Sobre una cruz, Señor,
estás alzado.
Sujeto por los clavos
al
madero.
Tus manos traspasadas por el
hierro
Con que el hombre cruel las ha horadado
Cuantas veces al
verte agonizando
Me siento despreciable,
pues no muero
Herido de dolor
frente al madero
Do estás por mis
pecados Tú penando.
¿Qué gracia extraña,
pues mis culpas llevas?
¿Qué amor te mueve si
soy un perdido?
¿Por qué agonizar por
un caído?
¿Por qué en lugar de
mí, tu vida entregas?
Tu cruz será Señor la
gloria mía,
Mi vida hoy aborrezco
por tu vida,
Mi senda he
despreciado por tu senda,
Mi gloria personal
doy por perdida.
Por socorrerme y
asirme de tu mano
Por recorrer contigo
mi camino,
Deseo al ser tan solo
un peregrino
Sentirme cada día más
cercano.
¡Oh, gracia soberana,
sé mi astro!
¡Oh, piedad infinita,
sé mi guía!
¡Que pueda dar mi
vida cada día,
Con una entrega tal cual tú, Maestro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario