La Biblia describe la desaparición masiva e
instantánea de millones de seres que ahora están en la tierra. Narra esta
desaparición de la manera siguiente:
“Por lo cual os decimos esto en palabra del
Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del
Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de
mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los
muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que
hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para
recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1Ts 4:15-17)
El Señor Jesús ha de dejar su posición a la
diestra del Padre para descender a un lugar no determinado en el espacio donde
llamará a los suyos con su poderoso grito de aclamación. Todos los que hemos
creído en Él para la salvación seremos arrebatados al encuentro con Él. Primero
los muertos en Cristo. Muchos de ellos con las marcas en sus cuerpos del
martirio con que dejaron esta vida por causa de la Palabra de Dios y del testimonio
de Jesús. Otros, aunque no tan violentamente, pero que también cruzaron el
"valle de sombra de muerte". Todos resucitarán en un abrir y cerrar
de ojos.
La Biblia enseña que el alma, o parte no
material del individuo creyente, parte en el momento de la muerte para estar
con Cristo. La muerte física es la separación del cuerpo y del alma. El cuerpo
duerme en la tumba y como dice el pasaje arriba aludido, volverá el alma traída
por Jesús para reunirse con el cuerpo resucitado. Nótese que se refiere
únicamente a "los muertos EN CRISTO". No se trata de una resurrección
general, sino parcial. Bienaventurado y santo el que tiene parte en esta
primera resurrección, porque habrá otra. La segunda resurrección es para juicio
y condenación. De esta segunda resurrección no se ocupa el pasaje a que hemos
hecho referencia.
Luego nosotros, los que vivimos, los que
habremos quedado viviendo hasta el regreso de Jesucristo, sin adelantarnos a
los muertos en Cristo, seremos transformados — ¡qué glorioso! Este cuerpo
corrupto será vestido de inmortalidad. Pasaremos de la mortalidad a la inmortalidad
sin experimentar el rigor de la muerte física. En ese cuerpo,
"recauchado" al estilo inmortal, viajaremos por el espacio a
encontrarnos con Jesús. Nótelo bien, amigo mío, ¡con nuevo cuerpo!
¡Especialmente adaptado para el viaje espacial!
Pero qué triste... no se enfoca en esta
descripción, ni por un segundo, a aquellos que no han recibido a Cristo como
Rey y Salvador. El destino de éstos no será ni luminoso ni jubiloso. Por el
contrario, será un destino sombrío, grimoso y triste. La Biblia afirma que
estos beligerantes serán separados de la presencia del Señor por eterna
perdición. Serán privados del goce de Cristo y del disfrute de las bienaventuranzas
del cristiano por toda la eternidad.
Amigo mío, ¿es Ud. cristiano? ¿Genuinamente
cristiano? ¿Cristiano nacido de nuevo por el poder del ESPIRITU SANTO DE DIOS?
Mi pregunta no es si fue bautizado cuando
era infante, ni si es miembro de esta o aquella iglesia. No le pregunto si
profesa esta o aquella religión, ni si es bueno, si da limosnas o trata de
portarse lo mejor que pueda. Mi pregunta es: ¿ES UD. CRISTIANO? ¿Se ha
arrepentido honradamente de sus pecados en la presencia de Dios? ¿Ha invitado a
JESUCRISTO a entrar en su corazón? ¿Ha sido Ud. lavado por la sangre preciosísima
que El derramó en la cruz del Calvario?
Si su honesta
contestación a mi pregunta es NO, quisiera con todo gusto indicarle que bien
puede Ud. llegar a ser cristiano en este mismo momento. Ponga a un lado esta
revista, incline su cabeza y cierre sus ojos en señal de reverencia ante Dios.
Confiésele a Él sus pecados, sí, sus muchos pecados; dígale de corazón que
siente mucho, que le pesa, haberle ofendido tanto. Pida a Cristo Jesús que
entre en su corazón limpiándolo con su preciosa sangre. Exprésele en sus
palabras que Ud. acepta su sacrificio sobre la cruz como la única cosa que le
vale para la eternidad. Balbucee arrepentido en la presencia de Dios, con sus
propias palabras lo que siente en su corazón. Hágalo ahora mismo. Obtendrá el
perdón de sus pecados y la seguridad de que Ud. también será alzado, recogido
a las nubes, en el momento cuando ocurra la desaparición de los redimidos.
Amén.
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