domingo, 3 de mayo de 2015

EL LIBRO DE ESTER (Parte V)

Venganza de los judíos
Así, en efecto, fue hecho (cap. 9). Los judíos se reunieron y pusieron la mano sobre todos los que buscaban sus vidas. Nadie les pudo resistir. Es el tipo evidente del día en que el judío será nuevamente restablecido a su debido y propio lugar en toda la tierra. Y "Mardoqueo era grande en la casa del rey, y su fama iba por todas las provincias; Mardoqueo iba engrandeciéndose más y más. Y asolaron los judíos a todos sus enemigos a filo de espada, y con mortandad y destrucción, e hicieron con sus enemigos como quisieron" (cap. 9:4, 5). Y así tenemos el relato. Pero hay más: "Y dijo el rey a la reina Ester: En Susa capital del reino los judíos han matado a quinientos hombres y a diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las otras provincias del rey? ¿Cuál, pues, es tu petición? y te será concedida; ¿o qué más es tu demanda? y será hecha. Y respondió Ester: Si place al rey, concédase también mañana a los judíos en Susa, que hagan conforme a la ley de hoy; y que cuelguen en la horca a los diez hijos de Amán" (cap. 9:12, 13). Muchos son los que no pueden entender esto. ¡Y no es de extrañar! Pues los tales toman a Ester como tipo de las relaciones de Dios con la Iglesia. De inmediato uno ve cuán tremenda confusión sobreviene por ello. No es así. El gentil es depuesto y el judío llamado; pero la  justicia  constituirá el carácter del reino venidero. La gracia es lo que conviene a la Iglesia ahora. Sería, pues, del todo ininteligible hacer que Ester represente a la Iglesia ahora. La ejecución de la justa venganza sería del todo incompatible con el llamamiento del cristiano, con la posición de la Iglesia. Pero con el judío llamado a participar del reino venidero —de los honores del reino— es exactamente lo que ocurrirá a su tiempo. Entonces —cuando el Mesías reine, y Jerusalén sea su reina— se cumplirá la palabra: "La nación o el reino que no te sirviere perecerá" (Isaías 60:12).
Así fue en ese día. Vemos, pues, que siempre que nos apropiamos de la verdad, la Palabra de Dios se acomoda en su debido lugar. Nosotros lo entendemos y distinguimos entre cosas que difieren; dividimos rectamente la palabra de verdad. Cuando, por el contrario, en nuestra ansiedad aplicamos a nosotros cosas que no condicen con nuestra posición, caemos en un grave error y destruimos el propio lugar de la Iglesia de Dios y nuestra participación de los afectos celestiales de Dios. Nuestro propio lugar, ahora, es actuar de conformidad con Aquel que está a la diestra de Dios. Pero, cuando el Señor Jesús deje el cielo para venir a la tierra, cuando venga a reinar, entonces el carácter de su reino será la justicia, de acuerdo con el Salmo 45. Por eso, la ejecución de los diez hijos de Amán no da lugar a la más mínima dificultad cuando esto se comprende, porque el Señor no sólo herirá al principio, sino que habrá una repetición del golpe: habrá una cabal aniquilación del adversario y de todos los que rindan obediencia fingida. El Señor se encargará de ellos en ese día que habrá de venir.

Regocijo del pueblo judío

Y así mandó el rey que se hiciera, y los judíos se congregaron para otro día. No sólo los que estaban en Susa: "En cuanto a los otros judíos que estaban en las provincias del rey, también se juntaron y se pusieron en defensa de su vida, y descansaron de sus enemigos, y mataron de sus contrarios a setenta y cinco mil; pero no tocaron sus bienes" (cap. 9:16). Así, pues, la alegría y el gozo llenan el corazón de los judíos. Y Mardoqueo escribe y envía cartas a todas las provincias y, de este modo, la alegría se esparce por sobre toda la tierra. Y no sólo eso, sino que los judíos, como se nos dice, establecieron una fiesta con motivo de esta notable intervención de la providencia de Dios.

Mardoqueo enaltecido
El libro termina, en el capítulo 10, con un relato de la grandeza del reinado del rey, y también de la de Mardoqueo, su ministro. "Porque Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje" (v. 3). Así, dignamente, se cierra este muy notable libro. El judío, librado de todas sus angustias, es conducido al lugar más cercano al gran rey y, en lugar de ser víctima del odio del gentil, tiene autoridad plena para ejecutar venganza sobre todos los que quisieron aniquilar la simiente de Abraham.

Conclusión
¡Quiera el Señor concedernos el deleite que se halla en los caminos de Dios! ¡Que podamos leer su Palabra y sacar provecho de ella en toda sabiduría e inteligencia espiritual! Aplicar este libro a nosotros sería engañarnos, pues nosotros lo entendemos y sabemos que no hallaremos ningún provecho de esta forma. Vemos el lugar que habrá de ocupar el antiguo pueblo de Dios cuando el orgulloso gentil sea destituido a causa de su desobediencia, y el judío restituido, con toda la hermosura que Dios puede poner sobre él, dentro de su debido lugar ante el mundo.
Éstas son las perspectivas que nos ofrece este libro. Se notará además que su hermoso carácter se halla completamente preservado desde el principio hasta el final; todo esto fue dado durante el día nublado (el día de la oscuridad, de la dispersión, del no reconocimiento del judío). El nombre de Dios está absolutamente ausente de él. Se trata del poder secreto de Dios que obra a través de circunstancias que podrían parecer desesperantes o fatales. Pero ¡qué consuelo para nosotros!: Nosotros también tenemos que ver con la misma providencia de Dios, aunque no por cierto obrando para el mismo fin; porque el propósito de Dios no es darnos ocasión de venganza sobre el enemigo, ni exaltarnos con la grandeza terrenal, pero tenemos que ver con el mismo Dios; sólo que — ¡a Dios gracias!— Él no nos desconoce, como lo hace con Israel. Nos ha traído a una relación que no se puede perder jamás, relación que depende de Cristo y que ha sido sellada por el Espíritu Santo. Consecuentemente, Él nunca se rehúsa a que le invoquemos como "nuestro Dios y Padre", ni jamás deja de reconocernos como los hijos de su amor.
Como se ve, el libro no se aplica de ningún modo a nosotros en lo que toca a Ester y al fin que persigue; pero, seguramente, estamos justificados al tomar todo el consuelo de la poderosa mano de Dios. Cuando los hombres no ven más que las circunstancias que pasan a nuestro alrededor, sabemos que "a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28). Quizá podemos no ver el camino, pero conocemos, vemos y podemos acercarnos al Dios que controla todas las cosas a nuestro favor.
En resumidas cuentas, la providencia de Dios es una verdad universal, hasta que el día venga cuando los designios de Dios sean hechos públicos y manifiestos, y su nombre sea invocado por su pueblo. Será la parte de Israel. Sabemos que ahora ellos están dispersos, que ahora se hallan en una situación totalmente anómala, pero que el día vendrá cuando Dios pondrá a un lado al gentil y, una vez más, introducirá a Israel; y nuestros corazones pueden regocijarse; pues ello no significará ninguna pérdida para nosotros, aun si ése fuera el motivo. Pero, de hecho, no será ninguna pérdida para nosotros, pues estaremos con el Señor Jesús en lo alto, y sólo después de esto —sólo después que el Señor nos haya llevado consigo al cielo— Dios juzgará al gentil y volverá a llamar al judío.

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