jueves, 1 de febrero de 2018

DOCTRINA: CRISTOLOGÍA (Parte XXV)

Muerte, Resurrección y Ascensión.
Ascensión y exaltación.



I.             Introducción
La ascensión del Señor Jesucristo es un hecho histórico. Esta está muy vinculada a la Resurrección, que, si se niega esta, entonces su ascensión también debería negarse. La verdad es que es difícil para algunas personas aceptar este hecho, ya que contraviene las leyes naturales, pero si hemos aceptado como verdadero todos los demás hechos de su vida; y tenemos el testimonio de su resurrección como algo que sucedió realmente, entonces por fe aceptamos que Él se encuentra glorificado a la diestra del Padre Celestial. Esta verdad es corroborada por los evangelios, el libro de los Hechos, las epístolas, Apocalipsis y profetizado en el Antiguo Testamento; y creerlo como cierto parte de nuestra doctrina.

II.           El Hecho
         Esta doctrina enseña que “después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios” (Hechos 1:3). En este periodo no fue tiempo perdido como nos muestra el pasaje citado, sino de plena enseñanza “acerca del reino de Dios”. Y esto duró hasta que llegó o se cumplió el tiempo para que él volviese de donde vino. “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. (Hechos 1:9). En cielo Él ocupó su lugar, es decir, está “sentado a la diestra de Dios” (Colosenses 3:1; Hebreos 10:12; Marcos 16:19). Revisen también los siguientes pasajes: Lucas 24:51; Hechos 1:9, 11; Efesios 1:20; 1 Timoteo 3:16; Filipenses 2:9.

III.    El significado de la ascensión y exaltación.
Citamos a William Evans[1]:
«Cuando hablamos de la ascensión de Cristo nos referimos a aquel hecho en la vida de nuestro Señor resucitado por el cual se separó visiblemente de sus discípulos para ir al cielo. Este hecho está relatado en Hechos 1:9-11: “Este mismo Jesús que ha sido tomado desde vosotros arriba en el cielo,” etc.
La exaltación de Jesucristo significa aquel hecho de Dios por el cual el Cristo resucitado y ascendido recibe el lugar de poder a la diestra de Dios. Fil. 2:9: “Por lo cual Dios también le ensalzó a lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre.” Efes. 1:20, 21: “La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole a su diestra en los cielos, sobre todo principado y potestad.” Véase también Hebreos 1:3.»

IV.   Hechos Importantes que ocasionó la ascensión y exaltación
Este hecho puso fin oficial al ministerio de Cristo en la Tierra. El Hijo de Dios vino a cumplir una obra específica en la tierra con el fin de revelar al Padre y a él como el Verbo Divino; de modo que él sería el único mediador Divino entre Dios y el hombre (Juan 16:28; cf.  13:13).  Y dio origen a Su exaltación. Trenchard escribe al respecto: “De este modo [el Padre] anula el veredicto adverso del Sanedrín, tribunal que condenó al Príncipe de vida, haciéndole clavar en la cruz de Barrabás”[2]. La ascensión declara el triunfo de Cristo y su exaltación a la diestra del Padre, teniendo todo el poder y gloria que antes de la encarnación había tenido. “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís”. (Hechos 2:32, 33). “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.” (Ap. 3:21).  Dios le revistió de nueva gloria como Cabeza triunfante de la raza humana (Hechos 2:24-36; 3:13; Filipenses 2:8-11; Hebreos 1:3; 2:9). La Ascensión inaugura esta doble gloria del Dios-Hombre.
También marca el inicio del Ministerio como sumo sacerdote. (Hebreos 2:17,18; 4:14-16;5:1-10;6:20;7:24-28; 1 Juan 2:1,2). E Indica el comienzo del reino espiritual del Hijo de Dios como Rey-Sacerdote, cuyo fin será la victoria sobre sus enemigos (Salmo 1104; Hebreos 10:12, 13; 1 Corintios 15:24-28). Inaugura el periodo de Gracia y la obra del Espíritu Santo. (Juan 16:7). Cristo había dicho que Él debería irse para que viniese el “otro Consolador” (Paracletos; Juan 14:16), el cual tiene una misión específica que realizar (Juan 14:26; Juan 16:8). Promesa que se cumpliría diez días después de su ascensión (Hechos 2:1-4).
Su ida, de igual modo, se relaciona con su segunda venida. Los ángeles les declararon a los discípulos que estaban mirando al cielo viendo con nostalgia como el Señor era ascendido: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11 comparemos con 1 Tesalonicenses 4:13-17).

V.           Testimonios.
                En el Antiguo Testamento encontramos atisbos de este hecho portentoso. David profetizaba cuando escribió: “Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.” (Salmo 16:10, 11). También dice David: “Subiste a lo alto” (Salmo 68:18); y además dice: “Tú eres sacerdote para siempre... El Señor está a tu diestra” (Salmo 110:4, 5).
El Testimonio del propio Salvador nos revela que tenía pleno conocimiento de lo que sucedería con él después que resucitase: “Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lucas 9:51).  “¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?” “Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre.  (Juan 6:62; 16:28)
En los evangelios encontramos distintas referencias a este hecho: Véase Marcos 16:19; Lucas 24:51; Hechos 1:9-11. El Libro de los Hechos relata cuando Esteban era martirizado, vio a su Señor glorificado a la diestra del Padre (Hechos 7:55, 56).
         Los apóstoles Pedro, Pablo y Juan nos dejaron su testimonio en sus cartas o en sus predicaciones.  Véase I Pedro 3:22; Hechos 3:15, 20, 21; 5:30, 31. Romanos 8:34; Efesios 1:20, 21; 4:8-10; Colosenses 3:1; I Timoteo 3:16. Apocalipsis 1:1-20.

VI.         La naturaleza de la Ascensión y Exaltación de Jesucristo.
La ascensión dio origen a una serie de hechos que lleva a la exaltación del Hijo al lado derecho del Padre para co-regir en conjunto esta humanidad. Desglosemos un poco los hechos de este periodo, para visualizar este proceso de glorificación del Señor Jesucristo. 
(1)  Encontramos que su ascensión fue vista por sus discípulos hasta que una nube le ocultó de la vista de ellos (Hechos 1:1, 2; 9-11). Y el autor de la carta a los hebreos completa lo que los apóstoles no pudieron ver: “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.” (Hebreos 4:14).
(2)  Él fue hecho más sublime que los cielos. O en palabras de Pablo: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre…”. Esto significa que Él fue hecho más alto que todos los seres creados en los cielos, en la Tierra y debajo de la tierra; y todo ser deberá doblar su rodilla ante Él y confiesen que Él es el Señor (Hebreos 7:26; Filipenses 2:9).
(3)  Se sentó a la diestra de Dios (Hebreos 8:1; Efesios 1:20; Colosenses 3:1).

VII.        La necesidad de la Ascensión y Exaltación de Cristo.
¿Por qué era necesario que el Señor ascendiera y fuera exaltado? En la Escritura encontramos algunas razones que debemos tener en consideración:

(1)    Era necesario que el Hijo volviese al Padre, para que el Espíritu Santo fuese enviado por el Padre para que comenzase su obra en el mundo, convenciendo de pecado, justicia y juicio (Juan 16:8).
(2)    Para demostrar que su obra estaba completa. “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. (Hechos 5:31). También leamos Hebreos 10: 9, 10 para reforzar esta consideración.
(3)    Para facilitar la adoración humana, de modo que Cristo fuese el objeto ideal de culto (Véase Juan 4:23, 24; Filipenses 2:10, 11).
(4)    Para ser Cabeza de la iglesia. “y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” (Ef. 1:22, 23).

VIII.      El Objetivo o propósito de la Ascensión y Exaltación.
A continuación, anotamos algunas de las razones que encontramos que tenía como objetivo que el Señor se fuese a su hogar:
(1)     El entró en el cielo como nuestro Precursor. (Hebreos. 6:20). La idea que hay detrás de esta frase es que Él señala el camino que debe seguir el cristiano.
(2)     Él entró en los cielos para tomar su lugar a la diestra del Padre, de modo que su obra llegue a todas las personas (Efesios 4:10).
(3)     El entró al cielo para dar dones (Efesios 4:8, 11). La idea implícita en este versículo es del general que reparte los despojos de la batalla a sus soldados.
(4)     Él fue al cielo para preparar lugar para los suyos (Juan 14:2, 3).
(5)     Para presentarse a nuestro favor delante de Dios (Hebreos 9:24).

IX.         El ministerio actual de Cristo
No porque haya cumplido el propósito de su venida a este mundo y haya ascendido, sentándose a la diestra del Padre, esté descansando. Por el contrario, está en completa actividad:
(1)  Cristo está orando por su pueblo, para garantizar la seguridad de su salvación (Hebreos 7:25); asegurar la comunión con Dios (1.a Juan 2:1); y es un poderoso protector (Juan 17:15).
(2)  Como ya lo hemos indicado, está preparando un lugar para nues­tra habitación eterna (Juan 14:3).
(3)  Cristo está ahora edificando la Iglesia que es su cuerpo (Mateo 16:18).
(4)  Como Cabeza de la Iglesia, tiene el debido control de todas actividades que ha delegado a los suyos (Efesios 4:8, 11).
(5)  Contesta nuestras oraciones (Juan 14:14); y da ayuda a quienes la solicitan (Hebreos 4:16; 2:18).
(6)  Él es la fuente de nutrición de los suyos para que estos den fruto abundante (Juan 15:1-16).

Los futuros ministerios de nuestro Señor los estudiaremos cuando veamos los temas de escatología. Reseñamos los siguientes puntos:
(1)  su venida para recoger a los suyos en el rapto de la Iglesia (1.a Tesalonicenses 4:13-18),
(2)  el derramamiento de la ira del Cordero sobre la Tierra durante el período de la tribulación (Apocalipsis 6:16-17),
(3)  la vuelta del Rey de reyes y Señor de señores para gobernar este mundo con vara de hierro (Apocalipsis 19:11-16),
(4)  y su Reino eterno, primero en el reino milenial y luego para siem­pre.

Conclusión del tema.
         A pesar de que el mundo (1 Juan 2:18; 4:3) quiere por todos los medios negar a Jesús, es decir, apagar su luz (cf. Juan 8:12; 9:5; 12:46). A través de la historia han apareciendo diferentes grupos religiosos no ortodoxos que han establecido características que no eran propias de él, que no estaban descritas en la Escritura. O han aparecido suplantadores hombres que mueren y no resucitan que tienen miles de seguidores que lo único que hacen es apropiarse de sus bienes y condenarlos a la perdición eterna. Otros creen haber encontrado sus huesos y los de su “esposa” en una tumba oculta por el tiempo … Otro grupo de persona que lo ha rebajado a “un dios” (vea la versión de ellos de Juan 1:1) como piensan los neo-arrianos, los mal llamados “Testigos de Jehová”. Podríamos seguir agregando ejemplos de las tergiversaciones que el enemigo de Dios ha estado creado para esconder la Verdad: que él es un ser derrotado y que tiene muy poco tiempo, ya que Dios tiene fijado una hora determinada para que llegue la consumación de los siglos.
         Nos hemos tomado más de un año en completar nuestro estudio sobre el tema de Cristología. Sólo hemos raspado un poco de esta inmensa montaña que es el Señor Jesucristo, su vida y su obra. Nunca fue la idea demorarnos tanto, sino que a medida que entrabamos en algún tema, nos dábamos cuenta de que unas pocas palabras no bastaban para expresar todo lo que se quería hablar del tema.
        Por tanto, al estudiar con claridad la doctrina de Cristo, este ejercicio nos permite reforzar nuestra fe, pero por sobre todo nos lleva a conocer a quien Amamos. Estos simples estudios son para iniciarlos, de modo que cada uno pueda profundizarlos. Estamos seguros de que jamás llegaremos a entender completamente la mente y el corazón de Dios de Nuestro Padre y del Señor Jesucristo en cuanto a la obra del Señor Jesucristo y sus alcances. Por más que lo intentemos no podemos, es como si intentáramos trasladar todo el contenido de los océanos de un lugar a otro. 
         Sentimos que hemos dejado abierta la puerta para que los hijos de Dios sigan estudiando acerca de su Señor, Jesús el Cristo.




Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. 
(Apocalipsis 1:5-6)



[1] Las Grandes doctrinas de la Biblia, Editorial Portavoz, Página 106.
[2] Trenchard, Estudio de Doctrina Bíblica, Portavoz, página 175.

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