Pregunta: «Me parece que algunos cristianos
sostienen que el Espíritu Santo mora en la Cristiandad. Ahora bien, yo siempre
pensé... que el Espíritu Santo mora exclusivamente en la Iglesia. Me alegraría
tanto si usted me presentara sus pensamientos acerca de esto, etc.»
Respuesta: Yo pienso que una
correcta comprensión de la diferencia entre la Iglesia como el "Cuerpo
de Cristo" (Efesios 1: 22, 23), en la cual los creyentes son
bautizados por el Espíritu Santo (1ª. Corintios 12:13), y son unidos así a
Cristo, exaltado y glorificado en el cielo (1ª. Corintios 6:17), y la Casa
de Dios, "morada de Dios en el Espíritu (Efesios 2: 21, 22), en el
mundo, hará que el asunto en su pregunta sea sencillo y claro.
Cuando Cristo fue
glorificado como Hombre al cielo, el Espíritu Santo (no dado previamente,
"Esto empero lo dijo respecto del Espíritu, que los que creían en él
habían de recibir; pues el Espíritu Santo no había sido dado todavía, por
cuanto Jesús no había sido aún glorificado." Juan 7:39 - VM), descendió
del cielo y asumió Su morada en y con los santos, en el día de Pentecostés,
como casa De Dios. (Hechos 2). La Iglesia así comenzada, y establecida como
testigo de Dios y habitada por Su Espíritu, es llamada "la casa de Dios
(la cual es la iglesia del Dios vivo) columna y apoyo de la verdad." (1ª.
Timoteo 3:15 – VM). Esta "casa" fue una cosa coexistente, al
descender el Espíritu Santo, con el "Cuerpo", su otro aspecto, y fue
la cosa verdadera que Dios mismo formó conjuntamente de manera adecuada.; en la
que un miembro era un miembro vivo, y en unión con Cristo la Cabeza, por el
Espíritu Santo. Pero encontramos que después de ser establecida, los hombres
comenzaron a edificar sobre el fundamento, madera, heno, hojarasca; así como
también oro, plata, piedras preciosas, etc. (1ª. Corintios 3), y como una
consecuencia, la Casa, tal como el hombre la edificó, comenzó a asumir grandes
proporciones, y se volvió enteramente desproporcionada al Cuerpo, la cosa
verdadera. Pero, aun así, el Espíritu Santo no salió de la Casa, y
esta Casa todavía fue, en la medida que fue la responsabilidad del hombre,
"edificio de Dios." "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que
el Espíritu de Dios mora en vosotros?" (1ª. Corintios 3: 9, 17); es
decir, los edificados juntos eran, colectivamente, un templo; un
pensamiento bastante diferente del cuerpo del creyente siendo el templo del
Espíritu Santo, como en 1ª. Corintios 6:19. La Casa de Dios pronto se convirtió
en aquello de lo que el apóstol habla en 2ª. Timoteo 2: 19-21, y que él compara
con una "casa grande" conteniendo vasos (personas) para honra, y
otros para deshonra (VM); un estado de cosas bastante diferente de su estado
primitivo, y que caracterizó a la Cristiandad desde entonces; y en el cual
comenzó ya el juicio. (1ª. Pedro 4:17).
Por una parte, El
Espíritu Santo en primera instancia, bautiza a todos los creyentes en un Cuerpo
("Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu", Efesios 4:4 – LBLA),
uniéndolos a Cristo como la Cabeza, por una parte; y, por la otra, Dios habita
entre ellos como una morada en el Espíritu. Él mora en una Casa" o
'habitación' aquí en la tierra, y todos los que profesan el
nombre De Cristo son responsables por la presencia del Espíritu Santo; aunque,
obviamente, no estén "sellados" como el creyente verdadero, y
'habitados' por Él. De este modo, encontramos a menudo, como el otro día en
Italia, una obra notable del Espíritu Santo, allí donde puede no haber habido
previamente un solo miembro del "Cuerpo de Cristo."
Una comprensión correcta
de la Iglesia como el "Cuerpo de Cristo", compuesto de miembros
vivos, y la "Casa", o Iglesia profesante, es la llave a muchas de las
enseñanzas de las Epístolas. La palabra «Asamblea» (que es la palabra verdadera
dondequiera que encuentre usted la palabra "Iglesia" en la Biblia
Inglesa), tiene una doble aplicación. Si miramos a lo alto es
el Cuerpo de Cristo — " la iglesia [La Asamblea], la cual es su
cuerpo" (Efesios 1: 21-23); si miramos abajo La Asamblea
es la Casa (1ª. Timoteo 3:15). La diferencia estriba entre la unión de miembros
vivos por el Espíritu Santo a Cristo en el cielo, y Dios habiendo descendido a
morar en una habitación en la tierra.
F. G. Patterson
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