lunes, 7 de octubre de 2019

LA PRIMERA EPÍSTOLA A TIMOTEO (10)


4. Advertencias contra la Carne Religiosa y Enseñanza en la Piedad (1 Timoteo 4)


 (c) Preceptos (mandamientos) personales para el siervo del Señor (versículos 11-16)

         (Vv. 11, 12). Estas cosas Timoteo tenía que mandar y enseñar. Siendo un hombre joven él tenía que estar especialmente en guardia contra cualquier presunción o soberbia juvenil que estropearía su testimonio conduciéndole a ser menospreciado a causa de su juventud. Si sus exhortaciones y enseñanzas a los demás iban a ser eficaces, él tendría que ser, en su vida, un "ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza". ¡Es lamentable! cuán a menudo nosotros estropeamos nuestro testimonio por no lograr exhibir estas hermosas cualidades de Cristo. Si las verdades que enseñamos no afectan nuestras propias vidas, ¿podemos esperar que nuestra enseñanza afecte a los demás?
 (V. 13). Al ser su vida pura, el siervo tendría libertad para procurar ayudar a otros mediante la lectura, la exhortación y la enseñanza. La conexión de la lectura con la exhortación parecería demostrar que la "lectura" no se refiere a su estudio personal, sino más bien a la lectura pública de las Escrituras, que en esos días tenía un lugar de especial importancia.
 (V. 14). Además, en el caso de Timoteo, un don para el ministerio se le había impartido, y para el cual se le había señalado especialmente por una palabra profética de Dios, y con quien el presbiterio[1] había expresado su comunión mediante la imposición de manos. Semejante profecía e imposición de manos habían sido plenamente presentadas en el caso de Bernabé y Saulo (Hechos 13: 2, 3). No obstante, lo correcto y hermoso de la vida cristiana, ello no habilitaría al siervo a tomar el lugar determinado de un maestro. Para esto era necesario un don dado por el Señor. En el caso de Timoteo él pudo seguir adelante en la confianza de que este don había sido impartido por una palabra directa de Dios, y pudo ser ejercitado en la conciencia de que él tenía la plena comunión de los ancianos del pueblo de Dios. El don había sido dado mediante profecía, y por la imposición de las manos de Pablo (2 Timoteo 1:6). No había sido dado por la imposición de manos de los ancianos: ellos impusieron sus manos sobre Timoteo como una expresión de su comunión con él. Animado de este modo, él debía guardarse de descuidar el don por medio de cualquier timidez natural. 
 (V. 15). Fortalecido y animado de esta forma, Timoteo debía consagrarse a las cosas del Señor, como el apóstol dice, "Ocúpate en estas cosas" (1 Timoteo 4:15 - RVR1977). Demasiado a menudo permitimos ser distraídos por otros objetos aparte del Señor y Sus intereses. Es bueno que nosotros abracemos de corazón el cristianismo y hagamos de las cosas del Señor nuestros intereses - para ocuparnos "enteramente de ellas" (VM). Entonces, en efecto, nuestro progreso espiritual sería manifiesto a todos.
 (V. 16). El apóstol resume su exhortación a Timoteo diciendo, "Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina". Insistir en la doctrina mientras descuidamos nuestro propio andar, o dar mucha importancia a la piedad personal mientras afirmamos que es de poca importancia lo que sostenemos, son dos trampas en las cuales muchos han caído. Ambas son fatales por igual para todo testimonio verdadero. Es sólo cuando cuidamos de nosotros mismos y de la doctrina que nos salvaremos nosotros y los que nos oyen de los males de los últimos tiempos.



[1] [* N. del T.: gr. presbuterion, (πρεσβυτέριον, Strong 4244), un conjunto de hombres entrados en años, ancianos. En 1 Timoteo 4:14 = los ancianos o supervisores (obispos) en una iglesia local].


No hay comentarios:

Publicar un comentario