo se ha llamado el Buen Pastor. Hablando de los falsos, dice que son ladrones y robadores. El único interés de ellos en el rebaño era de comer sus carnes y vestir su lana. Siendo así, no estaban dispuestos a exponerse por las ovejas. Huían delante del enemigo, y abandonaban las ovejas cuando no podían extraerles más.
No así el Señor Jesús. Estando nosotros expuestos al infernal enemigo, Satanás, y la eterna condenación por causa de nuestros pecados, Él interpuso su preciosa vida. “El Buen Pastor su vida dio por las ovejas”. No solamente expuso su vida, como a menudo lo hizo Jacob, sino la dio, sabiendo que tendría que sufrir el castigo Él mismo si nos iba a librar de la condenación eterna.

Parece claro que es verdadero pastor el que hace el trabajo por amor de las ovejas, sea en la esfera material o en la espiritual. No entra a hacer ese trabajo porque sus padres le han educado para tal carrera, como hace el abogado o el médico, sino por tener vocación divina. En hacerlo no manifiesta interés en cuánto puede sacar de las ovejas, sino cuánto puede darles. Predica el Evangelio de Cristo sin interés en lo material, procurando traer los pecadores al arrepentimiento. Guía las ovejas del rebaño por los pastos de la Santa Biblia, hartando sus almas de las delicias espirituales. El que niega a las ovejas del Señor los pastos divinos de la Sagrada Biblia, no puede considerarse pastor de almas.
El Buen Pastor te llama, amigo. Él dio su preciosa sangre en la cruz para lavar las manchas de tus pecados. Ha hecho toda la obra de tu salvación. Si tú, arrepentido, te acoges a él, poniendo tu fe en él y no en obras, Él te perdonará y te llevará al celestial redil.

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