Un día caluroso de
verano, dos amigos decidieron ir con sus esposas a un lago. Tenían un barco y
excelentes enseres para pescar. Confiados, esperaban tener un buen día de
pesca. Sin embargo, estuvieron varias horas intentando pescar algo sin ningún
resultado. Decepcionados, se marcharon del lugar y volvieron a casa. Cuando se
iban, quedaron intrigados al ver a un joven en la ribera que sacaba del agua un
pescado tras otro, aparentemente sin dificultad.
Una de las señoras,
movida por la curiosidad de descubrir con qué método lograba tan buena pesca,
se acercó al joven. Éste, muy orgulloso de explicar la razón de su éxito, le
mostró cerca de allí un viejo tronco podrido y dijo: «Aquí abajo hay gran
cantidad de gusanos; son muy buenos cebos aunque pican un poco la mano cuando
los sujeto al anzuelo. Sírvanse, ¡hay bastante para todos!»
La mujer levantó
entonces el tronco, y grande fue su sorpresa al encontrar allí, no gusanos sino
un nido repleto de viboritas venenosas. « ¡No son gusanos —le gritó al
muchacho— sino víboras! Déjame ver tus manos». Estaban repletas de pequeñas
mordeduras y ya empezaban a hincharse bajo los efectos del veneno.
Se apresuraron a
llevarlo al médico, quien le inyectó en seguida un suero para contrarrestar el
veneno, salvándole así la vida. La cantidad de veneno recibida por todos estos
piquetes de aspecto insignificante equivalía a la que inocula la mordedura de
una víbora adulta. Una hora más y hubiera sido demasiado tarde para salvar a
ese joven.
Este pequeño relato
nos recuerda que muchas personas buscan hoy día distraerse tratando al pecado
con ligereza y sin pensar que su mordedura los lleva a la muerte eterna, al
infierno.
La vida de aquel
muchacho fue preservada sólo porque se actuó a tiempo, antes de que el veneno
produjese sus mortíferos efectos. El pecado también produce la muerte a menos
que se intervenga a tiempo: "La paga del pecado es muerte" (Romanos
6:23).
No se deje engañar
por el pecado. Es aún más mortal que el veneno recibido por ese joven. Lo
llevará a la condenación eterna, si no cree en Cristo, el único medio que Dios
pone a su disposición. Acéptelo hoy mismo como su Salvador personal. ¡Dentro de
una hora, tal vez será demasiado tarde!
Jesús dijo: "Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí"
(Juan 14:6). "La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo
pecado" (1 Juan 1:7).
Creced 1997
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