Muerte, Resurrección y Ascensión.
Ascensión y exaltación.
I.
Introducción
La ascensión del Señor Jesucristo es un hecho histórico. Esta está muy
vinculada a la Resurrección, que, si se niega esta, entonces su ascensión
también debería negarse. La verdad es que es difícil para algunas personas
aceptar este hecho, ya que contraviene las leyes naturales, pero si hemos
aceptado como verdadero todos los demás hechos de su vida; y tenemos el
testimonio de su resurrección como algo que sucedió realmente, entonces por fe
aceptamos que Él se encuentra glorificado a la diestra del Padre Celestial.
Esta verdad es corroborada por los evangelios, el libro de los Hechos, las
epístolas, Apocalipsis y profetizado en el Antiguo Testamento; y creerlo como
cierto parte de nuestra doctrina.
II.
El Hecho
Esta doctrina enseña que “después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas
indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del
reino de Dios” (Hechos 1:3). En este periodo no fue tiempo perdido como nos
muestra el pasaje citado, sino de plena enseñanza “acerca del reino de Dios”. Y
esto duró hasta que llegó o se cumplió el tiempo para que él volviese de donde
vino. “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió
una nube que le ocultó de sus ojos. (Hechos 1:9). En cielo Él ocupó su lugar,
es decir, está “sentado a la diestra de Dios” (Colosenses 3:1; Hebreos 10:12;
Marcos 16:19). Revisen también los siguientes pasajes: Lucas 24:51; Hechos 1:9,
11; Efesios 1:20; 1 Timoteo 3:16; Filipenses 2:9.
III.
El significado de la ascensión y
exaltación.
Citamos a William
Evans[1]:
«Cuando hablamos de
la ascensión de Cristo nos referimos a aquel hecho en la vida de nuestro Señor
resucitado por el cual se separó visiblemente de sus discípulos para ir al
cielo. Este hecho está relatado en Hechos 1:9-11: “Este mismo Jesús que ha sido
tomado desde vosotros arriba en el cielo,” etc.
La
exaltación de Jesucristo significa aquel hecho de Dios por el cual el Cristo
resucitado y ascendido recibe el lugar de poder a la diestra de Dios. Fil. 2:9:
“Por lo cual Dios también le ensalzó a lo sumo, y dióle un nombre que es sobre
todo nombre.” Efes. 1:20, 21: “La cual obró en Cristo, resucitándole de los
muertos, y colocándole a su diestra en los cielos, sobre todo principado y
potestad.” Véase también Hebreos 1:3.»
IV.
Hechos Importantes que ocasionó la ascensión y exaltación
Este hecho puso fin oficial al ministerio de Cristo en la Tierra. El
Hijo de Dios vino a cumplir una obra específica en la tierra con el fin de
revelar al Padre y a él como el Verbo Divino; de modo que él sería el único
mediador Divino entre Dios y el hombre (Juan 16:28; cf. 13:13).
Y dio origen a Su exaltación.
Trenchard escribe al respecto: “De este modo [el Padre] anula el veredicto
adverso del Sanedrín, tribunal que condenó al Príncipe de vida, haciéndole
clavar en la cruz de Barrabás”[2].
La ascensión declara el triunfo de Cristo y su exaltación a la diestra del
Padre, teniendo todo el poder y gloria que antes de la encarnación había
tenido. “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos
nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo
recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que
vosotros veis y oís”. (Hechos 2:32, 33). “Al que venciere, le daré que se
siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre
en su trono.” (Ap. 3:21). Dios le
revistió de nueva gloria como Cabeza triunfante de la raza humana (Hechos
2:24-36; 3:13; Filipenses 2:8-11; Hebreos 1:3; 2:9). La Ascensión inaugura esta
doble gloria del Dios-Hombre.
También marca el inicio del Ministerio como sumo
sacerdote. (Hebreos 2:17,18; 4:14-16;5:1-10;6:20;7:24-28; 1 Juan 2:1,2). E
Indica el comienzo del reino espiritual del Hijo de Dios como Rey-Sacerdote,
cuyo fin será la victoria sobre sus enemigos (Salmo 1104; Hebreos 10:12, 13; 1
Corintios 15:24-28). Inaugura el periodo de Gracia y la obra del Espíritu
Santo. (Juan 16:7). Cristo había dicho que Él debería irse para que viniese el
“otro Consolador” (Paracletos; Juan 14:16), el cual tiene una misión específica
que realizar (Juan 14:26; Juan 16:8). Promesa que se cumpliría diez días
después de su ascensión (Hechos 2:1-4).
Su ida, de igual modo, se relaciona con su segunda
venida. Los ángeles les declararon a los discípulos que estaban mirando al
cielo viendo con nostalgia como el Señor era ascendido: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que
ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al
cielo” (Hechos 1:11 comparemos con 1 Tesalonicenses 4:13-17).
V.
Testimonios.
En el Antiguo Testamento encontramos atisbos de
este hecho portentoso. David profetizaba cuando escribió: “Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni
permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre.”
(Salmo 16:10, 11). También dice David: “Subiste a lo alto” (Salmo 68:18); y
además dice: “Tú eres sacerdote para siempre... El Señor está a tu
diestra” (Salmo 110:4, 5).
El Testimonio
del propio Salvador nos revela que tenía pleno conocimiento de lo que sucedería
con él después que resucitase: “Cuando se cumplió el tiempo en
que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51). “¿Pues qué, si viereis al Hijo del
Hombre subir adonde estaba primero?” “Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al
Padre. (Juan 6:62; 16:28)
En los evangelios
encontramos distintas referencias a este hecho: Véase Marcos
16:19; Lucas 24:51; Hechos 1:9-11. El Libro de los Hechos relata cuando Esteban era martirizado, vio a su Señor
glorificado a la diestra del Padre (Hechos 7:55, 56).
Los apóstoles Pedro, Pablo y Juan nos
dejaron su testimonio en sus cartas o en sus predicaciones. Véase I Pedro 3:22; Hechos 3:15, 20, 21;
5:30, 31. Romanos 8:34; Efesios 1:20, 21; 4:8-10; Colosenses 3:1; I Timoteo
3:16. Apocalipsis 1:1-20.
VI.
La naturaleza de la Ascensión y Exaltación de Jesucristo.
La ascensión dio origen a una serie de hechos
que lleva a la exaltación del Hijo al lado derecho del Padre para co-regir en
conjunto esta humanidad. Desglosemos un poco los hechos de este periodo, para
visualizar este proceso de glorificación del Señor Jesucristo.
(1)
Encontramos
que su ascensión fue vista por sus discípulos hasta que una nube le ocultó de
la vista de ellos (Hechos 1:1, 2; 9-11). Y el
autor de la carta a los hebreos completa lo que los apóstoles no pudieron ver: “Por
tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo
de Dios, retengamos nuestra profesión.” (Hebreos 4:14).
(2) Él fue hecho más sublime que los cielos. O en palabras de Pablo: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es
sobre todo nombre…”. Esto significa que Él fue hecho más alto que
todos los seres creados en los cielos, en la Tierra y debajo de la tierra; y
todo ser deberá doblar su rodilla ante Él y confiesen que Él es el Señor
(Hebreos 7:26; Filipenses 2:9).
(3)
Se
sentó a la diestra de Dios (Hebreos 8:1; Efesios 1:20;
Colosenses 3:1).
VII.
La necesidad de la Ascensión y Exaltación de Cristo.
¿Por qué era necesario que el Señor ascendiera y fuera exaltado? En la
Escritura encontramos algunas razones que debemos tener en consideración:
(1)
Era necesario que el Hijo
volviese al Padre, para que el Espíritu Santo fuese enviado por el Padre para
que comenzase su obra en el mundo, convenciendo de pecado, justicia y juicio
(Juan 16:8).
(2)
Para
demostrar que su obra estaba completa. “A éste, Dios ha exaltado con
su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón
de pecados. (Hechos 5:31). También leamos Hebreos 10: 9, 10 para reforzar esta
consideración.
(3)
Para
facilitar la adoración humana, de modo que Cristo
fuese el objeto ideal de culto (Véase Juan 4:23,
24; Filipenses 2:10, 11).
(4)
Para ser Cabeza de la iglesia. “y sometió
todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” (Ef. 1:22, 23).
VIII.
El Objetivo o propósito de la Ascensión y Exaltación.
A continuación, anotamos algunas de las razones que encontramos que
tenía como objetivo que el Señor se fuese a su hogar:
(1)
El
entró en el cielo como nuestro Precursor. (Hebreos.
6:20). La idea que hay detrás de esta frase es que Él señala el camino que debe
seguir el cristiano.
(2)
Él
entró en los cielos para tomar su lugar a la diestra del Padre, de modo que su
obra llegue a todas las personas (Efesios 4:10).
(3)
El
entró al cielo para dar dones (Efesios 4:8, 11).
La idea implícita en este versículo es del general que reparte los despojos de
la batalla a sus soldados.
(4)
Él fue al cielo para preparar lugar para los suyos (Juan
14:2, 3).
(5)
Para presentarse a nuestro favor delante de Dios (Hebreos 9:24).
IX.
El
ministerio actual de Cristo
No
porque haya cumplido el propósito de su venida a este mundo y haya ascendido,
sentándose a la diestra del Padre, esté descansando. Por el contrario, está en
completa actividad:
(1)
Cristo
está orando por su pueblo, para garantizar la seguridad de su salvación
(Hebreos 7:25); asegurar la comunión con Dios (1.a Juan 2:1); y es
un poderoso protector (Juan 17:15).
(2)
Como
ya lo hemos indicado, está preparando un lugar para nuestra habitación eterna
(Juan 14:3).
(3)
Cristo
está ahora edificando la Iglesia que es su cuerpo (Mateo 16:18).
(4)
Como
Cabeza de la Iglesia, tiene el debido control de todas actividades que ha
delegado a los suyos (Efesios 4:8, 11).
(5)
Contesta
nuestras oraciones (Juan 14:14); y da ayuda a quienes la solicitan (Hebreos
4:16; 2:18).
(6)
Él
es la fuente de nutrición de los suyos para que estos den fruto abundante (Juan
15:1-16).
Los futuros ministerios de nuestro Señor los
estudiaremos cuando veamos los temas de escatología. Reseñamos los siguientes
puntos:
(1)
su
venida para recoger a los suyos en el rapto de la Iglesia (1.a
Tesalonicenses 4:13-18),
(2)
el
derramamiento de la ira del Cordero sobre la Tierra durante el período de la
tribulación (Apocalipsis 6:16-17),
(3)
la
vuelta del Rey de reyes y Señor de señores para gobernar este mundo con vara de
hierro (Apocalipsis 19:11-16),
(4)
y
su Reino eterno, primero en el reino milenial y luego para siempre.
Conclusión del tema.
A pesar de que el mundo (1 Juan 2:18;
4:3) quiere por todos los medios negar a Jesús, es decir, apagar su luz (cf.
Juan 8:12; 9:5; 12:46). A través de la historia han apareciendo diferentes
grupos religiosos no ortodoxos que han establecido características que no eran
propias de él, que no estaban descritas en la Escritura. O han aparecido
suplantadores ─hombres que mueren y no resucitan─
que tienen miles de seguidores que lo único que hacen es apropiarse de sus
bienes y condenarlos a la perdición eterna. Otros creen haber encontrado sus
huesos y los de su “esposa” en una tumba oculta por el tiempo … Otro grupo de
persona que lo ha rebajado a “un dios” (vea
la versión de ellos de Juan 1:1)
como piensan los neo-arrianos, los mal llamados “Testigos de Jehová”. Podríamos
seguir agregando ejemplos de las tergiversaciones que el enemigo de Dios ha
estado creado para esconder la Verdad: que él es un ser derrotado y que tiene
muy poco tiempo, ya que Dios tiene fijado una hora determinada para que llegue
la consumación de los siglos.
Nos hemos tomado más de un año en
completar nuestro estudio sobre el tema de Cristología. Sólo hemos raspado un
poco de esta inmensa montaña que es el Señor Jesucristo, su vida y su obra.
Nunca fue la idea demorarnos tanto, sino que a medida que entrabamos en algún
tema, nos dábamos cuenta de que unas pocas palabras no bastaban para expresar
todo lo que se quería hablar del tema.
Por tanto, al estudiar con claridad la
doctrina de Cristo, este ejercicio nos permite reforzar nuestra fe, pero por
sobre todo nos lleva a conocer a quien Amamos. Estos simples estudios son para
iniciarlos, de modo que cada uno pueda profundizarlos. Estamos seguros de que
jamás llegaremos a entender completamente la mente y el corazón de Dios de
Nuestro Padre y del Señor Jesucristo en cuanto a la obra del Señor Jesucristo y
sus alcances. Por más que lo intentemos no podemos, es como si intentáramos
trasladar todo el contenido de los océanos de un lugar a otro.
Sentimos que hemos dejado abierta la
puerta para que los hijos de Dios sigan estudiando acerca de su Señor, Jesús el
Cristo.
Al que nos amó,
y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes
para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos.
Amén.
(Apocalipsis
1:5-6)